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El Hijo del Dios Del Mar y la Violación

𝐄𝐋 𝐇𝐈𝐉𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐃𝐈𝐎𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐀𝐑 𝐘 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐎𝐋𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 | 𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐎𝐍𝐄

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Percy Jackson, si no quieres morir, busca a la niña fruto del pecado y mirada mortal y sálvala de ella misma.

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Python's Pov

𝐋𝐀 𝐏𝐑𝐄𝐒𝐈𝐂𝐈Ó𝐍 𝐘 𝐅𝐔𝐄𝐑𝐙𝐀, son dos de los muchos elementos esenciales para el éxito en un combate, junto con el análisis del oponente y la valentía.

Razón por la cual me encuentro entrenenando esas dos destrezas ahora mismo, usando una de las tantas esculturas del sótano como objetivo; las cuales estaban distribuidas en forma de círculo a mi alrededor.
Mi objetivo era "matarlos" de un movimiento, no dos, no movimiento y espada, un movimiento rápido, preciso y mortal.

La cuestión es, a diferencia de otros guerreros en entrenamiento, es que mis ojos se encuentran vendados, segando mi visión en su totalidad.
Esto con el objetivo de que no me vuelva dependiente de mis ojos, y que sepa pelear y defenderme en todo el sentido de la palabra.

Solo podía confiar en mis sentidos más agudizados que mi visión y, sobretodo, en que Nigari y Kara -dos hermosas y letales serpientes que me acompañaban desde que tengo memoria-, me guiarían a la victoria.

Nigari era una cascabel, útil cuando necesitaba distracción y el tiempo no daba espacio para palabras.

Kara, en cambio, era una cobra. Más jóven que Nigari y que parecía odiar a todos, irónicamente.

No eran las únicas que poseía pero si con las que había desarollado mayor confianza.

A diferencia de mi mamá, no portaba serpientes en el cabello -por lo que estaba secretamente agradecía mi mamá, aunque no me lo dijera en voz alta-, sino que podía hablar con todas las especies existentes de este reptil y, en su mayoría, controlarlas a mi antojo.

Supongo que es más util que cabello viviente.

──Derecha.──siseó Nigari cerca de mi oreja, en respuesta dí la vuelta y decapité a una estatua. Lo sé porque escuché el sonido de la piedra cortándose con mi espada, seguido sonido de la piedra cayéndose y rompiéndose en el suelo.

──Formidable como siempre, cariño. ──dijo una voz a mis espaldas, por el tono de la misma supuse que era mi mamá.

──¡Mamá! ──exclamé contenta, deseando quitarme la venda de la cabeza.

Verán, a diferencia de mi madre, Medusa, yo poseo un olor que me identifica como ctónico, lo que provocaba que los sátiros puedan percibirme y, en consecuencia, los semidioses me cazen.

La venda fué un regalo de mi padre, esta esconde mi olor e impide el funcionamiento de mis poderes, según la carta, para los humanos solo son lentes de sol, haciéndome parecer ciega.

Pero, cuando estoy cerca de mi mamá u otra criatura, el olor decae notablemente, permitiéndome ver.

Sientiéndome libre, me quito la venda y admiro a mi mamá, portando un hermoso y elegante vestido blanco.
Medusa es una mujer hermosa, aún con la asquerosa maldición de Atenea encima de ella, sus facciones son envidiables.

──Necesito que vayas a la tienda que esta pasando el cendero del sátiro y compres un par de cosas. ──me dijo ella, sacando una lista, aunque ésta era más para las serpientes en mis hombros que para mi, después de todo, afuera de la casa soy "ciega".

──¿Enserio tengo que ir ya? ──me quejé, odiaba salir y más aún cuando estaba entrenando──. Estoy entrenando.

──Esto también es entrenamiento, tanto para el desarollo de tus sentidos como para reforzar la confianza con tus serpientes. ──me explicó, aunque sabía que ella tampoco quería salir, era igual de ermitaña que yo.

──Enserio no quieres ir, ¿verdad? ──le pregunté dejando mi espada apoyada en una estatua sin un brazo.

Vamos, tal vez había cierta verdad y razón en sus palabras, pero en el fondo sabemos que no quiere ir y, ¿pueden culparla?

¿Quién quisiera salir forrándose prácticamente toda la cabeza y media ciega? Ella casi nunca sale, al igual que yo.
Por esta razón mi papá era el encargado de hacer las compras, antes de que...

──Bingo ──me respondió, esbozando una sonrisa──, pero también es por lo antes mencionado. Y...

Aquí vamos de nuevo, conozco ese "y..." y el discurso que viene después.

──... Debes conocer el mundo, es más que la casa y el sendero del sátiro. ──ahí estaba. Mi mamá lleva años tratando de convencerme de que salga, que conozca y no me quede estacanda para siempre ahí, como lo hizo ella.

Pero no quiero, no quiero dejarla sola, no otra vez.

──Sabes que no te dejaré aquí. ──le respondí firme, tal como siempre lo hacía──. Me cambio y voy.

La escuché suspirar a mis espaldas, no era la primera vez que teníamos esta conversación y de seguro no sería la ultima, no valía la pena discutir por el mismo resultado.

(...)

──¿Dónde estará la carne de hamburguesa? ──pregunté en voz alta, mientras caminaba por los pasillos de la tienda.

Para los ojos de los demás, solo era una niña hablando en voz alta, pero la realidad es que mi pregunta fué dirigida a las dos serpientes en mis hombros.

"¿Cómo es que nadie las ve?" se preguntarán pero, para su decepción, no tengo una respuesta certera.

Tal vez mi chaqueta y frondoso cabello negro funcionaban de esondite, tal vez sea el hecho de que a muchos les incomoda ver a alguien ciego, como si se sintieran culpables de su excelente salud visual y se obligásen a apartar la mirada; o simplemente los huamanos son muy distraídos para dedicar su valiosa atención en alguien más.

Supongo que un poco de todo.

──A la izquierda, tres pasos hacia ti. ──siseó Niragi en respuesta.

──... Al nivel de tu cabeza, cuidado, hay una niña metiche en el camino. ──finalizó Kara y, aunque era más que claro que no la veía en su totalidad, podía jurar que la fulminaba con su reptil mirada. Kara odiaba a los humanos.

Pasé con cuidado a su lado y, repentinamente, me quedé quieta un momento.

──Niragi. ──la llamé en voz baja, de modo que solo ella me escuchara, y de inmediato sentí como la cascabel bajaba por mi cuerpo y se escabullía entre los estantes.

Esa niña, de la que Kara habló tan despectivamente, olía raro, no a humano, ni a monstruo, casi como... ¡un semidiós!

──Carajo. ──susurré cuando el sonido del cascabel de Niragi me lo confirmó, tomé la carne rápido y me dirigí a la caja registradora.

Había diferentes sonidos de cascabel según el semidiós, entre menos sonaba más peligro representaba para mi directamente, dos veces, era una de la peor de todas.

Un heredero de las más hipócrita y malditas del arcenal de dioses: Atenea.

Me había topado con un maldito hijo de Atenea.

O hija, ya daba igual, las ratas se ven todas iguales.

Vaya suerte la mía encontarme con una justo ahora. Joder.

¿Qué carajos hace aquí? Esas alimañas no vienen solas, siempre van en grupo.

Pagué rápido, casi lanzándole el dinero a la cajera.

¿Por qué le hize caso a mi mamá y dejé la espada?

Prácticamente corría, esquivando a todos los que se atravesaban en mi camino.

¡Muévanse, carajo! ¡¿Que no ven que soy ciega?!

Antes de salir de la tienda Nigari salió de entre los estantes y se abalanzó sobre mi, se arrastró por mi brazo derecho y se escondió en mi cuello.

Entre tanta premura, terminé tropezando con alguien. ¿Pero acaso a los Dioses se le acabaron los payasos o por qué me usan a mi?

Me paré rápidamente, asegurándome que la venda estuviera intacta y tapada por mi cabello.

Sería el colmo que fuese uno de los semidioses que vino con la heredera de la diosa de la injusticia.

──Disculpa, no te ví. ¿Estas bien? ──por su voz, supe que era un chico, era ligeramente aguda así que le calculaba mi edad.

Iba a responder, tal vez una mandada al diablo sutil, pero el hedor que expulsuaban inundó mi nariz.

Era el olor de un semidiós.

Mierda.

Entonces escuché a Nigari mover su cola, una sola vez se escuchó el cascabel.

Era él, el hijo de Poseidón, el imbécil que robó el rayo para el maldito de su padre. Estaba ahí, justo frente a mi.

Y me arrepentía tanto de no tener mi espada y poder decapitarlo ahí mismo.

──Oye, fué un accidente, ¿tu serpiente no me matará, cierto? ──las palabras del chico me desconcertaron levemente.

¿Y esta bola de sarcasmo qué?

Entonces me dí cuenta que Kara estaba en posición de ataque, lista para morder al semidiós frente a mi ante cualquier orden de mi parte.

Si había algo que Kara odiaba más que a los humanos era, por muchos eones, a los semidioses; y con justa razón.

Desde que se entetaron de mi existencia, no les bastó con mandar a mi papá lejos y prohibirle cualquier contacto directo conmigo o con mi mamá, por su puesto que no, para los dioses el sufimiento no tiene límitis.

Decidieron mandar a sus hijos mitad humanos a cazarnos, llevan años así, la mitad de las "decoraciones" del jardín de mi casa son prueba sólida de ello -¿entienden? porque estan hechos de piedra, la cual es sólida. Perdón, mal chiste-.

Pero su comentario me dió una idea, si Kara lo atacaba, me daría suficientemente tiempo de correr en el alboroto hasta el sendero del sátiro, llegar a casa y el veneno de la cobra lo mataría. Es un buen plan, ¿no?

Pero entonces la charla con mi mamá hace unos días hizo, inoportunamente, acto de presencia.

──No sé de qué hablas. ──respondí rápidamente, y con rapidez me alejé de él y su olor de porquería.

Apretaba las bolsas de las compras molesta, tan cerca y tan lejos a la vez.

Mientras corría, conociendo el sendero de memoria, la charla con mi mamá se reproducía en mi mente como una película.

Ocurió, exactamente, tres días después de que se diera a conocer la existencia del hijo de uno de los tres grandes, rompiendo el pacto estipulado por ellos mismos desde hace años.

Aquel día mi mamá se despertó con complejo de defensora del pueblo.

──Mamá, ¿oíste lo que dijeron esas cosas? ──le decía, siguiendo sus pasos hasta dentro de la casa──. El aguitas tuvo un hijo, ¡es nuestra oportunidad!

Cuando era pequeña, al principio mi mamá decidió esconder la historia detrás de su transformación, pero tarde o temprano me enteraría y al final ella decidió que lo escuchara por su propia boca, la única que hablaba con la verdad.

Desde entonces me propuse a vengarla, era claro que no mataría a Poseidón, pero tal vez si a uno de sus hijos, si le tiro la cabeza al mar, ¿entenderá que su pasado vino a cobrársela?

De cualquier modo, mi mamá parecía aborrecer la idea.

──No, no haremos nada. ──dijo firme, entrando a la casa con su típica elegancia.

──¿¡Pero por qué!? ──estaba enojada, ella odiaba que hablara sobre hacer pagar a los dioses por lo que hicieron. ¡Pero se lo merecen esos viejos polvorosos!

──¡Por qué no, Python! ──me contestó en un grito y las serpientes en su cabeza se alzaron a la defensiva──. ¡Perseus Jackson no te hizo nada!

Hasta el nombre de esa cosa me daba asco, ¿no le bastaba con ser hijo del bastardo que violó a mi mamá? ¿También tenía que llamarse igual que el que la decapitó?

Dí un paso más hacia al frente, su mirada no me hacía nada al compartir su sangre.

Nigari y Kara también se alzaron por incercia.

──¡Pero su padre si! ──mi voz se alzaba, y por las puertas y ventanas de la casa se escabullían serpientes de todo tipo, siguiendo mi voz, el llamado de una posible pelea──. ¡¿Por qué lo defiendes tanto?! ¡Es hijo del monstruo que te arruinó la vida!

Estallé, no podía soportar la necesidad de mi madre de defenderlo, ¿por qué? ¡¿por qué al hijo de un monstruo como él?!

¡No merecía ni una pizca de su piedad!

──Porque, Python, mi niña, su madre es una víctima de él al igual que yo. ──su respuesta me desconcertó y en mi expresión debió verse claro como en el vidrio.

──Pero... ──comencé a protestar, pero ella volvió a hablar, más calmada.

──... Además, él no es su padre ──me dijo, pero después soltó un suspiro y agregó──: No hasta que decida serlo.

¿"No hasta que decida serlo", eh?

Bien, así jugaremos.

──Cuando lo haga, y lo hará, yo lo mataré. ──fué un juramento, uno que no rompería jamás.

Cuando Perseos Jackson muestre su verdadero rostro, yo me encargaré de arrancárselo del cuerpo.

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Hiii 💗

Primer cap listo, ¿qué opinan? Les gustó?

Entiendan a Python, la pobre busca venganza 😭

Y Percy ahí sin entender nada: 🕴

Nos vemos en el próximo cap, los quierooo

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