Capítulo 15 Mensaje claro
El ruido de los motores poco a poco se alejaba del lugar al igual que la actitud hipócrita de Donají que rápidamente salió caminando por la puerta principal, descalza ante el sol que no tenía piedad por nadie pero que para ella no era molesto.
-Señorita déjeme llamar un taxi, la ciudad está lejos- le gritaba preocupada una mucama detrás de ella, haciendo que la chica se diera media vuelta sonriente para calmar a la señora.
-No se preocupe por mí, he caminado descalza desde pequeña- exclamó tiernamente para después seguir su camino esperando que nadie la siguiera.
La caminata fue subiendo de nivel en velocidad hasta que por fin estuvo fuera de la vista de aquel lugar, comenzando a correr por un lado del camino, entre la maleza para no ser percibida pues debía transformarse para alcanzar sus objetivos.
-No me falles ahora- se dijo antes de transformarse en un águila harpía y salir volando de entre los árboles a una gran velocidad, surcando los cielos y siguiendo el camino en buscando los olores de los hombres.
Fue cuestión de tiempo dar con ellos, el factor sorpresa era su aliado y lo aprovecharía.
Juan sentía una corazonada de que alguien los seguía desde que salieron de la casa por lo que se mantuvo atento en todo el camino, observando constantemente sus costados, buscando cualquier señal o descuido por parte de esa persona.
-Que estén preparados por cualquier imprevisto- ordenó a través del radio a todos sus receptores.
-Señor no creo que alguien nos siga, y si sí será su peor decisión- comento su piloto tratando de calmar los nervios del hombre.
-Hace tiempo yo decía lo mismo, y ya vez como termine- exclamó con disgusto observando por la ventana del copiloto.
-Ya casi llegamos, preparen la entrada- se escuchó del radio mientras tomaban una desviación de la carretera a través de un camino de tierra, dejando ver la sombra de un ave en el suelo al dar la vuelta. Una sombra común para todos, menos para el jefe que ahora repudiaba las aves. Rápidamente busco el origen de la sombra, observando el águila que sobrevolaba su rumbo por un segundo hasta que los árboles del camino le cubrieron las vista, camino que los llevaba hasta una hacienda lejos de la ciudad y del tránsito de la gente, perfecto para evitar las molestias.
Cuando Donají descendió a la maleza una punzada en su cabeza la paro en seco tirándole de rodillas al suelo. Cientos de emociones y gritos desesperados de animales cautivos inundaban de nuevo sus oídos y la llenaban de rabia que ya no podía contener. Tanto dolor, tanta crueldad y tanta desolación la sacaban de quicio, y su furia se hacía cargo de su cuerpo que comenzaba a emanar calor. Sus ojos fueron consumidos por el verde esmeralda mientras gotas de sudor se precipitaban por todo su cuerpo mientras su cabeza solo pensaba una cosa... SIN PIEDAD.
De su cuerpo comenzó a brotar una enredadera espinosa que se enroscaba a su piel, escondiendo un poco su rostro y protegiendo su cuerpo, y sin saber que sucedería comenzó a generar remolinos de viento que elevaron la tierra produciendo una capa de polvo que la dejo elevarse con el aire hasta el techo sin ser percibida, quedando en medio de cuatro hombres vigilaban desde la altura el lugar.
Conservando la calma y el factor sorpresa ataco al primero el cual cayó ante su daga de obsidiana que corto su garganta sin siquiera poder verla o advertir a los otros. El segundo hombre presagiando un mal acercándose al ver el aire y la tierra conspirar buscaba con desesperación por todos lados, pronto comenzó a escuchar pasos veloces a su alrededor y una risilla que confirmaba su miedo.
- ¿Quién está ahí? - preguntó firme pero nervioso apuntando con su arma sin poder ver claramente.
- ¿Qué sucede Mario? - exclamó su compañero acercándose, -Oye oye baja eso, soy yo-.
-Oh mierda- suspiró con alivio, -Eres tú maldito perro- le dijo sonriendo hasta que observó algo lo dejo helado.
Detrás del recién llegado la joven apareció clavando y sacando su daga en el cuello de su víctima desplazándose rápidamente hasta donde estaba el otro sin poder moverse, deseando que eso fuese una pesadilla hasta que chocó con la realidad, pues el dolor que sentía en ese momento a causa de la daga en su estómago era lo más real que había experimentado. En cuestión de milisegundos su cuerpo caía precipitadamente chocando contra el suelo, cerrando sus ojos por última vez.
Donají retrocedió unos pasos del dolor de cabeza que de repente le llegaba sin darse cuenta de que detrás de ella se encontraba el cuarto hombre que silenciosamente clavó su navaja en la espalda de la joven para después retirarla tirando el cadáver al suelo victorioso.
-Techo reporten lo que sucede, ¿Ven algo? - ordenó la radio.
-Señor...- alcanzo a contestar antes de percibir la daga de Donají en su cuello haciéndolo tartamudear. -E-el ave llegó- fueron sus últimas palabras antes de caer al suelo lleno de sangre.
El día comenzó a nublarse, el viento soplaba cada vez más y los animales hacia más ruido. Ubicarlos no era difícil por el hedor de los masacrados y las emociones de los vivos, enfrentarse al grupo de hombres armados si lo seria, más cuando su herida parecía no sanar con la rapidez de antes.
~Divide y ganaras~
Su plan ahora era sencillo, no enfrentarlos en grupo. Su miedo: morir en el intento, pues a pesar de su tolerancia al dolor este era apenas soportable y la sangre aun salía en muy pequeñas cantidades manchando momentáneamente el techo, pues a los segundos de caer se secaba y brotaba vegetación dejando a la joven sorprendida al ver por primera vez la reacción.
-911 ¿Cuál es su emergencia? -.
-Ayúdeme por favor, me secuestraron y no tengo idea de donde estoy- murmuraba Donají entre sollozos ante el teléfono.
-Okey señorita, manténgase en la llamada y rastrearemos su paradero- hablo la mujer al otro lado de la línea
-Dense prisa por favor, tienen armas- susurro dando su mejor actuación de terror para después silenciar la llamada y esconder el teléfono mientras retomaba la compostura, concentrándose en las corrientes de agua que sentía en el lugar para explotar las tuberías y llenar el suelo de agua, pues a través de esta podría ubicarlos cuando se movieran y mejor aun, saber contra cuantos se enfrenta.
De su pecho saco una hoz de obsidiana y salto a un balcón del segundo piso entrando por fin a la gran casa en la cual podía percibir a 20 personas. Sus pisadas eran ligeras y silenciosas, sus sentidos estaban alerta y su siguiente víctima a la vista, sin pensarlo dos veces arrojo su daga directamente al cuello de la persona que accionó su rifle al estar muriendo, atrayendo la atención de todos mientras la chica recuperaba su daga. Antes de que se diera cuenta los disparos avisaron la presencia de otros haciéndola correr por un largo pasillo tratando de escapar de las balas sin éxito pues una de ellas se incrustó en el costado de su espalda baja.
- ¡Aah, puta mierda! - grito al poner su espalda contra la pared dentro de una habitación, esperando que sus contrincantes de acercarán mientras su respiración se agitaba por el dolor punzante.
Por la puerta un mano se asomaba con un arma entre los dedos la cual no duró mucho pues al ser notadas por Donají fue desprendida del brazo en un corte limpio con la hoz. Rápidamente dio vuelta al cuerpo cubriéndose del otro atacante mientras caminaba hacia él tomando el arma con una mano apuntándola al techo y dándole un fuerte cabezazo en la nariz desorientando a la persona mientras aprisionaba su mano y la rompía liberando el arma.
En un solo disparó le arrebató la vida a su atacante. Sin piedad o remordimiento dejó el cadáver y busco la otra arma mientras el dolor en sus sienes regresaba junto con su sangrado.
Con un poco de mareo caminó de nuevo por el pasillo lentamente, y al salir de este una horda de disparos fue liberada desde las escaleras. La chica reaccionó rápidamente corriendo hacia la otra dirección y gracias a la suerte o la mala puntería de sus adversarios no fue herida esta vez.
Desde el ventanal frente a las escaleras dirigió un torbellino de aire comprimió hasta sus enemigos, arrojándolos contra la pared en un fuerte golpe, dándole tiempo de salir corriendo hacia ellos disparando certeramente al cuerpo y acabando con tres más.
Respirando profundamente se concentró nuevamente ubicando a los restantes; tres personas en el patio central, dos en la cocina y dos nuevos en el techo, tres más en el recibidor y seguramente más fuera de su alcance. Al terminar su rastreo el reflujo apareció después del mareo, y al ponerse de pie cayó de nuevo vomitando sobre un cadáver. La amargura permanecía impregnada en su boca pero no podía detenerse a sufrir.
Quejándose un poco comenzó a buscar en los bolsillos del traficante frente a ella dando con lo que necesitaba, un encendedor. Al verlo una sonrisa brotó de sus labios pues el fuego era fácil de propagar, pero difícil de apagar para ella.
Limpiándose la boca caminó con discreción por el segundo piso hasta que un hombre pasó al final del pasillo provocando que la joven se escondiera rápidamente en la primera puerta que vio. El cansancio parecía acompañarla en ese momento, su pensamientos estaban dispersos y concentrarse le parecía cada vez mas difícil.
-No puedo darme por vencida aun, ya estoy aquí- se daba ánimos viendo el techo, preparándose mentalmente pasa seguir por el pasillo que daba al patio central.
En ese momento su audición discrimino todos los sonidos y ruidos del lugar dejándola oír solo su respiración acelerada mientras el mundo parecía ir más lento. Poco a poco comenzó a abrir su oído escuchando mas allá de la habitación, alcanzando a percibir las respiraciones de los hombres en el patio. Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco respiraciones diferentes.
Sigilosamente salió de su escondite y esperó hasta que alguno pasará de nuevo. Al verlo se precipito en su ataque por la espalda, pero su golpe fue desviado dejando solo una rasgadura en la piel de su contrincante dejándola expuesta y sin el factor sorpresa. La batalla cuerpo a cuerpo se hizo presente mientras dos hombres se acercaban por los costados apuntándola. El hombre frente a ella la sujetó del brazo a pesar de las espinas a lo que Donají reaccionó rápidamente girando su mano por detrás de su capturador aprisionándole su extremidad para después golpearla con tanta fuerza que la partió en dos. Ante el grito desgarrador del hombre los otros dos reaccionaron, el primer disparo fue esquivado protegiéndose con el cuerpo de su adversario, el segundo rozó la piel de Donají dejándole un gran ardor, aprisionando su dolor tensando su mandíbula para que este no escapara. Sintiendo que los hombres de abajo comenzaban a moverse hacia ella sacó el arma y disparó certeramente contra ambos.
-Uno, dos, tres... Cuatro- respiró profundamente contando las pisadas que se dirigían hacia ella.
Al verlos salir por las escaleras uno detrás del otro tomó su hoz y la lanzo impulsada por un torrente de aire degollando a tres de ellos mientras el cuarto apenas salía de las escaleras viendo incrustar el arma en la pared. al voltear a verla comenzó a disparar sin piedad agujerando las paredes mientras está corría agachada en dirección contraria buscando refugio.
Desde su frente dos hombres taparon su paso y aumentaron los disparos orillándola a saltar por el patio rodando por el primer piso hasta la seguridad de un pasillo vacío. Su respiración cada vez era más agitada, el dolor se volvía menos tolerable e incluso sus piernas comenzaban a temblar. El miedo estaba presente pero su irá y ganas de vivir eran mayor.
-Ahí está- señaló un hombre que salía de la cocina mientras Donají tomaba el arma y le disparaba en la cabeza.
-Cierra el puto hocico- exclamó furiosa mientras una gota de sudor escurría por su nariz.
Su receso no duró mucho pues el segundo otro hombre salió del mismo lugar disparando sin apuntar, dándole en la pantorrilla y haciéndola caer al suelo de dónde le disparó dos balas.
-Aaaah- gritó ante el dolor, -Sí esto fuera un trabajo pediría un aumento- bromeaba para si misma tratando de calmarse pues las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos.
En una gran inhalación reunió agua y cubrió sus heridas haciendo que estas dejaran de sangrar, y al exhalar se puso de pie y una vez más realizó su rastreo: la casa estaba completamente vacía.
La confusión de la joven se reflejó en su rostro mientras decidía qué hacer. El tiempo le faltó para pensar algo cuando comenzó a escuchar ruido fuera del lugar desde el patio trasero y el delantero. Inmediatamente corrió hacia el frente que estaba más cerca y al salir del lugar una ráfaga de balas fue lanzada hacia ella. Por instinto levanto un grueso muro de tierra comprimida frente a ella evitando que las balas le dieran, confundiendo y asombrando a todos los que presenciaron su acto.
- ¡Qué mierda!-.
Donají tomó el encendedor y lo prendió observando la pequeña flama mientras la tomaba en su mano haciéndola crecer ferozmente, llevándola al suelo donde la dividió y dirigió por ambos lados hasta los hombres incendiando sus ropas y a ellos. Los gritos de agonía inundaron el lugar mientras la joven salía de su escondite dirigiendo una bala al cuerpo de cada hombre.
Una nueva punzada apareció causándole mucho dolor. Una sensación horrible de una aguja atravesando su cerebro se asemejaba al infierno que vivía momentáneamente. Los gritos y el dolor ajeno la consumían por momentos, pero no pensaba darse por vencida.
La saliva chorreaba de su boca, las lágrimas brotaban de sus ojos y el dolor crecía con cada segundo haciendo brotar las venas de su cuerpo. De repente el sonido de un motor la trajo de vuelta a la realidad, pues de un costado de la casa dos camionetas planeaban escapar del lugar. Al enfocar su vista en los tripulantes por fin hizo contacto con su viejo objetivo. Sus miradas se reconocieron, sus cuerpos se estremecieron en rabia y ambos atacaron.
Juan tomó su arma y la disparó contra Donají mientras ella corría ferozmente contra él. Dos o tres balas rozaron su cuerpo, pero la adrenalina de la irá era más poderosa que el dolor en ese momento. En un rápido movimiento hizo que la tierra frente a ella y de bajo las camionetas se levantará a dos metros haciéndolos voltearse violentamente, con varios torrentes de aire saco a todos de los vehículos. Los que aún estaban consientes la atacaron cuerpo a cuerpo, pero ella corto sus gargantas sin pensarlo.
Juan apenas consciente trataba de salir de la camioneta volcada. Desabrochó su cinturón con mucho esfuerzo y se arrastró fuera clavándose algunos vidrios en el camino hasta que fue sujetado del cabello y levantado por la chica. Sus ojos se abrieron al ver su rostro lleno de irá y espinas, y sus ojos dejaron escapar una lágrima.
-Tuviste la oportunidad de iniciar de nuevo y la desaprovechaste regresando a mí- afirmó con seriedad la mujer frente a él.
-No me dejaste otra opción- afirmo el hombre desesperado.
-Descansa- finalizó cortando su cabeza en un rápido movimiento de su hoz.
La liberación aún no terminaba. Por fin se dirigió hasta el gran almacén en el patio trasero acabando con los pocos traficantes que quedaban mientras grababa todos sus movimientos con el celular de Juan, filmando a los animales cautivos mientras algunos cadáveres se asomaban en el cuadro. Al liberara a las criaturas sanas subió el video a las redes sociales que el celular tenía con el mensaje:
"Las vidas animales no son un negocio".
Para cuando llegó la policía la publicación ya era noticia.
La escena frente a ellos mostraba una pila de cadáveres sobre el mismo mensaje escrito con sangre en el suelo. Imagen que no solo quedó grabada en LA mentes de los oficiales, sino que se difundió por miles de personas generando muchas preguntas donde una resonaba más que las otras: ¿Quién había hecho eso?.
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