Capítulo 15
17 de noviembre, 2020.
—Canario, por favor resiste. —Félix sujetó su mano con fuerza, sin dejar de ver el tubo en su garganta que le permitía respirar, seguido por los golpes en su rostro. —hoy no puedes morir. Si mueres hoy me voy contigo. Además, sería un pésimo regalo de cumpleaños, ¿no crees? —apoyó la mano de su hermano en su frente y se quedó ahí a su lado, sin mover un sólo musculo, dejando que las lágrimas de frustración y preocupación se abrieran paso libremente por su rostro.
—Tu también debes descansar, Félix. Le diste más transfusiones de las permitidas. —murmuró la mujer a una distancia prudente. —ve a recostarte. Estuviste toda la noche ahí. —él negó con la cabeza y secó sus mejillas con su otra mano.
—La droga que le di a Couffaine, ¿en cuánto tiempo surtirá efecto? —ignoró completamente sus palabras.
—Es probable que siga inconsciente, no recordará nada por un tiempo, luego le vendrán lagunas, pero créeme que todo será demasiado confuso para él si se supone que hablaba con Adrien.
—Bien, es mejor así. Adrien no quería involucrar a nadie cercano a él. Sólo queda esperar como evoluciona, adaptar el plan y seguirlo al pie de la letra.
—Félix... Tiene varias costillas rotas y las heridas que presenta no son menores, no quiero darte falsas esperanzas.
—Adrien va a estar bien, él siempre está bien. —casi gritó su respuesta amarga. Logrando que la chica se asustara en su lugar.
—Nunca te había visto así. —murmuró la mujer, tomando una distancia más amplia de ambos. Observó a Adrien en la camilla y suspiró con cansancio, despejando su frente del mismo modo, la noche se le hizo eterna. —Tan fuera de lógica.
—No estoy fuera de lógica. Esto sólo es un problema menor. —repitió, intentando desesperadamente convencerse a sí mismo de sus palabras.
—Te administraré un calmante. —comentó, girando su cuerpo para buscar el medicamento en la mesa a su costado, pero él no la oyó, seguía con la vista en la pausada y tortuosa respiración de Adrien. —por cierto... —se acercó con la jeringa y le dio dos golpecitos con sus dedos antes de tomar el brazo de Félix con fuerza y arremangar más su camisa. —te volveré a repetir que él necesita ir a un hospital. —el rostro del rubio se frunció a más no poder.
—No. Fui muy claro cuando dije que no puedo llevarlo a un hospital, nadie debe enterarse de esto.
—¿Y qué te hace pensar que yo guardaré silencio? —amarró un guante de látex al final de su brazo y buscó su vena, logrando inyectar exitosamente el medicamento.
—Porque confío en ti. —respondió sin inmutarse. Se vieron a los ojos mientras ella quitaba lentamente la huincha de su brazo, hizo una mueca que parecía más una media sonrisa, una que disimuló carraspeando un poco.
—Bien y sobre tu hermano... ¿Crees que su esposa es confiable?
—Él confía en ella, pero no quiere decir que yo lo haga. Si Marinette tuvo que ver en esto, no dudaré en hacerle pagar.
—Pero... ¿No se supone que ya sabes quién lo atacó?
—Eso no quiere decir que ella no esté involucrada también, además, todos tienen un precio. —la chica vaciló en su respuesta, pero la dejó pasar por el momento.
—Aún no dan alerta de desaparición en las noticias.
—Si ella contactó con Nathalie, de seguro le dijo que esperara que pasaran los días correspondientes o la policía no haría nada. Como sea, mientras no la conozca en persona no sabré si miente. —Félix volvió los ojos a Adrien, despejó su frente y soltó el aire sintiendo sus ojos pesar, el calmante ya estaba surtiendo efecto.
—Nunca entenderé porque tu padre los separó, se ve que son unidos.
—Porque necesitábamos "disciplina" —respondió por lo bajo, recordando sucesos pasados demasiados amargos. —porque vimos y hablamos cosas que unos niños no deberían.
—¿Y por qué tú? ¿Por qué te envío a ti lejos en vez de a Adrien? —Félix sonrió y dirigió sus grises a los azules de la chica, quien impaciente e incluso molesta lo veía fijamente, esperando una respuesta válida ante su interrogante.
—Porque Adrien tiene los ojos de mamá.
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30 de noviembre, 2020.
—Si seguimos haciendo guardia nos descubrirán.
—Bridgette, te dije que no es necesario que vengas conmigo. Deberías estar cuidando a Adrien.
—Él estará bien, lo estoy monitoreando constantemente con mi teléfono, cualquier cosa que pase lo sabremos al instante. —respondió viéndolo con total preocupación. —Te ves muy cansado. ¿Vale la pena que vengas todas las noches a vigilar a tu cuñada?
—Vale la pena si todas las noches viene ese abogado a verla. Adrien me dijo que ponía las manos al fuego por ambos, pero...
—Sé que se ve mal, pero yo me pongo en la situación de su esposa. Piensa que ella está desesperada y la única persona en quien confía es Couffaine, su esposo desapareció hace casi dos semanas. De seguro se está volviendo loca en esa casa sola, además de que ya debe saber que tu hermano le heredó todo. Es demasiado para una persona.
Guardaron silencio por unos minutos, el cual decidió romper Félix para no volver la situación más tensa.
—Tiene un punto, doctora. —afirmó respirando un poco, volteando a verla. —¿Muestra mejoría? Se sincera conmigo, somos amigos desde la universidad. —Bridgette formó una fina línea en sus labios, acabando por asentir.
—Es fuerte, cualquier persona hubiera muerto antes de poder llegar a un hospital. —Ella se atrevió a acariciar su cabello y sonreírle para darle algo de confort. —está evolucionando bien, pero eso no quiere decir que debas descuidarte tú. —Pasó su pulgar suavemente por su pómulo, repitiendo la pequeña caricia una y otra vez. —me preocupas, Félix. Puedo entender que esto sea importante para ti, porque es tu familia, pero no te pongas en segundo plano.
—Bridgette... —Félix deslizó una de sus manos por su mejilla y se acercó rozando su nariz. Su corazón quería escapar por su garganta, la carga sobre sus hombros era demasiada y por un instante se estaba esfumando.
La respiración de la mujer se descontroló al igual que sus latidos. El calor del rubio la sofocaba, los nervios la abordaron, entrecerrando sus ojos para esperar el contacto.
—Félix... ¿Qué se supone que haces? —murmuró desesperada por extinguir la distancia.
—No lo sé. —entró en razón y aclaró su garganta, alejándose a los pocos segundos de casi haber unido sus labios. —Será mejor volver. —dijo él, encendiendo el auto, evitando verla en todo momento.
No solía acobardarse nunca, pero con ella era diferente, su amistad era la única que podía decir que era incondicional y verdadera, y no podía darse el lujo de perderla por un momento de frustración o debilidad. Lastimar a Bridgette sería algo que jamás se perdonaría, muy a pesar de ser consciente que ella lo veía con otros ojos, no dejaría que eso ocurriera nunca, porque él no creía merecer la felicidad desde lo más profundo de sus entrañas.
Bridgette no dijo nada, simplemente se volteó en dirección a su ventana y evitó cualquier contacto con él durante todo el trayecto. Por un momento pensó que su amor no correspondido sería correspondido, pero quizás... Félix sólo estaba vulnerable por todo lo que pasaba, y aunque quisiera culparlo no podía.
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25 de diciembre, 2020.
—Encontraron el auto, pero no han mencionado nada sobre un cuerpo dentro. —Félix cruzó sus brazos y caminó elegantemente de un lado a otro frente a la camilla.
—Deben estar ocultando información, quizás piensen que soy yo y no quieren saltar las alarmas sin antes identificar el cuerpo de Wayhem. —Adrien subió el volumen de la televisión cuando apareció Marinette en ella.
—¿Qué nos puede decir sobre la aparición del auto de su esposo?
—No tengo preguntas para responder.
—¡Señora Agreste! ¿Cree que su esposo fingió su secuestro para escapar con una amante? No sería primera vez que un caso así se ve.
—No lo sé, dime tú. Tú eres el reportero que está investigando nuestro matrimonio.
Marinette siguió caminando, ocultando por completo su rostro con unas grandes gafas oscuras, Luka iba al lado de ella, impidiendo que los reporteros la acosaran de más.
—¿Está confirmando que su esposo le fue infiel?
—Estoy diciendo que cuando tengas pruebas y fundamentos lógicos, vengas y me preguntes todo lo que quieras. Cuando ese día llegue, encantada responderé todo. Mientras tanto, dejen de ensuciar el nombre de mi esposo.
Ella se detuvo un momento, viendo fijamente al reportero, logrando que guardaran silencio por unos segundos. Al final comenzaron a flashearla con fotografías, haciendo que volviera a caminar evadiendolos.
—Marinette, no sigas respondiendo. —se oyó la voz de Luka.
—¡Abogado Couffaine! ¿Usted responderá algunas preguntas?
—No. Gracias.
En eso, las noticias cambiaron y Adrien volvió a bajarle el volumen a la televisión.
—Tu esposa tiene garras.
—Se ve muy cansada. —murmuró Adrien con preocupación. —ha estado llorando mucho, ella nunca usa esas gafas, no le gustan. Y-yo debería decirle... —intentó moverse, quitando la máscara de oxígeno, casi ahogándose en el proceso, pero Félix lo sostuvo de los hombros haciendo que volviera a acostarse los pocos centímetros de altura que se levantó.
—No, no puedes hacerlo. Si lo haces todo se irá por un tubo, toda la investigación y el trabajo que hiciste por años no habrá servido de nada.
—¿Y de qué ha servido esto? —Félix volvió a ponerle la mascarilla, sintiendo un enorme pesar al ver las lágrimas acumularse en sus ojos. —Mi esposa está destrozada pensando que yo estoy muerto quien sabe donde. —hizo una mueca de dolor, tocando su pecho con fuerza. —Wayhem murió por mi culpa, porque yo lo involucré en este asunto... Wayhem no merecía eso...
—No conocí a tu amigo, pero estoy seguro que él quiso ayudarte por su propia cuenta. Canario, usa la lógica y no pierdas el juicio por ver a tu esposa mal. Dijiste que ella era fuerte, entoces confía en eso. —Adrien lo miró con frustración, intentando respirar con más calma, mientras Félix se sentó a los pies de la camilla con sus brazos cruzados.
—Todos estarán sobre ella, pensé que la protegería dejándole todo. El poder del dinero puede hacerte casi intocable, pero en este caso no es así. —meditó un momento sus palabras. —Debemos hacer que ella te dé un poder para controlar las acciones de Gabriel's. Félix, debes ser el presidente de la empresa.
—¿Quieres que yo maneje la empresa? Estás loco, papá no lo aceptará y Amelie tampoco.
—Tendrán que hacerlo. Marinette es la accionista mayoritaria en este momento, y por derecho tu eres quien debe estar a cargo si no estoy. Debes ser tu, hermano.
—¿Y cómo esperas convencer a tu esposa?
—A Marinette no le importa el dinero, probablemente esté molesta conmigo por haberle dejado todo. Pero tendrás que decirle que estás de mi lado y que no es de tu interés dirigir todo de una forma diferente a la mía, ella conoce el manejo que yo tengo en la empresa.
—¿Y luego qué? —miró hacia el techo. —Aún no son capaces de llamarme y decir que "desapareciste", la única que intentó contactarme fue Chloe, pero no quiero responderle nada hasta saber lo que planeabas. —Adrien negó con la cabeza.
—No le respondas a Chloe, no la involucremos. Dejemos que todos piensen que a ella no le interesa todo este asunto. Cuando aparezcas reclamando la presidencia, ve a mi casa con Marinette e intenta convencerla para que te seda las acciones.
—Entiendo tu punto, sabes que haré lo que me pidas, pero aún no me cuentas todo lo que sabes.
—Cuervo... —el de ojos verdes extendió lo más que pudo su mano, haciendo que su hermano la tomara a penas se percató de su acción. —todo está en la caja fuerte.
—¿Y la caja fuerte?
—En el departamento de Wayhem, ten cuidado... Nadie puede verte y la seguridad es compleja. Tiene un sistema de alarma que si no desactivas correctamente destruirá todo.
—Pensaste en todo.
—Wayhem fue quien lo hizo, sabía lo importante que era para mí esto. —Félix se puso de pie a su lado, seguido por los verdes de Adrien. —la contraseña es algo que sólo tú sabrías.
—Lo tengo, no te preocupes. Descansa, Bridgette vendrá a verte por la tarde, mientras tanto no intentes levantarte por nada del mundo. —con el rostro serio que lo caracterizaba, avanzó hacia la salida de aquel lugar.
—No veas los videos. —pidió en un hilo de voz, logrando que el rubio se detuviera antes de abrir la puerta. —no necesitas verlo. No lo hagas, Félix.
—Querido hermano, ya es tarde para eso. Revivirlo otra vez no me hará nada. —sonrió en breve sin voltearse, para después poner el código en la puerta abriéndola y saliendo eficazmente del departamento.
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