XXI
Acabó antes aquella noche y consiguió salir del hospital a eso de las seis. Durante las cuatro semanas de ausencia de JunMyeon había podido ponerse al día en su trabajo administrativo.
Mientras conducía en dirección a Wellinsung se sorprendió a sí mismo silbando en un par de ocasiones. Aquel signo inconsciente de que se encontraba contento lo sorprendió, porque no tenía demasiados motivos para sentirse feliz en lo que se refería a JunMyeon. Aunque la noche anterior hubiera intuido signos de que estaba dispuesto a reconsiderar su relación, la negativa de él a responder a sus demandas sexuales lo había frustrado, haciendo que se marchara, y no parecía que tuviera intención alguna de contactar con él.
Salió de la autopista para echar gasolina. Cuando volvió al coche, después de pagar, el móvil estaba sonando, pero paró antes de que pudiera sacarlo de la bolsa.
Lo mismo le ocurrió cuando llegó a casa. Antes de abrir la puerta oyó que alguien llamaba, pero no llegó a tiempo de contestar. La luz parpadeante indicaba que tenía seis llamadas, pero, cuando lo puso en marcha, resultaron ser mensajes vacíos.
No era extraño que se encontrara uno o dos mensajes así al día, y siempre lo achacaba a números equivocados. Pero seis le parecía un número excepcional.
Pensativo, consideró la posibilidad de que se tratara de JunMyeon, pero la idea le resultaba demasiado novedosa como para parecer verdad. JunMyeon lo llamaba muy de vez en cuando, pues era siempre él quien trataba de ponerse en contacto con JunMyeon.
Llamó a la UCI para comprobar que todo andaba bien y la enfermera Mina le aseguró que no había habido ningún problema.
—Lo único nuevo es que es posible que nos traigan un paciente de «cuidados coronarios», porque tienen problemas de espacio. Pero todavía no nos lo han confirmado. —dijo ella—. Lo siento, SeHun, pero no te hemos llamado nosotros.
—Gracias, Mina. —asumiendo que quien fuera volvería a llamar, SeHun colgó el teléfono y se fue arriba a ponerse el chándal.
Salió a correr, montaña arriba y luego se dirigió hacia la playa y recorrió la bahía. En el último tramo aceleró, hasta que, dos kilómetros antes de llegar, redujo la velocidad. Para cuando llegó a casa su respiración era ya normal.
Al entrar, vio que había dos nuevos mensajes. Llenó una botella de agua y se la bebió. Después, llamó a sus padres. Si algo hubiera ocurrido, sus padres preferirían decírselo directamente en lugar de dejar un mensaje. Pero su padre le aseguró que su otro padre estaba bien.
—No ha habido ningún cambio desde el fin de semana, cariño. —le dijo Yunho y SeHun se disculpó por haberlos llamado a la hora del té—. SeHun, no debes preocuparte. Tu padre se va a enfadar si piensa que te estás preocupando. Está bien, por lo que yo veo, y eso fue lo que tú nos dijiste el sábado cuando estuviste aquí. Hoy hemos tenido un día estupendo. Nos hemos pasado la mayor parte del tiempo en el jardín. Terminamos de plantar lo que nos faltaba y estamos tomando el té fuera, en la terraza. Todavía hace calor. ¿Qué tal está JunMyeon? Hace mucho que no lo vemos. ¿Por qué no se vienen los dos a pasar un fin de semana largo?
—Tenemos mucho trabajo en este momento, papá. —mintió SeHun, sus padres tenían una pequeña granja a dos horas de allí. No le explicó nada acerca de JunMyeon. No tenía mucho sentido darles detalles sobre lo que estaba sucediendo—. Tenía pensado ir para allá en Semana Santa, pero ya les avisaré.
Después de hablar brevemente con su padre, ajustó el volumen del teléfono de la mesilla al máximo, para poder oír el Timbre mientras se estaba duchando.
Volvió a sonar cuando cerró el grifo. Agarró una toalla y se apresuró a salir del baño para responder.
—¿Sí?
—Vaya. —al oír la suave voz de JunMyeon, SeHun se dejó caer en la cama, sin importarle que estuviera empapado de agua—. No esperaba que contestaras al teléfono.
SeHun asumió por ese comentario que había sido JunMyeon el que había estado llamando antes, pero se contuvo de preguntarle el motivo. Esperó paciente a que fuera JunMyeon el que continuará.
—¿Podemos vernos? —pregunto JunMyeon con nerviosismo.
SeHun dudó.
—¿Aquí?
—Creo que lo mejor sería que nos viéramos en el centro. —ofreció JunMyeon y le dio el nombre de un bar que estaba cerca de donde JunMyeon trabajaba. Era un lugar al que solía ir con sus compañeros de trabajo, y que SeHun recordaba, aunque hacía más de un año que había estado allí—. ¿Nos vemos allí en quince minutos?
—Mejor en veinte. —dijo SeHun, considerando que se tenía que vestir.
Cuando llegó, JunMyeon estaba ya allí, sentado en un taburete, junto a la ventana. Sin saber muy bien en qué punto estaba su relación, no lo besó como normalmente habría hecho. Se limitó a saludarlo y le preguntó si quería otra bebida.
—Estoy bien gracias. —dijo JunMyeon y SeHun notó que el capuchino que tenía delante seguía casi intacto.
SeHun se pidió una cerveza y volvió a sentarse con JunMyeon.
—He hecho una presentación en Anyan hoy, a mediodía. Era una comida. —le dijo JunMyeon, haciendo referencia a uno de los hospitales más pequeños del distrito. Mencionó el nombre de un antidepresivo que su compañía estaba tratando de promocionar entre los médicos que controlaban las listas de medicamentos—. Los informes que ha presentado Estados Unidos son muy favorables. Se discutió mucho sobre ese tema en la convención. Pensamos que va a ser un medicamento clave en el futuro. De hecho, esperamos que llegue a hacerle la competencia...
SeHun dejó la cerveza sobre la mesa.
—JunMyeon, aparte de un uso ocasional en pacientes que tienen que permanecer mucho tiempo en la UCI, yo no trabajo con antidepresivos...
—No estoy tratando de venderte nada, SeHun. —se disculpó JunMyeon y no se atrevió a mirarlo a los ojos—. Solo estaba tratando de llegar a un punto en que te pudiera contarte que he visto a Tao hoy. Estaba en Anyan. Al parecer trabaja allí un par de días a la semana. Apareció en la comida.
—¿Y? —SeHun levantó el hombro, sin saber adónde quería llegar.
—Tao estaba diciendo que... me dijo que se lo pasó muy bien contigo el sábado por la noche. —comentó JunMyeon con la voz entrecortada.
—Si apenas me vio. —bufó SeHun, no había tenido muchas ganas de fiesta aquella noche, pero había ido a casa del psiquiatra porque le había dicho que lo haría. Se pasó unas cuantas horas hablando con los invitados que conocía, la mayoría médicos, y se había marchado pronto—. JunMyeon estaba muy ocupado. Había mucha gente.
—¿Mucha gente? —JunMyeon lo miró atónito—. ¿Quieres decir que no estaban los dos solos?
—Había unas cuarenta o cincuenta personas allí. — dijo SeHun con impaciencia—. Era una fiesta de bienvenida a su nueva casa. No conocía a la mayoría de la gente.
SeHun notó que JunMyeon tragaba saliva.
—Por lo que Tao decía, parecía que se habían estado viendo mucho últimamente. —comento JunMyeon. le dolía pensar en aquello y en el fondo esa era una de las razones por la que no quería ir más allá con SeHun: porque para él sería muy fácil cambiarlo una vez se cansase, el divorcio llegar y SeHun seria feliz al lado de otra persona, pero él jamás podría volver a sobreponerse.
SeHun se encogió de hombros otra vez.
—Nos hemos visto un par de veces para comer. — dijo SeHun—. Y también tenemos encuentros profesionales, pues a veces le pedimos que trate a pacientes de la UCI.
—Estuvimos hablando un rato después de la reunión. —dijo JunMyeon, con una mirada evasiva—. Supongo que tenía la tarde libre. Al principio pensé que estaba interesado en nuestro medicamento, pero luego resultó que quería hablar de ti.
JunMyeon se detenía continuamente, como si quisiera que SeHun interviniera con algo. Pero SeHun todavía no sabía adónde quería llegar.
—Me dio la impresión de que lo que trataba de decirme era que, si yo no te quería, hiciera el favor de desaparecer porque él sí te quería. —sentenció JunMyeon.
SeHun se rio, y JunMyeon lo miró desconcertado. Pero no lo podía evitar. Aquello era típico de Tao. Lo único que lo sorprendía era que hubiera dado un rodeo, en lugar de decirle las cosas directamente a JunMyeon.
—¡No tiene maldita la gracia! —grito JunMyeon, nunca antes lo había oído jurar, así que eso le cortó la risa de inmediato—. SeHun, no tiene gracia. Ha sido espantoso. ¿Qué le has estado contando?
—Nada. —dijo SeHun y dio un sorbo a su cerveza—. Al menos, no mucho. —se rio otra vez. A pesar de ver que a JunMyeon le exasperaba, no podía evitarlo—. Pero está claro que le he dicho más de lo que debía. Lo siento. —le dio otro nuevo ataque de risa y JunMyeon lo miró mal—. Es que no puedo evitar imaginarme a Tao diciéndote todo eso. ¿Qué le contestaste?
—No sabía qué responder. —respondió JunMyeon su garganta hizo un movimiento convulsivo—. ¿Qué se dice ante algo así?
—Tao no es precisamente de porcelana Junmyeon, no es como tú. —dijo SeHun con una sonrisa—. No le habría molestado que lo hubieras mandado al infierno.
—No sabía si tenía derecho a hacerlo ya. —respondió JunMyeon.
—¡Claro que tienes derecho a hacerlo! —SeHun tomó su rostro entre las manos—. ¿Qué quieres que diga, Conejito? Diga lo que diga, te parecerá mal. Yo sé que no me gusta Tao.
—No estoy seguro de si eso es lo importante ahora. —respondió JunMyeon con frialdad. Pero acercó la boca hasta su mano, y se la habría besado si SeHun no la hubiera retirado—. Parece que ha tomado la decisión de que te quiere para él.
—Tao te estaba pinchando. —observó SeHun, negándose a responder a la mirada de súplica que le lanzaba JunMyeon. Le prometió que hablaría con Tao y le diría que se calmara un poco, pero no podía ofrecerle mucho más—. Es especialista en encontrar los puntos débiles de la gente. Creo que te ha estado tomando el pelo.
—Pero realmente te quiere para él SeHun.
—Quizá porque acaba de salir de una relación y está un poco perdido. Pero lo conozco, y no me resulta una amenaza. —Aseguro SeHun—. Tuvimos nuestra oportunidad años atrás, y no funcionó. No me interesa de él nada más que una amistad.
—Me siento realmente enfermo. —dijo JunMyeon. Todavía no había tocado el café y lo apartó hacia la ventana—. Llevo sintiéndome así toda la tarde. No podía ni pensar en mi trabajo. Cuando me contó que habías estado en su casa el sábado... bueno, no me explicó nada, y yo asumí que habían pasado la noche juntos.
—No estuve allí más de dos horas. —repitió SeHun—. créeme.
—Me parecía una explicación perfecta de por qué no habías querido acostarte ayer conmigo. —susurro JunMyeon con los ojos llorosos.
SeHun se tensó.
—¿Quieres decir que pensaste que no quería sexo contigo porque lo estaba obteniendo en otra parte? —le preguntó SeHun incrédulo.
—Para mí tenía sentido. —aseguró JunMyeon.
—Sexo. —dijo SeHun, bajando la voz al darse cuenta de que la gente de la mesa de al lado se había vuelto a mirarlos—. Para ti todo tiene que ver con el sexo.
—No es solo sexo. —dijo JunMyeon—. Eso es una parte, pero no lo es todo. Está claro que le has hablado de nosotros. Yo solo lo he visto una vez en mi vida y ahora él parece saber todo sobre mí. Me ha dolido que le hubieras hablado de mis problemas al tipo con él que antes tirabas.
—Lo único que le dije fue que las cosas entre nosotros no andaban tan bien como yo habría querido. —respondió SeHun—. y ya te dije que eso pasó hace muchos años.
—Continuó diciéndome lo estupendo que serías como padre. —agrego JunMyeon.
—Intentaría hacerlo lo mejor que pudiera.
—Me dijo que, si yo no quería tener hijos contigo, él si lo haría. —acuso JunMyeon sintiendo nauseas.
—Solo estaba tratando de perturbarte. —SeHun trato de sonreír para quitarle peso a la situación.
—También me dijo que eras el mejor amante que había tenido.
JunMyeon lo miró a los ojos.
—Realmente estaba mintiendo. —aseguro SeHun—. Pasó hace mucho enserio, mucho tiempo como para recordarlo.
—No le permití que fuera mucho más allá con eso. Le dije que eso se debía a que quizás él no debía tener demasiada experiencia. —agrego JunMyeon con enojo e inflando las mejillas.
SeHun se rio. Viniendo de JunMyeon aquel era un comentario gracioso. Se habría apostado lo que fuera a que JunMyeon era bastante inexperto cuando se conocieron. Por el contrario, Tao, por lo, que él sabía de sus años de estudiantes, había buscado siempre con entusiasmo algún compañero sexual.
—Conejito, estás hablando de sexo otra vez. —le advirtió SeHun.
—Al final he sido muy maleducado con él. —dijo JunMyeon fríamente.
—Tao no es de las personas que guardan rencor.
—Estaba muy celoso. —admitió JunMyeon con el corazón desembocado.
—Sospecho que eso era, precisamente, lo que Tao pretendía. —aseguro SeHun, independientemente del interés que pudiera tener en él, Tao era un amigo. SeHun le había dicho con toda franqueza lo que sentía por JunMyeon. Le daba la sensación de que lo que el psiquiatra había hecho era tratar de remover un poco las cosas, con la idea de ayudarlo.
— Sentí ganas de arrancarle esas greñas decoloradas a rubio de un manotazo. —susurro JunMyeon apretando los puños.
SeHun parpadeó.
—Me alegro de que te contuvieras.
—El es pelinegro, los chinos son pelinegros y al decolorar el cabello a rubio su cabello debe caerse solo. —dijo JunMyeon—. No quiero decir con eso que lo habría herido físicamente, ni nada por el estilo. —estaba claro que la idea lo horrorizaba—. Te llamé al móvil después de que salieras del hospital, pero no contestaste. Pensé que, tal vez, estarías con Tao.
—¿Llamaste a casa antes de llamar al móvil?
JunMyeon asintió.
—¿Cómo lo sabes?
—En mi contestador quedan registradas las llamadas. —le dijo SeHun—. ¿Por qué no dejaste un mensaje?
—¡Vaya! —JunMyeon se puso totalmente pálido—. No se me había ocurrido pensar que te darías cuenta.
SeHun frunció el ceño, confuso.
—¿De qué no me daría cuenta?
—No se me ocurrió pensar que tu contestador diría que alguien había llamado. —dijo JunMyeon vagamente—. Debería haber colgado antes de la señal.
—Querrás decir que deberías haberme dejado un mensaje.
—No. Debería haber colgado antes. —respondió JunMyeon con impaciencia, porque SeHun no podía entender lo que le estaba diciendo—. No debería haber esperado tanto, no debería haber dejado que la señal sonará.
SeHun estaba completamente anonadado.
—JunMyeon, ¿de qué estás hablando?
JunMyeon murmuró algo que SeHun no pudo entender. Había puesto los codos sobre la mesa y tenía las manos unidas bajo la barbilla.
—Esto es totalmente patético. —dijo JunMyeon—. Yo soy totalmente patético.
—¿Por qué? —insistió SeHun—. ¿Qué es patético?
—Me gusta escuchar el mensaje de tu contestador. —JunMyeon volvió ligeramente la cabeza y lo miró con sus grandes ojos—. Llamo y escucho el mensaje de tu contestador.
SeHun parpadeó.
—¿Qué?
—«Hola, soy SeHun» —repitió JunMyeon—. «Ahora no estoy en casa, pero puedes dejar tu mensaje y yo te llamaré».
Todavía no entendía nada.
—¿Por qué demonios quieres escuchar el contestador? Sabes que puedes llamarme cuando quieras mientras estoy en el trabajo, y que tengo un móvil.
—Me gusta oír el mensaje. —murmuró JunMyeon—. A veces, solo quiero escuchar tu voz. No necesito hablar contigo, pero quiero oírte.
—¿Estás loco?
JunMyeon sostuvo la mirada sin parpadear, por si SeHun no estaba seguro de si había entendido lo que le decía.
—¿Así que me llamas a casa, cuando sabes que no estoy, solo para oír mi voz? —pregunto SeHun sintiéndose ofuscado.
—Sí.
—Todas esas veces que me encuentro la luz sin mensaje, ¿eres tú? —pregunto SeHun abriendo los ojos en grande.
JunMyeon cerró los ojos.
—Espero que sí. —respondió JunMyeon cerrando fuertemente los ojos.
—¿Por qué no me has dicho nada de esto antes? —cuestiono ofendido, de no haber sabido de los sentimientos de JunMyeon a tiempo.
—No pensé que fuera importante.
—¿No pensabas que fuera importante? —SeHun no podía creerlo—. JunMyeon, en dos años, es la primera vez que me das alguna prueba de que piensas en mí cuando no estamos juntos. Siempre me ha dado la sensación de que tu vida y yo estábamos en armarios separados. Siempre he tenido la sensación de que me tenías completamente apartado, en una esquina —cuando SeHun la tenía en mente todo el día—. Me habría gustado saberlo.
—Es obsesivo, compulsivo.
—Sí, me doy cuenta de que es algo enfermo. — afirmó SeHun—. Seguramente, necesitas ayuda.
—Pero te sientes adulado. —dijo JunMyeon abriendo los ojos, en un gesto acusador—. Piensas que es fantástico que hayas vuelto a tu novio completamente loco.
—Digamos que no perjudica a mi ego —admitió SeHun secamente. Se le aceleró el pulso al oír que se autodenominaba como «su novio»—. Pero, ¿por qué has llamado tantas veces hoy?
—Era extraño —dijo JunMyeon—. No podía dejar de pensar que oyendo tu voz podría saber si tenías una relación con Tao o no. En parte, el motivo de que esperara tanto para colgar era por ver si decías algo más.
—Pero si grabé ese mensaje hace un año. —SeHun no entendía sobre lo especial de oír algo que dijo hace años.
—Ya te he dicho que era extraño. —repitió JunMyeon—. No digo que me esté comportando de un modo racional, SeHun.
La idea de que JunMyeon pudiera ser irracional le encantaba.
—¿No hay nada más que me quieras confesar?
—Tengo un tatuaje con tu nombre en mi trasero. — dijo JunMyeon sarcásticamente y SeHun se rio—. Eso es lo que tú quisieras. No, SeHun .—se inclinó hacia delante, apoyó las manos sobre sus piernas y lo miró directamente a los ojos—. Lo siento, si estabas esperando alguna otra confesión, pero mi locura, de momento, se limita a hacer llamadas a tu contestador.
—Es una pena.
—Aunque, si pensara que un tatuaje me llevaría hasta tu cama, no me lo pensaría. —dijo JunMyeon—. SeHun, esto es totalmente absurdo. Hace mucho que no estamos juntos. Sé que tenemos problemas. Sé que yo tengo problemas. Pero los vamos a solucionar. Ayer y hoy hemos hablado con más franqueza que nunca antes, y lo que he sentido cuando Tao ha dicho todas esas cosas hoy, me ha hecho darme cuenta de que no puedo perderte. No puedo. Te amo demasiado. Si se te olvidara esa idea de estabilizar la relación, todo volvería a ser perfecto otra vez. SeHun, te deseo desesperadamente. No quiero ni ir a tu casa. Quedémonos en un hotel por esta noche y hagamos el amor hasta el amanecer —le susurró—. Por favor, SeHun. Siénteme —le tomó la mano y se la llevó hasta el cuello. SeHun sintió el fuerte palpitar de sus venas—. Llévame a la cama.
El apartó la mano bruscamente y cerró el puño, mientras la cálida sensación de su piel seguía presente en su mano. Su cabeza decía una cosa, pero su cuerpo decía otra.
—Ayer hablaba en serio. Nada de sexo.
—¿Me vas a dejar aquí?
—¿Tienes coche?
—Está en el trabajo.
SeHun señaló hacia la puerta.
—Te acompaño.
Caminaron en silencio hasta el edificio. Pero, una vez en el aparcamiento, JunMyeon se apoyó en la pared y lo miró con aire solemne.
—¿Es este el modo que tienes de hacerme chantaje para que vuelva a vivir contigo?
SeHun suspiró. Entendía que pudiera pensar eso, pero no era realmente su intención.
—Creo que fue un error que nos fuéramos a la cama tan pronto —dijo SeHun—. Deberíamos haber esperado. Creo que lo supe desde el principio. Pero te deseaba tanto que me resultó imposible luchar contra ello. Sin embargo, eso ha hecho que la parte sexual de nuestra relación fuera tan fuerte que acabará por sepultar todas las demás. Necesitamos concederles un tiempo a otras facetas. Eso es lo que yo creo —lo besó en la mejilla y le dijo adiós, reprimiendo el deseo de cubrir sus labios con un beso—. Que duermas bien.
—¡SeHun!
Se dio media vuelta dispuesto a llegar hasta las escaleras y esperar allí a que JunMyeon se marchara sano y salvo. Pero un grito lo obligó a volverse.
—¿Cuánto tiempo?
—No lo sé, JunMyeon —SeHun no sabía cuánto tiempo le llevaría descubrir si tenían algo que salvar. Si lo que encontraba era que JunMyeon no tenía nada que darle más allá de sexo, entonces no había futuro para ellos. En las últimas semanas había empezado a entender lo que necesitaba y quería. No podía permitir que lo utilizaran.
—¿Nos vemos el sábado?
—Vente a casa a comer —dijo SeHun. Estaba de guardia el viernes por la noche por lo que la mañana del sábado ya estaría libre—. Pensé que dijiste que tenías que trabajar.
—No puedo trabajar así —gritó JunMyeon—. Me estás volviendo loco.
SeHun sonrió, esperando que se refiriera a algo más que físico.
—Bien —dijo SeHun para sí—. Ahora te toca a ti.
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