-¿Qué...?

-Eso.

-James, yo...

-¿Sí?

Los ojos llenos de esperanza de James me duelen. Mierda, ¿qué hago ahora?

-Es que...

-Oye, no te preocupes. Di lo que tengas que decir.

-Pues... No quiero hacerte daño, pero... Es que voy a casarme con Lars.

Se ha empezado a reír. No lo entiendo.

-¿Vas a casarte con 21 años?

-Sí.

-Bueno, de todas formas era broma.

-¿Qué?

-Eso, que era broma. Bueno, yo me voy.

¿Broma?

-James, espera.

-Dim... ¿P-por qué me abrazas?

-Lo siento.

-¿Por q-qué?

-Es la risa más falsa que he oído nunca.

-Lo sé... Pero no... No pasa nada... Estoy bien...

-No quiero que esto afecte a nuestra amistad.

-Ni yo...

Es de mis mejores amigos y no quiero hacerle daño, pero es que yo quiero a Lars. Ay, James, ¿qué voy a hacer ahora contigo?

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*Golpes en la puerta*

-¿Qué quieres?

-Lars, soy Carmen.

-Pasa.

-Ese sofá es incómodo. ¿Puedo dormir contigo?

-Si vienes a dormir, vete.

-¡Lars!

-Es broma. Claro que puedes. De hecho debes.

-Guay. Pero cierto es que no vengo a dormir.

Los polvos de reconciliación son de lo mejor que hay. Al menos para mí. Además, es la primera vez que lo hacemos estando prometidos. Es... ¿Especial? Supongo.

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No puedo dormir. No dejo de darle vueltas a lo que me dijo James. Qué manía tiene la gente con confundirme.

-Carmen, ¿por qué no te duermes?

-No puedo.

-¿Te pasa algo?

-¿Sabes esas veces que te cuentan algo y te quedas pensando qué hacer?

-Sí.

-Pues eso.

-¿Y qué ha pasado?

-No sé si te lo puedo contar.

-Al menos dime quién te lo ha dicho o qué ha dicho.

-Le gusto a alguien.

-A James, ¿verdad?

-¿Cómo?

-Me lo contó. Por eso nos peleamos.

-Vaya, yo...

-Tranquila. Hablamos mañana de esto.

-Está bien... Hasta mañana.

-Hasta mañana.