15 de febrero, 2021.

—Esto puede confirmar que Marinette realmente no tiene nada ver con la desaparición de Adrien. —habló Luka, arrojando los documentos sobre la mesa del moreno. —Agente Lahiffe, soy consciente que ya no puedo ser su abogado, pero no puede negarme que intente ayudarla como su amigo.

—Puede ser una fachada. —comentó despreocupado. Luka parpadeó un par de veces antes de encajar todas las piezas en su cabeza, esa actitud del agente; ni siquiera se tomó el tiempo de leer adecuadamente los documentos que le mostraba.

—Usted ya lo sabía. —murmuró comprendiendo la situación. —ya tenía esta información, ¿no es cierto? —Nino suspiró en silencio y ordenó los papeles devolviéndoselos con una expresión serena. —ya sabía sobre las amenazas que recibía Adrien, y es consciente que Marinette también está en peligro.

—Es bueno en su trabajo, Couffaine. Pero aunque no lo crea, voy dos pasos delante de usted, tengo los medios para estarlo. —el de ojos azules tomó la carpeta, y frustrado se sentó sin permiso en el asiento, golpeandola contra sus rodillas. —y sí, ya sabía de los correos que recibía Adrien Agreste. Cuando él y su esposa sufrieron el atentado en septiembre, su caso pasó por mis manos. ¿No le parece intrigante? Creo que puedo hablar con usted abiertamente, su expediente muestra que hizo algunos semestres de psicología criminal.

—Veo que tiene bastante cubierto su caso, aunque no lo demuestre. —Nino sonrió ladinamente, se levantó y giró la pizarra a sus espaldas, mostrando todas las anotaciones del caso Agreste ante los ojos llenos de sorpresa por parte de Luka. —imposible... —susurró, siguiendo atento los hilos que unía cada fotografía de cada integrante de los Agreste, incluidos los Bourgeois e incluso los Dupain.

—Tres días sin dormir valieron la pena. —comentó con gracia. —mis colegas me dicen que eres bastante competente y que desperdiciaste tu talento al convertirte en abogado. ¿Qué dices, Couffaine? ¿Estás dispuesto a apoyar la causa?

—¿Todo este tiempo lo supiste? —cuestionó por lo bajo. —¿cómo quieres que sea parte de esto si soy un sospechoso en tu lista?

—Esa es la cuestión, con todo lo que he descubierto hasta el momento... Tengo muy claro que no tuviste nada que ver y necesito alguien que conozca a los Agreste desde dentro.

—Hablaste sobre una fachada por parte de Marinette, pero... Tampoco crees que ella está implicada, ¿cierto? —Nino apoyó sus brazos sobre el escritorio y se mantuvo en silencio viéndolo fijamente, esperando que entendiera la respuesta por si solo. —tienes el caso armado, ¿qué necesitas saber?

—Al principio... —se levantó y señaló la fotografía de Adrien. —pensé que todo estaba envuelto en Adrien Agreste, podría resumirse en alguna fanática un poco desquiciada o alguna amante despechada, pero era demasiado obvio para mí gusto; y los correos que recibía eran de un odio más... personal. —se apoyó en el borde de la mesa observando sus anotaciones complacido. —dirás; entonces es la amante la opción más convincente. —concluyó alzando las manos para después cruzar sus brazos. —pero no. Los interrogatorios de la señora Agreste y las acciones del mismo Adrien Agreste sólo rechazaron, sin objeción, esa teoría.

—Ellos nunca se harían daño. —comentó Luka a sus espaldas.

—Entonces, luego me dije... ¿Cuál sería un motivo para querer que Adrien Agreste desapareciera? Dinero, es lo segundo que se me viene a la cabeza. Y volvemos a su esposa, pero descartandola como sospechosa se descartan todas las siguientes teorías que tenía sobre un amante por su parte. Luego me dije; Agreste fue demasiado superficial con el atentado que sufrió en septiembre, ¿qué clase de esposo que adora a su mujer dejaría pasar una situación así tan a la ligera? —el silencio reinó entre los dos. —uno que sabe quien es el atacante, y uno que quiere hacer justicia por sus propias manos.

Luka se quedó callado, el agente sólo hablaba las mismas conclusiones a las que había llegado él para sí mismo. Sabía que Adrien algo se traía entre manos, pero nunca sospechó que aquello podría llevarlo a desaparecer de la nada.

—Tu lo conoces mejor que nadie, eres su mejor amigo después de todo. —aclaró su garganta y apuntó las fotos de los Agreste. —Suponiendo que él estaba al tanto de la persona que lo atacaba, y que no hizo mayor cosa con respecto a la policía; quiere decir que es alguien cercano, alguien de su círculo familiar o del trabajo. Quizás incluso alguien que no quiera delatar porque le tiene afecto.

—No quería mencionarlo, pero ya que estamos en esta situación... —tomó aire profundamente. —hice algunas averiguaciones poco después de la desaparición de Adrien, pedí favores que me debían y acabé encontrando irregularidades en algunos ingresos en las fundaciones de caridad de Gabriel's.

—¿Un banco extranjero? —preguntó con seguridad y el abogado simplemente asintió en su sitio. —ya veo... Esto es nuevo, y sirve bastante.

—Todo se resume en su familia o su trabajo.

—Aquí es donde entras tu. —lo apuntó tomando un marcador rojo para anotar más información en la pizarra. —¿quién consideras una persona "peligrosa" dentro de su círculo cercano? Sabes hacer perfiles, leíste las amenazas que recibía, algo debes sacar de todo eso, ¿o me equivoco?

—Viéndolo fríamente, todos tienen un perfil complejo.

—Seré más especifico; Félix Agreste, Amelie Graham, Chloe Bourgeois, Audrey Bourgeois, Nathalie Sancoeur. —golpeó el marcador contra la mesa encarandolo. —tomando en cuenta la coartada y condición de Gabriel Agreste, incluido que tú y su esposa están descartados también.

—Adrien nunca me hablaba de su hermano, pero si es bastante peculiar, aunque me resulta demasiado...

—Couffaine, no te excuses. Sabes como funciona esto, nadie se libra de nada, sin importar los lazos de sangre que los unan. Detrás de esto está una mente enferma, es lo más lógico y sé que también lo piensas así.

—Es que realmente sé muy poco de la familia de Adrien, como te dije... Lo único que me conversaba era que su padre era muy estricto, sé que su madre falleció cuando tenía como cinco años y nada más. Conozco a Chloe, y ella adora a Adrien como si fuera su hermano, su madre Audrey tiene fama de ser tan severa como Gabriel. Sobre su tía Amelie, lo único que sé es que era quien se hacía cargo de Félix en Londres. Nathalie ha estado por años con los Agreste, siempre se ha preocupado por ellos en todos los aspectos como una madre.

—Esto sólo me deja en las mismas... Espera, su hermano. —quitó la foto de su mural y la dejó sobre la mesa. —casi se me escapa. —rió. —Félix Agreste me ha mentido. Cuando hablé con él me dijo que no estaba en París cuando su hermano sufrió el atentado, pero resulta que estaba aquí desde el mismo mes de septiembre, y viéndolo críticamente tiene motivos para querer desaparecer a Adrien. La presidencia de Gabriel's es un motivo válido, por celos, después de todo a él fue quien enviaron lejos, quizás podamos incluso atribuir a Marinette en esto.

—¿Marinette? ¿Ella qué tiene que ver con Félix?

—No es que ella tenga que ver con él, sino al revés. Tengo informantes por todos lados cubriendo este caso, la seguridad de la señora Agreste también es mi prioridad después de encontrar el auto de su esposo en el río.

—Pero no tendría sentido que estuviera interesado en ella, es la esposa de su hermano... Y además, no la conoce de nada.

—Dime algo Couffaine... ¿No se te pasó por la cabeza que quizás Félix quiera ser Adrien? —el silencio tomó la batuta por unos eternos cinco minutos.

Luka pasó las manos por su cabello, estaba frustrado, eran demasiadas conjeturas e incluso demasiadas locuras en poco tiempo. Si Félix era quien estaba detrás de todo, desde el robo del capital de las obras benéficas, la desaparición de Adrien, hasta querer acaparar la atención de Marinette... Eso quiere decir que sin querer la hizo meterse en la boca del lobo.

—No... Algo no encaja.

—¿Qué de todas las cosas no encaja?

—La razón por la cual Adrien pasó todo a nombre de Marinette, ¿cuál fue su razón? Desde un principio pensé que él se adelantó a algo, porque todo fue demasiado limpio, breve y confidencial.

—Couffaine, piensa y no dudes tanto. Adrien sabía quién estaba detrás suyo, si sabía que era Félix querría proteger a su esposa, ¿no? De lo contrario su fortuna volvería a los Agreste, eres su abogado, lo sabes de sobra.

—Pero... No... Adrien no haría nada al azar, eso sólo pondría en peligro a Marinette, ya que estaría en su mira. De hecho, Félix ya tiene el control de la empresa porque Marinette le permitió manejar las acciones de Adrien.

—¿Ves? Todo apunta a Félix Agreste. Un banco extranjero, su regreso repentino a París en septiembre, incluso se presentó para tomar el cargo de su hermano en la empresa y luego visitó a su cuñada a altas horas de la noche.

—¿Ves a Félix como alguien que escribiría en el vehículo de Adrien con sangre de cerdo?

Ahora fue Nino quien calló. Luka le dio un golpe mental directo en el estómago, incluso logró dejarlo sin aire con esa pregunta, y la respuesta era muy obvia, aunque no quisiera aceptarla del todo. El caso parecía casi cerrarse en ese aspecto, hasta que Luka acabó derrumbando todo de una tajada.

—No.

—Exacto, Félix se ve demasiado culpable. Es más como si quisieran hacerlo ver a él culpable, y no me sorprendería a decir verdad.

—¿Entonces por qué me mintió? —el moreno acabó por también tomar asiento en su lugar y frustrado miró a la nada en su oficina.

—Quizás porque eso sólo lo haría ver aún más culpable. A no ser que... —susurró para sus adentros, captando la mirada del agente al instante. —que se contactara con Adrien por alguna razón y terminara viniendo.

—Tengo todos los registro de Agreste, no hizo ninguna llamada de larga distancia en esas fechas.

—Creo que subestimas a Adrien. ¿Quién te dice que llamó desde su celular?

—No he dormido nada, no esperes que mi cerebro funcione al cien. Pero es cierto, cabe la posibilidad de que Adrien lo contactara para hablarle sobre la situación de la empresa, ya que es lógico que estuviera enterado si era el presidente. Pero, si no es Félix, ¿quién?

—Mencionaste que los correos tenían una pinta de un odio demasiado personal... —los azules de Luka se fijaron en la pizarra detrás del moreno. —¿y si esto no tiene que ver con la empresa específicamente? ¿Y si es sobre algo más profundo? Creo que debes ir mucho más atrás en tu investigación.

—¿Te refieres a la generación anterior a Adrien y Félix? —Asintió.

—Incluso me atrevería a decir que anterior a esa generación.

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—Aún no me acostumbro del todo tenerte aquí. —comentó Chloe con una sonrisa suave en sus labios.

—De seguro ves a Adrien sentado, ¿no? —Félix hizo una mueca sin apartar la vista de su computadora. La rubia se acercó calmada, terminando por tomar asiento elegantemente frente a él.

—No, claro que no. No me refería a eso... Me refería a que te extrañaba, y la última vez que nos vimos en Italia no quedé muy tranquila que digamos. —movió su cabeza, esperando que los grises de su primo le prestaran un poco de atención. —Félix, sabes que puedes hablar conmigo.

—Chloe, estoy ocupado. —respondió con frialdad. —lo de Italia es el pasado.

—Dile eso a otra que no sea la que te sostuvo mientras vomitabas toda la barra en el baño del hotel. —él arrugó sus cejas y acarició sus sienes como si le hubiera dado una migraña repentina.

—¿Quieres salir, por favor? —ordenó más que sugerir. —no tengo tiempo para tus sentimentalismos. Estoy perfectamente, no necesito contención ni que me entiendas.

—Lo que intentas aparentar no funciona conmigo. —agregó cruzando una pierna sobre la otra. —te conozco casi tanto como Adrien. —él acabó por suspirar, sosteniendo su cabeza con cansancio.

—¿Qué quieres que te diga para que me dejes trabajar en paz?

—Que también me extrañaste y un pequeño "gracias por cuidarme" no estaría demás. —Respondió con un tono infantil y tierno. Félix rodó los ojos, se estiró en la silla y miró hacia el techo como si fuera más interesante.

—Gracias por cuidarme en Italia, ¿contenta?

—No, la verdad no. En ese entonces no te pedí explicaciones, pero ahora que volviste creo que es un buen momento. ¿Cuál fue la razón para ser un patán mujeriego que se bebe hasta el agua de las flores?

—Para empezar, no era un patán mujeriego. Sólo salía con muchas chicas, no hacía nada más que eso... Simplemente salir y ya. Sobre lo de beber, —bufó. —todos tenemos malos días, ¿bien?

—Pudiste volver antes... —Chloe cambió su expresión a una completamente desolada. —¿por qué no viniste aunque sea de visita una sola vez?

—Mi vida no está aquí en París, además, sabes muy bien que no tenía permitido volver antes. Amelie se encargó de que así fuera, y papá nunca llamó tampoco.

—Pero Adrien y yo siempre llamábamos, y tú no contestabas.

—¿De verdad crees que fue a propósito? —sonrió con amargura. —si fuera por mí, habría vivido junto a Adrien toda mi vida, y también junto a ti. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere, no pude ni siquiera venir a su graduación o cuando se casó... Me perdí todo.

—No logro entenderlo, y nunca podré entender como mi tío permitió que te fueras así. Si tía Emilie viviera... esto jamás hubiera pasado. —Félix guardó silencio y despejó su mente volviendo a centrar su atención en la pantalla. Chloe se puso de pie al ver que lo estaba abrumado, seguramente tocar el tema de su mamá no era una buena idea en ese momento, así que rodeó su escritorio y dejó un sonoro y maternal beso en su frente. —volveré a mi puesto, siento si te molesto. Te quiero mucho, Félix. —le regaló una sonrisa más animada. —y te ves muy guapo con ese traje. Todo un profesional.

Félix no respondió, sólo dejó que ella saliera en completo silencio, a excepción de sus tacones resonando opacos en el suelo alfombrado. Detuvo sus dedos e hizo una mueca viendo la puerta de la oficina con cansancio, para después fijar sus grises en las fotografías sobre el escritorio de su hermano.

—Marinette Agreste, ¿qué clase de persona eres en realidad?