7
—No, no te pasa nada. Te estás recuperando de maravilla.
La doctora Sheila Pollack sonrió a Liam mientras él se sentaba en la camilla, cubriéndose con una sábana amarilla. Había ido a una revisión de rutina.
—¿Es normal que me siga poniendo tan sentimental?
Sheila se encogió de hombros. —A veces esas cosas suceden —Sheila se quitó los guantes de goma y los echó a la papelera—. Puede ser porque las hormonas se vuelven locas, intentando nivelarse tras el parto, o la tensión.
Sheila miró a Liam atentamente. Entre ellos había más que una simple relación médico—paciente que duraba ya varios años. Liam también le había vendido a Sheila la casa donde vivía. Con el transcurso del tiempo, se habían reunido para platicar en alguna ocasión. Y aunque sólo les separaban unos pocos años, Sheila tenía sentimientos maternos hacia Liam. Bajo el muchacho independiente, veía a un muchacho vulnerable. Imaginó el origen del nerviosismo de Liam. La tristeza en su voz alertó a Sheila. Dejó el bolígrafo y lo miró.
—¿Tienes algo más en la cabeza? ¿Quieres hablar? —cerró su historial y se lo metió bajo el brazo—. Esta mañana la tengo ocupada, pero podríamos vernos después de las cinco para tomar el té.
Liam negó con la cabeza. Sheila no podía ayudarlo en su problema. Era algo que tendría que solucionar solo. Se bajó de la camilla, aún envuelto en la sábana.
—No, estoy bien. De verdad.
Sheila nunca había insistido.—Bien, estoy aquí si cambias de opinión —le dio a Liam un abrazo y sintió su tensión—. Las cosas siempre se solucionan. Relájate y todo irá bien.
Liam asintió. Ese era el problema. No podía relajarse mientras estuviera cerca de Zayn. No cuando sabía que se marcharía de nuevo. Sheila se marchó y lo dejó para que se vistiera. Liam se recordó que lo importante era Dereck. Recordó también que debía pasar a comprar más leche.
Zayn se puso de pie en cuanto oyó la llave en la puerta, y dejó el periódico en el sofá. No lo había leído realmente, ya que había estado preocupado por Liam, que había ido al médico. —¿Qué te ha dicho?
Liam se sobresaltó cuando Zayn le cerró la puerta. No había esperado que estuviera justo ahí. —Dice que puedo volver a trabajar si quiero.
Liam se quitó los zapatos, dejó su bolso en la mesa bajo el espejo y entró en el salón. Zayn le tomó la bolsa de leche de la mano y la llevó a la cocina.—¿Y quieres?
Cansado, se sentó en el sofá y apoyó los pies en la mesita. —No es cuestión de querer. Tengo que ganarme la vida.
Zayn cerró la despensa y volvió al salón.
—¿Y qué hay de Steven? ¿Qué hay de sus obligaciones?
—No quiero que se sienta obligado por nada.
Zayn se sentó en el sofá, se cruzó de brazos y estudió su expresión.—Parece que hay problemas.
Liam estaba tan cansado que no podía enfadarse. Bajó los pies de la mesa. —Si hay problemas, tú eres el que quiere provocarlos, Zayn.
—Lo dices como si yo fuera el diablo. Y no tengo pezuñas —sonrió—. Entonces, ¿está todo bien?
Liam se encogió de hombros.—Estoy bien —se levantó.
Zayn estudió su expresión. —No pareces muy convencido. Se acercó por la espalda a Liam y le puso las manos en los hombros. —¿Por qué no te haces un favor y te relajas?
Liam se giró para que le quitara las manos de los hombros, pero todo lo que consiguió fue que él las bajara a sus brazos. Le encantaba que la tocaro. Simplemente así se llenaba de maravillosas sensaciones.
Pero no debía permitirlo. Enderezó los hombros y se movió, pero Zayn no apartó las manos.
—Estás rompiendo la regla número dos —murmuró.
—Sólo esta vez. Ahora mismo tienes el aspecto de necesitar que alguien te abrace — Zayn lo apretó contra él—. Y yo me ofrezco de voluntario.
Liam empezó a temblar.
—¿Liam? —le levantó la cabeza—. ¿Por qué lloras?
Liam se encogió de hombros. —Son sólo las hormonas que me juegan malas pasadas.
—Te entiendo —dijo suavemente limpiándole una lágrima de la mejilla—. Las hormonas son difíciles de domar —suavemente le besó en la mejilla—. Sabes a sal.
Liam tenía un nudo en la garganta. Le miró.—Las lágrimas siempre saben así.
—A mí siempre me ha encantado la sal.
Poniéndole los dedos en el cuello, Zayn volvió a levantarle la cabeza. Sus bocas se encontraron. Y él encontró su redención. Podía sentir el corazón de Liam. El ritmo era tan salvaje como el suyo. ¡Oh, cómo lo había echado de menos, con cada fibra de su ser!
El deseo explosionó en sus venas. Ejercitó un extremo control, pero no lo suficiente para apartarse de Liam. Era como salir a la luz tras meses de vagar dentro de un túnel. Tenía que acercarse a la luz, ser capaz de volver a ver, bañarse en su calor. Si tenía que pagar algún castigo, lo pagaría. Cualquier cosa por volver a tenerlo.
Un gemido escapó de los labios de Liam y Zayn profundizó el beso. Liam intentó empujarle, formar una barrera con sus manos. Pero no pudo hacerlo. En lugar de empujar, sus manos le traicionaron y le rodearon del cuello, sujetándose a Zayn.
Y el beso siguió más y más profundo.
Liam sentía sus manos, sus maravillosas manos recorriendo su cuerpo, amoldándolo a él. El calor de Zayn le traspasó a Liam, haciendo que le deseara igual que durante todas esas noches solitarias que había pasado sin él.
Era como la primera vez. No, mejor. Era más excitante y más intenso, por el largo período que había pasado sin verle y soñando con él. Lo deseaba más de lo que nunca había deseado a nadie. Si era una locura dejarse llevar así, Liam estaba loco... Locura temporal. A los locos les daban el indulto, ¿no?
Pues Liam buscaría el indulto más tarde. En ese momento sólo quería esa maravillosa sensación que lo elevaba hasta el cielo y lo hacía sentirse vivo de nuevo.
Amado de nuevo. Sólo Zayn había conseguido hacerlo sentirse pleno, querido y precioso.
Zayn se dio cuenta de que se estaba comportando como un animal, manoseándolo. Lo odiaba. Con un gran esfuerzo se apartó. Al menos le advertiría.
—Liam, si seguimos no seré capaz de parar.
—Entonces no pares.
Con la poca fuerza que le quedaba, Zayn lo mantuvo separado.—Liam, acabas de tener un bebé.
Liam sonrió y le tomó la cara entre las manos. —Hace ya tres semanas. El médico me ha dicho que estoy bien —le aseguró—. Y que puedo tener relaciones.
Zayn lo miró, perplejo.—¿Se lo preguntaste?
—No directamente, pero quedó implícito.
Necesitando sentir su piel bajo sus labios, perderse en su olor oscuro y masculino, Liam le dio un beso en el cuello. Y con eso, selló sus futuros.
Sintió las manos de Zayn apretar sus brazos. Sintió su cuerpo estremecerse un poco. Le sintió suyo de nuevo, al menos durante un rato.
Era suficiente. Tendría que serlo.
Los labios de Zayn dibujaron despacio los contornos de su cara, mientras bajaba los dedos a los botones de su camisa y los desabrochaba. Liam gimió cuando sus manos se posaron en su piel. Sus pezones se endurecieron al instante.
Poniéndole las manos en los hombros, Liam se arqueó, apretándose contra sus manos, deseando más. No pudo haber hecho algo más erótico aunque lo hubiera ensayado. El simple acto de ofrecerse a él, aumentó su deseo hasta límites insospechados.
A Zayn le costó trabajo no arrancarle la ropa y tomarlo en ese instante. El deseo resucitado en su cuerpo le había convertido en una bestia de tremendas
proporciones. Pero Zayn se controló para no asustarlo. Tenía que hacerlo por Liam, que se merecía algo más que ser tomado con rapidez y violencia. Quería que Liam lo recordara todo cuando volviera a pensar en Steven, le deseara. Y más aún. Quería que volviera con él.
Zayn se sentía patoso, cargado con el deseo que gritaba por ser liberado, y temiendo que si lo liberaba, les consumiría a los dos. Pero si no lo liberaba, él explotaría.
Respirando profundamente, apartó a Liam de él. El quería besarle el alma. Quería más, mucho más. Pero Liam también tenía que desearlo. —Creo que debo avisarte.
Liam le miró con pasión.—¿De qué?
—Llevo ocho meses sin acostarme con nadie.
—¿Tú?
Liam lo miró incrédulo. Zayn no podía esperar que le creyera. Cuando estuvieron juntos hacían el amor casi a diario. No le parecía posible que alguien tan sensual y apasionado como él no hubiera tenido ninguna relación durante tanto tiempo.
—Sí, yo.
Zayn le tomó la cara con las manos. ¿Cómo podía hacerlo entender sin perder su orgullo? —Hubo algunos chicos, pero yo no pude. No podía hacer el amor con ellos. Nadie me mereció la pena después de ti.
¿Entonces por qué se marchó? No tenía sentido. A menos que le estuviera mintiendo. Pero no tenía que tener sentido.
En ese momento, saber que nadie había estado con él, lo excitó increíblemente. Con suavidad, Liam le tocó la mejilla.
—Entonces tienes que ponerte al día.
Zayn se llenó las manos con su pelo y su boca devoró su cara, reclamándolo. Liam se estremeció. El placer que le daba era indescriptible. Era como si hubiera estado dormido todo ese tiempo y no hubiera despertado hasta ese momento.
Con dedos temblorosos, Liam tiró de los botones de su camisa. Quería tocarle, sentir su piel caliente.
—¿Vamos a la cama? —murmuró Zayn contra su oído.
Liam no quería subir al piso de arriba. Era un viaje demasiado largo y él estaba impaciente. —No. Aquí, en el sofá.
Se desnudaron el uno al otro con familiaridad y con la reverencia y maravilla que provocaban el tiempo y la distancia. La camisa de Liam cayó al suelo y vio las llamas de deseo arder en los ojos de Zayn mientras lo abrazaba, y pudo haber gritado de gozo.
Zayn deslizó las manos por su cuerpo, reclamando lo que una vez fue suyo. Deslizó las manos por sus caderas y le bajó los calzoncillos. Liam gimió y casi le rompió la cremallera de los vaqueros. ¿Cómo podía haber pensado Zayn que podía mantenerse alejado de Liam?
Liam no le había robado su pasión, Liam era su pasión.
Íntimamente, los dedos de Zayn tantearon entre sus glúteos. Los ojos de Liam se abrieron maravillados. Mientras Zayn le miraba la cara, sus dedos siguieron moviéndose, llevándolo al límite. Lo sintió ponerse rígido, agarrarse a sus hombros. Y él volvió a llevarlo otra vez a la cima, y otra vez.
Liam temblaba, arqueándose contra su mano, debilitado por el último clímax y animado por él al mismo tiempo. Nadie nunca le había hecho sentirse igual.
Y nadie lo haría.
Hambrienta, la boca de Liam devoró la suya. Le terminó de bajar los pantalones y los dos cayeron desnudos sobre el sofá.
Rodaron, cambiaron de postura y terminaron cayendo al suelo.
Zayn quería tomarlo de mil maneras, quería prolongar eso tanto tiempo como pudiera. Lo quería tornar en ese mismo instante. Liam era suyo. No importaba si su cuerpo había llevado el hijo de otro hombre. No importaba que se hubiera acostado con otro mientras él había pasado las noches sin dormir, soñando con él. Liam era suyo.
Lo sentía con cada fibra de su cuerpo. Liam no habría reaccionado así si perteneciera a otro. Hambriento, lo besó con ardor, haciéndolo gemir y retorcerse bajo él. Entonces Liam le tomó de los brazos, intentando ponerle sobre él a su nivel.
—Ahora, Zayn. Ahora.
Él deslizó su cuerpo sobre el suyo hasta que quedaron con las caras al mismo nivel. Zayn le tomó la cara con las manos y lo miró con intensidad mientras despacio entraba en él.
Había vuelto al hogar.
Y el recibimiento fue instantáneo. Las caderas se sellaron la una a la otra, y se
movieron juntos. Liam se arqueó y se aceleró, pero Zayn estableció el ritmo. El viaje fue rápido, furioso y terminó en seguida. Llegaron juntos al clímax.
Durante un rato, se quedaron juntos escuchando los latidos de sus corazones. Liam se dio cuenta de que su ritmo salvaje era como el de Zayn. Lágrimas de alegría llenaron sus ojos, mezclándose con lágrimas de arrepentimiento. Pensó que no debería haberlo hecho. La separación sería aún más dura. Y llegaría con toda seguridad. Nada en el mundo, ni siquiera la pasión que acababa de experimentar, que Liam había dado y recibido, podía convencerlo de que Zayn no iba a marcharse de nuevo. Lo hizo una vez, cuando Liam habría jurado a cualquiera que todo iba de maravilla entre ellos. En aquel momento las cosas no eran tan perfectas. Nada iba a retenerle allí.
Zayn se levantó un poco y lo besó en la frente. Miró alrededor. —Nos hemos caído —dijo sonriendo.
Liam estaba sobre la moqueta, con el pelo alborotado.—Sí —dijo suspirando.
A Zayn le alertó su tono. Zayn se tumbó a su lado y lo miró. —¿Qué pasa?
Liam apartó la cabeza. —Nada.
Tomándole la barbilla, Zayn lo obligó a mirarlo. Y en sus ojos lo vio; el arrepentimiento. —No me digas que nada. Pareces confundido, desconcertado.
Sintiendo frío de repente, Liam tomó uno de los cojines del sofá y se lo colocó encima. —¿Por qué no iba a estarlo? —dijo con tono alegre, temiendo que pudiera ponerse a llorar—. Dorothy posiblemente se sintió menos confundida durante el tornado que la llevó a Oz.
Zayn sonrió, acariciándole la cadera. Su estómago estaba completamente plano. Era sorprendente que sólo dos semanas antes hubiera dado a luz. Su piel era increíblemente elástica. La cicatriz de la cesárea apenas se notaba.
—¿Es ahí donde has ido, Liam? ¿A Oz?
Liam suspiró de nuevo. —Realmente ha sido a un lugar donde nunca he ido antes. Ni siquiera contigo.
Eso estaba bien. Pero él necesitaba más.
—¿Ni siquiera con Steven?
Liam le concedería eso. Lo contrario no le parecía justo. —Ni siquiera con Steven.
Pero incapaz de aguantar sus propias mentiras, se sentó de pronto y tomó su ropa. Estaban repartidas por todo el suelo.
Hubo algo en la inclinación de sus hombros que alertó a Zayn. Algo distante y extraño. Una barrera levantándose de nuevo entre ellos. Sentándose, Zayn lo tomó del brazo y lo obligó a girarse hacia él.
—Ha sido conmigo con quien acabas de hacer el amor, Liam, y no con Steven.
Tenía que conseguir que viera que no amaba a Steven, sino a él.
—Lo sé — Liam levantó la barbilla—. Pero ha sido un error.
La última palabra quedó suspendida entre ellos, hiriéndole profundamente.
—¿Y pensabas que era Steven? Pensé que algunas partes las reconocerías —dijo con amargura—. ¿Debí enseñarte alguna identificación antes de desnudarte?
—No —dijo Liam levantándose con toda la dignidad que pudo— Simplemente no debí hacer el amor contigo. Ese fue el error.
Liam se mordió el labio. Era muy duro seguir con esa mentira, pero la mentira era todo lo que tenía para protegerlo de sucumbir completamente. Liam se aclaró la garganta e intentó decir algo que tuviera sentido. Todo se estaba enredando en su cabeza, y la lógica luchaba con los sentimientos para gobernar su alma.
Y aún así, seguía deseándole.
—Steven...
—Oh, al diablo con Steven —gritó Zayn levantándose y llevándolo con él—. Te
conozco, Liam. No habrías podido hacer el amor conmigo si estuvieras enamoradode ese Steven. Para evitar que se diera media vuelta, Zayn lo sujetó de los hombros.
—Tú no eres así, Liam. ¿Qué hay entre ustedes?
El sabía que no era amor. No podía serlo. El amor de Liam le pertenecía. Liam tenía que verlo. Las lágrimas llenaron los ojos de Liam. Y le dijo lo único que deseó con todo su corazón que hubiera existido entre ellos.
—Compromiso.
—Vaya compromiso. Tú llevabas su hijo y él ni siquiera se casó contigo.
—¿Qué sabes tú de todo? Lo habría hecho. Quiso hacerlo.
—¿Y?
—No tengo que darte explicaciones sobre Steven.
—¿Pero? —insistió Zayn.
—Ya te lo he dicho. Yo no quería que hiciera nada por obligación. Quería que todo saliera del amor.
—¿Y entonces él no te ama? ¿O es que tú no le amas?
—Él es bueno y amable, y me trata con respeto.
Eso no fue lo que él preguntó.
—Buenas cualidades, pero yo estoy hablando de amor, Liam. ¿Le amas?
Liam no tenía otra opción. Se rindió a su última mentira, la mayor de todas.
—Sí.
—No te creo.
—Eso es tu problema.
El silencio entre ellos se rompió por un sollozo en el piso de arriba. Con expresión indignada, Liam miró a Zayn.
—Si me disculpas, tengo que atender a mi hijo. Gracias por quedarte con él mientras fui al médico.
Zayn no contestó. Lo vio salir con su ropa en la mano. Y subió las escaleras, desnudo, como un príncipe real cubierto por su propia indignación. Estaba furioso, pero seguía deseándolo. Ese debía ser su castigo por haberlo abandonado. Lo desearía durante el resto de su vida.
¿Qué les pareció?
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