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Capítulo 11 El centro

El regreso al cenote fue duro pero entretenido gracias a sus habilidades aumentadas. El día había sido pesado, pero estaba dispuesta a seguir practicando para ir mejorando constantemente, la energía en ella fluía con entusiasmo y su alegría inundaba su alrededor, hasta que de repente una sensación de vacío la abordó al percatarse de que el cenote yacía vacío dejándole una amargura en su garganta y confusión en sus pensamientos.
Desde lo alto una guacamaya descendía por el centro del cenote hacía ella, posándose en su hombro mientras la joven la acariciaba.

-Mensaje para la Itzia; mensaje para la Itzia- repetía el ave escandalosamente provocando la ternura en la joven, -Hoy entrenaras por tu cuenta, práctica todas tus habilidades- finalizaba el comunicado frotando su cabeza con el cabello de la joven sacándole una sonrisa para después salir volando, dejando a Donají sola algo desanimada, perdida en su sentimiento desagradable hasta que un ruido extraño fue percibido por su oído.

Rápida y sigilosamente la joven comenzó a correr hacía el lugar de donde provenía el sonido que aumentaba poco a poco permitiéndole escuchar voces alertándola inmediatamente provocando un poco de pánico en ella pues sus habilidades aún no eran dominadas siendo imposible enfrentarse a los cazadores como anteriormente había hecho.

La joven comenzó a desvestirse con cada paso que daba haciendo crecer enredaderas florales alrededor de su cuerpo junto con flores hermosas a lo largo de su cabello para después cubrirse con algo de lodo buscando esconder su identidad mientras sus dientes parecían afiliarse y sus uñas comenzaban a crecer transformándose inconscientemente en garras largas y negras dejando ver una chica salvaje lista para atacar a quien tuviera enfrente.

Poco a poco se acercó silenciosamente hasta el lugar de donde provenían los sonidos pudiendo visualizar una silueta inquieta que se asomaban en un enorme hoyo.

-Tranquilo te sacaré de ahí en un segundo- gritaba este completamente alterado.

-Solo date prisa, ve por ayuda o algo porque no puedo moverme- vociferaba desde dentro otro hombre.

Donají solo se limitaba a observar y escuchar al duo para determinar si eran un peligro o no, dejándola inquieta ante un posible enfrentamiento que no sabría si ganaría, generando pensamientos inquietantes que le motivaban a arrojar a ese hombre al hoyo sin darle la oportunidad de reaccionar, pero algo dentro de si le decía que sí solo eran exploradores perdidos generaría daños innecesarios.

-No te voy a dejar aquí, trataré de sacarte solo dame un momento- sollozaba el hombre desde arriba mientras buscaba desesperadamente en su mochila cuerda para sacarlo.

-No te quiero desanimar, pero tengo la pierna rota, incluso si me sacarás sería muy difícil regresar- exclamaba otro hombre entre risas nerviosas. -Deberías ir por ayuda, no creo que te pierdas- comentaba seriamente mientras comenzaba a llorar ligeramente por el dolor.

-No me iré sin intentar sacarte Julián- expresaba su compañero seriamente mientras arrojaba la cuerda dentro del agujero a unos metros del suelo provocando que el hombre de abajo tratara de moverse, pero el dolor podía más.

-Lo siento, pero no puedo moverme... además la cuerda es muy corta y solo la alcanzaría saltando- gritaba Julián desde dentro.

-Mierda- bufaba el otro, -Creo que si tendré que ir por ayuda- hablaba furioso sin poder pensar alguna otra forma de sacarlo.

-Te escuché- le gritó Julián riendo, -Ve con cuidado, no me moveré de aquí ja- Bromeaba.

-Eres un maldito infeliz- se escuchaba reían desde afuera, -No tardaré, lo prometo-.

El hombre salió disparado por dónde habían llegado dejando al otro dentro del agujero de dónde se escuchaban sollozos llenos de tristeza y miedo que hacían temblar un poco a la joven pues eran los mismos sentimientos que los animales le transmitían cuando eran cazados, poniendo en duda si debería ayudar o no.

- ¡Maldita sea! - gritaba Julián con enfado provocando la curiosidad de la joven que comenzaba a acercarse sigilosamente para no ser percibida. -Lo lamento Eduardo, ya no quería causar problemas- susurraba llorando, tirándose hacia atrás para quedar viendo el cielo sin poder hacer algo más; -Como lo siento- cerro sus ojos causando preocupación en la chica que lo observaba desde arriba.

~No no no no no, no te duermas, mierda despierta~ se repetía mentalmente debatiéndose si bajar y ayudarlo, provocando un vacío en su pecho que hacía crecer sus enredaderas desde lo profundo de su cuerpo.

Con un gran suspiro decidió bajar de un salto hasta el hombre. Sus pies ligeros evitaron generar algún ruido mientras se dirigía hacía Julián para revisarle los signos vitales dándose cuenta de que seguía vivo y así dirigir su atención al principal problema, las heridas del hombre que causaban su inconciencia, observando una pierna rota de la que sobresalía el hueso sin perforar la piel, un tobillo hinchado y diversas heridas en todo el cuerpo que no explicaban la sangre que había en el suelo. Al ver toda la situación por fin se decidió que ayudaría, tomando la pierna del hombre entre sus dos manos y disculpándose mentalmente por el dolor que produciría, pues en un solo movimiento acomodó el hueso provocando que Julián se despertara en un enorme grito sin poder enfocar lo que alcanzaba a percibir pues se sentía mareado y agotado. Donají comenzó a reunir agua para lavar las heridas que alcanzaba a percibir, pero aun notaba al hombre ido por lo que comenzó a moverlo en busca de la herida que dejaba escapar tanta sangre percatándose de que el hombre se había perforado con una roca debajo del glúteo de la pierna rota.

~Oh mierda~ maldijo en sus pensamientos, -Mierda, mierda mierda-.

Se le notaba alterada pues no sabía qué hacer para parar la hemorragia.
Tomo agua entre sus manos y la alzó sobre su cabeza agachada hacia la luna pidiendo que la volviera agua curativa en un intento desesperado por hacer algo, pero sin obtener algún resultado de la diosa.

- ¿Y ahora qué hago? - se preguntaba triste mientras rompía la playera de Julián para hacer un torniquete.

-Mamá no llores, viví bien- comentaba el hombre que había despertado inesperadamente, -Solo dile a Eduardo que lamento no haber pasado más tiempo con él- expreso tranquilamente con un intento de sonrisa para después quedar inconsciente de nuevo aumentando la preocupación de la joven a la cual se le escapó una lágrima que cayó sobre la burbuja de agua que tenía sobre sus piernas iluminándola de un color verde ligero, causando un gran asombro en ella misma pues era algo que nunca había visto.

Sin pensarlo dos veces dirigió con sus manos el agua hasta la herida donde la dejo por unos minutos hasta que el agua comenzó a perder la luz verde que irradiaba deteniendo el sangrado, inmediatamente busco con que cubrir la herida colocando un vendaje improvisado con la tela que encontró.

-Esperemos que eso sirva de algo- musitó entre suspiros pensando como lo sacaría del lugar sin provocar un alboroto observando el lugar completamente.

Donají comenzó a crear algunas escaleras pegadas a la pared del hoyo mientras se cargaba al hombre sobre su espalda y hombros, y así empezar a caminar a paso normal hacia las escaleras las cuales al ir subiendo iba desapareciendo los escalones de detrás mientras frente a ella creaba otros nuevos permitiéndoles salir del agujero al mismo tiempo que desaparecía su creación.

El bosque estaba tranquilo y silencioso, sin peligros en el rango de percepción de Donají por lo que inicio su caminata cargando a Julián hacia donde su compañero se había ido estando atenta en caso de que el otro hombre regresara. El camino no era pesado para alguien que ya lo había recorrido en diversas ocasiones; la luna iluminaba un poco la oscuridad de la noche sin ser un problema para la chica pues podía ver claramente por dónde caminaba y hacia donde se dirigía, preocupándose únicamente de que aparecieran traficantes a los que debería enfrentarse o que el hombre la viera y reconociera cuando caminara por los pueblos esparciendo su identidad.

~Debo apresurarme~ pensaba insistentemente mientras caminaba, ~debo apresurarme en mejorar. Tengo que obtener ese poder y proteger a los que necesitan ser protegidos. No puedo vivir con miedo y que esté me detenga~ exclamaba mentalmente frunciendo su ceño mientras recordaba las sensaciones satisfactorias que ayudar le causaba, motivándola a seguir practicando y ser más fuerte para cuando Yum ya no estuviera a su lado.

Los minutos pasaron mientras la joven corría velozmente por la selva provocando luego de varios minutos que las sacudidas despertarán al hombre de su trance.

- ¡Qué demonios! - exclamó al sentir que estaba siendo cargado provocando que Donají lo dejara caer fuertemente mientras se escondía en un enorme arbusto. - ¿Quién eres? ¿A dónde me llevabas? - cuestionaba temeroso mientras se arrastraba hacia atrás sin nadie que le respondiera observando por unos segundos fijamente el arbusto que escondía a algo que no había alcanzado a ver y que parecía no dar señales, hasta que de este se asomó una mano de largas garras negras que apuntaban en dirección a donde se dirigían aumentando el miedo del hombre que no entendía lo que pasaba.

-Eduardo- expreso Donají dirigiéndolo en la dirección en la que el pueblo más cercano se encontraba y a dónde sospechaba estaría su compañero.

La mano regreso al arbusto mientras una neblina comenzó a aparecer invocada por la joven para que el hombre no pudiera ver su cara pues aún no podía transformarse a voluntad.

- ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? - seguía cuestionando desde el suelo sin poder moverse del miedo sintiendo su respiración agitada.

-Ayudarte- expreso con tranquilidad respirando profundamente mientras trataba de transformarse en la mujer emplumada sin poder lograrlo.

-Pero ¿por qué? - preguntaba más relajado.

-Porque necesitabas ayuda, así que te ayudé. Ahora dime qué no eres una mala persona y que no debo de matarte- exclamaba frustrada por no transformarse preocupando al hombre que no sabía que responder.

-Y-yo, no lo sé; nunca he matado o dañado a alguien a propósito... pero tampoco soy perfecto- agachaba la cabeza mientras hablaba.

-Nadie lo es, pero podemos tratar de ser mejores- expresaba Donají tranquila mientras salía del arbusto mostrando ante el hombre la figura de una mujer emplumada apenas perceptible por la neblina, pero de gran impacto a la vista. - ¿Listo para ir a casa? - preguntaba tendiéndole la mano para levantarlo.

Con una tranquilidad inexplicable Julián tomo la mano de la mujer la cual lo jalo hacia ella cargándolo entre su brazos sin ningún problema a pesar de que él era más grande que ella, para después correr velozmente entre la maleza que parecía abrir el paso ante ellos, asombrando al hombre mientras una sensación de vacío y emoción llenaba su estómago parecida a la que producían los columpios cuando se subía de niño, sacándole una enorme sonrisa al darse cuenta de lo indescriptible y fantástico que era esa situación.
Sin darse cuenta ya se encontraban a metros del pueblo cerca de la carretera.

-Hasta aquí llego yo- le comentaba la mujer mientras lo bajaba de sus brazos, -voy a tener que pedirte que guardes mi secreto lo mejor posible- comentaba muy sería mientras se introducía a la selva, -Sé que cuando estés en el pueblo te bombardearan con preguntas por lo que te pido que finjas amnesia- se detuvo mirándolo de reojo, -Si no es suficiente menciona que una criatura emplumada te dejo cerca de la carretera y que no pudiste ver nada más por estar inconsciente- comento para seguir su camino, alejándose cada vez más sin mirar atrás.

-Ah- exclamó al darse cuenta de que ya no estaba, - ¡Gracias! Haré mi mejor esfuerzo- grito con mucha emoción mientras trataba de recordar lo que había pasado, pero realmente no tenía idea de lo sucedido.

El hombre comenzó a arrastrarse hasta la carretera mientras una enorme sensación de felicidad lo abordaba por tener una oportunidad de vivir, sin embargo los minutos se iban acumulando en la espera ser encontrado pues la mayoría al verlo sucio, harapiento y sentado en el suelo lo ignoraban, mientras que otros se acercaban a observar para después irse sin hacer algo o preguntar por su situación, sin saber que no podía caminar por si solo, aumentando su angustia con cada carro y camioneta que pasaba a su costado volviendo esos minutos en los más dolorosos de su vida pues la impotencia le consumía sin poder moverse.

-Eduardo ¡¿Dónde estás?! - grito a todo pulmón suplicando que esté lo encontrará mientras miraba entre lágrimas y a la distancia el pueblo.

- ¿Que te paso joven? - preguntaba exaltado un hombre de edad avanzada que bajaba rápidamente de su carreta.

- ¡Ayúdeme por favor¡ Tengo la pierna fracturada y no puedo caminar, necesito ir al doctor- pedía angustiado pero aliviado de que por fin alguien le hiciera caso.

El señor con mucho esfuerzo levantó al hombre cubierto de lodo y sangre, juntos lograron que esté se subiera a la carreta para encaminarse al pueblo donde esperaba encontrar a su hermano mayor.

Durante el resto de la noche se podía observar a una mujer meditando en medio de la oscuridad nocturna, buscando enlazarse con la fuente de energía natural que la rodeaba y hacia funcionar el mundo, tratando inundarse de ella y que está la aceptara como digna portadora de su fuerza y poder, pero nada pasaba nada pues durante las horas que la mujer llevaba meditando nada fuera de la cotidianidad de la noche sucedía.

El amanecer llegó finalizando la meditación de la joven que se dispuso a tomar un baño en el cenote antes de irse al refugio. El agua estaba fría, los pensamientos de la joven confusos y su ser triste y angustiado recordando las palabras de Yum: -La energía llegará a ti cuando estés lista, pero esto no significa que dejes de buscarla-. Sabía que no debía rendirse, sabía que el camino no sería fácil, ella sabía que debía dar todo en lo que hacía pero un sentimiento la invadía desde lo profundo de su cuerpo haciéndola sentir un completo fracaso, un completo fracaso que no se daría por vencido aun, así que salió de su baño, se vistió y comenzó a correr velozmente hasta el pueblo donde se suponía vivía.
Entro a su cuarto y se cambió en un minuto, tomo su mochila y salió corriendo de nuevo llena de entusiasmo, miedo y cansancio hacia el refugio llegando justo a tiempo para checar su entrada, saludando a todos como de costumbre con una amable sonrisa, preparada para cualquiera que fuesen sus actividades.

-Justo a tiempo- le expresaba José sonriente, -Pensé que de nuevo llegarías tarde- reía amistoso.

-Pues pensaste mal, aquí estoy lista para recoger excremento si es necesario- le respondía la joven sonriente mientras se cambiaba.

-Buenos días a todos. Cómo algunos saben hoy tenemos la liberación de la pareja de tortugas, así que algunos de ustedes irán como apoyo- informaba Daniel entusiasta, -los demás se quedarán a hacer sus tareas con normalidad y cuando lleguen los otros continuarán en las tareas que hagan falta- expresaba firme y sonriente.

- ¿Ya tiene la lista de quienes apoyaran en la liberación? - preguntaba un ansioso José que esperaba ser parte de ese grupo.

-Claro, los nombres están en el tablero. En cuanto terminen de cambiarse podrán revisarlos- exclamó finalizando el comunicado.

Inmediatamente todos se cambiaron y comenzaron a tratar de cruzar por la puerta pero debido a la prisa varios quedaron amontonados en el paso sin que nadie atravesará el umbral, provocando la risa de los más pacientes que esperaban desde atrás librarse del caos.
Donají después de reírse decide ayudar lanzando una pequeña pero poderosa corriente de aire detrás de ellos, provocando que los montoneros cayeran al suelo frente a la puerta, levantándose rápidamente hacía el tablero para buscar sus nombres. La lista no era tan larga como todos quisieran, pero tenía a las personas suficientes para cumplir el trabajo, dejando a Donají entre ellas, alegrándola aún más.

-Qué suerte tienen las que no se bañan- reía José a su lado.

-Para tu información me bañé en la mañana, así que el mugroso has de ser tú- se reía con él.

-Probablemente sí porque me toca grabar- hablaba victorioso mientras bailaba ridículamente en su lugar aumentando las risas.

-Bueno me voy a revisar las tortugas; espero no te tropieces con la cámara en la liberación- hablaba sonriente mientras se dirigía a las piscinas.

-Ja ja muy graciosa- alzaba la voz algo nervioso tratando de hacerse el indignado, -Por cierto, escuché que hoy sirven chilaquiles así que no hay que tardarnos- le comentaba de lejos mientras ambos se retiraban del lugar para preparase.

Las piscinas no estaban lejos de los vestidores por lo que llegó rápidamente observando si alguien más estaba con ella, pero no era así. Al darse cuenta de que estaba sola comenzó a hablar con las tortugas para explicarles lo que pasaría y disminuir su estrés y motivarlas a vivir libres en la extensión del mar, sin percatarse que desde lejos alguien la observaba enternecidamente pues parecía la escena tierna de una niña hablándole a las peceras esperando que las criaturas le contesten, o al menos eso pensaba Daniel que acababa de llegar al lugar deteniéndose a observar tan mona escena.

- ¿Ya están listas para salir? - le preguntaba serenamente regalándole una sonrisa a la sorprendida Donají.

-Algún día matarás a alguien si te sigues apareciendo así- le expresaba nerviosa mirando las tortugas pensando que debía estar más alerta como en la selva.

-Me disculpo, ¿debería hacer sonar mis pasos al entrar? - se reía ante su comentario.

-Sí, ya mínimo- reía pequeñamente sin voltear a verlo, dejando pensante al hombre detrás que estaba esperando ver su rostro, por lo que al no ver indicios de que voltearía decidió colocarse a un lado de ella observando la piscina como la chica y luego el rostro de perfil de la joven sería, situación que le ocasionó esbozar una sonrisa.

El día fue hermoso, la liberación procedió sin complicaciones, los chilaquiles estuvieron buenísimos y las tareas se terminaron a tiempo para el cierre del turno, dejando ver en un momento varias personas despidiéndose y tomando su transporte a casa para descansar mientras otros apenas se estaban cambiando, entre ellos Donají.

-Bueno descansen compañeros nos vemos el lunes, menos tu gatita- se despedía José dirigiéndose al final a una Donají sonriente, -a ti te veo el martes, ¡Buena noche! - finalizó agitando su mano mientras caminaba.

A los segundos los demás comenzaron a despedirse entre ellos Lara que se mostraba nerviosa y apenada ante la presencia de la joven.

-Descansen, nos vemos luego- se despedía ante sus compañeros que ya se iban dejándola sola en el cuarto mientras ella se cepillaba los dientes antes de irse.

-Lávatelos bien eh, que queden bien limpios- le expresaba un sonriente Daniel desde el umbral de la puerta que se reflejaba en el espejo frente a ella.

-Claro, por qué los lavaría mal a propósito- exclamaba burlona mientras el hombre entraba al cuarto.

- ¿Aun te pongo nerviosa? - cuestionaba Daniel posicionándose detrás de ella, colocando su cabeza en su cuello, rodeándola con sus brazos, dejando ver un cálido abrazo que paralizó a la joven por unos segundos. -Lo siento, pero necesitaba un abrazo- expreso con un tono algo triste.

Últimamente el comportamiento de Daniel era diferente, sonriente y luego melancólico dejando de lado su antiguo lado arrogante que tanto la decepcionó anteriormente, provocando algo de confusión en la joven que suponía algo malo había pasado.

- ¿Qué sucede Daniel? Estás actuando algo raro- le expresaba con un poco de preocupación por su comportamiento.

-Otro día te cuento, hoy solo quiero un abrazo digno de recordar por días- comentaba entre suspiros apretando ligeramente su agarre como si no quisiera que acabará, transmitiéndole dolor a la joven, un dolor emocional fuerte a lo cual no le encontraba razón, pero no preguntaría más pues respetaba su decisión.

-Bien- susurro dándose la vuelta para abrazarlo fuerte y delicadamente, activando su don para darle tranquilidad.

Los minutos pasaron dejando terminar el abrazo, despidiéndose y tomando cada quien su camino, dejando ver a una joven de regreso al bosque esperando que su maestro estuviera ahí ansiando su regreso como costumbre, pero de nuevo no se encontraba. Donají continúo con su proceso de meditación hasta altas horas de la madrugada donde cayó rendida ante el cansancio quedando dormida en medio de la selva fría, interrumpiendo su búsqueda de la energía que alimentaría su centro.

A las horas de haberse dormido por fin despertó con una calidez increíble debido al pelaje de jaguares que decidieron acostarse con ella dándole su calor en una noche helada.
El sol aún no hacia presencia en el cielo, pero este comenzaba a iluminarse, y al igual que ella los jaguares se despertaban listos para seguir su camino. La chica agradeció su gesto mientras se despedían entre caricias tiernas y emprendió su día a día.

Así pasó una semana sin poder obtener la energía que tanto deseaba encontrar, haciendo que los sentimientos de tristeza y angustia regresaran y se intensificarán poco a poco en su cabeza debido a la ausencia de Yum y el sentimiento de abandono del cual no podía despegarse, rondando obsesivamente por su pensamiento la sensación de haber fracasado.

- ¿Sucede algo Donají? - preguntaba Daniel ante una chica ausente que miraba su comida fijamente. - ¿Donají? - le tocaba el hombro para llamar si atención.

- ¿Ah? - exclamaba confundida mirando la cara de su supervisor y nuevo amigo. -Lo siento estaba pensando- reía nerviosa ante Daniel.

- ¿Segura? - preguntaba un poco insistente, a lo que Donají solo asentía.

-Tranquilo estoy bien- comentó con una sonrisa mientras se levantaba de su lugar, -hablamos luego- se despidió llevándose su bandeja y sus pensamientos lejos de otros.

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