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XIII

De algún modo se las arregló para sobrevivir la siguiente semana. Al menos el trabajo era una distracción. Pero volver a casa le resultaba muy duro. Aunque JunMyeon había estado allí menos de un mes, cada habitación, cada rincón, cada espacio parecía impregnado de su esencia y de recuerdos de cosas con JunMyeon.

Aquella casa había sido suya durante más de una década y le resultaba tremendamente injusto que solo cuatro semanas la hubieran podido alterar tan perceptiblemente.

A mediados de la semana siguiente llamó a Chanyeol, pero fue Kyungsoo el que contestó.

—Está jugando al golf. —le explicó Do—. Como tiene que volver a trabajar la semana que viene, está aprovechando para jugar siempre que puede. ¿Te sirvo yo o quieres hablar con él?

SeHun le explicó que estaba pensando en vender su casa y Kyungsoo pareció encantado y lo invitó a tomar café algún día.

—Puedes venir cuando quieras. —insistió Kyungsoo—. No creo que Chanyeol tarde mucho.

Cuando llegó, Kyungsoo le dijo que todavía estaba solo. Al abrir, SeHun le tendió los brazos al pequeño Kyuhyung y Kyungsoo sonrió, recogiendo las flores que él le había llevado.

—Gracias. —dijo Kyungsoo—. Son preciosas. Chanyeol vendrá en seguida. Ha llamado hace diez minutos y estaba saliendo de allí. Al parecer lo ha entretenido inesperadamente el hoyo número diecinueve. —dijo Kyungsoo con una mueca y se rio—. SeHun, te queda muy bien eso de tener un bebé en brazos.

—Me siento muy bien. —dijo SeHun, acunando a Kyuhyung de un lado a otro—. Adoro a los bebés. Me encanta ver cómo van cambiando inesperadamente. Este crece muy deprisa.

—Yo no me doy cuenta. —Kyungsoo estaba llenando un colorido jarrón con agua—. Puedo sentir que pesa más, pero lo veo igual.

—¡Y esa sonrisa! —exclamó SeHun realmente contento de ver al bebé tan feliz—. Kyuhyung, ¡qué sonrisa tan enorme!

—Lleva dos semanas sonriendo. —confirmó Kyungsoo con una risa complacida—. ¿No te parece riquísimo? Puedo ver a Chanyeol en él cada vez que hace eso.

Dejó las flores y se acercó a ellos. Le hicieron carantoñas al bebé durante un rato, hasta que Kyuhyung se quedó en silencio.

—SeHun, ¿estás bien? —cuestiono Kyungsoo.

SeHun levantó la mirada bruscamente.

—Por supuesto. —mintió pasando saliva.

Kyungsoo dudó unos segundos.

—Pues no lo parece.

—Hemos tenido una noche agitada en el hospital. —mintió SeHun, para no demostrar lo desecho que estaba ante la partida de JunMyeon.

—No has sido el mismo desde hace un mes. Me gustaría estar seguro de que estás bien. —susurro Kyungsoo preocupado.

—Kyungsoo, ni yo mismo estoy seguro. —SeHun no estaba habituado a hablar de lo que sentía con nadie que no fuera JunMyeon. Pero necesitaba librarse de, al menos, parte del tumulto que lo atormentaba. Miró el pequeño rostro de Kyuhyung—. JunMyeon me va a dejar. Se ha marchado a una convención en Estados Unidos. Lo había convencido para que se viniera a vivir conmigo, pero ha decidido que no le interesa seguir así.

—¡Lo siento, SeHun! —Kyungsoo lo agarro cariñosamente—. Dudé de vuestra relación cuando me dijo que no quería ser el padrino de Kyuhyung. Pero luego los vi tan bien aquella noche. ¿Tú crees que es solo algo temporal?

—No lo sé, con JunMyeon ya no sé nada. —respondió SeHun, ya no tenía ni idea de en qué punto estaban las cosas. No había sabido nada de JunMyeon desde el día de su partida, y el modo en que su jefe se negaba a darle información le hacía pensar que JunMyeon había dado instrucciones para que no le facilitaran su paradero a SeHun.

Le dio el bebé a Kyungsoo y, cuando este se sentó, SeHun lo hizo en el sofá de al lado.

—Kyungsoo, yo pensaba que todo funcionaba cuando en una pareja se querían el uno al otro. Creí que, cuando se decía «te amo», se era feliz para siempre. JunMyeon es el primer chico que he amado, pero, en lugar de un matrimonio y niños, y felicidad para el resto de nuestras vidas, es como si habernos enamorado no hubiera cambiado nada. JunMyeon dice que me ama, pero la cosa no funciona. —SeHun cerró los ojos—. Ayer recibí una llamada de su compañero de piso diciéndome que JunMyeon se había marchado sin pagar su parte del piso. Taemin necesita el dinero y me ha pedido que se lo preste hasta que llegue JunMyeon. Kyungsoo, eso significa que ha mantenido su casa todo este tiempo. Taemin le dijo que no tenía problemas en encontrar a alguien que ocupara su habitación, pero JunMyeon se ha negado. Está claro que jamás se comprometió realmente a estar conmigo. Durante todo este tiempo pensaba que si me tomaba las cosas con calma, que, si no lo presionaba, se daría cuenta de lo maravilloso que podría ser estar juntos, que no tenía nada que temer. Y resulta que JunMyeon no ha estado nunca feliz, que no creía que las cosas fueran a funcionar. Estaba planeando marcharse.

—Me da la sensación de que JunMyeon tiene ciertos problemas que ha de superar. —dijo Kyungsoo—. Ha contado cosas extrañas sobre cómo sus padres se peleaban cuando JunMyeon era joven y de que se casaron muchas veces después de aquello. No me sorprendería que, con esa educación, le resultara muy difícil comprometerse.

—He tratado alguna vez de sacar ese tema, pero no me quiere escuchar. —dijo SeHun—. Se pone a bromear sobre los médicos, diciendo que con un par de semanas de prácticas en el área de psiquiatría nos creemos todos Sigmund Freud. No le gusta que la analice.

—A pesar de todo, eso que te digo tiene sentido. —razono Kyungsoo—. A veces no le puedes pedir a alguien que crea en un final feliz cuando nunca lo ha conocido.

—No lo sé. —respondió SeHun, había pensado mucho sobre aquello—. ¿No sería más normal que, si ha tenido una infancia inestable, busque, precisamente, la estabilidad?

—A menos que piense que si se compromete, si se abre a otra persona, queda más expuesto al dolor. En cualquier momento se puede cansar y abandonarlo. — dijo Kyungsoo—. Puede que JunMyeon tenga tanto miedo a perder como en su niñez que ya no quiere dar nada.

SeHun pensó que tal vez esa fuera una posibilidad.

—Pero después de dos años me conoce lo suficiente como para saber que eso no ocurriría. —murmuró SeHun—. Conoce a mi familia. Jamás ha habido un divorcio.

—¿Y si pidieras ayuda a un psicólogo de pareja? —oferto Kyungsoo—. Además, SeHun dos años no pueden bastar para que pretendas que JunMyeon confié del todo en ti.

—Existen tantas posibilidades de que JunMyeon aceptara ir a un psicólogo de pareja, como de que Kyuhyung condujera mi coche y me llevara a casa esta noche. —jadeo SeHun—. Pienso que lo obligaron a ir al psicólogo tras la ruptura de sus padres y que eso lo ha dejado marcado de por vida.

—Pero te ama. Y llevan dos años juntos. Eso debe significar que siente algo fuerte. —animo Kyungsoo—. Quizá si JunMyeon pensara que el psicólogo los podría ayudar a seguir juntos...

—Los dos años no son tan significativos. —le reveló SeHun—. He estado pensando en eso últimamente. Me he preguntado si el único motivo que tiene JunMyeon para estar conmigo es por la parte física de la relación. —admitir aquello no le resultaba nada fácil—. Kyungsoo, no sé. Me da la sensación de que para JunMyeon el sexo es la respuesta a todo. Se supone que esto que digo suele ser la queja de los pasivos, no de los activos. Tao me dijo algo al respecto hace unas semanas... —recordó la referencia que había hecho el psiquiatra a que lo estaban utilizando como «hombre—objeto»—. Bueno, dijo algo que me hizo pararme a pensar. Le dije una vez a JunMyeon que me preocupaba que el sexo parecía sustituir a la verdadera intimidad. Pero se limitó a mirar con cara de sorna y me di cuenta de que no tenía ni idea de a qué me refería.

—Espero que consigan hacer que las cosas funcionen. Está claro que tú lo amas mucho. —sentenció Kyungsoo—. Y analiza tú las cosas no dejes que las opiniones intencionadas de otros te afecten.

—Ah, Kyungsoo —jadeo SeHun, no podía describir cuánto—. Cuando JunMyeon entra en una habitación, siento que me disuelvo. Cuando sonríe, es como si estuviera en el cielo... 

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