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Capítulo 3

24 de diciembre, 2020.

—¡Déjenme pasar! —gritó desesperada, intentando soltar el agarre de los policías. —¡Es el auto de mi esposo! ¡Déjenme pasar! ¡Necesito verlo! —volvió a gritar lo más fuerte que podía. Las lágrimas se escurrían como un río por su rostro, se veía demasiado demacrada para estar fingiendo, al menos es lo que pensaba Nino observándola a la distancia. —¡Por favor! —suplicó.

—No puede pasar, debemos cuidar el perímetro para no contaminar la escena. Por favor, señora. —uno de los hombres intentó razonar con ella, pero le sería imposible.

—¡Necesito saber si mi esposo está ahí! —lo miró furiosa, incluso llegó a estremeserlo con sus ojos gélidos.

—Señora Agreste. —nombró una voz que ella conocía muy bien. —por favor manténgase detrás de la cinta amarilla. —el otro policía hizo contacto visual con el moreno, quien con un gesto dio a entender que se haría cargo.

—Agente Lahiffe... —murmuró y una chispa de esperanza apareció en su mirada. Marinette se acercó al agente casi corriendo y tomó sus brazos con un notable temblor en sus manos. —Agente, dígales que me dejen pasar. Por favor... Se lo pido de rodillas si es necesario, pero necesito saber si Adrien está ahí. —Nino aclaró su garganta manteniendo su expresión seria.

—Le explicaré lo que están haciendo, pero no puedo dejarla pasar. —ella lo soltó y acabó abrazándose a si misma, sus ojos estaban nublados por las lágrimas y las luces de las patrullas no hacían más que cegarla. —Comenzaremos con la extracción del vehículo del río, esto tomará unas horas. Así que aún no tenemos información suficiente para decirle si está su esposo dentro, por ahora lo mejor que puede hacer es irse a casa y llamar a alguien que le haga compañía.

—No... No hubo una sola pista en más de un mes, —el volumen de su voz bajó notablemente, para después explotar otra vez con más rabia. —¡¿y ahora quiere que me vaya a casa cuando mi esposo podría estar sumergido en el río?! ¡¿Qué clase de humanos son ustedes?! ¡Todos me dicen lo que debo o no debo hacer! ¡Y yo no pienso irme a casa a estar "cálida" mientras él... Mientras él...

—¡Señora Agreste! —Nino la sujetó con fuerza. —¡un paramedico! —gritó hacia sus colegas, pero la azabache tomó aire profundamente recomponiendose.

—N-no... Estoy bien.

—Si, le creo. —respondió irónico mientras la acercaba hacia una de las ambulancias sujetando sus hombros. —debería preocuparse más por su salud.

Nino le pidió a uno de los paramedicos que la revisara, aunque la mujer se negara no podía dejarla en esas condiciones. Esperó fuera de la ambulancia aproximadamente una hora y cuando abrieron las puertas, salió su conocido pidiéndole unos minutos para hablar.

—Está estable, tuvo una baja de presión. Tiene un poco de anemia, pero estará bien.

—Gracias, puedes volver a lo tuyo y disculpa las molestias.

—No hay problema, Lahiffe. Si necesitas algo sólo háblame. —palmeó su hombro e iba a subir a la ambulancia cuando lo llamaron por la radio.

—Vamos a comenzar con la extracción, mantengan a la prensa lejos de la escena. Agente a cargo haga acto de presencia.

Nino retrocedió dos pasos y dio un último vistazo a la ambulancia antes de dirigirse a la escena. Aunque por un momento sintió un grado de preocupación por esa joven, era mejor no decirle ciertas cosas o acabaría en serios problemas.

Algunas de las personas ahí no estaban muy alegres de estar trabajando esa noche, la noche antes de Navidad era sin duda la peor para escoger aparecer un vehículo a mitad de un río, pero era algo que nadie pudo prever.

—Lahiffe, es probable que tu caso esté por cerrarse. —comentó un agente parándose junto al moreno, ambos observando como la grúa sacaba lentamente el auto.

—¿Ya mandaron todo al laboratorio? —cuestionó viendo como se escurría el agua por las puertas. —todo lo que encontraron debe ser analizado.

—Todo listo, sólo falta recuperar el cuerpo.

—Bien. Asegúrate de que no haya ningún curioso tomando fotos que no debe, lo que menos necesita el departamento es un cuerpo mutilado en los medios. —Sin decir otra cosa el agente se retiró.

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27 de diciembre, 2020.

—Varón, de unos veinticinco a treinta años, altura de casi uno ochenta, cabello natural castaño con tinte rubio, vestido de traje, heridas defensivas en brazos y manos. Causa de muerte: herida con un objeto punzocortante en el cuello. Intentaron ocultar su identidad golpeando repetidas veces su rostro con un objeto contundente, posiblemente el mazo encontrado en el maletero.

—¿Y la sangre también encontrada en el maletero?

—Coincide con el ADN de Adrien Agreste.

—¿Identidad de la víctima?

—Wayhem Durand. Titulado en informática y finanzas, comenzó a trabajar de guardaespaldas cuando salió del ejército hace dos años, hijo único. Los registros muestran que había sido recientemente contratado por Adrien Agreste para cuidar de su esposa.

—Creo que esto tomó otro rumbo, ya no estamos hablando de un simple caso de desaparición. —Nino miró el cadáver con el rostro desfigurado. —querían borrar toda evidencia, pero hicieron todo demasiado rápido... Probablemente Agreste les dio problemas a sus agresores y acabaron tirando el auto al río junto a Wayhem.

—Hay otra cosa que quería mencionar, agente.

—Adelante, soy todo oídos.

—La cantidad de sangre que había en el maletero, lo que corresponde a Adrien Agreste me refiero... Es demasiada como para que pudiera sobrevivir sin atenderse en un hospital.

—¿Me dices que lo más probable es que Agreste esté muerto? —cuestionó con cierto tono de molestia. —mientras no haya cadáver no sacaremos conclusiones.

—Yo sólo te doy hechos, la interpretación es tu campo.

—Gracias, por todo. Si encuentras algo más me llamas, lo que sea que puedan recuperar del auto sirve. —Nino se dio media vuelta y salió de la morgue a paso acelerado.

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—¡Agente! —exclamó Marinette al verlo entrar a su oficina, golpeó repetidas veces su puerta hasta que se dignó a abrir.

—Señora Agreste, ya le dije que no es necesario que venga todos los días. La llamaré si hay novedades sobre su esposo.

—Siempre dice lo mismo, pero ahora sé que fue a la morgue y necesito que me diga lo que descubrió. —él evitó mirarla, pero su determinación jamás iba a flaquear. —nadie es capaz de decirme nada, y usted sólo se la pasa dándome excusas.

El moreno la quedó mirando unos minutos soltando todo el aire que contenía y acabó por dar su brazo a torcer esta vez, quizás podría conseguir más información si conversaba con ella fuera de una sala de interrogatorio.

—Pase. —abrió más la puerta de su oficina y Marinette lo quedó mirando sin creer que realmente le estaba ofreciendo tener una conversación de más de cinco minutos. —¿o prefiere seguir sin respuestas? —cuestionó y ella reaccionó adentrandose rápidamente al lugar.

Nino la observó en silencio, estudiando cada gesto que hiciera, por mínimo que fuera podría darle algún indicio de que estuviera mintiendo o de que toda su preocupación era una actuación.

—Tome asiento. —indicó la silla frente su escritorio. —esto no es un interrogatorio formal, pero si algo que pueda ayudarme a unir piezas que me faltan. —caminó hasta su asiento y tomó lugar después que ella lo hiciera. —¿está dispuesta a responder todas mis preguntas?

—Si está dispuesto a responder las mías.

—Depende, hay cosas que no puedo hablar.

—Bien.

—Comencemos desde el principio.

—Pero ya sabe lo que hacía ese día...

—Me refiero a el principio de su relación con su esposo. Prácticamente necesito la historia que tiene su familia con la de él, todo dicho por usted misma. —ella alzó una ceja para después tomar aire profundamente.

—Adrien y yo nos conocimos en el instituto. —una pequeña sonrisa apareció en sus labios al recordar tiempos pasados. —al principio no me agradaba mucho, y es que nos dejabamos llevar por los estereotipos. Él era un niño rico con una familia importante, entonces yo sólo era del montón y seguía la corriente como toda adolescente, todo fue así hasta que la maestra nos dio un trabajo a los dos, ahí tuve la oportunidad de hablar con él y conocer cómo era realmente. Adrien era todo lo contrario a lo que pensaba, se llevó muy bien con mis padres, así que con el pasar del tiempo todos los días lo pasábamos en mi casa al salir de clases, nos enamoramos de nuestra amistad y nos hicimos novios.

—¿Nunca hubo terceras personas involucradas en su relación? —ella negó con la cabeza.

—Jamás, ni siquiera después de casarnos. —sus azules vieron fijamente los ojos del moreno. —el problema con mi familia y la suya fue netamente por parte de los Agreste. Mis padres tenían una cafetería en el centro, tenía una muy buena ubicación, y el señor Agreste quería comprar la propiedad porque estorbaba para uno de sus tantos proyectos en Gabriel's, mis padres se negaron por más dinero que les ofreciera porque ellos no son así, mis padres todo lo que tienen es por su duro esfuerzo. —cruzó sus brazos. —un día en específico llegó con sus hombres para amenazarlos, la cosa es que Adrien justo estaba allí ese día, y cuando yo los enfrenté él se puso de nuestro lado. El señor Agreste estaba furioso, incluso hizo que tomaran a Adrien y lo subieran al auto a la fuerza, luego simplemente se fueron. Al siguiente día Adrien volvió a mi casa y me dijo que todo estaba solucionado, que nadie nos molestaría otra vez, no sé qué le habrá dicho a su padre para conseguirlo, nunca quiso decirme. Pasando los años, fuimos a universidades distintas y después de titularnos me pidió que nos casaramos, creo que no es necesario decir que el señor Agreste nunca lo aceptó.

—¿Cree que esa es la razón por la cual el señor Agreste la detesta?

—Recordando estas cosas y después de la última vez que nos vimos, con todo lo que dijo... He de suponer que lo único que piensa de mí es que me casé con su hijo por su dinero. —su mirada se volvió triste y decaída. —intenté muchas veces acercarme a él, pero no había caso. El único contacto que tengo con su familia es su asistente Nathalie, a ella llamo para preguntarle como sigue.

—¿Aunque la odie usted llama para saber de su salud? —cuestionó incrédulo.

—Es el padre de Adrien después de todo, y a pesar de que no tenemos una buena relación, me preocupa igualmente.

—Ahora entiendo algunas cosas. —asintió recordando toda la información que le brindó Alya hace algún tiempo atrás, todo coincidía menos lo de los padres de la chica. —¿Y sobre el abogado?

—¿Luka? ¿Qué hay con él?

—¿Qué tipo de relación tienen?

—Luka es el mejor amigo de Adrien. Él y yo nos conocimos en la universidad, su facultad estaba al lado de la mía, nos hicimos amigos en las tantas reuniones que hacían y resultó que ellos eran amigos cuando los presenté, fue muy gracioso.

—Señora Agreste, ¿Luka nunca tuvo algún interés distinto por usted?

—No, no es posible. Luka sería incapaz de verme de otra forma y mucho menos se atrevería a hacerle algún mal a Adrien, son como hermanos.

—Las traiciones ocurren en las mejores familias, y mentes enfermas hay en todos lados. Usted levanta una piedra y salen como cucarachas. —Marinette golpeó la mesa con enojo.

—¡No! ¡Este no es el caso! —apretó sus puños, podían verse completamente blancos por la fuerza que ejercía. —creo que ya fueron suficientes historias del pasado, ahora le toca responder mis dudas. ¿Quién es la persona que estaba en el auto de mi esposo?

—¿Cómo sabe que había una persona ahí? Toda esa información es clasificada.

—Basta con oír a los agentes en el departamento para sacar conclusiones. Si fuera Adrien ya me lo habría dicho, además de que pregunté dónde se encontraba usted y dijeron que en la morgue.

—Es astuta. —murmuró sosprendido. —efectivamente estaba en la morgue, y puedo decirle que no es su esposo la víctima hallada. Su nombre es Wayhem Durand, ¿lo conocía?

—Wayhem... —dejó su cuerpo caer en la silla y cubrió su boca con las manos temblorosas. —él está... No es posible, por eso no había vuelto a la casa.

—Tengo entendido que su esposo lo contrató como su guardaespaldas. —ella asintió lentamente sin asimilar del todo la noticia. —¿recuerda la última vez que lo vio?

—Unos días antes de la desaparición de Adrien, Wayhem fue a la casa al medio día para saber cómo estaba. Siempre era así, gentil y alegre. Adrien me lo presentó para cuidarme luego del atentado que sufrimos, pero como yo era reacia a que estuvieran vigilandome todo el día, fijamos horarios para que de vez en cuando se diera unas vueltas por la casa.

—¿No le extrañó que no volviera? —negó con la cabeza.

—Creí que como Adrien no estaba no tendría quien le pagara, así que asumí que simplemente dejó de prestar sus servicios.

—Bien, hay algo más que debo decirle y no es muy alentador. —Nino apoyó sus manos sobre el escritorio y esperó el mejor momento para soltar algo de información. —Debe ser consciente de que ha pasado más de un mes desde que su esposo desapareció, las probabilidades de que él aparezca son escasas y que aparezca con vida lo son aún más. Las pruebas que encontramos en el auto de su esposo nos arrojan que todo esto fue planeado como otro atentado a su vida, el estado en el que se encontraba Wayhem nos dice que él intentó defenderse y que intentó defender a alguien. —hizo una breve pausa. —Por último, sólo me queda decirle que hay restos de sangre que coinciden con el ADN de Adrien.

—Sangre... P-pero Adrien no estaba en el auto, eso quiere decir que quizás esté herido en algún lugar. Adrien logró escapar, ¿cierto? —su respiración comenzó a volverse más errática. —Agente, no guarde silencio y dígame.

—Por el tiempo que ha pasado...

—¡No me diga eso!

—Señora Agreste, la sangre era demasiada para que alguien pudiera sobrevivir sin atención médica. No estoy confirmando nada, pero mi deber no es darle falsas esperanzas, puedo entender que puedo sonar frío, pero no es mi intención en lo absoluto.

—Adrien está vivo... ¡Yo lo siento en lo más profundo de mi pecho! ¡Él está con vida y volverá a casa conmigo! —cubrió su rostro y se soltó a llorar audiblemente. —volverá conmigo...

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