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Ya de camino a Wellinsung, una hora después, JunMyeon le dijo que no tenía que trabajar al día siguiente.

—Soy tuyo todo el día, si tú quieres. —coqueteo JunMyeon.

—Claro que quiero. —SeHun siempre quería—. Podríamos dar un paseo por la bahía a ver si están los pingüinos.

—Me encantaría. —dijo JunMyeon y se quedó callado durante un rato. Pero, luego, bajó el volumen del nuevo Mv de un grupo llamado EXO que estaban escuchando como si quisiera decir algo—. Tao parece muy agradable.

—Lo es. —respondió SeHun y lo miró interrogante—. Es muy divertido.

—Sí, ya lo he podido comprobar. —susurro JunMyeon fingiendo mirar el paisaje.

Llegaron a casa de SeHun y aparcó el coche detrás del de JunMyeon.

—¿Te molesta hablar de Tao? —le preguntó JunMyeon.

—No. —respondió SeHun. Pero, como JunMyeon no siguió preguntando, SeHun tampoco le dio más información.

Dentro de la casa, JunMyeon se quitó la ropa mojada de inmediato. Lo miró con descaro, antes de llevarlo al lavadero.

—Deberías desvestirte. —le dijo JunMyeon—. La sal va a destrozar tu ropa. Como se me hayan estropeado estos pantalones, vas a tener que pagarme otros. Deberías haberme dejado venir desnudo, tal y como yo quería.

—Entonces nos habría detenido la policía. —dijo SeHun. Los habían parado en dos controles de alcoholemia al pasar por la ciudad—. He impedido que te arrestaran.

JunMyeon se rio.

—Los habría conquistado. —bromeo moviendo las caderas.

—Sí, claro que los habrías conquistado. —dijo SeHun, entrando en el lavadero. Metió la ropa en la lavadora y, luego, atrapó las nalgas de JunMyeon entre las manos—. Al menos estos dos los habrían conquistado. Pero, a pesar de todo, te habrían arrestado. Habrías salido en el periódico al día siguiente, desnudo, como el día en que naciste, y a mí me habrían llamado todos mis amigos para decirme lo afortunado que soy.

—Creo que me gustaría probar una cómoda cama ahora. —le susurró JunMyeon.

—Por mí, encantado. —SeHun puso la lavadora, lo agarró en brazos y lo llevó escaleras arriba.

Suerte que su dormitorio y el cuarto de invitados estaban separados por la cocina, dándoles un poco de privacidad. Cuando hubieron entrado SeHun cerró con cuidado la puerta, y con esa barrera levantada entre ellos y el mundo exterior, fue como si una presa se viniera abajo, y la poca fuerza de voluntad para contenerse que SeHun hubiera tenido, se esfumó y se apoderó de él un ansia por desnudar a JunMyeon y meterse en la cama con él.

Parecía que JunMyeon estaba pensando lo mismo, porque comenzaron a besarse y acariciarse ese nuevo territorio antes de seguir. Y al poco rato estaban los dos completamente desnudos y arrojándose sobre la cama. Rebotaron sobre el colchón, y siguieron besándose entre risas, antes de apartar la ropa de la cama y los almohadones para que no les molestasen.

SeHun sabía que no durarían mucho, los dos necesitaban saciar el ansia que los consumía.

—Te deseo dentro Hunnie. —le siseó JunMyeon, jadeante, mientras SeHun se arrodillaba entre sus muslos y succionaba uno de sus pezones.

Y cuando SeHun lo tocó, presionando los dedos contra sus pliegues dilatados de su ano y lo asió por las blandas nalgas, sujetándolo para penetrarlo. Y cuando se hubo hundido por completo en el interior de JunMyeon, dejó escapar un suspiro tembloroso de alivio.

JunMyeon le rodeó las caderas con las piernas, haciéndolo hundirse aún más en su interior, y SeHun gimió contra sus labios.

—Dámelo todo Hunnie... —le susurró JunMyeon con un brillo travieso en los ojos.

SeHun no vaciló en complacerlo y comenzó a moverse, embistiéndolo con

fuerza, una y otra vez, en medio de los gemidos de JunMyeon, que había apretado el rostro contra su cuello para ahogarlos, a la vez que lo besaba y lo mordisqueaba.

Aquello era demasiado para SeHun y, por más que hubiera querido alargar aquel momento, hacer que se prolongara la noche entera, sabía que no resistiría mucho. JunMyeon era demasiado erótico, y el placer demasiado intenso. Sabía que estaba a punto de llegar al clímax cuando JunMyeon se revolvió debajo de él y empezó a arquear las caderas. SeHun respondió, sacudiendo las suyas más y más deprisa, hasta que notó que JunMyeon comenzaba a tensarse debajo de él.

Poco después JunMyeon alcanzó el orgasmo con un grito ahogado, al tiempo que le clavaba las uñas en la espalda. Echó la cabeza hacia atrás, se arqueó contra SeHun y comenzó a estremecerse con espasmos de placer. A la vez, sus paredes anales se cerraron en torno al grueso miembro de SeHun, succionándolo con tanta calidez que SeHun que ya no podía más, se dejó ir también.

Más tarde, yacieron juntos, los glúteos de JunMyeon contra la pelvis de él, y su pezón en la mano de SeHun, bañados por la suave luz de la luna que se colaba por entre la persiana.

—Tao parece muy agradable. —murmuró JunMyeon.

SeHun frunció el ceño. Le besó la nuca.

—Me da la sensación de que ya hemos tenido esta conversación antes. —murmuro SeHun, sus cuerpos sudorosos estaban tan juntos, que no pudo evitar notar que JunMyeon se tensaba.

—Pensé que no lo habíamos terminado. —puchereo JunMyeon.

—¿Qué es lo que tenemos que terminar? —inquirió SeHun.

JunMyeon se apartó de él y se volvió para mirarlo, posando la cabeza en el brazo que tenía extendido, mientras lo observaba con sus ojos grandes y el rostro pálido.

—¿Tuvisteis una relación? —cuestiono JunMyeon aguantando la respiración por unos segundos.

—¿Una relación? —preguntó SeHun confundido por su pregunta y por la dirección que su interrogatorio estaba tomando. Levantó la cabeza y la apoyó en la mano—. ¿Una relación? ¿Me estás preguntando si nos acostamos juntos?

—SeHun, está clarísimo que se acostaron. — dijo JunMyeon y sonrió ante la mirada atónito de SeHun —. Venga, SeHun, no soy estúpido. El modo en que te miraba me lo habría dicho, sin necesidad de que lo hicieran las historias que contaba. No tienes por qué contarme nada sobre sexo. No es asunto mío. Tampoco lo es todo esto. Pero siento curiosidad. Lo que quería preguntarte es si fue una relación emocional.

SeHun se aproximó más a JunMyeon y lo observo fijamente, incapaz de resistirse a la tentación de acariciar la suave curva de su cuerpo.

—Todo eso ocurrió hace mucho tiempo. —respondió SeHun sin darle mayor importancia.

—¿Eso significa que la respuesta es «sí»? —JunMyeon arqueo la ceja con desconcierto.

—No, no es « sí» —SeHun no se sentía demasiado cómodo hablando sobre Tao. Pero era muy raro que JunMyeon le preguntara algo sobre sus relaciones anteriores, y era la segunda vez que lo hacía aquella noche. Sentía curiosidad por saber adónde los llevaría todo eso—. Compartimos piso durante un año y, en ese tiempo, no éramos más que amigos. No salimos juntos hasta después de eso. Fue en época de exámenes y los dos estábamos en un momento de mucho estrés. Supongo que no fue más que un modo de relajarnos. Nadie se enteró. No creo ni que lo sepa Chanyeol

—¿Estabas enamorado de Tao? —pregunto JunMyeon mirándolo de reojo.

—No. —SeHun respondió de inmediato, pero luego dudó, temeroso de haber sonado demasiado frío—. Me gustaba. Nos lo pasábamos bien y no fue solo sexo, pero tampoco nada particularmente intenso, por parte de ninguno de los dos.

—¿Cómo acabó?

—Se fue desvaneciendo poco a poco. —SeHun se tumbó sobre la almohada y cerró los ojos—. Luego, Tao se marchó y perdimos el contacto. Unos años después se fue a Inglaterra y ha estado allí hasta ahora.

—¿Y hoy era la primera vez que lo veías?

—No. Estuvimos comiendo juntos un día de esta semana. —dijo SeHun—. Yo le di el teléfono de Chanyeol. —le besó el hombro—. ¿Alguna pregunta más, o el tribunal de la inquisición se da por satisfecho?

—Es muy atractivo. —acotó JunMyeon.

SeHun le acarició el pelo.

—Prefiero a los castaños sensuales como tú. —respondió SeHun con una sonrisa embobada.

—Todavía le gustas. —repitió JunMyeon pensativo.

SeHun se rio.

—Imaginaciones tuyas.

—No, y tú lo sabes. —replicó JunMyeon con voz seria.

—¿Estás celoso? —cuestiono SeHun con alegría.

—No, no estoy celoso. —dijo JunMyeon—. Quizá, sienta curiosidad.

—¿Sobre el pasado?

—Sobre ti. —JunMyeon no clarificó nada sobre aquella críptica respuesta, y se limitó a acomodarse junto a él—. Despiértame. Deberíamos salir pronto para dar el paseo.

A la mañana siguiente, compraron unos bollos en la pastelería más cercana y se dirigieron hacia la bahía. Caminaron por las rocas y desayunaron allí.

La última vez que habían ido de excursión hasta allí, habían encontrado un grupo de pingüinos, además de un montón de focas. Pero, en aquella ocasión, no había nada más que piedras desnudas.

—El otoño es la mejor época. —dijo JunMyeon—. Hay docenas de pingüinos entonces.

Continuaron paseando por la costa, chapoteando en algunos de los pequeños charcos que se formaban en las orillas rocosas.

—Estoy muerto de hambre. —protestó SeHun, ya pasada la hora de comer—. Deberíamos haber traído más comida. ¿Por qué no volvemos?

—Estoy vago. —dijo JunMyeon, sentado de cuclillas junto a uno de los charcos, mientras jugueteaba con una pequeña anémona. Agarró un poco d agua y salpicó a SeHun—. Vamos a quedamos otra hora. Podríamos ir andando hasta la cuidad desde aquí.

—¿Y después qué? —preguntó SeHun secamente. Estaban muy lejos de donde habían dejado el coche—. ¿Cómo vamos a regresar?

—Mi casa no está lejos de allí. —señaló JunMyeon.

—Ja.

—Podemos hacer autostop. —oferto JunMyeon.

—No gracias.

—Sería divertido, vamos SeHun. —insistió JunMyeon.

—Soy ya muy viejo para ese tipo de diversión. Vamos a comer. —dijo SeHun demasiado hambriento como para ponerse a discutir, ignoró sus protestas y lo tomó en sus brazos—. ¿Dónde has dejado los zapatos?

—En la hierba. —respondió JunMyeon a carcajadas, y señaló un trozo verde que había al otro lado de la playa—. Allí. Te gusta mandarme, ¿verdad? Parece que olvidas que yo soy mayor que tú Oh SeHun. Deberías tratarme con más respeto.

—Sí, eres un año mayor que yo. —sonrió SeHun. Tenía razón—. Y me gusta mucho. —se arrodilló y lo puso sobre un pequeño trozo de hierba con arena, luego tomó su pie y 'se lo apoyó sobre la pierna. Le quitó la arena del talón—. Si no te limpias bien, los zapatos te van a raspar. ¿Por qué no llevas calcetines, como las personas normales?

—No me gustan. Me calientan demasiado los pies. —se quejó JunMyeon.

—No te calientan los pies. —el argumento lo exasperaba tanto como lo había hecho la primera vez que lo había oído hacía tres años—. En todo caso, te los protegen, especialmente cuando usas zapatos como estos. — le tocó el talón izquierdo, que estaba enrojecido—. ¿Lo ves? Te va a salir una ampolla. Te va a doler un montón.

Pero en lugar de mirarlo, se limitó a tumbarse, apoyándose en los codos.

—¿Por qué no me das un beso para que se me cure? —susurro JunMyeon con voz sensual.

SeHun posó un beso sobre su talón manchado de sal y de arena, y le hizo cosquillas cuando JunMyeon le pidió más.

—Está lleno de arena. —replicó SeHun mirando el talón de JunMyeon.

—Pero mis labios no bobo. —protestó JunMyeon.

Sonriendo, SeHun se aproximó y probó su boca, una y otra vez.

—Te has puesto protector labial. —le dijo SeHun, pues la había visto hacerlo con anterioridad—. Factor quince.

—Factor veinticinco. —le dijo JunMyeon dulcemente. Le rodeó la nuca con las manos y tiró de él para que se tumbara sobre él. Abrió las piernas para dejarle espacio—. Se está muy bien aquí, en la hierba, con las olas. Vamos a descansar un rato. Tengo ganas de dormir.

—No tienes ningunas ganas de dormir. —SeHun conocía aquella expresión, y sabía que la maliciosa mirada de sus ojos no tenía nada que ver con el sueño—. Conejito, esto de practicar el sexo en lugares públicos se te está escapando de las manos. Es totalmente de día. Estamos a solo unos metros del camino.

—No hay nadie Hunnie. —argumentó JunMyeon razonablemente, mientras le besaba la barbilla—. No hemos visto a nadie desde hace un montón de tiempo. ¿0 me vas a decir que también te has hecho muy viejo para esto, de repente?

—No, viejo no. —replicó SeHun, el modo en que le latía el corazón le aseguraba que no era una cuestión de edad—. Pero no soy un exhibicionista.

—Nadie nos va a ver Hunnie. —dijo JunMyeon riéndose, mientras se quitaba los vaqueros y la ropa interior, y le desabrochaba la bragueta—. Déjame que te quite solo esto. Anda, vamos, no tardaremos. Date prisa, que puede venir alguien.

—Eso es precisamente lo que me preocupa. —protestó SeHun con un gemido, consciente de que esa protesta no engañaba a nadie. Le quitó la camisa con las manos temblorosas, para dar a su boca acceso a sus pezones.

Los dedos de SeHun sintieron la suavidad de su piel y la sorprendente delicadeza del cuerpo de JunMyeon. SeHun lo probó con la lengua, y el sabor cálido y dulce de su boca le produjo fuego en las venas. Le agarró con más fuerza la cintura y lo atrajo hacia sí con firmeza, sintiendo cómo su ligero y sinuoso cuerpo se enredaba alrededor del suyo como una delicada flor que buscara apoyo y fuerza.

JunMyeon se apretó contra él con el mismo deseo que SeHun sentía, y el último atisbo de control murió en su interior. Estaba inmerso en JunMyeon, en su aroma, su piel, el ritmo de su corazón sobre sus manos...Y su excitación era tan poderosa que se le borró cualquier otro pensamiento.

El agua los lamía suavemente, y los besos de SeHun pasaron de explorar a mostrar una urgencia dura y salvaje. La fantasía se mezcló con la realidad cuando JunMyeon le enredó las piernas alrededor de la cintura. Los duros pezones de JunMyeon se apretaron contra el pecho de SeHun.

JunMyeon no pesaba dentro del agua, y se movía y se retorcía contra SeHun buscando instintivamente la unión final. Tomando el control, SeHun hundió los dedos en su piel suave y se colocó en ángulo hasta que la punta de su erección se encontró finalmente con el calor del húmedo y dilatado de JunMyeon. Aquel contacto le arrancó un gemido de los labios, y durante un instante permanecieron posicionados al borde de la intimidad final. Entonces SeHun no pudo seguir esperando. Entró en JunMyeon con una embestida suave y experta, introduciendo toda su longitud en la entrada de JunMyeon, abriéndose paso contra sus paredes anales.

JunMyeon era exquisito, enloquecedoramente estrecho, y cuando sus paredes anales se cerraron alrededor del miembro de SeHun, el mundo de SeHun hizo explosión y sintió un dolor agudo en los hombros cuando JunMyeon le clavó las uñas en los músculos.

SeHun trató de controlar su propia reacción, pero en aquel instante JunMyeon relajó la tensión de las manos sobre sus hombros y le echó los brazos al cuello, atrayéndolo hacia él mientras movía las caderas, urgiéndolo a continuar.

Los suaves gemidos de excitación de JunMyeon lo llevaron hasta el borde, y se le nubló la mente a SeHun. Ciego a todo lo que no fuera la liberación de aquel inmediato placer, SeHun entró una y otra vez en JunMyeon y lo poseyó con embestidas fuertes y duras que enviaron a JunMyeon a las fronteras del éxtasis, hasta que volvió a alcanzar la máxima cota del placer, esa vez junto a él, consumidos los dos por el mismo fuego.

SeHun escuchó el repentino gemido de incredulidad de JunMyeon, todo su cuerpo tembló contra el suyo y se vio inmerso en un clímax tan intenso que amplificó su propia excitación hasta que su cuerpo hizo erupción y fue transportado a la estratosfera.


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