Reconociendo la situación
(Melisa)
Después de darles de comer a mis dos hijos, logro hacerlos dormir, es preferible que estén dormidos, así pasarán más desapercibidos.
Alfredo ha regresado dos veces más, en las cuales me ha golpeado, pues la primera vez me hizo elegir entre recibir diez golpes yo o ver como golpeaba a mis hijos. Claro está que elegí lo primero. La segunda vez me dio a elegir entre tener sexo con él o veinte azotes; acabo de recibir el último.
-Eres una tonta -me dice mientras se acerca a intentar tocar mi cara -Sabes que al final serás mía, como debió pasar desde el principio... yo te vi antes que Ernesto, te observé leer en la misma banca a la sombra de un árbol por meses, no hablabas con nadie... Claro hasta que apareció el idiota de mi hermano mayor y tú pusiste esa cara de boba, que todavía pones cuando lo miras... -y levantando bruscamente mi cabeza, jalando mi cabello para que lo mire, dice -era a mí a quien deberías ver así...
La puerta se abre justo en ese momento, uno de los gorilas se acerca y le dice algo al oído.
-Regrésala con los niños -dice Alfredo antes de marcharse.
-¿Podría primero ir al baño? -Le pregunto al gorila mientras me quejo por sus manos en mi espalda.
El hombre me mira seriamente, pero asiente. Me ayuda a incorporarme sosteniendo mis brazos y me lleva al pequeño cuarto de baño.
Al entrar agradezco que haya espejo pues no quiero que Milagro pueda ver sangre o mis golpes recién obtenidos. Me recojo nuevamente el cabello en una cola y después reviso mi espalda, es un desastre, cuando comienzo a echar agua en mis heridas, la puerta se abre, intento cubrirme cuando veo que el gorila que me ayudó a llegar allí entra.
-Le voy a limpiar las heridas -me dice mostrando un pequeño bolso con cosas de primeros auxilios.
Yo simplemente me giro y lo dejo hacer. Pensando en que tal vez este hombre no sea tan terrible como Alfredo, intento conseguir información de él, así, si yo no lo logro, alguien más puede ver que mis hijos lleguen bien a brazos de Ernesto.
-Gracias por hacer esto -le digo, y mientras lo veo a través del espejo limpiar mi maltrecha espalda le pregunto -¿Por qué me ayudas?
-Supuse que no quiere que sus hijos, especialmente la pequeña, la vea en el estado que la dejó Alfredo -responde encogiendo los hombros mientras sigue trabajando en mi espalda.
-Si... Gracias... Por cierto me llamo Melisa -Le digo como respuesta.
-A mi me dicen «Machete» -siento un escalofrío al pensar como ganó ese apodo especialmente al ver la cicatriz que le atraviesa la parte derecha de la cara.
-La pequeña me recuerda a mi nieta Ania...
-¡Oh! ¿Tienes una nieta? -Le pregunto queriendo saber de él.
-Si señora, tiene 4 años- dice sonriendo haciendo que la cicatriz se vea más tensa en su boca.
-¿Dónde está Ania ahora? -le pregunto poniéndome una camiseta que me ofrece.
-En casa con mi esposa -dice recogiendo las cosas con que me limpió las heridas, después tomando mi brazo dice -ahora la llevaré con los pequeños.
Asiento y me lleva junto a mis hijos, aún duermen, lo que es muy bueno.
-¿Por qué haces esto? -Le pregunto en un susurro a «Machete», necesito saber porque un hombre que se expone a ayudarme por mis hijos participa en estos.
-Mi pequeña Ania está enferma... -dice sobando la cabeza de mi niña -necesita una operación...
-Lo siento mucho -digo mientras le tomó la mano y susurro -Por favor no dejes que nada malo le pase a mis hijos, te daremos el dinero de la operación, si no lo logro igual busca a mi esposo, él te dará el dinero si le llevas los niños.
Él me mira serio, pero no dice nada ni siquiera asiente antes de salir de la habitación.
Decido intentar dormir un poco, soñar que estoy en los brazos de Ernesto con mis hijos durmiendo seguros y felices.
***
Me despierto con unas manitas en mi rostro, abro los ojos y veo a Milagro, mi hermosa niña, ha pasado por tanto en su tan corta vida, espero que salgamos con bien.
Antes de darme cuenta, la puerta se abre y entra Alfredo, seguido de sus dos gorilas, entre ellos «Machete».
Escucho ruido fuera, ¿Esas son sirenas?
-Debemos irnos -dice el otro gorila
-Los niños nos retrasarán -dice«Machete».
-Tienes razón- dice Alfredo mirando despectivamente a mis hijos -los dejaremos.
-Me quedaré con ellos para intentar llevarlos -dice «Machete»
-Está bien, pero si molestan mucho matalos -dice Alfredo, mientras yo comienzo a luchar contra su agarre, hasta que veo la cara de «Machete», quien me da una sonrisa tranquila, y comprendo que nuestro trato está aceptado.
Alfredo me jala del brazo mientras corremos y me dice - nuestro tiempo juntos no ha terminado...
(Ernesto)
Desde que hablé con Melisa, me tomó un poco de tiempo comprender donde posiblemente estaban mi esposa y mis hijos.
La policía está en mi casa desde que encontramos el automóvil de Melisa abandonado en la calle. Les dije el lugar donde Alfredo puede tener a mi familia, estuve a punto de irme sólo a buscarlos cuando dijeron que debían tardar unas horas en organizar un operativo de rescate, pues los niños dificultan el proceso de extracción.
Tengo exactamente 5 horas, 45 minutos y 38 segundos de estar muriendome del terror pensando lo que Alfredo podría estar haciéndoles en estos momentos.
Mis pequeños, Milagro y Guillermo, deben estar bien, estoy seguro que Melisa está haciendo lo posible por no dejar que les hagan nada malo, eso significa que ella la debe estar pasando muy mal.
Cuando finalmente me avisan que están listo para ir a las criptas del mausoleo familiar, han enviado policías para reconocimiento y constataron que hay personas dentro del mausoleo, me han dejado venir en la patrulla con ellos, con el acuerdo de no interferir.
Cuando todos los policías están en posición y comienzan a ingresar en el lugar del secuestro, veo que por uno de los caminos que deberían estar sellados salen tres figuras, dos hombre y la que parece ser una mujer, mi corazón se para en mi pecho cuando reconozco a mi amada Melisa siendo jalada por Alfredo y otro hombre que los acompaña.
Me apresuro a ver donde se dirigen, veo que el otro hombre corre mientras Alfredo tira del brazo a Melisa. Siento temor de perderla, así que me acerco a ellos.
-¡Alfredo déjala! -Ie digo cuando estoy cerca de ellos -Tu problema es conmigo no con ella.
-¡Oh! Has llegado al fin - dice Alfredo viéndome, y se acerca a besar la cara de Melisa -Melisa y yo estamos muy bien sin ti.
-¡Déjala! -repito, aún cuando Melisa me mira con ojos suplicantes y me dice que me aleje.
-No, ella se irá conmigo -dice con una sonrisa irónica en los labios y me pregunta - ¿O piensas hacer algo?
En ese momento veo que con el cuchillo que tiene en la mano comienza a cortar la piel tersa de Melisa desde la base de cuello hasta su estómago pasando por entre sus senos, al ver su sangre brotar de la herida y su quejido siento que ese daño me lo infringe a mí.
Antes de poder pensar en nada me abalanzo sobre él, Melisa al ver que me acerco forcejea con Alfredo y ante mi embiste suelta a Melisa que corre en mi dirección.
En ese momento veo a Alfredo que nos apunta con un arma.
Lo último que escucho es el sonido de dos disparos justo antes de caer con Melisa entre mis brazos.
Bien mis queridos (as) lectores (as) hasta aquí este capítulo.
Perdón por no actualizar antes, he tenido problemas con mi computadora.
Recuerden dejarme sus comentarios y regalarme una estrellita.
Gracias por leerme, besitos...
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