Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13

16 de noviembre, 2020.

—¡Wayhem! —gritó Adrien con todas sus fuerzas, observando como en cosa de segundos aquel hombre que consideró un amigo se desangraba ante sus ojos.

—Ad... A... —balbuceó, intentando contener la sangre, llevando sus manos al cuello. Cayó de rodillas al suelo, desesperado por capturar un poco de aire, logrando sólo ahogarse más con aquel líquido rojizo. Sus ojos castaños cada vez perdían más el brillo, viendo el rostro de su agresor con una mueca de molestia, como si su vida no valiera nada, como si fuera una servilleta que no importaba tirar a la basura.

El final se paseaba ante su consciencia, la muerte fue una vieja amiga que le tendió la mano, sobretodo cuando los ojos verdes de Adrien le mostraron un lugar extenso, un vasto campo de tulipanes azules. Lamentablemente Wayhem no logró sonreír, caminó por el sendero antes de que eso pasara. Lo último que vieron sus castaños ojos inertes, fue la cara de aquel mazo aproximarse con rapidez.

—¡No! —Gritó con las lágrimas cubriendo sus verdes, sabía que no había nada más que pudiera hacer, pero él no merecía tal abominación. —¡no sigas! —suplicó, recibiendo un golpe en sus costillas que lo dejó sin aire en el suelo. —Wayhem... No...

La mejilla de Adrien tocó el suelo áspero y terroso, todo mezclado con el sudor y su saliva llena de sangre escapando por su boca. Sus ojos quedaron en la dirección de su amigo, quien seguía siendo profanado por ese infeliz, el sonido tortuoso y repetitivo no podía compararlo con nada que haya oído antes. Cerró sus párpados por la impotencia, sintiendo como otro golpe llegaba a su espalda, quizás sería la peor paliza que había recibido jamás  y quizás habría sido peor si Wayhem no hubiera intervenido antes.

—Nada personal, amigo. —habló su atacante a su espalda. —eso te pasa por meter la nariz donde no debes. Le harás un favor al mundo si desapareces. —tomó su rubia cabellera y lo alzó con toda la fuerza que poseía, el peso casi muerto de Adrien no le dio problema alguno, era demasiado fuerte.

—Púdrete. —le escupió sangre en el rostro cuando quedó a su altura, y el sujeto lo arrojó al suelo antes de pasar la mano con repugnancia para limpiarlo.

—Maldito hijo de puta. —sacó una navaja de su bolsillo y sonrió viendo a Adrien arrastrarse hacia su auto. El rubio intentó levantarse apoyando sus manos en el vehículo, pero su agresor fue más rápido, apuñalando su espalda baja; la sangre brotó sin parar, sobretodo cuando le propinó otra casi en el mismo lugar, seguida de otra.

—¡¿Qué hiciste idiota?! ¡Lo necesitamos con vida! —reclamó el otro sujeto, quien se encargaba del guardaespaldas.

—¡¿Y eso qué me importa?!

—¡Maldición! ¡Mételo al maletero! —exigió. —¡digamos que cuando llegamos ya estaba así! ¡Que alguien se nos adelantó! Esta gente tiene muchos enemigos, no somos los únicos que lo quieren muerto.

El hombre bufó con molestia y cargó el cuerpo de Adrien al maletero, lo metió dentro y con desprecio escupió el piso, viendo que apenas respiraba.

—¿Contento?

—¡No nos pagarán nada por tu culpa! ¡Ahora sube a ese tipo adelante! —apuntó el cuerpo inerte de Wayhem y con fastidio el hombre volvió a acatar la orden. —esto pasa por enviarme con un aficionado. Espero hayas cubierto todas tus huellas, ¿me escuchaste?

—Si, si, lo que tu digas. —tomó el mazo y lo metió al maletero junto a Adrien para luego cerrar con fuerza la puerta. —eso te pasa por desafiarme.

—Vamonos antes de que alguien nos vea. —ambos se dirigieron a la camioneta que estaba a unos metros de distancia y arrancaron, desapareciendo en cosa de segundos de la escena.

El silencio fue lo único que le dio seguridad en la completa oscuridad del espacio reducido, abrió sus ojos sólo distinguiendo el color negro, buscó en su bolsillo trasero su teléfono, la pantalla rota iluminó su rostro lastimando un poco sus pupilas. Sintió como la sangre mojaba toda su espalda, esparciendose por todo lo largo de su cuerpo. El miedo comenzó a apoderarse de todo su cuerpo, casi no lograba sentir las piernas, sus manos temblaban casi tanto como sus dedos, y su pecho se oprimía en cada respiro que daba.

Observó su fondo de pantalla; era él junto a Marinette en su último aniversario, tres segundos después bajó la barra y vio un mensaje de ella.

—Princesa... Mi amor... —susurró comenzando a llorar con más intensidad, intentando contener el dolor de la herida abierta en su espalda. —perdóname, no creo poder llegar contigo. Cuidate, por favor. —no abrió su chat, no quería darle una falsa esperanza de que había visto su mensaje.

Buscó el contacto de la única persona que podría ayudarlo en esa situación, marcó y esperó a penas un pitido hasta que contestaron su llamada.

—¿Adrien? Este es el número de emergencia.

—Sucedió, Félix. —le costaba respirar. —hermano, no creo que pueda lograrlo... —susurró formando una mueca lastimera en su rostro. —por favor hazte cargo de todo, ayuda a Marinette. No la dejes sola, te lo suplico.

—Adrien, espera. Aguanta un poco más. —respondió en un tono bajo y calmado. —sigue hablándome. Voy por ti.

—Mamá lo sabía, Félix... Mamá lo sabía y no pudo decir nada. —la pantalla se volvió borrosa por las lágrimas. —tengo mucho frío, hermano. Quisiera... Quisiera estar con Marinette, ella es muy dulce, ¿sabes? Marinette puede abrazarte sólo con una sonrisa, me gustaría habértela presentado de una mejor forma.

—Si, lo sé. Tu esposa es la mejor del mundo, pero por lo mismo necesito que sigas hablando y no te duermas. Aunque estés muy cansado, sigue hablándome, Adrien.

—Ella... Está en peligro por mi culpa, cometí un error. Creí que la protegería, pero no debí dejarle todo a ella, tienes que ayudarla. Irá por ella, estoy seguro... Tarde o temprano irá por ella.

—Hermano, escúchame. El plan que hiciste es perfecto, ahora esto es un problema menor, ¿oíste? Esto no es nada para nosotros, esto no se compara.

—¿Tienes miedo? —preguntó casi sin poder pronunciar bien las palabras. —¿Tienes miedo de que muera? —Félix guardó silencio al otro lado de la línea, respiró, y sólo eso bastó para saber la respuesta a su interrogante. —Siempre fuiste así, ocultando tu dolor y aguantando todo detrás de tu lógica.

—Adrien, tú eres quien siempre aguanta todo sonriendo. Supongo que es porque somos hermanos. —rió en breve. —pero como bien dije, esto es un problema menor.

—Lamento no haber podido evitar que papá te mandara a Londres con Amelie, lo siento. Debí haber dicho algo, no debí permitirlo.

—Eramos unos niños, eso ya no importa. Yo lo decidí así, no es tu culpa.Tienes que seguir hablándome, Adrien. No dejes de hablarme.

—Los vi, Félix. —murmuró con un sentimiento de culpa desgarrando lo más profundo de sus entrañas. —vi los videos. Wayhem me mostró los videos... Perdóname... Lo siento tanto.

—¡Que eso ya no importa! —y entonces Félix abrió el maletero con sus ojos desbordados en lágrimas, su pecho subiendo y bajando errático, y el sudor bajando por su frente. Su rostro quedó paralizado cuando vio a su gemelo cubierto de sangre, apenas sujetando el celular en su mano frágil y temblorosa, con el rostro banco como un papel. —¡Adrien! ¡Maldita sea! ¡¿Por qué no llamaste antes?! —colgó la llamada y lo examinó por completo antes de sacarlo con cuidado de ahí. —te llevaré a un hospital, necesitamos un hospital.

—No... Si lo haces no podremos seguir el plan.

—Morirás si no hacemos algo, me importa la nada misma tu plan si mueres antes de hacerlo. —Félix lo cargó en brazos y lo llevó a su auto, cerrando sus ojos con fuerza al oír sus gemidos de dolor en cada mínimo movimiento.

—Dijiste que esto era sólo un problema menor.—murmuró Adrien, regalándole una media sonrisa casi desvanecida. —no te mientas a ti mismo y no intentes mentirme. No es un problema menor.

—Lo es, hermano. Es un problema menor, no te miento, nunca te miento. —afirmó. —resiste, llamaré a alguien para que nos ayude. —Adrien negó con la cabeza y tomó su rostro para hablarle en el oído.

—No involucres a nadie.

—Es de completa confianza, no te preocupes. Espérame un minuto, me ocuparé de tu auto. —Félix corrió hacia el vehículo y cubrió su boca al ver el cadáver dentro del mismo, mas no esperó para quitar el freno de mano, cerrar atrás el maletero y sobre la misma empujarlo en dirección al río. —bien, eso nos dará algo de tiempo. —corrió nuevamente hacia su hermano y se subió para conducir a toda velocidad, dejando atrás el auto hundiéndose en las aguas turbulentas.

—Marinette... No sabe nada...

—Sigue despierto. —Adrien levantó su mano y Félix la tomó en el aire apretandola con fuerza. —estoy aquí contigo, hermano. Debes seguir despierto, ¡¿oíste?!

—La caja... Todo está en la caja... Fuerte...

—Adrien, ahora no te entiendo nada. No me contaste ni la mitad de las cosas, ¿Dónde está la caja fuerte? —se pasó otro semáforo en rojo y sacó su celular marcando un número.

—¿Félix?

—Hola, siento llamar así pero necesito tu ayuda. Te juro que...

—En este momento estoy trabajando, pero en media hora termina mi turno.

—¡No puedo esperar media hora! ¡Es algo de vida o muerte!

—Estás...

—Te mandaré la dirección. Es ahora mismo, si no me ayudas ahora... Cometeré una locura.

══════◄••8••►══════

2 de enero, 2021.

—Mi niña, llora todo lo que quieras. —Sabine la contuvo en sus brazos con todo el cariño y amor que podía darle. Marinette lloraba en su pecho desesperada, aferrándose cada vez más a su pequeño cuerpo, mientras la mujer la mecía lentamente. —mamá está aquí, siempre está aquí.

—No... N-no... Puedo.

—El dolor siempre estará, mi vida. Ahora sólo debes sentirlo para que no sea un peso tan destructivo en el futuro.

—Lo quería... Lo queríamos, Adrien hubiera estado tan feliz, pero yo... Es culpa mía, mamá. No pude protegerlo. —Sabine peinó su cabello y limpió sus lágrimas con suavidad. —es todo mi culpa.

—Cariño, no es tu culpa. La vida es como el polvo, en cualquier momento el viento se lo lleva, lo esparse, lo acumula o a veces lo esfuma. No estaba en tus manos en estas circunstancias.

Marinette tomó una distancia escasa, miró hacia abajo y acarició su vientre, sintiendo un vacío en su pecho, un vacío tan extraño y difícil de explicar. Vio sus manos temblar en el proceso, sus dedos estaban fríos y pálidos, tanto como sus pies cubiertos por la manta de polar que su madre le había traído.

—¿Qué haré ahora, mamá? —murmuró con la mirada perdida en su vientre. —Adrien... Él no está y yo... Yo no sé que hacer. No sé cómo se lo diré.

—Escucha Marinette. Ahora sólo nos queda ser fuertes y aceptar. —ella negó con la cabeza, volviendo a derramar lágrimas infinitas. —estás en negación, es parte del proceso.

—Es que... Aún está aquí, aún lo siento junto a mí.

Tocaron la puerta dos veces, fue tan mínimo el sonido que pareciera que fue más un roce que nada. Tom se asomó por el borde antes de entrar por completo en la vieja habitación de su hija, miró a Sabine buscando alguna respuesta muda antes de decir o hacer algo, pero sólo acabó centrándose en el dolor de Marinette cuando su mujer la señaló con sus ojos.

—Pequeña. —llamó con una voz cálida, arrodillandose a un lado de la cama. Puso una de sus grandes manos sobre las de su hija y buscó su mirada con paciencia. —entiendo que esto te rompa el corazón, créeme que a nosotros igual. Porque te amamos con nuestra vida, porque eres nuestro orgullo y alegría, y tu felicidad es nuestra felicidad, siempre ha sido así. Ahora te ha tocado duro...

—Es tan injusto, papá. —apretó sus ojos casi al mismo tiempo que sus dientes. —¿por qué? ¿Hay una razón?

—Es injusto, lo sé. Pero pasados los días y las semanas será más llevadero. Adrien lamentablemente no está en este momento para ser tu apoyo, pero nosotros sí. —ella asintió con dolor,sin atreverse a verlo a la cara. —no dejaremos que te derrumbes. Piensa que ese angelito sólo quiso darte un poco de felicidad, pero debía seguir dándola en otro lugar.

—Tu padre tiene razón. Ahora tu angelito está junto a tu hermano, ¿si? —Sabine volvió a dejar una caricia en su cabeza, viéndola con una sonrisa. —los dos van a cuidarte desde donde sea que estén, y harán muchas travesuras de seguro.

La impotencia volvió a tomar el lugar, Marinette gritó con fuerza, aunque aceptara todo lo que sus padres le decían, el dolor en sus entrañas no se iba y lo único que lograba apaciguarlo era llorar hasta que no pudiera ver con claridad. Tom y Sabine la abrazaron para que supiera que no estaba sola, y que en los momentos más difíciles su familia siempre estaría para ella, porque es lo que la famiia verdaderamente hace.

—Quiero ver a Adrien... Quiero mi bebé... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro