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III

SeHun trató una vez más de contactar con JunMyeon antes de salir del hospital. Uno de sus colegas contestó diciendo que ya se había marchado. No había podido hablar con JunMyeon en dos semanas, pues su móvil estaba desconectado y su contestador se negaba a tomar mensajes.

—Quizá esté en el gimnasio. —dijo el hombre cuando SeHun, frustrado, lo presionó para que le dijera algo—. Creo que llevaba una bolsa de deporte. También puede que esté en la piscina. Nunca cuenta nada, ya conoces a JunMyeon.

SeHun tardó una hora en llegar a casa, a través del denso tráfico de Daegu en hora punta. Le había dado una llave a JunMyeon, pero sabía que era muy extraño que apareciera sin avisar antes. Como era de imaginar, la casa estaba desierta.

Trató de llamar a JunMyeon otra vez, pero seguía puesto el contestador que, además, no funcionaba. SeHun se aflojó la corbata y los botones de la camisa y se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa, dispuesto a salir.

No encontró a JunMyeon en el gimnasio, y la recepcionista no recordaba si lo había visto llegar o no. SeHun vio en el horario que hacía veinte minutos que había acabado una clase de aerobic de las que le gustaban a JunMyeon, así que, de haber estado allí, ya se habría marchado.

Se dirigió directamente a la piscina y aparcó fuera. Pagó la entrada y pasó a la zona desde la que se veía el agua.

Vio el gorro de baño de color rosa, de JunMyeon, con el logo de la empresa farmacéutica para el que trabajaba, no en la zona en el que solía estar JunMyeon, dedicada a nadadores deportistas, sino en la parte libre.

Pero pronto se dio cuenta de que no solo estaba nadando, sino que daba una clase.

JunMyeon era un calificado instructor de natación que, a menudo, trabajaba como voluntario en la piscina. Durante las vacaciones escolares, daba clases escolares, las daba a niños fundamentalmente, pero la compañía en el que trabajaba estaba en varios programas de caridad dirigidos a ayudar a adolescentes con problemas, por lo que JunMyeon le dedicaba parte de su tiempo a ellos.

JunMyeon salió de la piscina y comenzó a marchar de arriba abajo, con el pito en la boca y una tarjeta alrededor del cuello, que se balanceaba de un lado a otro.

SeHun se sentó. JunMyeon estaba tan concentrado en la clase que no se dio cuenta de que SeHun estaba allí.

A SeHun le había gustado JunMyeon desde el primer día que lo había visto. Pero sabía que muchos de sus amigos se habían quedado sorprendidos al enterarse que salían juntos seriamente. No porque a sus amigos no les gustara JunMyeon, pues le caía bien a todo el mundo, sino porque no se esperaban que ellos acabaran juntos. SeHun sabía por qué. En el pasado los chicos con los que había salido siempre eran guapos, coquetos y les gustaba divertirse. Eran chicos con los que SeHun podía pasar el rato, sabiendo que no había compromiso alguno sino solo diversión.

JunMyeon no era así. Por supuesto que era muy guapo, con unos encantadores ojos, mejillas regordetas y unos labios hermosos y deseables, el pelo castaño suave como la seda y un cuerpo atlético. JunMyeon era tranquilo y serio, a veces intenso, en lo que se refería a su trabajo y a sus voluntariados, y demasiado contenido como para tener algo en común con los novios anteriores de SeHun. No coqueteaba jamás, excepto en secreto con SeHun, pudiendo llegar a volverlo loco y no le gustaba mucho jugar.

Se habían conocido en una reunión a la que SeHun había llegado tarde. Aquellos ojos de pestañas oscuras de JunMyeon lo habían recibido con una mirada irritada. Pero SeHun, en lugar de sentirse censurado, se había dejado cautivar por la fuerza de su embrujo y una repentina excitación sexual.

JunMyeon había apartado los ojos de SeHun a toda prisa, pero no sin que SeHun notara antes su respiración acelerada y sus pupilas dilatadas.

No había sido amor a primera vista, al menos no lo que SeHun entendía por amor después de haber pasado el tiempo y haber ido conociendo a JunMyeon poco a poco. La pasión que surgió entre ellos al principio hizo que, en lugar de sentirse desanimado por su seriedad, SeHun siguiera adelante, descubriendo la parte lúdica de JunMyeon, su risa, sus chistes y también su fuerte sentido de la ética y su vulnerabilidad emocional.

SeHun sabía que el tiempo podría acabar con la pasión, fiero el amor haría que lo deseara siempre. De momento, todavía disfrutaba de aquella pasión. Una mirada era todo lo que JunMyeon necesitaba para excitarlo, y para que aquella intensa y devastadora magia de entrar en JunMyeon, de sentir su cuerpo alrededor del suyo continuará siendo tan fuerte como la primera noche.

JunMyeon había dejado de animar a sus nadadores y esperaba ansioso al final de la piscina a que sus pupilos llegarán. SeHun sonrió dándose cuenta por su excitación y por la tensión de JunMyeon que aquella debía ser la primera vez que el grupo lograba hacer un largo.

Cuando la primera mano rozó el bordillo, JunMyeon empezó a aplaudir emocionado. Al ver a la primera nadadora salir del agua, SeHun entendió su entusiasmo.

Sus alumnos no eran niños, sino jóvenes con síndrome de Down.

—Bien hecho. —dijo JunMyeon—. ¡Estoy muy orgulloso de ustedes!

Era obvio que había sido un logro importante, porque algunos de los socorristas de la piscina se acercaron a darles la enhorabuena.

SeHun, que no quería interrumpir a JunMyeon, así que esperó a que los alumnos se dispersarán antes de ponerse de pie. Sin embargo, no había podido llegar aún hasta JunMyeon, cuando este se despidió, se ajustó el gorro y se lanzó de cabeza al agua con un estilo perfecto y nado hasta alcanzar la calle de nadadores junto al que SeHun estaba.

SeHun dejó que JunMyeon diera tres largas brazadas y girara elegantemente al llegar al bordillo, antes de lanzarse al agua y darle alcance. Al final, lo agarró del tobillo y, cuando JunMyeon se volvió a mirarlo, se aproximó a él.

—Métete debajo del agua, que esos nadadores van en serio. —dijo SeHun indicando los tres nadadores que ocupaban las tres calles contiguas.

—Van en serio porque son serios. —dijo JunMyeon cuando llegaron al otro lado de la piscina—. Hola, ¿qué estás haciendo aquí?

—He venido a buscarte. —dijo SeHun y le besó la nariz—. Te he visto dando clase.

JunMyeon inclinó la cabeza.

—No te había visto.

—Parecías mamá gallina con sus polluelos, mientras observabas sus logros.

—¡Ay SeHun! ¿No te han parecido fantásticos? Has visto el final de tres durísimas semanas de trabajo. Al principio solo uno de ellos podía flotar. —conto JunMyeon—. Increíble, ¿verdad? Conseguimos que la compañía subvencionara el transporte y las clases y ahora estamos tratando de que nos concedan un autobús permanente para viajes y para que los chicos puedan venir aquí asiduamente.

—Así que es aquí donde has estado estas últimas tres semanas.

—Dos horas por la tarde, sí. Pero también ha habido mucho trabajo. —dijo JunMyeon—. Después de acabar aquí, he tenido que volver a la oficina todos los días. ¿Has intentado localizarme?

—Sí, unas cincuenta veces. —gruñó SeHun y lo abrazó—. Este bañador es nuevo.

—Me lo compré ayer. —susurró JunMyeon—. Yo también te he echado de menos.

—Mentiroso. —SeHun le besó la frente. La parte libre de la piscina, no dedicada a nadadores, estaba casi vacía, pero había uno o dos curiosos que los observaban, por lo que no iba a dejar que su abrazo se hiciera más íntimo—. Has estado demasiado ocupado como para echarme de menos. Nunca respondes al teléfono de la oficina y no has contestado ni a uno solo de los mensajes que te he dejado en el móvil.

—Yo también te he llamado. —protestó JunMyeon y frunció el ceño ante su gesto de incredulidad—. De verdad. Esta semana. Así que no te enfades conmigo porque tampoco a ti hay quien te localice. No contestas nunca a tu celular y jamás estás en casa.

—He estado la mayor parte del tiempo de guardia. El fin de semana tuve una urgencia en la ciudad. Y siempre contesto a mi celular. —replicó SeHun—. ¿A qué hospital estás llamando?

—Jukgok... ¡Ah, claro! —por su gesto notó que JunMyeon se había dado cuenta de algo—. Esta semana estás en Daegu—San.

—Voy a estar dos meses allí, sustituyendo a Chanyeol. — le dijo SeHun—. Y luego otro par de meses cubriendo el puesto de Kyungsoo.

—Lo había olvidado.

—Te olvidas de todo lo que no está relacionado con tu trabajo. —acusó SeHun.

—Conseguí el mayor volumen de ventas el mes pasado. —sonrió JunMyeon.

SeHun lo besó en la mejilla.

—Lo consigues todos los meses.

—Pero el mes pasado he logrado el volumen de ventas más alto de todo el país. —alardeo JunMyeon.

—Bien hecho. Vayámonos a algún sitio. —dijo SeHun y le enroscó las piernas alrededor del cuerpo por debajo del agua—. A celebrarlo.

—SeHun me encantaría hacerlo. —dijo JunMyeon y SeHun sintió que el corazón se le encogía en anticipación a lo que estaba a punto de decir—. Pero tengo que trabajar. Debo ponerme al día en un montón de cosas, porque mañana tengo una reunión a primera hora.

—Yo te daré la información que necesites. —JunMyeon había estudiado ATS pero, descontento con las perspectivas de su carrera y con las restricciones financieras que había en los servicios de salud, y que le impedían ejercer su trabajo como era debido, decidió decantarse por las ventas farmacéuticas. Su trabajo conllevaba el trato con médicos y profesionales de la salud, a los que tenía que informar de los avances médicos de la compañía—. ¿De qué campo se trata?

—Psiquiatría.

—Sobre lo que no sé nada. —lamento SeHun. Había sido una buena idea, pero inviable—. ¿No me puedes dedicar unas horas?

—Ni un minuto. —dijo JunMyeon—. Al menos, no ahora. Podría ir a tu casa más tarde.

—¿Cuánto más tarde?

JunMyeon sonrió.

—A las once.

—Eso suena bien. —SeHun lo agarró de la cintura—. Justo a tiempo para irnos a la cama.

—Estupendo. —dijo JunMyeon, con las manos en sus hombros; lo empujó hacia abajo y lo besó en la boca—. Ahora me tengo que ir a toda prisa, lo siento.

SeHun lo acompañó hasta el borde de la piscina y lo despidió agitando la mano con un gesto alegre, en respuesta al de JunMyeon, antes de que desapareciera por la puerta que conducía a los vestuarios. Se sentía patético. Sabía que no estaba haciendo, sino que conformarse con los despojos, con unos pocos fragmentos de tiempo que JunMyeon podía concederle. Peor no podía evitarlo. Lo deseaba desesperadamente.

Aquella era una experiencia que jamás le había gustado, al menos no antes de estar con JunMyeon, y a la que no estaba habituado. Hasta entonces, siempre había sido SeHun el menos comprometido en las relaciones. Era un patrón que no había elegido deliberadamente y del que no había sido consciente en el pasado, pero que la relación con JunMyeon había sacado a la luz.

Medio furioso, SeHun se dirigió a la calle de nadadores rápidos. Una hora más tarde, con el cuerpo cansado y su estado emocional aún en plena tensión, salió de la piscina y se dirigió a las duchas. 

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