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Capítulo 21 En busca de más

Su partida inició y con ella la tristeza de tener que irse de nuevo de su casa y dejar a sus amados padres, pero su instinto la incitaba a ir más allá, algo la esperaba y ella lo sabía pues su corazón se aceleraba al sentir una extraña sensación desde el lóbulo de la oreja hasta el pecho. ¿Una señal?, ¿Una advertencia?, Ella no lo sabía, pero estaba dispuesta a seguir adelante.

Su vuelo estaba listo, Albania los esperaba. Isaac había estado hablando con diferentes personas a lo largo del mundo recolectando cualquier tipo de información que podría llevarlos a algún mutante real.

Sus habilidades para la comunicación, el convencimiento y la búsqueda de información eran dignos de admirar, mismas habilidades que todo periodista debía tener pero que no todos desarrollaban tan perfectamente como este chico pues gracias a ellas era conocido entre personas reconocidas y ocultas a lo largo del globo terráqueo generando amigos de todo tipo que le ayudaba a investigar las noticias más interesantes y algunas ocasiones inquietantes que algunos periódicos se reservaban el derecho de publicarlas.


Un nuevo país europeo donde en lo profundo de la red se hablaba de una chica que producía electricidad era ocultamente la sensación y la avaricia de algunos pobladores del país que les abría las puertas.

Albania, al suroeste de la península bálcanica, un país con muchas zonas arqueológicas opacadas por las problemáticas socioeconómicas del lugar que poco a poco van disminuyendo: pobreza, desnutrición, apagones constantes y falta de empleos.


Donají estaba emocionada de conocer un nuevo lugar, el aire fresco y de repente helado le causaba unos escalofríos placenteros que le erizaba la piel, la lluvia que de repente caía sorprendiendo a los turistas le fascinaba, sus grandes montañas verdes y sus aguas azules le enamoraban con cada parpadeo y la hospitalidad de los albaneses la hacían sentir como si no saliera de casa, desgraciadamente estás sensaciones solo las experimentaba ella pues su hermana y sus amigos estaban concentrados en su búsqueda, metidos en las computadoras y hablando con las personas de una manera superficial y a conveniencia.

—Regresamos— informaba Isaac entrando a la habitación con Roberto el cuál traía una bolsa con comida.

— ¿Qué encontraron? — preguntó Marien con algo de ilusión en su voz sin esperar a que hablarán.

—Nada aún, nadie sabe nada— se le escuchaba decir a Fernando entre suspiros mientras ponía la comida en la mesa y servía los platos.

—Buscamos entre los barrios bajos, pero no hay nada en este distrito, o eso parece— comentaba Isaac dejándose caer en el sillón de cansancio mientras Donají observaba a todos mirando su frustración después de tres días en el lugar.

No podía con las emociones que ellos emanaban, la frustraban sin que ella se sintiera así en primer lugar por lo que decidió salir de la habitación y comenzar a caminar sin saber a dónde iba.

El viento comenzaba a soplar ligeramente y la tarde se iba ocultando de todos mientras una joven vagaba por las calles de Tirana siendo saludada por los pobladores amables que miraban extrañados a una extranjera sonriente que iba por las calles con auriculares a todo volumen siguiendo las corrientes de aire que movían las nubes sobre su cabeza. Cuando la oscuridad se mostró en el cielo y las luces amarillas de las lámparas iluminaban las veredas su celular comenzó a sonar sacándola de su paz.

— ¿Dónde estás? — hablaba Marien al teléfono provocando que la joven al fin pusiera atención a su alrededor dándose cuenta de que no tenía ni la menor idea de donde estaba.

— Ammh. No estoy segura— le informó tratando de recordar por dónde había venido pensando que fue mala idea no seguir una línea recta por la cual regresar. —Pero no te preocupes regresaré en un momento— trato de tranquilizarla antes de que se preocupara mientras unos hombres albaneses de tez clara ligeramente bronceada y sudaderas deportivas pasaban a un lado de ella en dirección a una puerta que daba a un pasillo morado cuidada por un gran hombre que asemejaba ser un bar. Uno de ellos volteó hacia donde ella estaba conectando con su mirada dejando ver un lunar cerca de aquellos ojos que le regalaba una sonrisa de lado para después morderse el labio levantando una ceja mientras le decía adiós en su idioma.

— ¿Qué fue eso? — preguntó su hermana a través del teléfono después de escuchar una risita de Donají.

—Nada— aclaro y rio, —Un tipo tratando de conquistarme erróneamente— se carcajeo al final, —Ya voy hacia el hotel— dijo por fin las palabras que su hermana quería escuchar.

—Bien pero no te tardes, venimos de un país peligroso, pero cosas malas suceden en todo el mundo y no quiero que mi madre me reclamé— exclamó mientras sus compañeros le hacían señas de que colgará el teléfono, —Te dejo tenemos una pista, pero no te tardes por favor— finalizó la llamada.

—No me tardo...— habló sola pues Marien ya había colgado, —Si, adiós hermanita— exclamó molesta al ver la llamada finalizada dejando escapar un profundo suspiro que le activó su poder de empatía en plena calle. Alegría y estrés predominaba en el ambiente, pero una sensación particular captaba su atención: Miedo.

Como un sabueso siguió la emoción que la llevaba ante el gran hombre que había visto anteriormente. Caminando segura se paró ante él mirándolo a los ojos directamente esperando que este le abriera. El guardia la observó de arriba a abajo y dudando de su ropa la dejó pasar.

Un pequeño pasillo morado la guiaba hasta unas escaleras en espiral que bajaban hasta un sótano donde una gran puesta de madera era la entrada a un ambiente de fiesta. Música muy fuerte sonaba haciendo bailar alocadamente a todos, bebidas alcohólicas viajaban entre las escasas mesas y sillones hasta la pista, la cerveza en el suelo hacia resbalar a las personas y en los rincones del lugar algunos otros se escondían consumiendo algún tipo de sustancia.

Una joven concentrada trataba de seguir la emoción entre ese mar de personas mientras era observada por quienes se topaban con ella pues una extranjera en pans playera floja no era tan común por ese lugar. Donají lo noto, su plan era no llamar la atención demasiado por lo que se adentró a la pista, tomo un tarro de cerveza y bebió bruscamente vertiendo un poco sobre su playera accidentalmente. Después de mirarla unos segundos se la quitó quedando en su sostén deportivo negro, combinando un poco más con el lugar y su clima mientras trataba de recuperar le emoción.

Bailando de un lado a otro y llegando hasta los baños no encontró nada, temía haberse equivocado de lugar y dejar a esa persona sin ayuda, pero ya no había nada que ella pudiera hacer sin saber a quién debía ayudar.

Saliendo del baño un chico de barbilla definida y ojos miel se acercó velozmente hacia ella soplándole en la cara un polvo que traía en la mano. Ella inmediatamente retrocedió tosiendo mientras una comezón enorme en la nariz la atacaba desconcentrándola por completo hasta que en un gran estornudo pudo deshacerse de ella, sin embargo, su tormento aún no acababa pues el todo lo que le rodeaba comenzaba a dar vueltas y su corazón a acelerarse hasta que una punzada de adrenalina la lleno completamente.

Mientras recuperaba su postura sus pensamientos se volvían dispersos e innecesarios con cada segundo que pasaba mientras la sensación de euforia comenzaba a crecer dentro de ella impulsada por aquel chico y la ganas de bailar que la llevaban a la pista.

Obedeciendo la música que no conocía se dejó llevar por la situación y las personas que le exigían seguir el ritmo de todos. Su cuerpo empapado en sudor relucía entre la multitud, su baile iba más allá del balanceo del cuerpo que se veía mostrando su sensualidad y energía hasta que una pequeña punzada la hizo tambalear dolorosamente pues sentía como si una gran aguja atravesara su cerebro hasta su ojo derecho mientras el aire comenzaba a faltarle.

El chico con un semblante de preocupación la tomó entre sus brazos al verla tan débil ayudándola a incorporarse mientras está se sobaba la cabeza por el dolor. La luz comenzaba a lastimarle, el dolor persistía y la sequedad en su boca comenzaba a exigirle hidratarse mientras sentía una mano rodearle la cintura. Cuando levantó la mirada vio los ojos ligeramente cristalinos del chico que la sostenía, hermosos ojos cafés que no dejaban de verla. Justo ahí supo que estaba en problemas pues más allá de esa belleza podía observar la crueldad de aquella persona.

Sumisa fue llevada fuera de la pista hasta los baños por aquel que la tenía en brazos y ahora cambiaba su semblante esbozando una sonrisa victoriosa llena de deseo que ante ojos conscientes no ocultarían su deseo. Al llegar al lugar se podía ver a otras personas besándose y tocándose bajo la tenue luz roja de la habitación: sobre los lavabos, en los cubículos o cualquier parte que les permitiera derrochar su excitación.

Sin importar las presencias ella era sometida contra la pared por aquel chico desconocido que introdujo una pastilla en la boca de aquella joven dejándola con una sensación de pesadez por todo el cuerpo; sus ojos parecían cerrarse y no volver a abrirse, la saliva comenzaba a escurrirle ligeramente y sus extremidades hacían lo que aquel frente a ella quería hasta que de nuevo apareció esa punzada dolorosa que la hacía apretar la mandíbula quejándose del dolor mientras su capturador la acomodaba para él besándole el cuello con fuerza y bajándole el pans. Su vista comenzaba a nublarse cada vez más mientras su consciencia quería regresar siendo capaz de entender lo que sucedía sin poder reaccionar, sus manos se sentían débiles al igual que sus pies, su corazón se alentaba y una desesperación comenzaba a azotarla queriendo zafarse del agarre del otro sin ser capaz de moverse.

~Libérate~ escuchó dentro de sí y al segundo su cuerpo cayó al suelo sin emitir alguna señal de respiración.

El chico sin notar gran diferencia seguía en lo suyo tocando todo su cuerpo mientras bajaba su pantalón para sacar su miembro, pero al no ver ningún movimiento extrañado le revisó el pulso pero no lo encontraba, comenzando a asustarse checó constantemente en busca de alguna señal de vida que después de varios intentos no encontró provocando su desesperación y alejamiento tratando de pararse sin poder dejar de verla. Su juicio disgregado le sugirió acomodarla en la pared; sus manos temblorosas apenas podían tocarla y al dejarla en una posición de descanso implementó su inmediata huida a tropezones del baño dejando el cuerpo recargado en la pared como si estuviera dormida.


De repente Donají comenzó a sentir el ligero tacto de unas manos desesperadas que buscaban el rastro de vida en un cuerpo abandonado. Sus oídos comenzaban a percibir el sonido de una voz que no entendía mientras sus ojos luchaban por abrirse.

No lo sé, no lo encuentro— respondía en su idioma uno de los chicos frente a ella.

Déjame revisar— exclamó el otro apartándolo de ella mientras buscaba el pulso en su cuello.

Ella al recobrar su conciencia y movilidad tomó la muñeca del chico sorpresivamente doblándola mientras su cuerpo comenzaba a emanar un calor fácil de identificar en otro ambiente, pero imperceptible en esa habitación, a excepción de aquel chico pues la mano de Donají comenzaba a quemarle. Asustado comenzó a hablarle en inglés mientras ella mostraba estar confundida pues agitaba la cabeza como si eso le ayudará a poder ver con claridad.

Al poder enfocar su vista frente a ella podía ver un par de ojos sorprendidos, un lunar y una boca moverse que de repente podía oír.

—Tranquila, ya estás a salvo— repetía por tercera vez aquel chico mientras ella liberaba su muñeca clavando su vista en esos ojos frente a ella en busca de peligro, pero no lo encontró.

Dejando de lado al joven Donají trató de ponerse de pie, pero sus piernas aún no tenían la estabilidad necesaria por lo que casi cae al suelo. Sacudiendo su cabeza una vez más respiró profundamente y se incorporó dirigiéndose hacia el lavabo donde comenzó a mojarse la cara y beber agua tratando de calmar el dolor que aún sentía, pero no resultaba. Aún mareada clavó sus uñas de la mano derecha en la izquierda ferozmente logrando un pequeño pulso de adrenalina que la sacó de aquella horrible sensación dejándola respirar profundamente.

— ¿Necesitas ayuda para regresar a tu hotel? — preguntaba el chico del lunar detrás de ella mientras está lo miraba a través del espejo.

Donají aún no procesaba lo que había pasado, mejor dicho, no tenía idea de lo que había sucedido pues solo recordaba la cara de esa persona, sus manos recorriendo su cuerpo y una desesperación por no poder moverse que la carcomida desde lo profundo de ella misma donde parecía se ocultaba ante su indefensión. Dos lágrimas brotaron de sus ojos sin llamarlas, la rabia comenzó a aparecer y su semblante se tornó oscuro, en su mente solo aparecía el miedo que la hizo entrar al lugar y su impotencia por no poder reaccionar ante el abuso.

Ferozmente se dirigió hacia la puerta del baño mientras los chicos que la habían despertado la seguían tratando de ayudar, pero ella no los escuchaba. Cerrando sus ojos comenzó a recordar el aroma de aquel sujeto mientras sus fosas nasales lo buscaban entre la multitud próxima.

Con cada inhalación profunda miles de aromas llegaban, pero el de él no aparecía por lo que comenzó a caminar entre la multitud.

Yo creo que deberíamos dejarla en paz— exclamaba fuertemente el amigo al oído del chico del lunar, pero este la siguió.

Recorriendo toda la pista llegó hasta los otros baños donde el aroma permanecía. Al entrar dio un vistazo rápido de todos los que se veían sin encontrarlo por lo que comenzó a abrir las puertas de los cubículos sin importarle quien estuviera y que estuviera haciendo, pero fue en vano pues seguía sin encontrarlo.

Al salir de los baños un lejano sentimiento de desesperación fue percibido desde el fondo del lugar por lo que rápidamente se dirigió hasta el encontrándose con un pasillo corto y unas escaleras en forma de caracol custodiada por un gran hombre calvo que la miraba fijamente. Ella sin preguntar lo miro a los ojos y luego de un solo golpe en la quijada lo noqueó dejándolo tirado en el suelo mientras su enojo aumentaba al igual que la percepción de la desesperación haciéndola sentir lo mismo que ella experimentó hace unos momentos.

Con la furia en su sangre controlando lo más que podía sus emociones para no explotar llegó al fondo de las escaleras donde una gran puerta le impedía ver al otro lado, pero en ese punto ya sabía lo que ocurría. Detrás de esa puerta podía percibir las emociones de algunos hombres y mujeres y la desesperación de una sola persona que lloraba mientras se defendía.

Eres tan feo que ninguna quiere estar contigo— se carcajeaba un hombre al ver el espectáculo.

No es feo, es un idiota— afirmó una mujer acercándose hasta donde la desesperación brotaba alejando al tipo. —Toma esto y ven conmigo— le dijo mostrándole un pequeño cuadro de colores en su dedo mientras la chica buscaba retraerse. —Si no vienes conmigo te dejare con él— señaló al hombre que estaba abusando de ella.

La chica al verlo abrió los ojos a punto de llorar, pero la mano de esa mujer rubia tomó su cara para regresar su mirada hacia ella mientras colocaba el delgado cuadrito de colores en su boca y se acercaba a ella directo a sus labios.

Donají estaba enfurecida, pero sabía que debía ser consciente de sus actos o las consecuencias serían terribles por lo que comenzaba a enojarse consigo misma. Quedándose en completo silencio por unos segundos ya tenía una idea, pero no sabía si funcionaria.

Abriendo las puertas y entrando al lugar fingió estar drogada y perdida en busca de una persona y el baño alarmando a los 7 presentes que rápidamente de pusieron a la defensiva mientras uno de ellos se acercaba lentamente hacia ella con una mano en la pistola colocada en la parte trasera de su pantalón y la otra dirigiéndose hacia ella.

Actuando desubicada y chocando hasta con ella misma se acercó a ese gran hombre de barba rojiza al igual que su cabello sujetándose de su ropa para mantenerse de pie.

— ¿Acaso eres tú al que busco? — expreso en inglés con tono coqueto acariciando su cuello hasta su cabello con una sonrisa y los ojos cristalinos sin abrirlos mucho pegándose al cuerpo de aquel hombre.

—Tal vez lo sea— le respondió quitando la mano de su arma y dirigiéndola a las caderas de aquella joven mientras buscaba armas en su ropa. —Está libre— les expresó a los demás cargándola en sus brazos hasta el sillón donde la acomodo sobre él y comenzó a besar su cuerpo caliente.

Donají con la furia aún dentro de ella no se dejaba llevar por la pasión tan intensa que ese hombre le daba, se mantenía alerta observando a la chica que vino a rescatar y como está era besada y drogada.


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