Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 30

11 de noviembre 2009.

—Me alegro mucho por ti, hermano. Aunque me sorprende mucho que papá no te haya dicho nada.

—Tuvimos una pequeña discusión, pero creo que la vitoria fue mía de momento. Ya quiero presentartela, te encantará, y hace unas galletas deliciosas también.

—Resulta que te conquistó por el estómago. —Félix rió por lo bajo cuando Adrien se quejó desde el otro lado de la línea.

—Que no. Cuando la conozcas entenderás porqué la quiero.

—¿Y ya conociste a sus padres? —El de ojos grises se apoyó en una de las repisas del despacho de su tía, viendo como Ryu no despegaba sus ojos de algunos documentos sobre el escritorio.

—Sí. Más bien, los conocí antes de que le pidiera ser mi novia. Vamos a la misma clase, trabajamos en un proyecto juntos y luego nos hicimos amigos, supongo que todo surgió más natural de lo que hubiera imaginado.

—Eso es bueno... Aunque no está demás decirte que tengas cuidado. No siempre se puede confiar en las personas y lo sabes.

—Pero Marinette es la excepción, puedo decirte que confío tanto en ella como confío en ti y eso ya es decir mucho.

—¿Y cómo va todo por allá? Además de tu nueva novia, claramente.

—Un fastidio. Parece que no alcanzo a respirar y ya tengo que estar en otra sesión de fotos. He visto las tuyas en los catálogos de muestra, siempre te hacen poses tan agresivas, si supieran que eres como un oso de peluche.

—¿Oso de peluche? No empieces, ojos de lagartija. —Adrien soltó una carcajada desde el otro lado y Félix no pudo evitar sonreír por lo bajo. —Por acá es lo mismo, sólo que últimamente Amelie está asistiendo a muchos eventos y de paso me arrastra a mi.

—Sé que no te gustan, pero es mejor no llevarles mucho la contra o de plano se ensañarán con nosotros.

—Supongo...

—¿Y cómo vas tú? Ya sabes... ¿Hay alguien especial para ti o sólo te la pasas estudiando?

—¿Especial? —aclaró su garganta viendo disimuladamente como el azabache se tomaba la cabeza con desespero. —No lo sé, quizás... Lo dudo.

—Uhh, eso es un sí. Quiero detalles, quiero detalles, hermano. Si lo mencionas es porque hay alguien, ¿tiene nombre?

—Que no. Te lo diré sólo si es algo seguro, de lo contrario es mejor no darle vueltas.

—La idea es que me digas tus dudas, tonto.

—Mi duda es que me vea como un niño.

—Entonces es mayor... Sueles ser directo, entonces quiere decir que si estas dudando es porque realmente te importa. Quizás sea bueno que intentes acercarte no tan agresivamente. Mi temor era perder la amistad de Marinette y que no sintiera lo mismo, ¿en tu caso es algo similar?

—Exactamente, y dudo que papá permitiría esto.

—Hey, si papá te hace un problema se las verá conmigo. Creo que si sientes algo por alguien, lo mejor es decirlo y quitarte ese peso de encima. Sabes que siempre estaré aquí apoyándote, aunque no podamos vernos nunca, siempre de los siempre podrás contar conmigo.

—Lo sé, gracias.

—Adrien, en cinco minutos empieza tu clase de esgrima.
Pero Nathalie... Sólo cinco minutos más.

—Ve, te estoy quitando tiempo.

—Nunca me quitas tiempo, lo gano. Nathalie, dame un minuto, esto es importante.

—Vuela, canario. —canturreó por lo bajo, soltando una risa desde su garganta. —igual debo seguir con mis deberes.

—Cría cuervos y te sacarán los ojos.

—Por supuesto que sí. Nos vemos.

—Te quiero, hermano.

—Yo también. —colgó la llamada y caminó devuelta al escritorio, se sentó en una de sus sillas frente al azabache y volvió a tomar sus deberes que habían quedado inconclusos.

—Parece que te llevas muy bien con tu hermano. —comentó Ryu sin dejar de leer rápidamente los papeles. —nunca te había oído tan contento.

—Y tú no dejas de ser entrometido. —el azabache soltó una carcajada y alzó la cabeza para verlo a los ojos, pero el muchacho sólo se mantenía viendo su libro.

—Mocoso hilarante. —comentó con una sonrisa. —¿Qué cuenta tu copia desde Francia? —Félix frunció ligeramente el ceño por como llamó a su hermano, pero prefirió ignorarlo.

—Cosas.

—¿Qué cosas?

—Cosas privadas de hermanos, ¿te pregunto yo lo que hablas con tu hermana? —alzó una ceja al mismo tiempo que sus grises. Ryu entrecerró sus ojos un instante, analizando sus palabras.

—Sólo era para hacer conversación, tampoco te pongas tan arisco. —el zabache se inclinó un poco en su asiento y alcanzó la cabeza de Félix despeinadolo un poco. —gato gruñón.

—¡Oye! —se quejó tomando su muñeca, viéndolo con molestia evidente en su rostro, pero el joven no pudo más que soltarse a reír al verlo todo desordenado.

—Así está mejor, te quitaste diez años de encima y de paso te pareces a tu hermano. —siguió riendo, pero Félix no cambiaba su expresión seria en lo absoluto; incluso se podría decir que se sintió incómodo con su comentario, porque con una sola palabra Ryu lograba que todo lo que intentaba se desmoronara. —Cambia esa cara Félix. —comentó con simpatía, pero el rubio sólo hizo su mano a un lado con brusquedad, volviendo a peinar su cabello en completo silencio. —Si sigues así te arrugarás como una pasa.

—No es asunto tuyo. Se supone que estás aquí para trabajar y te la pasas molestandome.

—¿Ya ves que eres un niño? No aguantas ni una pequeña broma. Además, ¿quién es él que necesitaba ayuda con su tarea? —el de grises se levantó con un ligero rubor en sus mejillas, uno que disimuló muy bien con su enojo.

—Puedo hacerlo solo, no te necesito. —tomó todas sus cosas ofuscado, a vista de los marrones del azabache. —Así que no te molestes en perder tu tiempo con un mocoso como yo.

—Félix... Oye, tampoco es para que te pongas así.

—Como sea. —se levantó, dirigiéndose hacia la puerta. —deja todo en orden o Amelie no te dejará usar el estudio denuevo. Si me disculpas, iré a mi habitación. —salió del lugar en completa calma, dejando al joven con las palabras en la boca. —que idiota. —murmuró desde el otro lado de la puerta, dirigiéndose hacia su habitación escaleras arriba.

══════◄••8••►══════

—¿Si? —Ryu alzó una ceja algo curioso, viendo al muchacho de apariencia atlética con una sonrisa enorme y entusiasta en su rostro. —¿necesitas algo?

—Busco a Félix, somos compañeros en el instituto. —hizo un gesto con su pulgar señalando su mochila en su espalda. —quedamos de vernos hoy.

—Ah, ¿cuál es tu nombre?

—Kim, su tía ya me conoce. Por cierto, ¿quién eres? No te había visto aquí antes. —preguntó entusiasta. —¿algún familiar lejano? —achinó un poco sus ojos con sus dedos, aunque ya fuera algo achinados. El azabache fingió una risa, que fue bien recibida por el deportista.

—Se podría decir que algo así, trabajo con su tía. —hizo una pausa. —¿no es muy tarde para visitas? —ladeó su cabeza sin borrar su sonrisa amable. —de seguro tus padres se preocuparán.

—Nah, saben que estoy con Félix, así que no hay problema. Además, él siempre termina llevándome a casa y a veces cena allá con mis padres. De vez en cuando pienso que quieren adoptarlo y hacerme dormir con mi perro, pero luego pienso que cualquiera querría adoptarlo, es cosa de verlo. —Kim soltó una carcajada y comenzó a mover sus pies frenético, casi como si quisiera ir al baño.

—¿Kim? —una tercera voz apareció entre los dos. Félix apareció con su típica postura seria, se acercó con pasos pausados. —¿qué haces aquí?

—¿Eh? ¿Lo olvidaste? —cuestionó sorprendido el castaño. —Quedaste de darme clases hoy. Que raro, nunca se te olvida nada. —sonrió, palmeando su hombro con confianza, buscando su mano para estrecharla y semiabrazarlo tirando de su mejilla con sus dedos. —y otra vez esa cara seria.

—Lo siento, se me pasó la hora y lo olvidé.

Ryu los vio algo sorprendido por la confianza que mostraba aquel muchacho con el rubio, sobretodo porque Félix no lo alejaba en lo más mínimo, sólo se quedó quieto dejando que lo tocara como si nada; incluso logró oír un "lo siento" de su parte, algo completamente extraño en él. ¿Quién demonios era ese tal Kim para él?

—Vamos, tendremos que ir a mi habitación esta vez. Ryu está trabajando en el despacho aún. —Los dos se adentraron a la gran casa, mientras el azabache los observaba a una distancia prudente. —Ya sabes donde queda, así que prepara todo, mientras pediré algo para comer.

—Okidoki. —Kim subió las escaleras de a dos y desde arriba le gritó al azabache. —gusto conocerte pariente lejano. —agitó su mano, desapareciendo entre las habitaciones.

Félix arregló sus ropajes, dirigiéndose después hacia la cocina, pero la voz del joven lo detuvo a medio camino

—¿Tú tía sabe que ese chico está aquí a esta hora?

—Lo sabe, tenía programada su clase desde antes, ya que a esta hora recién sale de su clases de natación.

—¿Su clase? —Félix se volteó cruzando sus brazos.

—Hago clases particulares de vez en cuando, son un dinero extra, fácil de ganar y ahorrar. Kim y yo vamos al mismo instituto, no le va muy bien en algunas materias, creo que es evidente que le van más los deportes; un día se acercó y me pidió ayuda, así que se convirtió en mi alumno.

—Ya veo... Se ve que se llevan bien.

—Es fácil hablar con él. —se encogió de hombros. —entre niños nos entendemos. —soltó con cierto grado de veneno en sus palabras, cosa que no pasó desapercibida por el mayor.

—¿Sigues molesto por lo de esta tarde?

—¿Yo molesto? ¿Por qué estaría molesto? —se jactó con una carcajada breve. —como sea, paso de la cena, primero acabaré con lo de Kim. Dudo que Amelie llegue temprano, me habló por la tarde y dijo que le surgió otro evento de último minuto, así que si quieres algo pídelo al servicio antes de las diez. —Félix se giró nuevamente, Ryu tuvo la intención de detenerlo, pero bajó su brazo cerrando su puño.

—Está bien.

══════◄••8••►══════

—Lo hiciste bien, mejoraste mucho. Con esto puedo asegurarte que pasarás los exámenes finales. —Kim se desmoronó sobre el pequeño escritorio y levantó sus pulgares casi llorando de la emoción.

—Valió la pena tanto desvelo y enredos mentales. —lloriqueó. —maestro Félix, eres el mejor. —comentó viéndolo hacia arriba, el muchacho sólo negó con la cabeza dándole tres palmadas en su hombro.

—Yo sólo te mostré la materia de otra forma, siempre la entendías aunque no te dabas cuenta. —Cerró el libro en sus manos y lo guardó en la pequeña estantería al lado de la ventana. —es cuestión de perspectiva.

—No más por favor, fundirás mi cerebro. —Kim cubrió sus oídos y agitó su cabeza de un lado a otro.

—Lo que aún no entiendo es porqué quisiste estudiar tanto si recibirás una beca deportiva para la universidad. —El castaño repentinamente se puso nervioso, rascó su mejilla evitando verlo a la distancia. Félix sólo revisaba algunos libros de la estantería en silencio.

—Vas a creer que es algo estúpido.

—Depende. —movió la cabeza de un lado a otro, volviendo a cerrar un libro para abrir otro. —aunque la mayoría de las cosas que dices carecen de sentido.

—Que cruel. —se quejó haciendo un puchero. —es que... ¿Recuerdas que te mencioné que me gustaba una chica? —el rubio puso los ojos en blanco. —¡si vas a poner esa cara no te diré nada!

—Bien, bien, te escucho.

—Pues, esa chica está enamorada de otro chico y ese chico es súper listo, entonces como yo no lo soy... Quise esforzarme un poco, quizás así ella me note como quiero que lo haga.

—Lo único que carece de sentido es que quieras cambiar quien eres por gustarle a alguien. —hizo una mueca y guardó el siguiente libro, sacando otro. —debo donar algunas de estas cosas. —susurró más para si mismo.

—Es que no lo entiendes, esa persona es perfecta en todos los aspectos y en comparación yo soy la nada misma.

—Creo que estás idealizando mucho a esa persona. Todos tenemos carencias y puntos débiles.

—¿Cuáles son los tuyos? —preguntó por lo bajo.

—No lo sé, y no sería inteligente de mi parte decírtelos. Podrías usarlos en mi contra en algún futuro. —sonrió levantando la vista hacia Kim, quien parecía más pensativo de lo normal.

—Ya ves, eres muy listo. No lo había pensado así, me siento como una hormiga cuando hablo contigo.

—Hace poco alguien me dijo que lo mejor que puedes hacer es decir lo que sientes a esa persona, así te quitas un peso de encima. Aunque las cosas no resulten como esperas, podrás estar tranquilo porque fuiste sincero contigo mismo.

—Es posible que siga tu consejo. —Kim se puso de pie y le extendió el puño en un gesto amistoso, el cual el rubio aceptó de la misma forma, parpadeando un par de veces. —gracias por todo. Creo que ya es momento de irme.

—Bueno, pediré que te lleven...

—No, no te preocupes. No queda tan lejos y aprovecharé de hacer cardio. —sonrió alegre, mientras arreglaba todas sus cosas en su mochila. —quizás rompa mi nuevo récord ahora que tengo el cerebro ejercitado. —apuntó su cabeza. —conozco la salida, así que nos vemos.

—Bueno, si insistes. De todos modos avisa cuando llegues o acabaré por llamar a tus padres.

—Sabes que sí. —sin decir otra cosa el castaño salió de la habitación ágilmente.

Félix guardó silencio y suspiró ojeando las páginas de una novela de misterio que leyó hace mucho tiempo. Hizo una mueca, tomó el puente de su nariz y levantó la cabeza cuando dos golpes se oyeron en la puerta.

—Adelante. —Ryu hizo aparición con las manos en sus bolsillos del pantalón.

—Parece que la clase terminó. —comentó, recibiendo no más que un asentimiento de parte de Félix. —¿eres consciente que el chico "perfecto" al que se refería tu compañero eres tú? —el rubio detuvo todo lo que hacía y frunció el ceño en su dirección sin tratar de ocultarlo.

—¿Estabas espiando? ¿No crees que eso es pasar los límites?

—Sólo venía a despedirme, pero no quise interrumpir. —se excusó alzando sus manos. —como sea, supongo que te diste cuenta de eso.

—Sé a quién se refería. A Kim le gusta Lila hace bastante tiempo. —Ryu guardó silencio, asintiendo levemente mientras se acercaba más hacia él, observando su habitación curioso. —no es que sea muy bueno ocultandolo.

—Entonces por eso no sales con esa chica. Interesante.

—¿A qué te refieres?

—Sabes que a ella le gustas, pero no le haces caso por tu amigo, ¿no?

—¿Qué dices? Lila simplemente no es de mi interés, eso es todo. No imagines cosas que no son. —Ryu soltó una risa que logró agitar un poco sus hombros.

—Me resulta fácil leerte. —Félix rodó los ojos y le dio la espalda, fingiendo que leía el libro en sus manos.

—Si ya te ibas, conoces la salida.

—¿Seguirás con esa actitud por lo que dije? —cuestionó acercándose más. —que infantil de tu parte.

—¿Infantil? —Se giró con indignación, pero calló de sopetón al ver que están más cerca de lo que pensaba.

—Eres un niño, Félix. Fingir que necesitas ayuda con tus deberes cuando en realidad haces clases particulares a tus compañeros, responder con una pregunta una pregunta tan simple como saber de tu hermano, hablarle a tu tía sin honorífico y meterte en peleas para liberar estrés cuando las cosas no salen como quieres. Eres infantil.

—Entonces parece que no puedes leerme tan fácilmente como crees. Siempre crees saberlo todo, pero lo único que haces es esconderte como un cobarde de tu familia y fingir que te haces mi amigo a ojos de Amelie para que no esté solo.

—Si eso es lo que crees, no soy quién para hacerte cambiar de idea. —Ryu dio media vuelta, dispuesto a marcharse e ignorar por completo sus ojos grises cargados de impotencia y desilusión.

—Cobarde. —habló Félix entre dientes deteniendolo. —¡eres un cobarde! ¡Ignoras todo apropósito!

—¡Por supuesto que lo ignoro apropósito! —apretó sus puños con fuerza. —y me obligo cada vez a verte como si fueras un niño, porque lo eres para mí.

—¿De verdad crees que soy un niño que no sabe lo que quiere? Eres insoportable. Todo este tiempo lo único que he hecho es guantar tus payasadas, ¿y yo soy el infantil?

—Félix, nos llevamos siete años. Oí lo que le dijsite a tu hermano; tu padre jamás lo aceptaría y mi familia tampoco.

—No sé si te diste cuenta, pero yo no vivo con mi padre y tu tampoco con tu familia.

—Cuando seas un adulto entenderás porque hago las cosas, es por tu bien. —lo miró sobre su hombro y avanzó dos pasos, hasta que Félix lo detuvo sujetando su mano. —No hagas esto.

—Siete años no son nada para mí.

—Es pasajero, y cuando llegue otra persona lo suficientemente importante para ti, esto quedará como un recuerdo infantil.

—Ryu... —el azabache se soltó de su agarre y posó su mano sobre la cabellera rubia de Félix, dándole una caricia paternal.

—Nos vemos mañana, es posible que necesite tu ayuda con algunos asuntos. —le sonrió como acostumbraba y avanzó hacia la puerta, cerrandola a penas salió para cortar de una vez aquella conversación.

—Idiota.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro