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Capítulo 14 Nuevo plan

-Me disculpo, pero debo retirarme, es una emergencia. Recupérate las horas mañana- exclamaba con una falsa tranquilidad mientras se cambiaba de ropa con Daniel en la puerta.

-No sé si estás en condiciones de irte Donají, deberías reposar- hablaba Daniel preocupado por lo acontecido.

-Estoy bien, en serio debo irme- afirmó firmemente parándose frente Daniel, -Con permiso- exclamó esperando que se moviera de la puerta para poder pasar.

-Bien, pero mándame mensaje cuando llegues a tu casa y márcame si ocupas algo, estaré pendiente del celular- ordenó sin más provocando una sonrisa tierna en la joven.

-Lo que usted ordene jefe- río con sus palabras y se marchó del lugar despidiéndose de todos como de costumbre.

Por primera vez no salió corriendo hacia cenote o en busca del Dios. Sujetó sus cosas con fuerza y comenzó a correr hacía el lugar del incendio buscando animales heridos y rastros de los traficantes.

El cielo se tornó gris y con los pasos de la joven la lluvia llegó al lugar, la tristeza se sentía en el ambiente, el dolor no se hizo esperar al igual que la irá. En minutos recorrió todo el lugar que ya estaba abandonado por la humanidad, algunos animales buscaban entre los restos a los suyos y otros se tiraban entre las cenizas mezcladas con la lluvia al ver los cadáveres calcinados. Toda esta situación carcomía el corazón de Donají que no podía evitar dejar salir sus lágrimas ante su tristeza y su rabia contenida, pero seguía de pie, limpiándose los ojos manteniéndose fuerte para cobrar la justicia que nunca estaba de su lado.

-Algunos de los suyos están bajo revisión médica, a salvo. Regresaran cuando estén mejor- exclamó para todos los ahí presentes en un silencio sepulcral, -Necesito su ayuda para encontrar a los culpables- pidió bajando su cabeza, -Necesito sus recuerdos y saber la dirección en la que se fueron- hablo con seriedad levantando la mirada a todos los presentes que solo la observaban quieta sin transmitirle nada, hasta que una guacamaya se hizo presente desde los cielos posicionándose en su hombro. Sus cabezas hicieron contacto y los recuerdos vividos de ese momento se hicieron presentes en la mente de Donají, las caras de los perpetradores eran claras al igual que la dirección que tomaron, pero encontrarlos con esa información no sería sencillo.

-Muchas gracias, ¡Pero aún necesito más información! - expreso altamente hacia todos los animales inertes mientras una lágrima rodaba por su mejilla llena de tristeza propia y miedo de los presentes.

Desde lo profundo de la selva un jaguar herido hizo presencia, su pelaje quemado dejaba ver enormes heridas en su piel a lo largo de todo su cuerpo. Lentamente se acercó a la joven que de la misma forma se arrodilló ante él para poder juntar sus cabezas y así recibir sus memorias, reviviendo de nuevo y conjuntamente una versión más dolorosa del acontecimiento: Animales corrían desesperadamente entre llamaradas enormes de fuego que parecía venir del mismísimo infierno hasta las garras del hombre que los esperaba al final de camino con sedantes, jaulas y transporte que los alejaría por siempre de su libertad, pues entre todos los seres de la selva se sabía que subir a uno de esos vehículos era despedirse de su vida. Una trampa montada a la perfección pensada sin escrúpulos que secuestró y asesinó animales y selva sin pensar en las consecuencias.

Al final del recuerdo la joven dio un profundo respiro grabando los olores de algunos de los cazadores inundando su alma y llenándola los peores sentimientos de todos los presentes que ya venían atormentándola lentamente.

-Como lo siento- susurro aun tocando al animal herido.

Una lágrima de nuevo rodó por su mejilla hasta sus manos donde recolectaba agua de los alrededores, y con un respiró profundo el agua se tinto de verde y comenzó a irradiar una luz apenas perceptible por el día. En un movimiento suave cubrió las heridas del puma con el liquido y espero pacientemente a que se absorbiera por la piel del animal.

-Listo- sonrió al finalizar el tratamiento poniéndose de pie, -Sí hay más animales heridos de gravedad díganlo en este momento... o llévelos con los humanos donde están los otros- informó firmemente preparándose para correr, -Regresare- finalizó con cierta rabia en su tono y comenzando a correr lejos del lugar en busca de las personas causantes de tal atroz acto. Su velocidad era increíble, su agilidad se notaba con cada paso que daba por la jungla y su deseo de justicia la llenaba de sentimientos que la impulsaba a seguir su camino.

El tiempo sobró para dar con los rastros de los traficantes, pues para el atardecer ya los ubicaba en la costa y les seguía los pasos de cerca, esperando el mejor momento para atacar.

Su forma humana no sería vista, su cuerpo adoptó la forma de una lagartija muy común en la zona con la cual siguió buscando los otros olores. Para la madrugada varios de estos estaban reunidos en una enorme casa en la costa, alejados de la ciudad que tan poca privacidad les daba.

Una pequeña fiesta se celebraba en el recinto, mujeres y hombres bailaban al son de cumbias alrededor de la alberca entre grandes cantidades de alcohol ingeridos y alguna que otra línea de coca, cigarros de marihuana y tachas. Una fiesta en la que la mayoría pasaba desapercibidos por el grado de inconciencia que tenían, a excepción de los que en ese momento trabajaban: mucamas, cocineros y la seguridad. Esta última sería el mayor peligro pues las cámaras de la casa podrían grabar cualquier cosa que ella hiciera por lo que fue su primer objetivo.

Donají entro a uno de los baños libres y se transformó en humana robando la ropa de una chica que tenía sexo en el mismo lugar. Peinó su cabello y con flores que hizo crecer en su palma se maquilló los ojos y sus labios, en un minuto estaba lista para entrar al lugar y analizar la situación, pensando seriamente quien sería su primera víctima mientras identificaba las diferentes cámaras y sus puntos ciegos.

En un gesto rápido ordenó a una cuántas hormigas del recinto cubrir discretamente las lentes que podrían grabar su rostro mientras ella se unía a la pista de baile olfateando a sus presas que yacían en un rincón carcajeándose y bebiendo tequila. Su plan no se hizo esperar y con la siguiente canción tomo a un hombre de los hombros y comenzó a bailar con él de frente en pasos exagerados que hacían llamar la atención de varios a su alrededor, entre ellos sus objetivos. La chica con media vuelta terminó de espaldas a su bailarín al ritmo de la música, estableciendo contacto con todos en esa mesa apartada regalándoles una sonrisa coqueta que escondía su irá contenida.

Cuando la canción terminó ya tenía la atención que necesitaba, con una cara de satisfacción se acercó a la barra para beber algo y al tomar asiento uno de los hombres que buscaba se sentó a su lado.

-Yo invito- ofreció amablemente con una enorme sonrisa que lo hacía ver amigable e inocente.

-Gracias que amable- agradeció hipócritamente el gesto para después beber su trago sin despegar la mirada del hombre al cual planeaba seducir. -Tienes unos ojos muy únicos sabes, no muchos tienen un lunar en ellos- expreso con falso asombro antes de beber de su vaso.

-Gracias, muy pocos se atreven a mirarme a los ojos- alardeo sonriente.

-Entonces ¿Debería dejar de verte? - pregunto Donají posando sus ojos verdes sobre los de él sin desviar ni un poco la mirada dejando una suave sonrisa encantadora a lo que el hombre solo río.

- ¿Te gustaría bailar? - preguntó confiado estirando su mano ante la chica.

-Lo siento, creo que me lastime un poco el tobillo- finalizó su oración con una sonrisa "nerviosa".

-Oh, lo lamento, ¿Quieres ir a un lugar más tranquilo a descansar? - pregunto con dobles intensiones mostrándose un poco preocupado.

-Me vendría bien-.

Sujetándose del brazo del hombre se fueron alejando del ruido de la fiesta hasta un jardín hermoso en el borde de un risco que daba a la playa, la poca luz dejaba ver un bello paisaje donde el mar era el protagonista y el viento su acompañante. Donají no sabía cómo actuar; matarlos a todos ahí levantaría una investigación por homicidio poniendo en riesgo su estancia, y las intenciones de sus muertes no serían reconocidas pues solo actuaría por venganza. Sin el mensaje los hombres seguirían llegando a la selva.

-Bellísimo ¿no? - preguntaba el hombre ante una joven dispersa en la inmensidad del paisaje.

-Sí, todo aquí lo es- respondió seriamente mientras seguía observando la inmensidad del mundo pensando como actuaría. -Me encantaría ver más- comento postrando sus ojos en los de él con una tierna sonrisa.

- ¿Más? ¿Qué te gustaría conocer? - cuestionaba sonriente mientras la tomaba de la cintura y deslizaba su otra mano por su mejilla.

- ¡Todo! - exclamó con emoción, -La selva, sus flores, árboles y animales- suspiro al final, -Los animales de aquí son hermoso- finalizó llena de emoción inocente que a su compañero cautivaba.

- ¿Quieres verlos? - preguntó en un murmullo al tenerla tan cerca, pues sus rostros seguían de frente y a centímetros uno del otro, observando sus labios que tanto deseaba besar.

-Me encantaría- respondió de igual forma, acortando los centímetros entre ellos hasta que el roce de sus labios se dio por fin formando un beso lleno de pasión entre caricias, que poco a poco subía de tono.

Tocarla era la mejor sensación, probarla el mejor sabor y escucharla un regalo auditivo que erizaba la piel de cualquiera. No es como si te pudieras resistir a ella, pues su deseo se volvía tuyo, su pasión te inundaba fuertemente como una ola en plena tormenta, su ferocidad era la necesaria para estar a sus pies y sus ojos eran la ventana al paraíso en el que deseas morir.

...

La mañana llegó y con ella la vida de esos hombres se mantenía, su plan era indagar sobre los animales capturados y liberarlos, esperando la siguiente vez que los traficantes fueran a la selva para asesinarlos.

-Buenos días hermosa, pensé que me dejarías por la madrugada- exclamaba su amante desde la cama, observando a la joven desnuda en el balcón disfrutando del viento.

-Lo iba a hacer, pero decidí esperar un poco más- exclamó mientras volteaba sonriente hacia él, -Realmente no sé como llegué aquí, así que no sé como irme- se reía mientras se acercaba a la cama.

-No te preocupes, veré qué alguien te lleve a la ciudad- la tranquilizó acercándose a ella, sujetándola nuevamente de la nuca, respirando su exhalación tan dulce que lo hacía presa de sus encantos hasta que tocaron la puerta.

-Siento la interrupción, pero te necesitamos- exclamó otro hombre entrando a la habitación, -Juan nos espera en el despacho- le informó mientras miraba a la chica. -Date prisa-.

El intruso salió de la habitación mientras el otro se cambiaba rápidamente.

-Debo irme. Si quieres baja a desayunar y cuando termine tal vez podamos divertirnos un rato más antes de que te vayas- hablo tomando la barbilla de Donají sonriente, dejando un beso en sus labios y marchándose.

En cuanto el hombre cerró la puerta el semblante de la joven cambio completamente, estaba furiosa y quería destrozar todo en ese lugar, pero se lo impedía siendo consciente de las consecuencias que podría provocar. Ya tenía un plan y debía seguirlo.

Tomó su ropa y en un minuto ya estaba fuera de la habitación buscando el despacho mientras las hormigas la ocultaban ante el paso de las cámaras. Escuchar no sería difícil por su buen oído, pero ser invisible no era parte de sus dones, en los pasillos pasaban esporádicamente las mucamas que no se sorprendían de ver una mujer extraña en la casa pero que sí sospecharían si esta está husmeando donde sus jefes.

-Disculpe, ¿el baño? - preguntó a una de ellas, que muy amablemente la dirigió a uno.

Donají puso el seguro, abrió la ventana y se transformó en un mosquito, permitiéndole revisar el lugar y llegar hasta el despacho al cual entro por una ventana posicionándose en lo más alto de un librero.

-No tuvimos ningún problema está vez, parece que la bruja desapareció- celebraba un extraño de gran masa corporal.

-Yo no estaría tan seguro- respondió el hombre con sombrero sentado en el escritorio, -Solo fue suerte-.

-Suerte o no, seguiremos trabajando. Debemos tener mejores formas de cazar sin arriesgarnos tanto, el incendio fue peligroso y llamativo, no creo que debamos volverlo a hacer- comentaba el amante de Donají.

-En eso concuerdo, entre más sigilosos seamos menos problemas tendremos ahora- exclamó el ensombrerado, -Por el momento debemos llevarnos la carga, así que alístense nos vamos- finalizó provocando la movilización de todos, incluyéndola pues debía volver al baño.

-Lo siento primo, tendrás que jugar otro día- se burlaban del amante en los pasillos mientras la chica estaba en la cocina comiendo un plátano riéndose del comentario.

El hombre solo resopló y camino hacia la cocina donde se encontró con su amante en la ventana observando el paisaje con un plátano a medio comer.

-Lo siento hermosa, no tendremos tiempo- exclamó el hombre sonriente desde el umbral de la puerta provocando que la joven sonriera igual y se acercara a él.

-Está bien, tal vez en otro momento- le respondió tomando su mejilla en su mano, regalándole una hermosa y reconfortante sonrisa mientras detrás de ellos el grupo de traficantes se abría paso hacia la puerta principal.

Donají observó de reojo su salida, abrazando a su amante para que esté no la viera hasta que el hombre del sombrero pasó robándose la atención de la chica que no se había percatado de que este iba en una silla de ruedas.

-Luis apúrate- le ordenó su jefe mientras salía.

-Debo irme, dile alguna de ellas que te pida un taxi- se despido soltando su abrazo y plantando un beso en su frente marchándose, -Déjame tu teléfono, ¡Adiós! -.

La chica lo siguió hasta la salida con una sonrisa, asomándose por la ventana y despidiéndose con la mano, hasta que en un segundo su falsa alegría se opacó y su cuerpo quedó congelado al ver el rostro del jefe en silla de ruedas, pues ese hombre se suponía había muerto tiempo atrás atrapado en una trampa para osos y ahora se encontraba a unos metros de ella, vivo y dirigiendo aún a los traficantes.

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