Capitulo 20
Antes que nada, debo tomarme el tiempo de aclarar que ya salió el ultimo del manga de Saintia, con las adiciones para el final. Entre esas cosas, Chimaki logro cerrar mejor su obra y esclarecer el destino de las chicas. Resulta que luego de su pelea, Artemiza rescato a las Saintias y Kyoko (Se niegan a dejarla morir) resguardándolas en el templo de la luna donde les esta devolviendo la vida de a poco, prometiéndole a Saori verla otra vez una vez todo termine.
Me niego a editar este fanfic una quinta vez.
---------------
Tras un par de halagos, el santo dorado y la líber de las doncellas de Athena retomaron su combate, no era algo muy serio o fuerte, era más bien una pequeña exhibición, ya anteriormente cuando las chicas pelearon con los dorados, se mostro que si bien eran capaces de hacerles frente debido al nivel que aumento su voluntad, parecía que no era capaces de ganar en todo el sentido, cosa que la pelirroja sabia cuando tomo este entrenamiento con Scorpio.
De un momento a otro la mirada de escorpio se quedo firme, inmovilizando a Shoko por la técnica de la restricción, quedando interesado en lo que podría o no pasar, sorprendiese al notar que al igual que Hyoga parecía que no tardo en tener la suficiente fuera de voluntad como para empezar a forcejear y moverse.
- Cuidado... - Musito cuando la Saintia dejo las manos y ataco con las piernas. Lo que le parecía curioso es que en ese trascurso cuando intentada atacarlo parecía que se quedada suspendida en el Aire.
Recordando la pelea contra Eris quiso tomarlo en prueba, sujetándola de la pierna derecha cuando fue tras él, lanzándola en el aire, pero en un ángulo donde fácilmente podría sujetarla al caer. Sonriendo al notar como las alas de la armadura se desplegaban para dejarla en el cielo, sonriendo de medio lado afilando su aguijón.
- ¿Quieres seguir? - Sonriendo en una mirada que resaltaban en ser seductora debido a sus facciones serias, le expreso. Residiendo una iniciativa de parte de la joven.
- Atácame, veras que puedo defenderme. - Le reto, alistando su pecho en lo alto de su pecho concentrando su cosmos en su puño.
- Jeje. - Esa fue su respuesta, mostrando sus dientes para atacar, lanzando un fuerte guijón de fuego que choco con el cometa de la Saintia. Acto que provoco una nube de humo ligeramente visible. - Hey, no hagas eso de forma tan desprevenida. - Le indico cuando la chica se le lanzo se le lanzo en brazos, riendo como cuando niña y su hermana estada con ella, otra vez.
- Perdona, jajaja.
- Eres una... Ya bájate que en esto momento no te ando salvando. - Dejándola en el suelo el Santo de Scorpio termino ganándose un golpe en el hombre de parte de la chica.
- Mira quien lo dice, el que quedo encerrado y necesito que unas jóvenes chicas con menos preparación le salven el pellejo. - Le recrimino, pasando su mano por su cabello teniendo unos ligeros aires de superioridad mientras se volteada, aun mirándolo por el rabillo del ojo. - Jajajaja. - No pudo evitar eso al mirar la cara del Scorpion, teniendo un fuerte tic en la ceja con una mirada muy inconforme.
- Y yo que te cuido. - Ironizo, buscando darse media vuelta antes de la chica se moviera para quedar frente de él, sonriendo de forma ligera, el uno al otro. - ¿Ya? - Ella asintió.
- Ahora que lo pienso, nunca supe porque has estado tan apegado a mí.
- Lo sé. Lo sé. Parezco tu escolta personal. - El Pegaso junto Aioria ya se lo había recriminado, a Saga, Camus y Shura también les pareció curioso pero nadie decía nada más allá de una palabras. - Sabes que lo hago por gratitud. Te subestime, y llegaste a mucho.
- ¿Eso significa que si somos amigos? Milo-San.
- Claro. - Poniendo su mano en su cabello el hombre le sonrió, enternecido. - Pero no lo tomes de a mucho.
- ¿A qué te refieres con eso? - Se pudo a la defensiva quitando la mano del scorpio de su cabeza, residiendo como respuesta que el dorado se encogiera de hombros, pasando su expresión a una más burlona. - Milo... - Engroso la voz.
- Jajajaja. Cambiando de tema ¿Te apetecen unas manzanas?
- Pues no me molestan, pero si tienes hambre creo que puedo cocinar algo rico para los 2 con ellas.
- ¿Cómo un postre? - Ella asintió. - Tentador, pero mejor para después. ¿Vale? - Le aconsejo a lo que asintió otra vez. - Acompáñame, creo que es algo que te puede gustar... ¿A las mujeres les gustan las flores no?
- Pues... A mí me parecen lindas, pero la que sabe de ellas es Mii, ¿Por qué lo preguntas?
- Digamos que tengo mi propio lugar para sacar manzanas, suele haber muchas flores de manzanilla allí.
- Entiendo, vamos entonces.
---
Dejando a las Doncellas solas luego de un rato, ya entrada la tarde, la Santa de Ofiuco no edito suspirar ante lo que pasada frente ella, mirando sus garras antes de asestar un zarpazo al aire en un intento fallido de despejar su mente. Siendo vista por la Saintia de Casiopea que disimuladamente la siguió, preocupada por su compañera.
- Shaina. - En voz baja y de forma lenta le llamo, sorprendiendo a la mujer frente de ella, volteando en un reflejo para prestarle atención, totalmente a la defensiva.
- ¿Qué pasa? ¿Para qué me sigues?
- Quería hablar contigo. Te note rara. - Sujetando su brazo dio 3 pasos al frente buscando quedar cerca de la Santa. Pidiendo mentalmente que le ve de su confianza. - ¿Es sobre lo que dijo el cangrejo? - Buscando adivinar le pregunto. - ¿O sobre Alde?
- Ahhh... No sé si debería responderte. Al final, son solo mis problemas. Pero creo que las 2 cosas. - Quedando de costado a la Saintia, Shaina se recostó en el pared, cruzada de brazos con una expresión afligida que la máscara no dejada ver a la luz.
- No tienes que sentirte así. Te entiendo, yo también sentí ese deseo de venganza más de una vez, tanto al cangrejo como contra otros, solo quise ser más fuerte para matarlo. Pero de una u otra forma, me hizo ver que no era lo indicado. - Le hizo saber, bando otro paso al frente.
- Mi problema no es ese. Sí, quiero recuperar mi dignidad y vencer a Seiya por verme sin la máscara, pero en este momento, eso ya es otra historia.
- ¿Qué te preocupa? Lo que sea, creo que puedo entenderte.
- ¿Has tenido un hombre que te hace sentir rara, pero que sabes que lo aprecias por sobre todo? - Debajo de la máscara la mirada escéptica, como buscando que se equivoque pero residiendo otra respuesta. Porque aunque no, Erda sabía que tenía esa relación con el joven hombre bajo el mando de Artemiza.
- Si, la tengo. Es alguien, que de verdad amo. - Dejando que su mirada y temple seguros cayeran al suelo le dijo. Perdiéndose en su tiempo sola con el rubio.
- Lo dices de manera muy simple.
- Lo sé, quiero estar para él, en este momento está pasando por problemas donde no sé cómo ayudarlo. Esta perdido en un mundo que no es de él.
- Eso sí suena muy serio. - Aunque también extraño. - ¿Es ese encargado de Artemisa que estuvo con ustedes antes de que se desatara la guerra?
- En efecto, él se llama Ryuthos.
- Entiendo, ¿De verdad lo amas o solo sientes compromiso por él?
- Bueno, puedo decir que lo primero. Yo sé lo que siente él, pero él no sabe qué yo también la quiero, ya está pasando con varias cosas.
- También tienen el problema de que al ser tu una Saintia, no se pueden amar.
- "Si supieras lo que sé" - En su mente se dijo a sí misma, ella podía estar segura sobre si podría estar con el chico sí o no. Más no quería que sintiera que solo se está obligando a ella misma, y con la mente que tenía en rubio en ese momento, pensada que lo mejor era olvidar el tema por unas semanas, y esperar, buscar tener una conversación entre los 2 ya con las aguas calmadas. Porque le era muy difícil negar, que lo quería, que no quería perderlo luego de muchas cosas que pasaron junto, tanto en la batalla contra Eris, como en esa vida de ligera paz, donde quiso que este se adaptara a su nueva mentalidad.
- Tal vez, dime Shaina, ¿De casualidad te enamoraste? Porque, dijiste que tenía que ver con Alde, y como termino esta conversación. - Inquirió, sonriendo cual niño que comete una travesura a la Santa, saltando una ligera risa la Santo de plata como reacción.
Acto seguido donde la Saintia se le quedo detallando. Shaina termino quitándose la máscara, mostrando su rostro afligido adornado con ligeras lágrimas.
- No lo sé... Me gusta estar con él, ha sido tan cariñoso y atento conmigo, todo por su propia voluntad. El anterior hombre que se portada así conmigo, termino muerto por mi culpa. Siento que no lo merezco. Aparte, un tengo una ley que cumplir.
- Yo... No sé que responderte. ¿Te molesta hablarme de eso? - Y bando los últimos pasos, Erda quedo frente a Shaina, dejando su mano sobre su hombro buscando que la viera a los ojos. - ¿Me dejas acompañarte? - Como respuesta, Shaina se dejo abrazar. A veces no caía en cuenta de lo sola que llegada a sentirse, con o sin la compañía de Marin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro