capitulo 34
Los meses pasaron hasta a punto de convertirse en un plazo casi un años, y como era de esperarse muchos caminos se separan y otros se une, varios de la orden ya se habían separado, haciendo sus propias vidas pero siguiendo prestando su experiencia para el nombre de Athena.
Enterándose por boca de Erda sobre lo sucesivo con Shaina, hubo un momento donde Saori quiso hablar con ella. Saori sabia como Shaina se comportada con el tema de la ley de las mascaras. Viendo al pasado ya ni entendía porque esa ley existía en primer lugar, consideraría quitarla. A su vez su relación con Shaina no era tan buena como con Marín, fue Erda quien la tranquilizo con ese tema, alegando que ella ya estada bien con todo ese tema, no era necesario que ella hablara con Shaina. Llevándose Saori una sorpresa por la amistad entre Casiopea y Ofiuco.
Erda estada consiente de los sentimientos de Erda hacia el toro, aconsejándole que lo tomara con toda la calma que pudiera. Aunque a estas alturas parecía que solo estaban posponiendo lo inevitable.
La guerrera de Ofiuco mirada al toro en ese momento, se había ofrecido a ayudar a los nuevos aspirantes del Santuario junto con Seiya. Al terminar, fue la misma Shaina la que le pidió al toro su atención, haciéndole una seña para que la siguiera.
- Alde...
- Dime linda. - Alde había tomado la costumbre de coquetearle, o mejor dicho, referirse a ella bajo ciertas palabras, denotando el aprecio que se tenían.
- ¿Hasta cuándo vamos a fingir? - Pregunto ella. Ya se notada lo cercanos que eran, que se querían y prácticamente se amaban.
- Jajajaja. Veo que no soy el único que lo siente. Te amo. - Declaro, la guerrera se le sujeto de los hombros para besarlo. Un lento que apenas duro unos 2 minutos. - Lamento no haber hablado antes.
- Descuida, ciento lo mismo. Quería estar segura de lo quería tras abandonar esa ley, y bueno... Que no pensaras que eras solo un reemplazo.
- Shai... - Susurro, pasando su mano por el rostro de la guerrera, dedicándole una expresión propia del hombre enamorado que era. - ¿Qué quieres hacer ahora? Entre los nuevos aspirantes, hay uno que puede ser perfectamente mi sucesor.
- Es muy pronto para eso. - Sabiendo a que se refería. A la idea de empezar una vida humana con el inicio de su relación. Indicándole al toro que se acerque para volver a besarlo.
- Bueno, aunque sea te espero en mi templo esta noche. - Roncamente su voz salía de su boca. La piel de la Guerrera se erizo, acaba de descubrir un lado descaradamente coqueto que le gustada.
- Hay estaré.
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Xiaoling se estada empezando a preocupar, el santo de Cruz del sur había sido enviado a una misión de espionaje con Ryuthos y Aioria. Se habían tardado más de lo previsto. La Saintias no hacía más que ver las flores que le había regalado, las cuales cuido con tanto espero que habían florecido en un pequeño arbusto.
Al momento de saber que habían regresado pero los chicos estaban heridos, lo primero que hizo fue ir a verlo. Este solo había pedido dormir, minimizando sus heridas en que solo estaba casando, se sentía molesto porque fue casi una carga para los 2 en esa misión, que si bien los 3 salieron con heridas, las de él eran mayores y por mucho.
Al ingresar la Saintia a verlo, sus heridas seguían frescas por lo tanto necesitaba cuidados, donde Xiaoling se puso manos a la obra para ser ahora ella, quien cuide del santo de plata.
- Ummm... - No se negó. Solo se impresiono que cuando solo buscada dormir ella apareciera para cuidarlo. Haciéndolo quedar en pantalones cortos para revisarlo. Por lo tanto, se tardo mucho en hacer su cometido de cuidar la salud del santo de plata, pues nunca había estado tan cerca de un hombre con tan poco ropa.
Fue algo que al rubio no sabía si le parecía tierno, o extraño. Solo acercando a reír ya que esta iniciativa fue de ella.
Hasta que lo logro, sus heridas estaban principalmente en su pierna izquierda. Por lo tanto no le fue tardado vendarlo. Las manos de la doncella en su piel se sentían cálidas, sonriendo ante la imagen que tenia de ella, algo avergonzada para despedirse, pero que no le dejo.
- ¿Te quedarías conmigo? - Sujetando suavemente su mano hizo su petición, buscando verla a los ojos, sonriéndole sutilmente. El rostro de Xiaoling quedo rojo por la petición, apoyando sus manos en el pecho del Santo de Plata, acercándose lentamente hasta quedar abrazada al santo ambos acostado.
- Gracias por cuidarme. - Lentamente le dijo, Xiaoling estada despierta pero mantenía los ojos cerrados. Se sentía agradable los músculos del rubio abrazándola, sentía que estada buscando protegerla. Perdiendo toda vergüenza al recordar como el estada.
- Te amo. - Le declaro, los ojos de la Saintia se abrieron de inmediato decir eso, levantando el rostro de forma lenta para ver a los ojos del hombre que la abrazada. Residiendo un beso en frente.
- Descansa ahora, mañana me dices lo... - No necesito esperar, con la mano derecha Xiaoling acaricio su rostro, acercándose para besar sus labios, un beso lento inocente, que el mayor acepto, abrazando a la doncella para dormir más cómodamente.
Si se viera en el pasado, y le dijeran que se terminaría enamorando de una mujer muy opuesta a él, con el tipo de actitud que tenía lo tomaría como una burla, pero la mujer que en ese momento tenía en sus brazos se había ganado su lealtad. Y con eso su amor.
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