XI
Después, caminaron lentamente, deteniéndose aquí y allí para regalarse lánguidos besos. Tardaron mucho más en volver al coche de lo que habían tardado en llegar hasta allí.
SeHun condujo hasta BaySang, y compraron empanadas y batidos en la tienda que estaba cerca de la playa. Allí se sentaron sobre la arena caliente.
—Deberíamos habernos traído los bañadores. —dijo JunMyeon con aire soñador, una vez que hubo terminado la empanada. La playa no estaba llena, pero había unas cuantas familias, además de unas cuantas parejas haciendo surf—. Yo si estoy demasiado viejo como para volver por ellos, no como otros que están en su juventud.
—No me mires así. —dijo SeHun, divertido con la mirada humorística de JunMyeon. Se quitó la gorra y se bajó las gafas, para cubrirse los ojos. Luego se dio la vuelta para apoyar la cabeza sobre su estómago—. No pienso conducir de vuelta solo por ti. Ya nadaste ayer.
—Pero el agua está maravillosa. —chillo JunMyeon.
—Si estás tan desesperado conejito, finge que tu bóxer son como un traje de baño. —sonrió SeHun con malicia.
—Tendría que hacerlo. —dijo JunMyeon, y SeHun sintió sus manos masajeándole suavemente la cabeza, en un movimiento casi hipnótico—. Solo que mi boxer escapa de lo convencional y no puede ser visto por todos.
SeHun sonrió, mientras lo contemplaba.
—¿Estás cansado? —pregunto JunMyeon al verlo somnoliento.
—Un poco. —respondió SeHun notó el leve movimiento de su abdomen, mientras bostezaba—. No es extraño, porque me has mantenido despierto la mayor parte de la noche conejito. Puede que cierre los ojos unos minutos.
—Como quieras Hunnie. Yo cuidare tus sueños. —sonrió JunMyeon de forma dulcemente tierno.
Aquello le sonó muy bien a SeHun, que se puso cómodo, bostezó y dejó que su cuerpo cayera suavemente en un letargo.
Un leve tacto en el rostro lo despertó. Cuando abrió los ojos se encontró el sonriente rostro de JunMyeon.
—Son más de las seis. —le dijo JunMyeon suavemente—. Dormilón.
—¿Más de las seis? —SeHun miró el reloj incrédulo, pero comprobó que tenía razón—. Deberías haberme despertado.
—Te estaba mirando. —respondió JunMyeon.
—¡Qué aburrimiento! —dijo SeHun, con voz somnolienta.
—No ha sido aburrido en absoluto. —en algún momento, mientras dormía, JunMyeon debió de haberse mojado la cara por el calor. Pues cuando tomó su cabeza para besarlo, sintió los mechones de pelo sedoso haciéndole cosquillas sobre la cara—. De hecho, era hipnotizante. Eres increíblemente guapo, SeHun. Solo que, normalmente, te despiertas antes que yo y no tengo la oportunidad de mirarte como es debido.
—No tan hipnotizante como para conseguir que hagas lo que yo quiero que hagas. —lamento SeHun, deseando con todo su corazón que JunMyeon en algún momento aceptase tener una vida a su lado y criar a sus miles de hijos.
—No, tanto no. —confirmó JunMyeon.
SeHun se arrepintió de lo que había dicho nada más decirlo, pues notó que JunMyeon se tensaba.
—Eso sería aburrido, después de todo. —dijo JunMyeon—. Deberíamos irnos.
—Sí. —SeHun se levantó y le tendió una mano para que también se levantara—. ¿Qué tal tienes la ampolla?
—No tengo ninguna ampolla. —replicó JunMyeon, pero al andar, cojeó un poco—. Bueno, quizá una pequeña.
—Enséñamela. —SeHun se colocó para facilitar que JunMyeon se apoyara en él, le agarró el pie y le miró el talón. Se sorprendió al comprobar que JunMyeon tenía razón. Había una ampolla, pero era muy pequeña—. Has tenido suerte esta vez. Pero si te pusieras calcetines, no habrías tenido el más mínimo problema.
—Pero habría tenido los pies horriblemente calientes. —farfulló JunMyeon. SeHun le dio una ligera palmada en el trasero y JunMyeon echó a andar.
Una vez en el coche, le puso la mano sobre el brazo y lo detuvo justo antes de que fuera a arrancar.
—Gracias por un día maravilloso Hunnie. —susurro JunMyeon.
—Gracias a ti conejito. —dijo SeHun suavemente, frunciendo el ceño—. Ha sido maravilloso porque estaba contigo. Y todavía no ha terminado. ¿Qué te pasa?
—Nada. —susurro JunMyeon, pero el rápido movimiento de cabeza hizo que SeHun sospechara.
—¿Te vas a quedar a cenar conmigo? —le preguntó SeHun y arrancó el motor—. ¿Te has traído ropa de recambio para quedarte esta noche?
—Sí, he traído cosas para mañana. —le confirmó JunMyeon, asintiendo con la cabeza—. Solo necesito plancharme una camisa antes de ir a trabajar. ¿Te parece bien?
—Claro que me parece bien. —SeHun lo miró con un gesto impaciente. JunMyeon sabía que, si de él hubiera dependido, estarían viviendo juntos, y no solo pasando juntos fines de semana esporádicos—. ¿Por qué le tienes tanto aprecio a ese horrible apartamento de alquiler en el que vives? No lo puedo entender. Si comprara la casa de Chanyeol, ¿te vendrías conmigo?
Acababan de llegar a casa de SeHun, así que este aparcó, antes de añadir algo más.
—Tendríamos mucho más espacio. —agrego SeHun.
—Quieres decir que tú tendrías más espacio. —JunMyeon estaba sacudiendo el zapato que se había quitado, para sacar la arena. Ni siquiera levantó la vista, aunque, para SeHun, su respuesta era de vital importancia—. A mí no me afecta en absoluto. Tendría que ahorrar unos cuantos años, antes de poderme comprar una casa así.
—No estoy sugiriendo que la compres. —dijo SeHun cuidadosamente. Metió la llave en la cerradura de la puerta de su casa y se volvió a mirarlo—. Lo que quiero es comprarla para los dos.
JUNMYEON se estiró lentamente. Cada fracción de segundo transcurrida sin respuesta le parecía a SeHun una eternidad. Finalmente, cuando la expresión de su rostro se hizo visible, apreció en su gesto tal distancia, que casi le dolía mirarlo.
—¿Estás sugiriendo que me vaya a vivir contigo? —cuestiono JunMyeon frunciendo la cara.
—JunMyeon, llevo pidiéndotelo desde hace meses. — dijo SeHun con la voz ronca—. Lo que te pido ahora es que te cases conmigo y vivamos juntos lo que nos queda de vida.
Convencido de que JunMyeon debía haber imaginado que le propondría algo así, se sorprendió de su reacción.
—¡Ah! —dijo JunMyeon, pero, en lugar de responder, bajó lentamente, sentándose en los peldaños de madera—. No me esperaba algo así.
—No sé por qué no. —dijo SeHun sin comprender su negativa ¿Qué estaba mal en él para que JunMyeon no pudiera pensar en casarse con él?.
Pensaba que había logrado decirlo con la suavidad precisa. Sus piernas lo llevaron automáticamente a sentarse junto a JunMyeon.
—Solo se trata de formalizar lo que te he dicho un montón de veces. Creo que he hecho varios amagos. He tratado de pedirte esto varias veces, pero cada vez que me pongo serio, tú me cortas. —agrego SeHun negando a rendirse, quería casarse y tener hijos, pero los quería solo con JunMyeon.
—SeHun, yo te amo. —comenzó a decir JunMyeon.
—Lo sé, JunMyeon. —SeHun le besó la cabeza, mientras se decía a sí mismo que todo iba a ir bien, aun cuando sentía lo contrario—. Yo también te amo. Por eso quiero que nos casemos. Siento que no haya sido una propuesta muy romántica.
Su idea había sido comprar un anillo y llevarlo a algún sitio hermoso, pero aquella noche le había parecido el momento perfecto.
—Porque no haya sido romántico, no pienses que no es una petición hecha con el corazón. Jamás he sentido nada más fuerte en mi vida. —susurro SeHun rápidamente.
—No es eso, SeHun. —jadeo JunMyeon y SeHun pudo oír el leve ruido que hizo su garganta al tragar saliva—. No es que no me haya parecido romántico. Es que, sencillamente, nunca se me habría ocurrido pensar que decidirías atarte a un esposo.
—No creo que el matrimonio sea una atadura. —le dijo SeHun—. Puede que lo pensara tiempo atrás, pero eso fue antes de que entendiera lo que era amar a alguien como te amo a ti. El matrimonio consiste en compartir cosas. JunMyeon, te quiero. Quiero compartir mi vida contigo. Quiero estar contigo para siempre. Quiero que tengamos hijos y que nos hagamos viejos juntos. ¿No quieres esas cosas?
—SeHun, ese es un paso muy grande. —JunMyeon lo miró con un gesto desesperado y fuerte a la vez, como si le tratara de decir que no iba a conseguir convencerlo—. Matrimonio e hijos, son decisiones de mucha envergadura.
—No quiere decir que debamos tener bebés inmediatamente. —dijo SeHun calmadamente. JunMyeon tenía un año más que él, pero la ciencia había avanzado y ahora tanto las mujeres como donceles podían congelar sus óvulos y atrasar el tiempo de la maternidad sin complicaciones. SeHun quería tener hijos con JunMyeon, pero, biológicamente, no tenían prisa—. Al ver el bebé de Kyungsoo y Chanyeol me he dado cuenta de que, en algún momento, yo también querría tener un hijo. Siendo sus padrinos tendremos suficiente contacto con él como para apaciguar mi sentimiento paternal durante una temporada.
—Pues yo no voy a ser el padrino del niño. —respondió JunMyeon desviando la mirada.
—¿Quieres decir que Kyungsoo y Chanyeol todavía no te lo han dicho? —SeHun frunció el ceño—. Pensé que iban a llamarte la semana pasada. Me sorprende que no te lo dijeran anoche.
—Kyungsoo me lo dijo. —respondió JunMyeon muy tenso—. Cuando fuiste a abrir la puerta. Pero le dije que no me parecía buena idea. Le dije que no.
—¿No? —SeHun lo miró atónito—. ¿Por qué le dijiste que no?
—Le dije que me parecía extraño. —razono JunMyeon.
—¿Extraño? ¿De qué estás hablando? —renegó SeHun.
—Me refiero al futuro. —JunMyeon inclinó la cabeza para que el pelo ocultara su expresión—. SeHun, Chanyeol y Kyungsoo son tus amigos. A mí me caen muy bien y me gustaría que las cosas siguieran así para siempre. Pero de no ser por ti, yo solo los habría conocido profesionalmente. Si rompemos y los dos somos sus padrinos, va a resultar muy extraño.
—Pero no vamos a romper. —señaló SeHun—. JunMyeon, acabo de pedirte que te cases conmigo.
JunMyeon le acarició la mejilla.
—Estás muy acostumbrado a que las cosas se hagan a tu modo Hunnie. —dijo JunMyeon dulcemente—. Supongo que es por tu trabajo. La gente siempre sigue tus órdenes.
SeHun le agarró la mano y se llevó la palma hasta los labios.
—No hace falta que trates de salvar mi ego. Los dos sabemos que hace mucho que no consigo que hagas nada de lo que yo quiero. —dijo SeHun—. Y jamás tendría el valor de ordenarte que hicieras nada. Sencillamente, me estás diciendo que no.
—Sí, te estoy diciendo que no. Lo siento. —respondió JunMyeon y su mirada se había vuelto oscura y solemne, pero, a pesar de todo, una ligera sonrisa se dibujó desde la comisura de sus labios cuando SeHun gruñó.
—Conejito...
—No me mires así, como un perrillo abandonado. Tú sabías cuál iba a ser mi respuesta. —murmuró JunMyeon con impaciencia.
—Lo sospechaba, pero no estaba seguro. —protestó SeHun—. Pensaba que, tal vez, tendría alguna posibilidad de convencerte de que quieres estar conmigo.
—Es que quiero estar contigo. —aseguro JunMyeon mirándolo a los ojos—. Ya te dije que te amo y me gustas demasiado.
—Pues vamos a hacer de eso algo permanente. ¿Qué es lo que te asusta? —cuestiono SeHun—. porque de otra manera no entiendo cómo puedes no querer casarte con la persona que te gusta.
—No me asusta nada. Es, simplemente... —JunMyeon trataba desesperadamente de buscar algo que decir—. Es, sencillamente, que no quiero perder lo que tenemos ahora. Es demasiado precioso. No quiero arriesgarme.
SeHun quería entenderlo, pero no podía. La lógica de su argumento se le escapaba.
—Conejito, no vamos a perder anda. —dijo SeHun tratando de hacer que JunMyeon entrara en razón—. Casarse no es un riesgo. Es ganar algo. Tal y como yo lo veo, dar ese paso es un modo de preservar lo que tenemos.
—¿Cómo puedes estar seguro? —le preguntó JunMyeon—. Ni tú ni yo podemos estar seguros de eso. El matrimonio cambia las cosas entre la gente.
—Para mejor. —insistió SeHun con una sonrisa enamorada.
—Si fuera para mejor, entonces no habría tantos divorcios. —afirmó JunMyeon con acidez recordando el tormentoso matrimonio de sus padres.
—Pero eso no nos va a pasar a nosotros. —SeHun se detuvo, consciente de que, aparte de poder asegurarle que su amor sería eterno, no tenía ningún argumento razonable en qué apoyarse—. Maldición, parece que me he enamorado de un soltero empedernido.
**************
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro