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01

Por fin había llegado a la casa luego de un día bastante estresante, la profesora que les explicaría cómo abrir un maldito cuerpo no se encontraba ahí y tuvo que ir a buscarla, pero no se encontraba en ninguna parte hasta que abrió la puerta del que presuntamente era su salón y la encontró entre las piernas de uno de sus compañeros más repulsivos de todos.

Lo peor de todo es que ella fue la que se ganó el insulto y algunas burlas de sus compañeros de clase, si ya tenía suficiente con que se le hiciera tarde para llegar a la cena que tenía con su nueva compañera con la que debía convivir y tener una dormida radiante todo el día, como esta la tenía, debía pasarla bien y sentirse bien como para sonreír.

Gimió cansada antes de meter la llave en la cerradura y abrir la puerta, una hora tarde y se veía que no había absolutamente nadie en la casa todo estaba en silencio, uno que daba un poco de miedo pero tranquilo.

Lentamente dejó el bolso en el sillón siempre hacia en su antiguo departamento y cerró la puerta, no le gustaba hacer mucho ruido porque creía que no le gustaba a su nueva compañera.

Chou Tzuyu, la chica que la recibió con los brazos abiertos y una enorme sonrisa, que parecía ser la mejor persona que existía en el mundo, además de la más hermosa que había visto, logró ganarse su corazón super rápido pero en cuanto a amistad.

No es que se enamoró de ésta solo con verla, eso solo pasaba en las películas domingueras.

Entre cerró los ojos y miró en dirección a la habitación de ésta, parecía que había alguien ahí era la única luz encendida y se escuchaban ruidos que ella no podía descifrar de tan lejos, quiso acercarse pero recordó que tenía prohibido hacerlo.

La rubia le dijo que si pensaba en entrar a esa habitación tendría que irse automáticamente de la casa si es que no quería sufrir las consecuencias, eso no le quitaba la curiosidad pero si lograba moverle algo en el pecho, un miedo que se estaba volviendo incómodo de sentir.

Mordió su labio inferior y se acercó sigilosamente hasta que logró posar la mano en la perilla, justo cuando estaba a punto de abrir alguien tocó su hombro y grito, tan fuerte que la persona que lo hizo tuvo que taparse los oídos y decirle que se callará porque de seguro los vecinos se quedarían por su alboroto.

── Pero que susto me acabas de dar ──, La rubia frunció el ceño y sonrió un poco, se veía enojada pero aquella sonrisa grande lograba desviar la atención de su mirada fría.── Es que me confundí de puerta ──. Lo primero que se le ocurría era excusarse frente a alguien que la había visto estar a punto de cometer la primera y última infracción en esa casa.

Era lo único que Tzuyu le había pedido, no entrar a su habitación hasta le permitió que llevara chicos a lo que ella rió y corrigió, porque no le gustaba el sexo opuesto y nunca se sintió atraída hacia ellos.

── Tú puerta está ahí ──. Señaló la última puerta del pasillo, tragó saliva y sonrió quería pasar desapercibida y que todo estuviera bien, como si fuera una pequeña confusión de la que deberían reírse por horas y luego hablar de ello como dos personas mayores de dieciocho años.── Sana yo te dije que no entraras a mi habitación de noche ──. Bajó la mirada apenada, de seguro la sacaría de su casa y ella no tendría a donde ir, era una completa idiota.

Ambas se quedaron mirando por unos interminables segundos que parecían décadas hasta que Tzuyu se fue hacia la cocina, tal vez para reflexionar por lo que acababa de suceder pero no quería estar solaz todo estaba oscuro y no entendía el por que así que salió corriendo y entró a su habitación.

Esta si estaba iluminada y pudo tranquilizarse al estar en una zona en la que ella podía decir que era suya, pero aún ahí no podía olvidar lo que sucedió, Tzuyu estaba enojada y no le gustaba que lo esté porque le da un poco de miedo.

De la nada sus ojos comenzaron a pesar y se cuestionó si debía dormir o no, en cuestión de segundos ese debate mental tuvo su fin cuando se quedó dormida.

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El suave sonido de una canción hizo que abriera los ojos, le dolía un poco la cabeza pero nada que una pastilla no solucione, no se había ido a duchar y mucho menos comer ya que no quería molestar a Tzuyu quien de seguro seguía en la cocina pensando en todo, lo que no la lograba tranquilizar era la música.

Se escuchaba lejos pero a la vez cerca, como si alguien dentro de la casa la estuviera escuchando, bostezó y logró recuperar la movilidad de sus piernas.

Quería seguir durmiendo pero le parecía imposible hacerlo, cada que cerraba los ojos la música subía y volvía a bajar, no lograba entender lo que le sucedía a su cerebro pero de verdad quería saber qué pasaba.

Nunca había tenido esa necesidad de mirar a los demás y mucho menos a una compañera pero ahora quería saber qué era lo que Tzuyu tanto ocultaba en esa habitación, había pasado una semana y no lograba llegar con facilidad, cada que trataba de abrir la puerta ya estaba ahí detrás suyo mirándola de brazos cruzados.

Había perdido la cuenta de las veces en las que la amenazó con sacarla de la casa pero por alguna razón no lo hizo, no sabía si era a la primera chica que le hacía eso pero se sentía un tanto feliz de que la aguantara por tanto tiempo sin agarrar las maletas y sacarla de su departamento.

Al no poder descansar como se debía se levantó de la cama un poco enojada porque una de las condiciones era no escuchar música en la madrugada para no interrumpir el sueño de la otra, al salir de la habitación la música se detuvo abruptamente.

Confundida se acercó a la habitación y esta tenía la puerta entre abierta como invitándola a entrar, por un momento trató de convencerse de que no era eso, tal vez se había quedado dormida con la puerta entre abierta o tenía cuerpos en su habitación, puede que le haya mentido con ser estudiante de veterinaria y en realidad es una asesina en serie que oculta los cadáveres en su habitación.

Negó tratando de aguantar la risa, eso no odia ser cierto era imposible y parecía que estaba loca, ¿Como podía pensar eso?. Rodó los ojos y fue hacia la cocina en donde tomó un poco de agua fría, tanto que sus dientes dolieron un poco al igual que su cabeza.

── ¿Qué? ──. Un pequeño sonido, como un murmullo que se extendía por unos segundos salió de la habitación, lo que más la impacto fue el chirrido de la madera de la cama y ésta parecía que impacta contra algo.

Tragó saliva con lentitud antes de dejar el vaso en su lugar y dirigirse hacia la habitación "prohibida", con pasos firmes pero silencioso se adentro por el pasillo hasta que llegó a la puerta, cerró un ojo y con el otro logró observar que toda las luces eran de color azul intenso, le dolía un poco la cabeza verlas directamente así que movió un poco la mirada.

Sus cejas se fruncieron y su quijada casi cae al suelo al ver a su muy adorable roomate de piernas abiertas, los dedos de la menor se movían dentro suyo como una máquina y gemía super bajo, tal vez por eso estaba la música para amortiguar esos pequeños sonidos.

Sintió una fuerte incomodidad en su vientre bajo al verla así, se sentía una fisgona pero le una parte de ella no quería alejarse de ese lugar, le encantaba ver cómo se retorcía y apretaba las piernas── Sana ──Se quedó fría, sabía que estaba ahí de eso seguro y ahora le tocaría dormir con los perros de la calle.

Pero no fue así, había sido un gemido lo que escuchó no un grito o reclamo por estar mirándola a escondidas, y de la nada luego de un pequeño chillido bastante largo se sentó rascando sus ojos volviendo a ser adorable, eso le dio un poco de miedo.

Como pudo salió corriendo hasta su habitación porque no quería que saliera y la viera ahí, caminando por toda la casa como si no supiera nada de lo que acababa de pasar, se lanzó a la cama y cubrió parte de su cuerpo, no completo para poder estar en guardia al momento de que entrará.

Su puerta se abrió un poco dando paso a Chou quien la miró, ella permanecía con los ojos cerrados con un miedo enorme de que la descubriera, no había calor pero sentía su cuerpo en llamas tanto que pequeñas gotas de sudor se formaron en su frente── Dulces sueños ──Dijo antes de apagarle la luz.

Seguro la había visto.

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