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Lis: cuando perseguir a un ángel, por una vez, no fue tan mala idea

El siguiente relato lo escribió JulietaVecchiola para que conozcamos cómo Lis se unió a SEX. Está editado por mí para arreglar puntuación y otros detalles, como el resto de relatos.

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—Bien, chicos: para la semana que viene, quiero terminado el libro y les advierto que puede haber examen sorpresa —anuncié a la clase, jóvenes de quince años desesperados por salir al recreo y que dejara de martillearles la cabeza... Estoy exagerando, ¡no soy tan mala profe!

El barullo comenzó. Junté mis cosas, saludé a algunos chicos y salí del colegio; mi trabajo por hoy estaba hecho.

—Lo que es tener tiempo al pedo —proclamó Jaz, saliendo a mi encuentro, como siempre con sus jeans rotos, camisa holgada y anteojos Ray-Ban—. Solo los locos entrarían en un cuarto lleno de pequeños monos para intentar que sus cerebros crezcan un poquito más, pero no sé para qué gasto saliva si mi hermanita vive en un hospital psiquiátrico.

Sé que entender todo el lío de mi familia resulta un poco lioso. Mi madre Nyx era una reina infernal y se había propuesto armar su legión de progenie perfecta... algo prohibido, pero puesto que Luci era nuestro abuelo, hacía la vista gorda. Y es que con el carácter que tiene mi madre, era más sabio no llevarle la contraria. Además, nuestro abue nos adoraba, siempre y cuando no la liáramos demasiado (entended que ese "demasiado" es en la escala de caos demoníaca, diferente a lo que la mayoría interpretaría por "demasiado"). Jazmín Gislí era una cambiapieles que vivía conmigo. Le gustaba enseñarme a actuar  y era la única de la familia que había decidido pasar casi toda su vida en el Infierno en vez de en la Tierra, tal vez porque no conocía nada de su familia paterna. Como todos los hijos de Nyx, se teñía el cabello por una apuesta que habíamos hecho súper secreta. Ella se teñía de rubio platino y le daba un aspecto exótico puesto que su piel era tostada. Sus ojos, irónicamente eran azules como el cielo y era esbelta, con su metro sesena y ocho y cuerpo tonificado. Esta era Jaz, la rebelde de la familia sin pelos en la lengua.

—Habla una de las actrices más reconocidas en el mundo del teatro, pero que odia a todos los que la rodean, tanto compañeros como fanáticos.

—Gajes del oficio, todo tiene un sacrificio —me respondió, encogiendo los hombros.

—Ajá. Bueno, te informo de que la clase de este año es la mejor que me ha tocado. Me escuchan y preguntan, se informan... Casi me da pena seguir enseñándoles.

—Me conmueven tus palabras —dijo soltando una lágrima. Así era Jaz, demasiado buena para ella misma.

—¿Qué necesitas? —La adoraba, pero estaba en temporada de estrenos y, a pesar de su odio hacia todos los que componían ese ambiente, ella nunca se perdía una obra. Además, no creía que no le hubieran ofrecido una este año. Volar a la otra punta del continente no era lo más lógico para su trabajo.

—Ramiro notó a un ángel cerca de su barrio y creo que es el que buscas. 

La miré. Ramiro, su pareja, no tenía por qué temer, ya que mientras permaneciera al lado de Jaz, nada le pasaría. Todos mis hermanos, al pasarse al "lado oscuro",  cuando dejaban su humanidad y abrazaban a su demonio interior, se les pasaba a considerar como tales para que los ángeles no se enteraran de la verdad y, por eso, la Inquisición no se atrevía a molestarles mientras no descubrieran que los demonios también habían roto la regla divina de nada de descendencia híbrida. El problema era el arcángel Miguel. Él primero mataría  a todos los demonios con los que se cruzase y, luego, le daría excusas a Abaddon y a los otros dos arcángeles cuando le exigieran explicaciones. Pero meterse con los favoritos del abue Luci les traería demasiados dolores de cabeza como para que un ángel sensato lo intentara, ya que los ángeles tenían un pacto con el Emperador Demonio y no podían romperlo así como así. Por eso digo que la pareja de Jaz estaba a salvo al haber abrazado su lado más tormentoso.  Ramiro, Cris, Jackie, Resfa, Hebe y los primos de Gaspard no tenían esta opción, pero sí la posibilidad de ser protegidos por los poderes de mamá. Ellos se comprometían a base de un ritual y luego ya no podían volver a involucrarse con la guerra entre los nefilim y la Inquisición. Yo era el caso aparte por mi "obstinación" al permanecer como humana, resistiéndome a Leila, mi lado tormentoso.

—No me conformo con que creas, tenes que estar cien por cien segura —alegué y seguí caminando hacia mi camioneta. No debía dejar que eso me afectara. —¿Viste a Gaspard? Dijo que estaba aburrido de la vida y se fue en un viaje con Zack, ¿podes creerlo? Pobre Hebe, va a terminar queriéndolo matar y de seguro a Zack ni le va a importar...

Hablaba mucho, porque si me callaba, sería mi retorcida mente la que empezaría a hablar...

—Dirá: "Si es lo que queres, yo no me opongo" —Jaz  tenía un talento natural para imitar a la perfección la voz de nuestro hermano—. A veces no entiendo cómo una chica tan ordenada y disciplinada puede estar enamorada de un vago salvaje que no teme decir cursilerías, pero que quedan como frases de sumisión —masculló alcanzándome y subiéndose al lado del copiloto.

—El amor —inquirí, poniendo las llaves y encendiendo el motor—. No todos son normales y compatibles como vos y Ramiro, o Noemi y Seth.

—No me la menciones —me pidió—. La semana pasada irrumpió en medio de mi ensayo para pedirme explicaciones de por qué Seth tenía que pasar tanto tiempo conmigo. ¡Le contrataron para la obra, claro que vamos a pasar tiempo junto con los otros actores! ¡¿Por qué no va y le hace berrinches a Seth?! No, claro. Mejor molesta a su hermana mayor. ¡Ella cree que por que Miku y ella se acuestan con nuestros hermanos, nosotras también lo vamos a hacer! ¡Tengo muchas ganas de ahorcarla! —Seth, con su trabajo de modelo, había ganado la suficiente fama para lograr entrar en el mundo de la actuación, aunque creo que esta sería su primera vez en un teatro.

—Vamos, Jaz. Vos sabes que a Noe le gusta tanto como a vos pelear, sino no se buscarían —dije en afán conciliador.

—Y por eso le dejé un regalito. —Su hermosa boca de labios carnosos y rojos se deformó en una sonrisa maliciosa—. Ya que a mi me puede sentir y se negó a conocer a Ramiro, le mandé para que me hiciera un encargo.

—No quiero saber.

Pero era demasiado tarde, Jaz estaba dispuesta a contármelo sí o sí.

—Rama va a hacerse pasar por una de sus secretarias y ya en este momento debe haber formateado todas las computadoras, desordenado los esquemas y perdido números importantísimos —me contó vanagloriándose como una niña consentida, pero triunfal.

—¿Por qué me metes en esto? —pregunté. Ahora sabía que Noemi me sacaría la verdad y se enojaría conmigo creyendo que apoyé a Jaz.

—Porque no quisiste hablar de lo del ángel —me acusó con cierto reproche maternal—.  No perdes nada por ir a ver, además ya casi estás en vacaciones, te espero en el estreno —concluyó indicándome que parara la camioneta. Me abrazó y pude embriagarme de su perfume, una fragancia dulce pero con un toque ácido y chispeante, como ella, y salió, dejándome a solas con mis propios demonios interiores.

Ahora todo era decisión mía.

***

Eran las doce de la noche y me sentía como una idiota, mirando las calles abarrotadas de transeúntes  a pesar del frío.

La obra había estado muy buena. Jaz, como siempre, impecable y Seth lo había hecho bastante bien para ser su primera vez. No sabía cómo, pero Hebe había logrado que Zack interrumpiera su estancia en las selvas de Asia y que llevara un traje; se merecía un altar por tal logro. Gaspard no tuvo opción, ya que Miku no le dejó mucha. Nick me torturó a preguntas sobre si había vuelto a ver a Cris y el resto se portaron de forma demasiado tranquila, ¡incluso mamá! Lo que era raro en nuestra familia, pero como decía el abue Luci: "Cuando las cosas vayan bien, prepárate, todo está por irse a la mierda".

Y ya saben que el Diablo lo sabe todo.

Así que ahí estaba, lista para lo que viniera, mayormente un ángel. Una ráfaga de viento me llenó los pulmones y pude sentir el olor, estaba cerca. (No me preguntéis a qué huele un ángel. Es algo difícil de describir... Como a nube de algodón, polvos de talco y nitrógeno. Al menos para mí).

Escudriñé entre la gente buscándole, rastreándolo..., pero no lograba dar con él, hasta que recaí en su silueta corriendo calles abajo, donde las oscuridad lo protegería de ojos curiosos. Le seguí sin importarme el peligro que representaba. Cuando se trataba de mi ángel, perdía el control y ganaba mi  lado demoníaco. Ella era Leila y en ese momento tenía el control de mi cuerpo.

Vi cómo entraba a un bar y me lancé para encontrarme rodeada de gente y sin tener ni idea de adónde había ido.

No iba a darme por vencida tan fácilmente. Me metí entre la gente, pero solo conseguía que se me restregaran contra el cuerpo a pesar de los inquietantes ojos púrpura de Leila, lo que me gustaba, pero no estaba de humor, por lo que seguí. Salió y yo fui tras él. Otra vez le perdí de vista.

Llegamos a una parte donde no había casi nadie, solo vagabundos durmiendo con botellas de alcohol. Suspiré, resignada, y les dejé unos dólares. Ya estaba por marcharme, cuando me agarraron de los hombros y me lanzaron contra una pared.

Estaba oscuro, pero la silueta de sus alas emitían una pálida luz inconfundible en esa oscuridad del callejón. ¡Esta vez no te me escaparías! Salté contra él y empezamos un baile entre puños, patadas, plumas y esquivar golpes. Era rápido a pesar de la carga que llevaba en la espalda, pero, ahora que lo pensaba, el abue Luci también podía ser rápido con ellas, así que debían ser ligeras...

El maldito me clavó una daga en el hombro sin que siquiera me diera tiempo a reaccionar, ocasión que aprovechó para estamparme contra la pared, otra vez.

—¡Auch! —me quejé—. Si me queres matar, deberías asegurarte de qué especie soy —proclamé tocando su brazo y traspasándole electricidad. Se apartó de golpe con los dientes apretados. No podía verle bien la cara, pero parecía que sí le dolió y mi Leila interior gritó de satisfacción—. No te metas con una daimon enojada. —Desenvainé mi daga y estiré el brazo—. Menos si es una como yo.

Y, simplemente, me tiré sobre él.

Rodamos por el suelo. Mientras sus alas me daban en la cara, yo intentaba clavarle los dedos en la garganta y él intentaba lo mismo con los suyos en la mía.

Podríamos haber estado así  hasta que se apagaran las estrellas o, incluso, hasta que llegara el día del Juicio final, pero entonces llamamos la atención de lo que parecían unos humanos. Sin embargo, por lo tenso que se puso el ángel, supe que se trataba de nefilim.

—No se preocu... —Tomé aire mientras hacía más presión. El ángel no podría haber escogido un momento más irónico para colocarse sobre mí. Ambos teníamos el pelo revuelto y la ropa descolocada. Él no necesitaba respirar, pero yo sí y jadeaba con fuerza al tiempo que la sangre se me acumulaba en las mejillas. Esto se podía mal interpretar de tantas maneras.... —...pen, yo puedo —alcancé a decir y miré mal al plumero, tan mal como pude hacerlo teniendo en cuenta que tenía un ojo entrecerrado, porque en el otro me había entrando una maldita una pluma.

—No seas chiquilina —dijo uno acercándose y esquivando una de las alas que quería usar el ángel para alejarlo—. Aunque de seguro todavía no atravesaste la pubertad. —Ya me caía mal.

No sé cómo lo hizo, pero me sacó al plumero de encima y lo lanzó lejos. Nunca había visto semejante fuerza en ninguna criatura que no fuera precisamente otro ángel. Pero este chico no lo era, estaba segura de ello o mi parte demoníaca lo habría sentido. 

—JD, esa no es manera de tratar a una chica tan aguerrida —le amonestó un rubio muy sexy y atractivo que me extendió una mano para ayudarme a ponerme en pie—. Sobre todo cuando es tan bonita —agregó con una sonrisa mientras observaba con interés mi pelo verde. ¡Guau! Era la primera vez que alguien se fijaba en eso, quitando a mis hermanos. Me cayó bien y le di la mano, incorporándome.

El plumero se puso en guardia, ya no se trataba solo de mí, una torpe daimon que no medía ni el metro sesenta.

—¿Jefe, lo atrapamos? — preguntó otra voz masculina.

No llegué a mirar a los otros dos, ya que el ángel salió volando, alguien debería enseñarles a despedirse por lo menos.

—Gracias por la ayuda —susurré mirando a todos.

Los cuatro eran un grupo de hombres muy guapos, aunque el que creo se llamaba JD era muy descortés. Aceptaba que nadie me echara más de veinte años, pero eso no le daba derecho a tratarme como una niña, igual que mi familia.

—¿Qué hacías peleando con un ángel sola? —preguntó con cierto acento italiano el que parecía más joven. No sabría decir mas diferencias porque el otro al que me pareció que  le trataba de jefe tenía el pelo y los ojos del mismo color, salvo que parecía más viejo.

—Sacándome de dudas —respondí, tratando de alejarme, pero estaba rodeada y el rubio sexy no soltaba mi mano.  Suspiré, cansada. No tenía ganas de hablar mucho sobre eso.

—¿Dudas? ¿Qué dudas podes tener con un Inquisidor? ¿Si te va a matar lenta o rápidamente? —inquirió escéptico el tal JD. Le miré mal una vez más, aunque todos se veían igual de intrigados.

—Tenía que aclarar las cosas con uno, y le estaba buscando, pero como es muy escurridizo, paso por esto muy seguido —expliqué riéndome. Me miraron intrigados y sorprendidos. De seguro que pensaron que habían dado con una suicida—. Sé lo que piensan. No tengo ganas de matarme, solo tengo que aclarar unas cosas, puedo cuidarme bien. —Me solté del rubio y acerqué mis manos para hacer un pase de electricidad de una a la otra—. ¿Ven?

—Una daimon, pero qué buena suerte —masculló JD. Ya me estaba poniendo de mal humor.

—Interesante —dijo el chico joven y se me acercó—. ¿Puedes usarlo para la tecnología? ¿Cómo encender o apagar luces, aparatos o computadoras? —Ahora fui yo quien le  miró raro. Eso era justo de lo que menos quería hablar, mi enemiga natural desde mis primeros contactos con ella.

—Leo, deja de hablar de computadoras —le pidió el rubio—. Sexyboss,  ¿por qué no le pedimos que nos acompañe a tomar algo, ya que el Inquisidor se nos escapó? —Se dirigió al que se había quedado rezagado y miraba todo de manera suspicaz, me sonrió.

—Me parece una muy buena idea, Cam —dijo el jefe. Así que el rubio se llamaba Cam—. Y también nos puedes contar más sobre ese ángel, si quieres.

—Por el amor de... —maldijo JD.

—Vamos, JD. Así no vamos a conseguir una buena imagen para SEX si no le caemos bien a los otros nefilim —dijo Sergey, riéndose. Yo no entendía cómo tenía la paciencia de aguantarle.

—¿SEX? —¿Qué clase de nombre era ese?—. ¿No será algo pornográfico,  verdad? No tengo problema, pero ahora estoy trabajando de profesora y no quedaría muy bien frente a los padres de mis alumnos.

Cam y Sergey se rieron, mientras que Leo y JD me miraron raro. El italiano hasta se sonrojó un poco y me pareció mono por eso.

—¿No eres un poco joven para ser profesora? ¿Estás segura de que no eres una alumna más? —Le volví a mirar mal.

—Es bueno saber que eres mayor de edad —comentó Sergey, sonriendo tanto con los ojos como con su sonrisa. JD le fulminó con la mirada. Cam también parecía disgustado y Leo, algo abochornado.

Los cuatro me llevaron a un bar y ahí me informaron mejor sobre su organización. No quise darles más detalles de mis intenciones con el ángel y ellos no volvieron a insistir, por el momento. Les dejé otra vez sorprendidos al contarles mi edad real, por lo menos así se callaría JD. Ellos me contaron cómo la estaban formando de a poco, en qué consistía y sus ideales de un mundo en paz entre humanos y nefilim.

—Entonces... ¿hacen muy a menudo lo de luchar contra plumeros? —inquirí. Aún estaba sorprendida de cómo el borde de JD me lo había quitado de encima, provocando su huida.

La cara de Sergey se puso seria.

—En realidad, no. Si lo permití fue porque nos encontrábamos los cuatro juntos y una chica mona estaba en peligro. Jamás les dejaría enfrentarse solos a un ángel —y lo dijo clavando intensamente sus ojos en ellos, que les quedara bien claro.

Me había gustado bastante lo que me explicaron, además de que iba con mi política de respetar la vida. También me revelaron qué tipo de nefilim eran.  Sergey, el jefazo, se trataba de un brujo. Cam era nada menos que una reliquia y JD y Leo eran mutantes, nunca había conocido a unos. Eso era lo irónico, generalmente la gente se impresionaba más al conocer a un brujo o a una reliquia; no era mi caso.

—Ya sé que no me lo están pidiendo y a JD de seguro no le hace mucha gracia, pero ¿hay posibilidades de que quede una vacante? —Les miré fijamente.

Sergey, Cam y Leo sonrieron.

—Bueno... Antes tendrías que pasar una prueba —Sergey miró a JD  —. Pero si lo logras, no veo por qué no.

Algo me decía que la prueba que me pondría ese tipo no sería coser y cantar. No me importaba, más emoción.

—¡Sí! ¡Tendré una nueva compañera! —exclamó Cam, abrazándome. Le devolví el abrazo con la misma efusividad. Al menos uno de ellos tenía la misma tendencia al afecto que yo.

Luego me llevaría una sorpresa al ver que se convertía en mujer, pero eso es otra historia. Lo bueno de esta es que, al final, después de tres semanas y media de entrenamiento (habrían sido una y media, pero a JD no le gustó que pasara su examen tan rápido y me puso pruebas largas y exageradas que eran simples comparadas con lo que me hacían mis hermanos), entré a trabajar como agente y renuncié como profesora para dedicarme de lleno, aunque de vez en cuando doy clases particulares.

—Aún no cantes victoria —me advirtió mi rudo entrenador—. Eres un agente de SEX, pero para entrar a formar parte del Escuadrón Especial, debes...

—Escuadrón Especial Sensual —le corrigió el Sexyboss (Cam ya me lo había pegado)—. Llámalo por su nombre completo.

JD puso los ojos en blanco.

—Es un nombre muy estúpido.

—Entonces deja de hacer apuestas conmigo si sabes que tienes un pésimo aguante al alcohol.

—¡Tú me obligas a aceptar esas estúpidas apuestas! La próxima vez, lo decidiremos dando cincuenta vueltas al campo de fútbol.

—¡Pero Juan Daniel! —¿Así que ese era el significado de sus iniciales? No pude evitar romper a reir, llevándome la mano a la boca, sin mucho éxito por acallar mis agudas carcajadas. La mirada que JD le lanzó al jefe podría rivalizar con la de mis tíos de mal humor—. Tú eres un mutante con supervelocidad. La resistencia al alcohol es un parámetro mucho más justo —dijo dando un sorbo de vodka súper caro.

—Claaaaro, como sea... —Me volvió a mirar y yo logré parar de reír—. Si quieres entrar a formar parte del mejor escuadrón —prosiguió—, tienes una prueba más que superar y esa será en conjunto con las demás chicas del equipo.

Sonreí como hacía siglos que no lo hacía, enseñando todos mis dientes y encía.

—Que así sea. ¡La superaré también y, si saco más de un sobresaliente, Cam tendrá una cita conmigo! 

—¡Trato hecho! —gritó Cam desde la ducha.

Sergey alzó las cejas, pero no añadió nada. Ya me había puesto al corriente de los cotilleos de la organización y todo el mundo sabía que Cam intentaba conquistar al jefe y que a este le gustaba. Y mucho. Pero por algún motivo incomprensible para todos, el jefe se empeñaba en reprimir sus sentimientos. Así que mientras él desperdiciara a Cam, yo le aprovecharía.

Y, por el brillo sádico y la tirantez de la sonrisa de JD, supe que para esta prueba sí que iba a tener que entrenar duramente, sobre todo si quería mi cita con Cam.

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