XIX
SeHun se pasó todo el lunes que, supuestamente, JunMyeon tenía que volver, en tensión, esperando una llamada de JunMyeon. Pero no recibió noticias antes de dejar el hospital y su móvil permaneció en silencio.
Sin embargo, cuando llegó a su casa, se la encontró sentado a la puerta, esperándolo. El corazón se le aceleró, se bajó del coche y se acercó lentamente a JunMyeon, inquietándose al notar que no tenía ninguna maleta.
—Hola —dijo JunMyeon y se levantó lentamente. Su expresión era tan distante y formal que a SeHun le hizo daño.
—Estás estupendo. —le dijo SeHun. Aunque el cumplido era sincero, quizá había sonado como un cliché. Ya no sabía de qué otro modo dirigirse a JunMyeon. Por su gesto, no le parecía que hubiera agradecido que lo abrazara—. El moreno te favorece.
—Gracias. ¿Qué tal estás tú? —pregunto JunMyeon aguantando la tristeza de no poder abrazarlo.
SeHun no respondió a la pregunta.
—¿Qué tal el viaje? ¿Por qué estás aquí fuera? Podrías haber ido dentro. —señaló SeHun con incomodidad.
—El viaje, muy bien. Ha sido un viaje muy largo, con retraso, pero he conseguido dormir unas cuantas horas... —JunMyeon se mordió ligeramente el labio tarareando los pies—. Te he llamado al trabajo y la enfermera me ha dicho que ya habías salido, así que sabía que no tendría que esperarte mucho tiempo. No me parecía bien entrar en la casa si tú no estabas.
SeHun lo miró con impaciencia. Con cuidado de no rozarlo, subió las escaleras en dirección a la puerta y la abrió.
—Te he echado de menos. —susurro SeHun.
—Lo siento. —dijo JunMyeon. Pero SeHun no quería aquella disculpa, que había obtenido a pesar de todo—. SeHun, yo creo que es mejor que hablemos en otro momento, cuando no estemos tan sensibles. He venido a recoger mis cosas.
SeHun suspiró.
—JunMyeon...
—Por favor, no me hagas esto más difícil de lo que ya es. Yo tampoco querría que las cosas fueran así, pero ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar. —suplico JunMyeon sintiendo los ojos picar.
¿Por qué, entonces, SeHun sentía que no habían hablado nada? Esperó a que estuviera dentro de la casa y con la puerta cerrada.
—JunMyeon, te amo. Quédate. No tienes por qué irte —tenía presente la sugerencia de Kyungsoo y, aunque sabía cómo iba a reaccionar, era lo único que podía decir—. ¿Por qué no consultamos con alguien?
—¿Un psicólogo? —JunMyeon lo miró directamente a los ojos—. SeHun, lo último que necesito ahora mismo es a un «sana locos» con un diploma, que se dedica a jugar con la cabeza de la gente, que me diga cuál es el problema en nuestra relación.
—Entonces, dime. —le preguntó SeHun con impaciencia—. Puesto que lo sabes todo, dime qué debemos hacer. Porque, JunMyeon, te aseguro que estoy totalmente confuso, que no entiendo nada.
—No empieces. —suplico JunMyeon nuevamente.
—Claro que voy a empezar. —hablo SeHun, su súplica era absurda. No iba a dejar que se marchara sin luchar—. Háblame, Conejito. Dime qué es lo que pasa.
—Lo que pasa es que no podemos vivir juntos. — dijo JunMyeon muy tenso—. Te amo, SeHun. Pero venirme a vivir contigo ha sido un error.
—¿Soy tan terrible?
—No, claro que no. —respondió JunMyeon, su comentario lo confundió por completo—. No es por ti. Tú eres fantástico. Es que siempre supe que vivir aquí no funcionaria.
—Pero si ni siquiera hemos tenido tiempo suficiente para saberlo. —SeHun también sabía que tenían problemas, que no había intimidad en su relación. Pero esperaba poder ir resolviendo todo eso poco a poco—. Has estado aquí solo unas semanas. Y hemos estado los dos tan ocupados que apenas si nos hemos visto.
—Nunca debería haberme venido. —lo contradijo JunMyeon—. Siempre supe que sería un desastre. Si no llega a ser porque te pusiste furioso aquella noche por lo de Minho...
—¿Todavía estás furioso conmigo porque lo eché de tu cama? —le preguntó en un tono salvaje.
—Minho dice que por el modo en que lo trataste, eso prueba que eres...
— ¡No te atrevas a repetir las palabras de ese bastardo! —advirtió SeHun.
—Los insultos no cambiarán nada. —dijo JunMyeon—. Y Minho tiene padre y madre. Los conozco a ambos.
SeHun se contuvo de preguntar cuándo y por qué los conocía.
—¿Así que todo esto es por Minho?
—No. —gritó JunMyeon—. Estás obsesionado con Minho.
—No estoy obsesionado. —respondió SeHun furioso—. Eres tú el que te refieres a él constantemente.
—El pobre hombre nunca te ha hecho nada. —defendió JunMyeon.
En aquel momento, se alegraba de no tener cerca el cuello de aquel «pobre hombre».
—JunMyeon, esto es totalmente demencial. Discutir sobre ese... idiota es de locos. —SeHun se puso la mano en la nuca y movió la espalda para tratar de librarse de parte de la tensión—. ¿Adónde me quieres llevar con todo esto? —le preguntó y bajó el tono de voz, tratando de sonar más razonable, aunque no se sentía en absoluto razonable—. Jamás he intentado...
Se detuvo de golpe, al ver aquellos brillantes ojos de JunMyeon que seguían el movimiento de sus manos.
—¿Todo esto te está excitando? —le preguntó SeHun.
JunMyeon alzó la vista y él notó cómo sus pupilas se dilataban con una mezcla de desconcierto y deseo.
—Han pasado tres semanas. —dijo JunMyeon—. A pesar de las dificultades que tenemos, sigo siendo sensible a tus encantos...
—No. —dijo SeHun y se apartó—. No me lo puedo creer.
—Es normal. —susurro JunMyeon.
—No, no es normal. —SeHun no sabía qué lo molestaba más: que JunMyeon estuviera excitado por verlo furioso o su propia y violenta reacción—. Esto es enfermo. ¿Tratamos de resolver algo fundamental y tú piensas en sexo?
—No tendríamos ningún problema si no estuvieras intentando hacer que lo nuestro fuera más allá del sexo. —reclamo JunMyeon—. estábamos bien así.
—Tal vez, tendrías que analizar si necesitas un hombre en tu vida o si, lo que buscas, podrías haberlo comprado en un sexshop. —ataco shun y se contuvo al notar, por su horrorizado grito y su abrupto alejamiento, que se había pasado con aquel comentario—. No quería decir eso, pero es así como me siento. —sabía que JunMyeon no quería, pero, a pesar de todo, lo tomó en sus brazos y le acarició la espalda—. Lo realmente increíble en todo esto es que casi soy capaz de acceder, porque te amo mucho.
—Casi. —repitió JunMyeon.
—No voy a hacerlo, JunMyeon. —susurro SeHun, pero continuaba acariciándole los hombros y la espalda, cuidándose de mantener sus caderas a distancia, para poder controlarse—. No puedo darte lo que quieres. No puedo darte solo sexo sin compromiso alguno, porque yo necesito algo más.
—SeHun, es ese «más» lo que nos está destruyendo. Estábamos felices. —jadeo JunMyeon con una mirada suplicante— ¿Por qué no podemos volver atrás?
—Es demasiado tarde. —SeHun cerró los ojos e inhaló el delicioso aroma de su pelo. Su cuerpo le pedía acercarse a JunMyeon, a pesar de su determinación de no hacerlo—. He cambiado, JunMyeon. Realmente, creo que tiene que haber algún modo de solucionar todo esto.
—SeHun, yo realmente quiero intentarlo. —dijo JunMyeon con voz ronca. Al admitir aquello, se relajó en sus brazos—. No quiero perderte. Quiero que las cosas vuelvan a ser como eran.
Las manos de SeHun le sujetaban los brazos, tratando de reconfortarlo. Pero JunMyeon comenzó a mover su pelvis contra la de él y acercó su pecho hasta que le rozó la mano. Involuntariamente, SeHun abrió la mano y atrapó su pezón. JunMyeon gimió. Pero, al mirarlo y ver sus ojos cerrados y su rostro lánguido, se sintió mal.
—Conejito, no. —SeHun apartó de JunMyeon bruscamente—. Nada de sexo ahora.
—¿SeHun? —JunMyeon abrió los ojos lentamente, como si no entendiera bien lo que estaba sucediendo—. ¿Qué pasa? No pares.
—Ni siquiera he empezado. —dijo SeHun con frialdad. Estaba claro que JunMyeon no había entendido absolutamente nada. De pronto, pensó que, tal vez, no había hecho más que tratar de llevarlo hasta donde JunMyeon quería. Pensar eso le hacía sentir realmente enfermo—. No podemos hablar ahora. —no mientras siguiera mirándolo con aquellos grandes ojos porque, tarde o temprano, a pesar de lo que eso le pudiera molestar, acabaría por ser incapaz de contenerse.
—Cuando empezamos a hablar es cuando las cosas se estropean. —murmuró JunMyeon y sus ojos descendieron hasta su pelvis—. Y si tratas de decirme que no estás interesado, lo siento, pero estás perdiendo el tiempo, porque no te creo.
—JunMyeon, no somos animales. —reprocho SeHun, al menos no en la superficie. Si JunMyeon insistía un poco más, tal vez acabaría demostrándole lo contrario—. Será mejor que te vayas.
JunMyeon se tensó.
—Hace media hora me estabas pidiendo que me quedara y ahora me dices que me vaya. —resoplo JunMyeon.
—No he cambiado de opinión respecto a lo que siento. Te sigo queriendo y quiero que vivas conmigo, pero no estoy disponible solo para sexo. —le dijo SeHun en un tono apesadumbrado—. Si realmente quieres solucionar los problemas que hay en nuestra relación, entonces mi solución es que no haya sexo.
JunMyeon lo miró confuso.
—SeHun, no puedo estar contigo y no pensar en sexo. —respondió JunMyeon.
—JunMyeon, puedes pensar en ello cuanto quieras. — SeHun sonrió, casi se rio, al oír su protesta casi desesperada. Por primera vez, sintió que, tal vez, JunMyeon estaría dispuesto a considerar seriamente su futuro. Por primera vez, vio atisbos de lo que podría ser si SeHun tenía algún control sobre su relación, y la sensación le hacía sentir muy bien—. Piensa, porque no vas a conseguir nada de sexo.
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