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XXVI

MUCHOS amigos de SeHun se ofrecieron para ayudarlo a hacer la mudanza a su nueva casa, pero SeHun prefirió contratar a profesionales. Aun después de instalar todas sus cosas, le seguía dando la sensación de que aquella era la casa de Chanyeol

—Eso se pasa en una o dos semanas. —le aseguró Kyungsoo. Habían ido a visitarlo en su primer fin de semana allí—. Una vez que hayas comprado unos cuantos muebles más y hayas puesto unos cuadros, empezarás a sentirlo como tuya.

A SeHun le gustaba mucho. Estaba situada en la cumbre de una colina desde donde se tenía una impresionante vista del puerto.

—¿Qué piensa JunMyeon? —le preguntó Chanyeol—. ¿Se siente aliviado de que te persuadiéramos para que te deshicieras de aquella casucha?

SeHun se volvió hacia la ventana.

—JunMyeon y yo nos hemos dado un tiempo de descanso. —dijo SeHun lentamente—. Todavía no sabemos si es una ruptura temporal o permanente.

—SeHun, lo siento mucho. —Kyungsoo miró a Chanyeol, como si quisiera pedir disculpas por su pregunta—. Siento que los dos tengan problemas, pero no deberíamos meternos.

La última frase iba claramente dirigida a Chanyeol

Este simplemente sonrió.

—SeHun ya es mayorcito. —dijo Chanyeol—. Son perfectos el uno para el otro. Seguro que consigue que funcione.

SeHun habría deseado poder tener tanta confianza como su amigo. Habían pasado más de dos semanas desde aquella tarde en que lo había dejado en la piscina y aún no sabía qué debía hacer. Tenía la idea de que el tiempo lo ayudaría a sacar alguna conclusión, pero lo único que le ocurría era que cada vez echaba más de menos a JunMyeon.

Entendía que lo que había vivido JunMyeon en su infancia le daba una visión del matrimonio como algo temporal y siempre doloroso. Pero si amarlo como lo había amado durante los últimos dos años no le proporcionaba cierta sensación de seguridad, ¿qué posibilidades tenía de lograr que cambiara de opinión?

Si cedía en su propósito, su vida también sería un infierno. Pero, si se casaba, sabiendo que JunMyeon lo hacía por deseo y por miedo a perderlo, ¿no sería sentar las bases para el fracaso?

Vio en el tablón de anuncios del hospital una nota de la empresa en el que JunMyeon trabajaba, donde se anunciaba una serie de reuniones que comenzaban la semana siguiente. Se pasó cuatro días tratando de convencerse de que no era necesario que él fuera, pues él no tenía interés alguno en antidepresivos. Lo más probable era que JunMyeon diera la conferencia. A pesar de todo, al llegar el viernes por la tarde, no pudo evitar estar allí y ver aunque sea de lejos a JunMyeon, su corazón y cuerpo se lo pedían a gritos.

—¡SeHun! —Tao, que iba acompañado de un grupo de psiquiatras, agitó los brazos al verlo—. ¡Me alegro de verte! ¿Estás realmente interesado en el medicamento o has venido por JunMyeon, o por la comida gratis?

—Por la comida gratis. —mintió SeHun, tomando el plato de cartón que Tao le acababa de pasar, mientras lo guiaba hacia la mesa llena de sándwiches. El corazón le latía con fuerza—. ¿Es JunMyeon él que da la charla? —preguntó haciéndose el desinteresado.

—Sí, claro que sí. —dijo Tao, mientras miraba los sándwiches—. ¿Ves alguno sin carne?

—No estaba seguro de que fuera JunMyeon. —hablo SeHun y le pasó una bandeja de sándwiches vegetales.

—La conferencia lo dan JunMyeon y ese chico tan guapo que trabaja con JunMyeon. —murmuró Tao—. Últimamente hacen estas sesiones siempre juntos. Se llama Minjo, ¿no?

—Minho. —dijo SeHun apretando los dientes de solo recordarlo.

Tao hablaba sin parar, pero SeHun hacía caso omiso de cuanto decía. La habitación estaba abarrotada y había mucho ruido.

De pronto, entró JunMyeon con una tetera en la mano, y SeHun tuvo la sensación de que el resto de la sala desaparecía y solo JunMyeon existía en su mundo. Tanto sus sentimientos como su cuerpo solo podían verlo a él.

Pero SeHun arrugó el entrecejo al ver que JunMyeon estaba más pálido que de costumbre y tenía cierto aire distraído muy poco frecuente en JunMyeon, pues JunMyeon siempre estaba en control de la situación cuando trabajaba.

JunMyeon dejó la tetera sobre la mesa, se volvió hacia el público y, entonces, lo vio.

JunMyeon se ruborizó por completo en un primer momento y, de pronto, se puso más pálido que nunca. No sonrió, ni asintió, ni reconoció en modo alguno su presencia. Pero, después de todo, ambos sabían que no era necesario.

—JunMyeon no tiene buen aspecto. —dijo Tao—. No estará embarazado, ¿verdad SeHun?

SeHun se atragantó. Luego negó con la cabeza, como pudo.

—No. —SeHun volvió a negar—. No creo.. —agrego y si JunMyeon lo estaba, desde luego no era suyo, pensó con dolor y rabia. La idea le provocó un pinchazo en el estómago. Cuando Minho apareció llevando una bandeja, SeHun tuvo ganas de darle un puñetazo.

—¿Café? —le preguntó Tao—. ¿0 té?

SeHun negó una vez más. Tenía las manos temblorosas y no se atrevía a sujetar ningún vaso con líquido.

La presentación comenzó, pero SeHun no podía prestar atención a lo que JunMyeon decía. Solo podía pensar en ellos dos y en todas las cosas que habían compartido. Pero un comentario de Tao le hizo pensar que las cosas no iban bien.

—A JunMyeon le pasa algo. —dijo Tao—. Mira, se pone rojo y luego pálido, una y otra vez, y lo que dice no tiene ningún sentido. Tal vez, deberías llevártelo a casa.

SeHun frunció el ceño. Por el modo en que lo miraba, parecía que Minho también se había dado cuenta y decidió tomar la palabra.

JunMyeon se sentó, fingiendo que el cambio había sido algo previsto, cruzó las piernas y miró al suelo.

SeHun no podía apartar la vista de JunMyeon. En un momento dado, JunMyeon alzó la vista, y parecía estar evitando su mirada a toda costa. Pero, finalmente, sus ojos se encontraron y JunMyeon se sobresaltó.

—¡JunMyeon! —resonó la voz de mando de Minho—. ¿JunMyeon?

—¿Sí? —JunMyeon alzó la vista, como si se hubiera olvidado de dónde estaba—. Lo siento.

—La cinta. —dijo Minho—. La grabación del simposio. Dámela rápido.

Tao le dio a SeHun con el codo.

—SeHun, míralo. Haz algo. No puede estar bien. Nunca lo había visto así antes. —regaño Tao—. Por dios muévete.

SeHun no sabía lo que podía hacer. Entendía que era su presencia allí era lo que le había provocado a JunMyeon semejante efecto, pero él también estaba sufriendo exactamente lo mismo. Además, JunMyeon no habría visto con buenos ojos que él interviniera, ni aun cuando hubieran estado juntos.

Poco a poco, JunMyeon se fue recuperando. Después de darle la cinta a Minho, se había sentado de nuevo y tenía un aire más confiado.

—Está bien ya, al parecer no te necesita mucho. —dijo Tao.

Minho hizo un breve resumen de los puntos más importantes y puso en marcha la cinta.

—«Hola, soy SeHun» —SeHun se quedó de piedra. Miró a JunMyeon y vio el pánico en su rostro. SeHun reconoció que aquel era el último mensaje que había grabado en su contestador. ¿Lo había llamado a la nueva casa?

Notó que Tao se tensaba, como si hubiera notado que ocurría algo extraño.

El público esperó pacientemente, creyendo que ese era el principio del simposio. Pero el resto confirmó que no lo era.

—«Por favor, dejen su mensaje después de la señal».

Solo que no hubo señal. Se hizo un silencio sepulcral. A los pocos minutos, comenzó un murmullo. Minho no parecía darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Por fin, sonrió.

—Creo... creo que esta es la cinta equivocada. Quizá mi colega tenga la adecuada en algún sitio. —murmuro Minho apretando los dientes y mirando a JunMyeon con ojos furiosos. 

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Falta poco para el final

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