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Capítulo 22 ¿Dónde?

Cuando los chicos que la seguían llegaron al pasillo se detuvieron por el gran hombre en el suelo.

¿Qué crees que pasó? — preguntó el amigo del chico del lunar comenzándose a asustar.

No sé— respondió tragando saliva mientras un guardia por detrás se acercaba al lugar. -Pero sigamos- exclamó jalándolo hacia dentro.

No. ¿Estás loco? — respondió tratando de regresar, pero al darse medía vuelta miró al guardia acercándose, —Muévete que alguien viene— lo empujó tratando de ir más rápido mientras bajaban las escaleras.


Donají era la segunda persona más cerca de la puerta junto con el hombre pelirrojo, el primero era su víctima que parecía quedarse apartado de los demás por alguna razón.

Al ver la oportunidad hizo crecer de su brazo pequeñas ramas de hierba carmín mientras su pareja besaba sus pechos y ella movía su cadera sobre su pelvis haciendo tiempo para que las bayas de su rama maduraran lo suficiente para usarlas. Cuando ya estaban listas las tomó de la rama y entre juegos sirvió varias en el vaso de aquel hombre que extrañado le siguió la corriente al verla llevarse una de estas desde su pecho hasta su boca lamiendola con pasión para después masticarla y tragarla. La chica sonriente tomo dos bayas más y las coloco por debajo de su blusa donde sus pezones estaban para después sacudir su tórax hasta que el pelirrojo frente a ella hurgó entre sus pechos con la cara comiéndose las bayas entre risas para después beber su trago completamente junto con aquellas frutas y así tener las manos libres para el cuerpo frente a él.

Al ver esto Donají retrocedió haciéndolo creer que se desvestiría para él, pero ella solo esperaba que sus bayas tuvieran efecto, y al conseguirlo siguió con su objetivo.

— ¿Te acuerdas de mí? — preguntó sonriente sujetándole el mentón, —Te haré sentir muy bien— afirmó deslizando su mano mientras se colocaba detrás de él.

—Eres la chica del baño— recordó su rostro con algo de miedo pues para el ella estaba muerta.

—Sí— respondió pasándose al frente de él mirando sus ojos con una sonrisa.

Al observar dentro de él su irá volvió; Ese chico era el nuevo miembro de la mafia albanesa, sobrino de una persona importante metida en secuestros y tráfico de armas y personas exportadas a Francia, España, Alemania e Italia. No era la primera vez que abusaba de una chica drogándola hasta la inconsciencia, ni la primera ocasión en qué abandonaba a alguien al creerla muerta.

Un grito desgarrador la sacó de sus pensamientos haciéndola regresar en sí, era aquella chica a la que creyó con más suerte que ella al ser llevada por la mujer, pero ahora parecía que su tormento era peor.

Rápidamente saco dagas de obsidianas de diferentes tamaños y clavó una en la pierna de su presa haciéndolo gritar con mucha fuerza llamando la atención de los demás que velozmente reaccionaron.

Sus cuchillas continuamente volaron en dirección de sus nuevos objetivos acertando en algunos mientras su puntería le fallaba con otros. Al ver su falta de práctica decidió que la mejor alternativa era atacar cuerpo a cuerpo por lo que se precipitó velozmente sacando nuevas dagas de su pecho sorprendiendo a aquellos que lograban ver dicha acción pues algo tan impactante no pasaba desapercibido.

Siendo rápida pero no en su punto máximo se enfrentó a cada uno entre disparos de alto calibre que buscaba esquivar con ferocidad. Algunas balas rozaban su piel haciéndola sangrar, los golpes eran soportados con esfuerzo mientras un dolor en su estómago aparecía, las muertes fueron lentas pero continuas hasta que solo dos personas vivas quedaban en esa habitación: ella y aquel chico guapo que intento abusar de ella.

Sacando largas y afiladas agujas de su pecho se dirigió hasta el hombre que trataba de escapar en dirección de la puerta, y pisando la daga clavada en su pierna logró obtener un grito ensordecedoramente placentero para ella que le hizo sonreír hasta que tres disparos le atravesaron su cuerpo borrando aquella felicidad.

La mujer que se había llevado a la chica era su nueva oponente la cual al ver voltear a Donají hizo que un gran temor la abordará pues sus ojos ardían completamente en un verde intenso que parecía ser el nuevo color del infierno.

Sus heridas no sanaron en ese momento, solo se dirigió hasta la mujer que temblaba al verla sujetándola de la camisa y rompiéndole dos botones de ella. Oliendo sangre ajena a la que había obtenido decidió acabar rápido con ella clavando y atravesando sus agujas por el corazón, los pulmones y su cuello.

—Mierda— exclamó el amigo del chico del lunar al ver está escena más las demás muertes esparcidas por el lugar.

Donají volteo al escucharlo y por instinto casi ataca, pero se retuvo y continuó buscando a la chica por dónde la había visto marcharse. Una habitación vacía le esperaba al abrir la puerta, mientras un sentimiento la abordaba diciéndole que ahí no acababa pues podía sentir cada vez más el dolor ajeno, la impotencia y el miedo intenso que se transformaba en pánico a través de las paredes.

Los chicos extrañamente la siguieron hasta la habitación, pero ella no tenía tiempo para ellos por lo que seguía buscando como llegar al origen de aquellos sentimientos.

— ¡Piensa! Algo tiene que abrir una puerta o algo así— habló Donají en voz alta confundiendo a los chicos que no entendían lo que sucedía.

—Pru-prueba en el gran espejo— exclamó el más asustado señalando el objeto mientras el otro solo observaba sin decir nada.

La joven le hizo caso comenzando a tocar todo el marco del espejo hasta que dió con un botón oculto en la parte posterior inferior de aquel objeto que hizo sonar un seguro detrás de un gran armario de madera que estaba en la habitación. Rápidamente Donají despejó el área dejando ver una puerta de un metro de altura por cincuenta de ancho con un cordón que jalo inmediatamente descubriendo un nuevo armario colmándole la paciencia al grado de golpear cada pared hasta dar con la correcta que se rompió rápidamente dando a un gran pasillo alargado con paredes de piedra que conducía a una habitación muy oscura y llena de tierra.

Cuando Donají llegó hasta esta habitación un horrible olor la mareo por unos segundos mientras que las imágenes que vio después de eso le estrujaron el pecho pues niños, niñas y jóvenes encadenados vivían entre orines y excremento, algunos con pocas ropas, otros desnudos en el frío de aquella habitación escondiéndose al detectar a alguien moviéndose libremente por la habitación.

Ella podía ver el pánico entre la oscuridad, el miedo constante a la selección que eran sometidos cada vez que alguien llegaba ahí; abusos, violencia y esclavitud, la ganancia de los desalmados.

Al sentirla acercarse a ellos todos se colocaba en posición fetal pegados a la pared entre respiraciones agitadas y gemidos llenos de dolor por las torturas marcadas en su cuerpo.

—Tranquilos, vine a ayudar— expresaba ella en ingles tratando de que la entendieran, pero parecía que ninguno lo hacía, o sería que ya no creían en ser salvados.

Donají corrió de regreso hasta la habitación asustando a los dos chicos que se habían quedado esperando.

—Uno llame a la policía y el otro me acompaña— ordenó fríamente provocando que ambos se vieran sin saber que hacer.

— ¿Que les decimos? — preguntó el chico del lunar sacando su teléfono.

—Personas secuestradas en el lugar— exclamó marchándose de regreso mientras ellos se debatían internamente la noticia y sus roles en ella.

—Ve con ella— dijo el del lunar mientras marcaba.

Su amigo solo abrió los ojos mirándolo con miedo y después de unos segundos se adentró en aquel pasillo temblando como un cachorro hasta aquella habitación donde fungió como traductor al borde del vómito. Al darles un mensaje claro de que los sacarían de ahí los cautivos comenzaron a cooperar poniéndose de pie, sin embargo, debido a las cadenas no podían moverse libremente.

Donají saco una punta larga de obsidiana que introdujo en la cadena hasta romperla liberando uno por uno, y antes de que salieran del lugar le pidió al chico traducir.

—Tal vez sea mucho pedir, pero necesito que no le digan a nadie que me vieron o personas malas irán tras de mí— exclamó al filo del umbral mientras aquel chico traducía y los oyentes comentaban entre sí.

Uno de los más grandes pasó al frente de todos hasta donde la chica estaba tomándola del hombro con los ojos llorosos exclamándole: —No preocuparse. Gracias— le tranquilizó tiernamente sujetándole las manos como agradecimiento.

Poco a poco todos ahí comenzaron a salir de esa habitación tan oscura y olorosa agradeciendo a esas dos personas que las guiaban hacia su libertad, sin embargo, no sería tan sencillo, pues nuevas personas armadas llegaban al lugar.

—No podemos salir— exclamaba el chico del lunar, —Se preparan para bajar-—.

Tanto cuidarse de utilizar solo un don se estaba viniendo a abajo ante la necesidad, no quería mostrar su verdadero poder poniendo en peligro su libertad, la de ellos y su familia; dejar que tantas personas guardarán su gran secreto sería lo peor que podría pasar pues alguien podía decir algo o peor aún, alguien podría morir por eso.

Los disparos comenzaron a escucharse desde el exterior a esa habitación, el pánico comenzaba de nuevo entre los que ahí aguardaban su destino hasta que en un momento todo cesó y las puertas se abrieron esperando lo peor.


La policía había llegado acudiendo a la llamada provocando un enfrentamiento entre los traficantes y la esperanza de recuperar las vidas perdidas. Cuando todo acabó el destino le sonreía a los esclavizados.

Donají ya no estaba entre ellos, había desaparecido transformándose en un ratoncillo cuando todo era un caos. Nadie la vio marcharse y nadie hablo de ella. Las noticias eran claras la policía había intervenido en el establecimiento por sospecha de tráfico de personas la cual se confirmó con la llamada anónima de dos chicos valientes que descubrieron la situación ocultando al público las muertes sospechosas por dagas de obsidiana encontradas en la habitación.


Al fin sus heridas sanaban mientras iba de camino al hotel; su cuerpo le dolía completamente, su pecho ardía como si el fuego más intenso se generara en él y su estómago comenzaba a resentir profundamente las bayas que había comido dándole unas enormes ganas de defecar. En su cabeza miles pensamientos la abordaban y unas enormes ganas de llorar le seguían el paso sin poder alcanzarla.

Al alzar la mirada el cielo oscuro se mostraba sobre las luces amarillentas del lugar, el ambiente estaba fresco y ella se cuestionaba si en todo el mundo algo así pasaba. El sufrimiento ajeno la consumía con cada paso que daba mientras absorbía el estrés de cada persona que pasaba a su lado y su pesadez aumentaba al igual que la tensión muscular y el dolor de cabeza sin poder disminuir su sentir hasta que llegó al hotel.

Al abrir la puerta de la habitación su hermana la abrazó fuertemente contagiándole la preocupación que sentía haciéndola estallar en llanto devolviéndole el abrazo con fuerza, liberando su cuerpo de la presión que sentía, dejando salir el dolor que no se explicaba pero que la inundaba mientras su hermana se cuestionaba los motivos de su reacción.

— ¿Qué sucede? — le susurró buscando su cara.

—No sé, pero está pasando— le explicó limpiándose las lágrimas restantes.

Una respuesta confusa para todos los que la escucharon, pero nadie indagó más pues ella se marchó hacia la ducha donde una bañera le hizo compañía y el agua caliente cuidó su cuerpo momentáneamente hasta que fue hora de salir a la realidad.


—Todo es muy confuso, no tengo idea de donde podemos buscarla si a cada rato se está moviendo— comentaba Isaac sobándose los ojos de la frustración.

—Está claro que no quiere ser encontrada— comentaba Roberto tirado en la cama con una almohada en la cabeza.

—Si mi vida corriera peligro haría lo mismo— respondía Carla con la cabeza recargada en el comedor a punto de quedarse dormida.

Iván frente al televisor buscando algo que ver dio con el canal de noticias donde se hablaba del enfrentamiento entre la policía y traficantes debido al rescate de las personas secuestradas en un establecimiento de la ciudad donde se hablaba de héroes anónimos y el buen trabajo de las fuerzas armadas.

— ¿Creen que nuestra chica este involucrada en esto? — cuestionaba Iván llamando la atención de todos mientras Donají salía del baño.

—Podría ser— le respondía Marien al ver la cantidad de cadáveres que sacaban del lugar y el anonimato de los llamados héroes. —Isaac— llamó a su amigo.

—Ya estoy en eso— exclamó frente al computador escribiendo como si no hubiera un mañana.

— ¿Cómo vamos? — preguntó Donají al verse confundida y queriendo saber la información obtenida.

—Perdidos aún, pero a nada de encontrarnos queremos creer— contestaba Carla poniendo atención a la noticia.

La noticia era impactante para todos y la ausencia de información sobre el suceso los hacia tener esperanza de encontrar un camino hasta su primer mutante.

—Creo que ya es hora de dormir, seguiremos mañana. Descansen— comentó Carla al ver qué no obtendría una respuesta rápida.

Pronto todos se fueron a dormir y la sala común quedó vacía llena de cuestionamientos como la cabeza de Donají al cuestionarse las consecuencias del trabajo que seguía.

La noche fue piadosa al igual que su mente dejándola dormir después de su revisión nocturna por la selva, pero el día parecía no cooperar pues el sol deslumbraba sus ojos sin dejarla ver claramente, su estómago rugía antes de levantarse obligándola a ir al baño inmediatamente y el cuerpo entero le dolía como si hubiera sido arrollada en repetidas ocasiones dándole el peor día que había sentido hasta ese momento.

Cuando por fin llegó al área común observó a todos trabajando con fervor, parecía como si sus mentes estuvieran conectadas a sus computadoras y toda señal externa fuera bloqueada por el usuario. Bastante tiempo llevó a que alguno entablara una conversación con los demás, y cuando esto sucedió solo era sobre la investigación.

— ¿Isaac? — llamaba Marien al ver al chico perdido frente a la pantalla con una cara que demostraba miedo y confusión, —Isaac, ¿Sucede algo? — preguntó acercándose lentamente hacia él pero al percibir su presencia cerro rápidamente su laptop mirándole a los ojos con una sonrisa.

—No, todo bien— afirmó calmando a su amiga la cual continuo con la reunión.

Después de esa mañana las cosas cambiaron un poco, Isaac comenzaba a comportarse extraño; distante. Sus reuniones generales las hacían cuando Donají no estaba, pero nadie decía nada pues ella solo era una acompañante y no parte del equipo.

Cada vez que ella salía, Isaac se apresuraba para reunir a todos o solo a Iván, Marien y él para hablar acerca del caso y sus siguientes movidas, los lugares por venir y las mejores estrategias a implementar. Donají lo notaba por lo que comenzó a salir más seguido para tenerlo tranquilo pues al estar cerca de él podía percibir su nerviosismo, sin embargo, no dejo de involucrarse en el caso pues en todo momento tenía un ratón en la habitación observando lo que ellos hacían así ella siempre estaba enterada de cada situación que se hablaba sentada desde lejos bajo una sombrilla bebiendo té caliente y disfrutando del ambiente tan bello del lugar a pesar de la incomodidad que ellos le causaban.

Poco a poco la frustración de los demás comenzaba a afectarla continuamente; se sentía desanimada, adolorida y cansada de ser excluida.

Después de días algo se movió dentro de la joven impulsándola a hacer algo; tal vez se levantó con el pie derecho o el estrés la consumía tanto que ya no aguantaba, pero ese día fue diferente pues ya no estaba dispuesta a seguir igual.

Una gran corazonada la acompañaba desde hace días cada vez que miraba el mapa como si este le dijera a dónde ir pero nunca le hacía caso hasta ahora que estaba al borde de su paciencia.


—Llevamos más de una semana y esto parecen más vacaciones que investigación pues no damos con alguien— exclamaba Marien frustrada.

—Tal vez deberíamos avanzar con el siguiente en la lista— recomendaba Carla, —Estoy segura que no somos los únicos buscando supuestos mutantes— comentó dejando a Isaac pensante hasta una gran interrupción que le erizó la piel.

La puerta se abrió rápidamente sorprendiendo a todos pues no estaban acostumbrados a ser interrumpidos en sus reuniones. Donají caminó firme hasta el tablero donde el mapa de Albania se mostraba con las miradas confusas de todos siguiéndola, y marcando con su debo índice señaló la ciudad de Tirana.

—Aquí es a donde debemos ir— exclamó segura.

—Ya hicimos la revisión de esa ciudad y no encontramos nada, ni siquiera la rata de internet de Isaac dio con algo ahí— exclamó Iván con cierta molestia.

— ¿Por qué quieres ir ahí? — preguntaba su hermana mientras Isaac la miraba pensativo y ella suspiraba.

—Ella va a estar ahí— afirmó sin dejar su seguridad, —Se que es difícil de creer, pero si quieren lograr un avance debemos irnos ya— aseguró frente a todos mientras los más desanimados se marchaban de la sala dejando a Isaac y Marien con ella.

—Si crees que esto es un juego o vacaciones después de estar desaparecida deberías regresar a ca...— fue interrumpida fríamente.

—Si tu crees que estoy aquí por esa razón estás muy equivocada hermanita pues no he disfrutado nada de lo que este nuevo lugar podría ofrecerme pues a cada rato es ¿Cómo vamos a dar con ella? ¿Realmente vale la pena? ¿Y si solo eran montajes? ¿Creo que no aprendimos mucho en clases sobre investigación?. ¡He escuchado sus quejidos en todos estos días y he tratado de mantenerlos nutridos al menos acordándoles de comer, trayéndoles cena o comprándoles porquerías para que sus cuerpos sigan con energías! — exclamaba dejando salir la frustración acumulada mientras los demás escuchaban detrás de la puerta. Dejando un momento de silencio para superar y respirar pues sabía que estaba levantando la voz continúo diciendo: —Se que puede ser difícil, pero créeme cuando te digo que la encontraremos ahí. Es más, si no lo hacemos seguiré como sirvienta cumpliendo sus caprichos o si quieres me iré a casa a cuidar a nuestros padres, pero por favor confía en mí está vez— comentó en tranquilidad provocando un suspiro de Marien que volteaba a ver a Isaac.

—No tenemos mucho que perder a decir verdad— comentó Isaac levantando su computador y cargador, —Solo hay que informar a los demás y listo—.

—Creo que ya lo saben— le informó Donají haciéndolos salir de dónde estaban.

—Perdón, fue el alma periodista que nos hizo escuchar— bromeó Carla para disculparse.


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