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XXIV

LA primera preocupación de SeHun a la mañana siguiente en la UCI fue el asma de Seulgi. No había experimentado mejoría alguna con el tratamiento el día anterior, y SeHun temía que hubiera empeorado durante la noche.

Tommy le aseguró que, con la excepción de una ligera bajada en los niveles de oxígeno, no había habido cambios importantes.

—Pero no mejora. —observó SeHun—. ¿Ha dormido?

—Un par de veces se ha quedado dormida, pero pocos minutos. —respondió Tommy leyendo los informes de Jimmy.

—Chanyeol, ¿qué piensas? —cuestiono SeHun cuando su amigo entro a la habitación.

—Estoy tan nervioso como tú, pero yo me voy a la ciudad, así que, al final, será tu decisión. —contestó Chanyeol.

Se acercaron a la cama de la paciente.

—No ha habido ningún cambio en estos tres últimos días. —le dijo SeHun una vez que la hubo auscultado—. Todavía tiene muchas dificultades para respirar. ¿Se siente algo mejor?

—Un poco. —dijo Seulgi, pero sin mirarlo a los ojos, lo que le hizo sospechar a SeHun de que su respuesta era más de agradecimiento por todos los cuidados que estaba recibiendo que porque realmente hubiera experimentado una mejoría. Seulgi estiró la mano y tocó el monitor que señalaba las pulsaciones del bebé—. Ciento setenta. — dijo con la respiración entrecortada—. Está muy bien. El doctor me ha dicho que si tiene muchas pulsaciones es buena señal.

—Sí, el número de palpitaciones de los bebés desciende cuando están descontentos. —respondió SeHun tratando de reconfortarla.

SeHun centró su atención en el informe y le aumentó la dosis de esteroides.

Onew apareció poco después. SeHun estaba viendo a otros pacientes y no pudo acercarse a SeHun antes de que fuera a ver a Seulgi. Pero SeHun se aproximó una vez que hubo terminado.

—El bebé está bien. —dijo el ginecólogo—. Pero Seulgi todavía no puede respirar. ¿Cómo la ves?

SeHun negó con la cabeza.

—No mejora. —respondió SeHun, su falta de respuesta al tratamiento le hacía pensar que no había alternativa. Sabía que una cesárea implicaba un riesgo para el bebé, pero su primera preocupación tenía que ser Seulgi—. No ha respondido al tratamiento. Está muy cansado. Si las cosas no cambian rápido, vamos a tener que ponerle respiración asistida en menos de veinticuatro horas.

—En este momento, esas veinticuatro horas pueden ser muy importantes para el bebé. Estoy de guardia esta noche y el fin de semana, si eso sirve de ayuda. —renegó Onew por la situación tan estresante.

—Bien, intentaremos retrasarlo lo más posible. — aceptó SeHun. No tenía otra opción. A menos que se tratara de una emergencia, no era SeHun quien decidía si se hacía una cesárea.

—Todavía tiene posibilidades de recobrarse. A veces los esteroides reaccionan de repente y se experimenta una rápida mejoría. He visto casos así en las mujeres pasivas y donceles. —ánimo Onew—. De todos modos, hablaré con cirugía y también le pediré a Seulgi que me firme la autorización para intervenir si es necesario. Esperemos que mejore y le podamos dar al bebé un par de semanas más.

—Lo dudo, Onew. —dijo SeHun—. Aunque espero que ocurra como tú dices.

A primera hora de la tarde, mientras estaba en una reunión administrativa, sonó su busca y corrió a la UCI.

—El dióxido de carbono ha subido notablemente. — le dijo Ren—. El Ph ha descendido. Se ha desmayado un par de veces en los últimos cinco minutos. —le estaba dando palmaditas en la cara a Seulgi—. Despierta, Seulgi, vamos. Bien, así. Respira.

Le pusieron oxígeno y broncodilatadores, pero SeHun no veía otra alternativa más que realizar la cesárea. Por suerte, Onew también parecía convencido de que ya no quedaba otra opción.

—Efectivamente, parece que no va a recuperarse hasta que el bebé no esté fuera. —afirmó Onew.

Tras una operación de urgencia, que madre e hija superaron con éxito, Seulgi fue devuelta a la UCI. Una vez que todo volvió a su ritmo normal, SeHun tuvo unos minutos para ver a Seulgi, ya pasadas las nueve.

—Conejito, lo siento. —le dijo SeHun en cuanto JunMyeon abrió la puerta, y lo tomó en sus brazos—. Ha sido una noche muy complicada y esperamos dos ingresos más. Tal vez no pueda volver aquí. ¿Estás bien?

—Sí Hunnie. —JunMyeon sonrió—. Ya me habías advertido de que podía ser una noche complicada. No me importa. —tenía en la mano un ejemplar de la revista Anestesia y cuidado intensivo—. He estado leyendo.

—Lo siento. Eso es lo único que se puede hacer aquí. Siempre pienso que debería comprar una televisión o una radio. —recordó SeHun con un puchero.

—¿Cómo está la mujer? ¿Ha tenido ya el bebé? —quiso saber JunMyeon.

—Ha tenido una niña. —respondió SeHun y con el brazo sobre el hombro de JunMyeon, la llevó al salón—. Ha sido muy prematura, pero está bien —JunMyeon había llevado una pequeña maleta para poder pasar la noche allí—. Conejito, ¿estás seguro de que te quieres quedar? No puedo garantizarte que las cosas vayan a ir bien. Quizá estés perdiendo tu tiempo quedándote aquí. No me voy a ofender si quieres volver a la ciudad.

—Quiero quedarme. No tengo que estar en el aeropuerto hasta las diez de la mañana y me lo he traído todo para ir directamente desde aquí. ¿Has comido? —le pregunto JunMyeon con una sonrisa tierna en la cara.

—Todavía no.

—¿Tienes diez minutos para cenar algo?

—Cinco —dijo SeHun y lo siguió hasta la cocina. Allí se sorprendió al ver que JunMyeon había preparado un delicioso despliegue de paté, queso y uvas, además de una barra de pan fresco.

—También hay mousse de chocolate. —señaló JunMyeon—. ¿Puedes tomar vino?

—Prefiero un refresco. —dijo SeHun y sacó una lata del frigorífico—. Conejito, muchas gracias. Esto es todo un detalle. Gracias.

—Tú solías prepararme la cena siempre. —dijo JunMyeon, mientras comían—. Y cuando tenía que trabajar el fin de semana, si estabas libre, me traías la comida. ¿Te acuerdas?

—Recuerdo que siempre me decías que no lo hiciera. —respondió SeHun y extendió paté sobre el pan—. Recuerdo que decidiste que no querías que te interrumpiera porque te distraía. También recuerdo que me prohibiste que entrara en tu oficina.

—Pero eso no era por la comida. —protestó JunMyeon—. Sino porque siempre insistías en quitarme la ropa antes de dejarme comer.

SeHun se encogió de hombros.

—No hay nada mejor que comer desnudos. —coqueteo SeHun recordando la piel suave y lechosa de JunMyeon.

—Podríamos quitarnos la ropa ahora. —ofreció JunMyeon mordiéndose el labio.

—No, si no quieres que pierda mi trabajo. —respondió SeHun sonriendo, lo agarró de la barbilla y le limpió los restos de pan que tenía en los labios, antes de besarlo—. A pesar de lo tentadora que es la oferta, me tengo que ir, Conejito.

—Dejaré todo en la nevera, por si acaso tienes hambre cuando vuelvas. —dijo JunMyeon rápidamente, mientras lo seguía hasta la puerta—. Si estoy dormido cuando regreses, por favor, despiértame.

—Nos vemos conejito. —SeHun se despidió JunMyeon y lo besó rápidamente, mientras su mente se centraba de nuevo en el trabajo.

Eran más de las tres cuando SeHun regresó al piso. JunMyeon no había echado la llave a la puerta y había dejado la luz encendida, pero estaba profundamente dormido y tuvo mucho cuidado de no despertarlo. 

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