Invitación
Dejaron los caballos en el establo y se dirigieron a la sala.
— Príncipe Seijūrō y príncipe Tetsuya.
—Kōtaro, ya te he dicho que no nos anuncies cuando estamos solos— dijo al rubio de ojos verdes.
—Es mi trabajo, Akashi.
—Hayama, retiraré.
—Permiso— hizo una reverencia y los dejó solos.
—Me mandó a llamar, padre— se aproximo a su padre.
Akashi Masaomi, el rey de Rakuzan. era un hombre pelo celeste de ojos rojo y piel blanquecina.
—Sí. Dentro de poco será tu cumpleaños 21, y ya es posible que elijas pareja. Ya sea mujer o doncel.
—Lo sé...
—Tenía pensado elegirte la esposa.
—¡No!
Se sorprendió, era la primera vez que su hijo le levantaba la voz — Pero si lo hiciera, tu madre no estaría nada feliz. Por cómo reaccionaste y lo distraído que has estado, he de suponer que ya encontraste a alguien.
Asintió nervioso.
—¿Cómo es?
—Es... Muy ... Es.
—Es un doncel muy lindo— dijo Tetsuya. Se había mantenido en silencio hasta el momento.
—¿Doncel?— su hijo Seijūrō asintió.
—Es muy bonito. Tiene un cabello tan largo. Jamás me imaginé ver a alguien con un cabello tan largo.
—Tetsuya— gruñó para que su hermano menor se callara.
—Mi hermano está tan embobado con él.
—¡Tetsuya!
—¿Qué? — miró inocentemente a su hermano.
Masaomi sonrió al verlos discutir —Toma, Seijūrō.
Recibió el sobre.
—Es una invitación para tu fiesta de cumpleaños. Quiero conocerlo.
—Gracias...
—¿Y de que reino es?
—Pues...— se miraron entre ellos, no sabían que decir.
—¡Majestad!
—¿Qué sucede, Reo?— los habia interrumpido.
—¡Intrusos! Al sur. Entraron por el gran bosque. Son de Seirin.
—Maldición. Tetsuya, lleva a tu madre al refugio. También a los empleados — el peli celeste corrió — Seijūrō. Sube a la torre y vigila los alrededores.
—Sí, padre.
—————
Soltó un suspiro. Desde había una semana que su tío no salía de viaje. Quería ir y ver si se encontraba con los hermanos.
—Kōki. Prepara comida para tres días. Saldré ahora mismo.
—Sí— corrió a la cocina y preparó la comida.
—Te traeré más pinturas.
—Gracias— sonrió encantado. No solo por las pinturas, sino que podía darse una escapada al reino de Rakuzan.
—Pero mantén alejado a esa ave de mis cosas.
—Sí, tío.
—Nos vemos— comenzó a descender la torre.
—Buen viaje.
Observó a su tío alejarse y corrió a darse un baño.Una hora y media después descendía por el túnel.
Una vez que atravesó la cascada corrió detrás de Maru, esta vez su pequeña ave lo guiaba.
Sonrió al ver el reino de Rakuzan. Corrió hasta llegar a los árboles de manzana.
Su estómago gruñó. Había olvidado comer.
Se acercó con cuidado de no caer una trampa, pero vió el hoyo que había caído antes, cubierto de tierra fresca y flores.
Se estiró e intentaba cortar una manzana pero no alcanzaba. De pronto una mano blanquecina la corto por él.
—Toma...— ofreció la manzana. Estaba feliz. Fue una sorpresa llegar y ver al castaño intentando cortar una manzana. Pensó que jamás lo volvería a ver.
Se sonrojó al ver la bella sonrisa del pelirrojo. Tomó la manzana —Gracias.
—¿Kōki, verdad?— el castaño asintió —¿Tú apellido?
—No tengo— murmuró mientras lavaba la manzana. Esta vez había cargado un poco de agua.
—¿No tienes?
—No. Mi tío nunca me lo ha dicho.
—¿Vives con tu tío?
—Sí— mordió la manzana y sus ojos brillaron, estaba deliciosa —Mis padres murieron.
—Lo siento...
—No se preocupe.
——
Kōki se levantó al ver a Maru llegar —Me tengo que ir.
—Espera— sacó la invitación —Es para una fiesta en el castillo.
—¿Trabaja en el castillo?
—Sí... Es dentro de una semana. Espero pueda asistir. Mandaré por tí ¿Dónde vives?
—Yo... Llegaré. Gracias por la invitación. Nos vemos.
—¡Hey!— el castaño había salido corriendo y no se detuvo.
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