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Capítulo 5 Inicios

Las horas pasaron mientras Donají caminaba con el grupo de regreso hasta el pueblo más cercano, las personas amables le ofrecían comida y agua al mismo tiempo que la bombardeadan con preguntas sobre lo que le había pasado siendo principalemente perseguida por el más joven de la expedición que solo lograba asfixiarla al estar comiendo.

—Sobrevivió a la selva, pero tú terminarás matándola— carcajeaba el guía mostrando el camino minentras los demás reían.

—Ya es suficiente Erick, dale su espacio— le regañaba un hombre de piel blanca, robusto de cabello castaño y ojos grises como los del joven a quien llamaban Erick.

—Lamento si te incómodé, solo tengo curiosidad— exclamaba tiernamente el chico ofreciéndole una barra de granola para después cambiar su tono a uno un poco coqueto, —Eres una chica fuerte y hermosa, no quería perder la oportunidad de hablar con alguien así— le explicaba mirando de cerca los hermosos ojos verdes de la joven como si éstos fueran piedras preciosas mientras ella lo miraba con rechazo e incomodidad apresurando el paso hasta la cabeza del equipo donde el guía iba hablando.

—Debemos tener cuidado por estos rumbos pues girar en la dirección incorrecta te llevaría a la profundidad de la selva donde innumerables peligros aguardan— vociferó para todos volteando a ver a la joven, —Puede ser que no te hayas adentrado lo suficiente como para correr un gran peligro y por eso sigas con nosotros jovencita— terminó de decir regresando la vista hacia su camino.

—Ya nos han hablado de los peligros de la selva: animales salvajes, insectos mortales y una vegetación que podría asesinarte en minutos— aterrorizaba Erick a sus compañeros a través de gestos y tonos sombríos.

—No solo eso— exclamó el guía, —También hay cazadores y traficantes por ahí buscando animales exóticos, joyas o transportando drogas— explicó con profunda irá, —Esos malditos destruyen la selva molestando la vida y a los antiguos dioses—.

—¿Antiguos dioses?— preguntaba con curiosidad el hombre de ojos grises.

—Sí, los dioses mayas que protegen este lugar desde hace miles de años— respondía el guía ya más tranquilo y entusiasmado recordando las historias que le contaban de pequeño. —A lo largo de los años sus nombres fueron olvidados por muchos en la región y su protección se redujo cuando las personas comenzaron a olvidar sus costumbres dejándose influenciar por personas de fuera. La selva se volvió salvaje, los animales comenzaron a atacar a todo aquel que se adentrara en la maleza la cuál creció cada vez más como si quisiera excluir a la humanidad de su belleza— contaba entre tonos tristes reflejados en sus ojos, —Pero los humanos no entendemos muy bien este mensaje porque aquí estamos— se burlaba causando algo de temor en algunos del grupo.

—Pero nosotros no venimos a dañar la naturaleza— cuestionaba con seriedad Erick desde el fondo.

—Pero alguien más si, y en ocasiones permitimos que suceda lo que es igual de grave— le contestó el guía continuando la caminata.

Un silencio acompañó al grupo por unos metros hasta que el guía volvió a hablar al mismo tiempo que Donají se sentía inundada de los sentimientos de este como si en ese momento se enlazaran y fueran uno mismo.

—El hombre puede ser el enemigo natural de todo incluso de sí mismo, destruimos lo que se nos regaló buscando más dejando de lado el respeto y la vida misma—.
En ese momento los recuerdos de los hombres que había matado volvieron a Donají sin ningún rastro de tristeza o ira, solo empatía por las criaturas que habían sufrido y paz al devolverles la libertad. El hombre tenía razón, ellos murieron invadiendo el hogar de criaturas a las que planeaban sacarles provecho para saciar su avaricia.

En cuestión de horas a través de la selva lograron llegar a la carretera que daba al pueblo donde fueron bien recibidos por la familia del guía el cual se disculpó por el recorrido cancelado proponiendo reagendarlo para la mañana siguiente ofreciéndoles la cena.
La mesa estaba servida para todos, pan de cazón inundaba las fosas nasales abriendo el apetito de todos mientras la joven se iluminaba internamente viendo la comida dejando escapar un poco la saliva de su boca hasta que por fin comió. Todo fue delicioso y muy agradable formando un hermoso ambiente dónde todos fueron muy atentos sirviendo agua a los demás o invitándoles a comer un poco más, hasta los niños pequeños jalaban a los turistas a jugar con ellos a la pelota o las traes.

—Lamento que no puedas avisar que has sido encontrada pero mañana en la mañana una camioneta saldrá temprano del pueblo hacia Xpujil, desde ahí podrás comunicarte perfectamente— comentaba con ternura la esposa del guía dandole palabras de aliento y ofreciendo su casa para descansar.

Al empezar a caer la noche las calles se iluminaron ligeramente por las luces amarillentas de los focos fuera de las casas mientras los niños corrían por la tierra pateando un balón viejo y los ancianos salían a platicar entre ellos. La armonía parecía reinar entre las casas humildes de los pobladores alegres.

—Bonito collar jovencita— escuchó la chica hablar a un anciano sonriente ya grande que posaba con su bastón de madera detrás de ella.

—Gracias, es un obsequio— agradeció tomando el dije entre sus manos sonriente.

—Oh— exclamó sorprendido, —Pensé que lo habías comprado o encontrado— mencionaba el hombre pensativo.

—¿Por qué piensa eso?— preguntaba intrigada por la curiosidad del hombre que se acercaba a ella para tomar el dije colgado de su cuello.

—Pues hace muchos años mis abuelos me contaban la historia de un objeto parecido a este, pensé que la gente los estaba fabricando contando la historia— explicaba sonriente mirando a la chica para después centar su atención en el dije, —o que a lo mejor se estaba repitiendo— musitó analizandolo con cuidado cuando se cortó con las orillas de la hoja. —Oh, jajaja— rió al ver unas gotas de sangre escurrir por su dedo tembloroso, —Mi abuela contaba que la hoja se la había regalado un ave a su abuela después de curarle un ala rota. Ella decía que era un ave negra de pico amarillo muy hermoso y extraño— el hombre se detuvo a suspirar recordando el hecho limpiándose con un pañuelo el dedo, —Ella contaba que ese era el amuleto de la familia en las tempestades pues cuando la siembra no daba comida la enterraba en la tierra regandolo entre cantantos trayendo el milagro de la tierra fértil alejando a las plagas y dando hermosos cultivos— no paraba de sonreír llenando sus ojos de brillo.

—¿Y qué paso con él?— preguntó curiosa esperando una gran respuesta.

—Se devolvió a la selva— le respondió el anciano sonriente mirando a los niños jugar mientras Donají lo miraba confundida, —El rumor del amuleto se corrió hasta los grandes pueblos de ese entonces trayendo a foráneos persistentes que querían comprar la tierra y la piedra, el pueblo se negó rotundamente trayendo la desgracia poco a poco hasta que una noche varias casas comenzaron a incendiarse sospechosamente causando el sufrimiento de familias enteras... Fue entonces que se decidió regresar el regalo a lo profundo de la selva con el fin de que dejarán al pueblo en paz— la sonrisa disminuyó dejando ver a un anciano cansado.

—Vaya— respondió sorprendida por la historia recordando la primera vez que vio a Yum convertida en ave.

—¿Y entonces señorita?— preguntaba el señor desconcertando a la jóven.

—¿Qué cosa?—.

—¿Cuando lo viste? Al ave— volvió a sonreír al ver la cara de sorpresa de Donají.

—No sé de qué está hablando señor— le respondía en calma  sonriendo ocultando la verdad ante la mirada tierna del hombre helandole un poco la sangre.

—Tranquila jovencita, no me gustaría que la historia se repita, solo le pido que rece por nosotros ante el ave Dios— pidió el anciano siguiendo su camino hacia un grupo de señores que carcajeaban sin parar cuando de pronto el señor se giró con una sonrisa cálida en sus labios arrugados, —Combina muy bien con sus ojos— se despidió agitando su mano.

Poco a poco la noche fue creciendo dejando ver la luna brillante y reluciente posándose por encima de todos llenando de paz el lugar mientras a la joven la inundaba una extraña e inquieta energía que no la dejaba dormir.

—Te comerán los mosquitos si no entras a dormir— le gritaba Erick acercandose a ella con una enorme sonrisa radiante, —Se que todo se ve mejor a la luz de la luna, pero tú no la necesitas— aseguraba invitandola a unirse a ellos para descansar.

—Me gusta estar aquí, la noche es fresca y hermosa como para dormir afuera— explicaba Donají sentándose en la hamaca haciendo espacio para el chico, —¿No lo crees?— le preguntaba mirandole con una sonrisa discreta y ojos relucientes.

—Es, hermosa— exclamó el joven mirándola fijamente a los ojos sentadose a su lado mientras le sonreía.

Una extraña tensión apareció mientras los latidos de la chica comenzaban a sobresaltarse y su respiración se volvía más fuerte y profunda mientras una energía comenzaba a brotar de su interior suplicando tomar al chico y aprisionarlo en su cuerpo, comer sus labios y saborear sus fluidos, la adrenalina corría por sus venas como si un instinto primitivo de deseo se activará dentro de ella haciéndola salivar sin poder apartar sus ojos brillantes sobre él.

Sin poder resistirse al impulso poco a poco se fue acercando al rostro de Eric tomándole de la mejilla para guiarlo hasta sus labios lentamente, el deseo aumentaba su excitación dejando escapar pequeños jadeos mientras sentía su aliento y olía su respiración que cada vez tenía más cerca provocando una presión en el pecho que le suplicaba ser liberada hasta que por fin sus labios se rosaron iniciando un beso lento pero intenso lleno de humedad y deseo mutuo por devorarse la cual aumentaba la intensidad y la rapidez de los movimientos. Donají tomó al chico posándose sobre él recorriendo con su mano su pecho lampiño y lechoso subiendo lentamente por su cuello hasta su nuca tomándolo con fuerza y jalando su cabeza hacia atrás dejando expuesto su exquisito cuello para besarlo mientras llevaba las largas manos de Eric a su cintura pidiendo internamente que esté la sujetará con deseo. Sin pensarlo mucho el chico la tomó con fuerza presionando el cómodo cuerpo de la chica sobre el suyo aumentando el placer y deseando más pues ella le daba una sensación que jamás había experimentado, sus manos comenzaron a deslizarse lentamente hasta las piernas que tenía encima mientras comenzaba a bajar lentamente los besos por el cuello de la jóven dejando pequeñas mordidas que solo hacían palpitar su pantalón.

—!Eeriiick!— se escuchó a lo lejos interrumpiendo el acto dejando a dos personas exaltadas con la respiración agitada y sus cuerpos húmedos.

—Mierda— musitó el joven tratando de ver de dónde venía su nombre al igual que la chica, —¡Ya voy!— Respondía lo más fuerte que podía.

Rápidamente Donají tomo distancia quitándose de encima algo apenada sin saber por qué o explicar lo que había sucedido, el deseo seguía y no lo podía calmar.

—Lo lamento, no quería incomodarte. Se supone solo venía a invitarte a tomar café y dormir sin tantos mosquitos jaja— explicaba Erick rascándose la nuca claramente apenado.

—No te preocupes— decía mientras reía nerviosa, —Yo me quedaré un rato aquí y después iré a dormir con ustedes. ¡Disfruten el café!—  comento con una sonrisa amigable y mejillas rojas.

—Por cierto, te ves hermosa sonriendo— agregaba serenamente el chico aún con deseo mientras caminaba de espaldas hacia la casa que los acogía, —Nos vemos más al rato— se despidió al fin dejando una chica acalorada y con deseos reprimidos que se tiraba en la hamaca.

—¿Qué mierda fue eso?— se preguntaba tratando de despejar su mente y calmarse mientras se retorcía acostada dejándose llevar por un suspiro profundo que alivio un poco su tensión.

La noche continúo su curso y poco a poco las luces del pueblo se fueron apagando, dejándola en la oscuridad de la noche y el brillo lunar que tanta paz y deseo le traía. Sintiendo que ya era tarde se levantó de su lugar y caminó descalza hasta la casa donde todos dormían entrando sigilosamente hasta el cuarto iluminado solo por la luz de la luna mientras observaba a todos descansar tranquilamente, sonriendo buscó donde acomodarse encontrando un hueco a un lado de Erick dejando escapar una sonrisa pícara, lenta y cuidadosamente se dirigió hasta el lugar que le aguardaba mordiéndose el labio con cada paso que daba hasta quedar acostada a varios centímetros del chico que dormía tan tranquilamente, de nuevo el deseo aumentaba tensión ando su cuerpo mientras lo miraba, sabía que tenía que tranquilizar pero no podía, pronto comenzó a clavar sus uñas en su piel por el deseo mientras respiraba profundo tratando de calmarse, sabía que no debía hacer nada en ese momento pero el deseo la consumía. De pronto sintió una gran exhalación en su nuca que le erizó la piel mientras el aliento de esta persona entraba en sus fosas nasales dándole una exquisita sensación que recorría su entrepierna. Sin pensarlo se giró encontrándose con el hombre de ojos grises como los de Erick quién dormía plácidamente sobre su brazo, poco a poco Donají se fue acercando más siguiendo la respiración que la hacia estremecer provocando de nuevo esa sensación de opresión que aumentaba su adrenalina y la impulsaba a cumplir sus deseos acercandose sigilosamente a los labios rosas que se posaba frente a ella hasta que el hombre cambio de posición quedando boca arriba alejándose del contacto que ella buscaba. La decepción se apoderó de su fracaso sentadose en su lugar buscando de nuevo calma sus deseos pero era casi imposible pues algo dentro de ella la incitaba a mirar al hombre dormido el cual parecía estar soñando, la curiosidad de tocarlo se apoderaba de ella pero la poca conciencia que le quedaba se lo impedía así que se limitó a solo observar iniciando por su fuerte rostro y pasando por su cuello hasta su gran pecho, bajando por su abdomen cubierto por su playera hasta el bulto en su pans el cual parecía ser una erección provocando una pequeña y silenciosa risita en la chica.

~¿Qué estará soñando?~ se preguntaba mientras apretaba sus piernas y sujetaba su camisa con una mano dejando la otra libre para llevarla hasta su pezón sujetándolo entre dos de sus dedos mirando fijamente el pans del hombre que lo aprisionaba, salivando de emoción volvió a acostarse sin dejar de tocarse fuertemente aumentando su ritmo cardíaco y los pensamientos de lo que le gustaría que el hombre a su lado le haga inundándola de un inmenso placer que la hacía voltear hacia el techo relamiéndose los labios.

El hombre despertó de su sueño con un embriagante olor y su respiración agitada logrando ver a la joven extasiada mirando el techo a punto de lograr el éxtasis hasta que está volteo a verlo a los ojos sorprendiéndolo por la pasión que estos emanaban y la picardía de su sonrisa. Veloz y sigilosamente la chica se le subió en cima cubriendo su boca con su mano quedando en un contacto visual directo y cercano mientras ella le pedía silencio.

—Shhhh— le susurraba de frente, —Déjame complacerte este noche— le suplicaba entre murmuros acercándose a su cara y quitando lentamente su mano de la boca. —Dime que sí— le exigía rozando su nariz con la de él de arriba hacia abajo esperando una respuesta afirmativa para devorar sus labios.

—Si— exclamó embriagado tomándola de la cintura y la nuca uniéndola a él en un beso de inmensa pasión devorando los labios de la chica mientras sus manos la estrujaban juguetonamente encendiendo la pasión desmedida de la joven que deslizaba sus manos por el enorme pecho que posaba bajo ella hasta la parte baja del hombre donde el duro bulto la esperaba. Sin pensarlo más comenzó a masturbarlo por encima de la ropa mientras bajaba besando diversas partes de su cuerpo deteniendose para liberarlo de su pantalón dejando ver un pene grueso, húmedo y rosado que la invitaba a comerlo. Sin tapujos comenzó a lamerlo desde el tronco hasta el glande varias veces para después chuparlo entre pequeñas succiones provocando el estremecimiento de cuerpo recostado de su presa. Ante la expresión de placer que los ojos de Donají visualizaban introdujo todo el pene en su boca hasta el tope en varias ocasiones mientras tomaba sus caderas rasguñandolo ligeramente provocando pequeños gemidos que la excitaban más, el hombre tomó su cabeza entre sus manos para embestirla profundamente mientras está lo abrazaba fuertemente por debajo las piernas llevándolo hasta el mayor orgasmo eyaculando en la boca de la chica quien trago el semen sin dejar chupar el sensible glande del hombre quien aún se retorcía ante el contacto de su lengua.

—Descansa— susurró la chica limpiándose la boca mientras se acostaba a dormir con una enorme sonrisa dejando a un hombre con una erección aún latente y jadeante.

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