03│Extra
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Primera Consulta:
Doctor Min.
—Media hora tarde —le dijo con notable desaprobación en su voz en cuanto lo vio ingresar al área de consultas, caminando con una conocida dificultad y luciendo como si nada le interesara en absoluto.
—Es un caso difícil —se excusó de forma irónica.
—Nunca lo son para ti —replicó el contrario, mientras seguía escribiendo en uno de los tantos informes que se encontraban sobre la mesa—. No intentes engañarme, porque no podrás lograrlo.
—Sí, bien —dijo en voz baja, restándole importancia al asunto—. ¿Y cómo andamos de hisopos hoy? Si hay escases, podría irme a casa ya.
—No hay problema con eso —respondió con el mismo tono de sarcasmo que el otro y le regaló una sonrisa—. Aún hay, puedes encontrar muchos.
—Claro.
Pudo ver cómo su jefe volvía a posar su atención en el informe y sonrió de lado. Decidió alzar su mirada entonces, notando así que habían alrededor de veinticinco pacientes aguardando ser atendidos, la sala de espera estaba invadida.
Sujetó su bastón con firmeza y comenzó a caminar lentamente hacia el grupo de personas, quienes posaron su vista en él al instante y lo miraron de forma expectante, en cuanto se quedó parado en la entrada de la sala.
—Hola, gente enferma y seres queridos —saludó a los presentes con voz alta y clara, captando la atención de cada persona presente en el lugar—. Para ahorrarme el tiempo y evitar aburridas pláticas, les diré; soy el doctor Min YoonGi.
En cuanto pudo escuchar eso, Kim SeokJin se olvidó completamente del informe que debía llenar. Dejó de lado lo que estaba haciendo, para después darse vuelta y posar su incrédula mirada en el hombre que estaba en la entrada de la sala de espera.
—Pueden llamarme simplemente YoonGi —continuó el pelinegro—. Soy uno de los tres doctores empleados la corriente mañana —dijo con molestia—, y...
—YoonGi, cariño —SeokJin interrumpió al médico y se le acercó rápidamente, captando la atención del nombrado y el resto de personas—, toma un expediente. —Intentó entregarle uno, pero fue ignorado.
—El rayo de sol que acaba de hablar, es el doctor Kim SeokJin —continuó hablando YoonGi, sintiendo la atenta mirada de los pacientes—. El doctor SeokJin se encarga de dirigir todo el hospital. Y por desgracia, él tiene mucho que hacer por ustedes.
YoonGi miró de reojo a SeokJin, quien seguía viéndolo de forma incrédula e indignada, antes de seguir hablándole al resto de los presentes;
—Soy un aceptado y respetado diagnosta, certificado con doble especialidad en enfermedades infecciosas y nefrología —continuó YoonGi—. Soy el único médico empleado que se encuentra aquí en contra de su voluntad —dijo él y algunos fruncieron su ceño—. ¿Eso es cierto, no? Diles. —Ahora sí se dio vuelta para mirar correctamente a su jefe y le sonrió con sorna—. Pero descuiden —otra vez posó su vista en los pacientes—, la mayoría piensa que a mi trabajo lo puede realizar hasta un simio con una botella de alcohol en sus manos.
Tras decir aquello, YoonGi pareció haber recordado algo importante, por lo que metió su mano derecha en el bolsillo de su abrigo y sacó un pequeño frasco de ahí mismo.
—Hablando de eso. —Alzó el frasco y todos lo miraron de forma confusa—. Si ustedes son muy molestos, probablemente me verán recurriendo a esto. —Sacudió el objeto, causando que se escuchara cómo chocaban las pastillas una contra otra—. Es Vicodin, y es mío; no se los daré —les aseguró—. No es que yo no pueda soportar cualquier dolor. Tengo un problema de dolor muy severo, aunque...¿quién sabe? —Dirigió su vista al suelo—. Tal vez...me equivoco o estoy muy drogado para decirlo con exactitud —agregó luego, provocando que los pacientes lo miraran con nervios, inseguridad y hasta incluso un leve temor—. Y bien, ¿quién pasa primero?
En dicho momento, un silencio sepulcral invadió la sala de espera y SeokJin sintió deseos de asesinar a YoonGi. Todos los pacientes intercambiaron miradas incómodas entre sí, pero nadie mostró indicios de querer moverse.
—De acuerdo —dijo YoonGi poco después—. ¿Y quién prefiere esperar alguno de los otros dos médicos?
En cuanto terminó de preguntar eso, pudo apreciar cómo absolutamente todos los presentes alzaban su mano de forma rápida y desesperada. Por dicha razón, el especialista reprimió sus ganas de sonreír triunfante.
—Muy bien. Si cambian de opinión, estaré en el consultorio —comentó con falsa simpatía, para luego darse vuelta y apartarse caminando de manera lenta del lugar.
SeokJin negó con su cabeza una y otra vez, mientras veía al jodido médico alejarse. Suspiró sonoramente y se acercó al centro de la sala de espera, sosteniendo uno de los expedientes en sus manos.
—¿Kim Jennie? —llamó en voz alta. Entonces, una joven alzó su mano derecha y se levantó de su lugar—. Por favor, acompaña al doctor Min al consultorio uno —dijo amablemente y le entregó a la castaña la carpeta que estaba sosteniendo.
La chica tomó el expediente con notable inseguridad y miró de forma nerviosa al hombre que estaba frente a ella, para después morder su labio inferior;
—¿No puedo esperar a otro doctor?
Segunda Consulta:
Gato Muerto.
—La punta de mi cabeza me está matando. Es lo peor de todo lo que me molesta; ya sabe, la cabeza. —La mujer llevó su mano a dicho lugar, procurando no tocarlo demasiado—. Justo aquí —añadió entonces, provocando que el médico asistiera de forma desinteresada.
—Muy bien, señora Park. —YoonGi se movió en su asiento hasta lograr levantarse y colocarse frente a la nombrada—. ¿Sabe? En mi época de estudiante, pasamos tres semanas seguidas aprendiendo todo lo básico acerca de "la punta de la cabeza" —dijo con ironía—. Le garantizo que sé dónde está ubicada.
Luego de haber mencionado esto, el médico acercó su mano derecha hacia el rostro de su paciente. Utilizando dos de los dedos de su mano, presionó con suavidad el rostro de la chica. Y de manera inmediata, ella soltó un fuerte quejido y obligó a YoonGi a hacerse a un lado.
—Lo que tocó no es la punta de la cabeza —recriminó la mayor con dificultad y molestia, mientras se mostraba demasiado adolorida.
—Uy, perdón. Según la medicina, estuve bastante cerca —dijo con sarcasmo, para luego tomar el recetario que estaba sobre una de las mesas del consultorio—. Lamento tener que decirle que sus fosas nasales se encuentran obstruidas —informó tranquilamente—. Y juzgando por los rasguños en sus manos —la castaña posó su vista en dicho lugar antes de mirar otra vez a YoonGi—, puedo decir que tiene un gato nuevo.
El especialista comenzó a escribir en el recetario, mientras que veía de reojo cómo la mujer asentía y la escuchaba suspirar sonoramente.
—Era de mi madre —susurró la señora Park—, murió.
—¿Usted conserva un gato muerto? —preguntó con incredulidad YoonGi, mirando ahora con atención a la paciente, luego de haber dejado de escribir repentinamente.
—No, mi madre fue la que murió.
—Oh, vaya. Pobre gato.
El médico guardó silencio por unos segundos, pero finalmente negó con la cabeza y retomó su tarea anterior.
—Es alérgica a los gatos —le explicó a la mujer—. Podemos controlarlo con un antialérgico por el momento, son píldoras diarias y...
—¿Píldoras? —preguntó la señora Park con algo de molestia.
—No puede tragarlas —le dijo YoonGi, aunque más para sí mismo, para después arrancar la hoja y lanzarla al bote de basura—. Debí suponerlo, no me sorprende —susurró entonces—. Olvídese de las píldoras, señora Park. Le daré un spray nasal. —Comenzó a escribir otra receta.
—¿Esteroides? —volvió a hablar con el mismo tono, provocando que el médico dejara de mover su mano—. ¿No hay otra cosa que pueda recetarme?
YoonGi posó su vista en el suelo unos minutos y se mantuvo quieto, pero volvió a negar con su cabeza y miró con atención a la mujer antes de hablar;
—Si usted vive cerca del río —la castaña frunció su ceño confundida—, creo que sería conveniente que opte por usar un ancla. De esa manera, no terminará cayendo en la tentación de salir nadando para evitar ahogarse —dijo con seriedad—; ya sabe, terminará perdiendo la consciencia sin problema alguno.
—¿Qué?
—Es eso...o podemos asegurarnos que el gato sea el próximo en morir. —YoonGi sonrió de lado y le entregó la receta a la incrédula mujer—. Usted decide.
Tercera Consulta:
Reproductor de MP3.
YoonGi abrió la puerta del consultorio e ingresó al mismo. Examinó con la vista al joven que estaba parado junto a la camilla y negó con la cabeza, para después cerrar nuevamente la entrada a sus espaldas.
—¿Cómo estás? —le preguntó al chico que pudo identificar como Kim TaeYong, luego de haber leído su nombre el expediente que SeokJin le había entregado poco antes.
—Bien —respondió rápidamente.
—Me alegro —dijo con voz seria y comenzó a caminar por la habitación hasta detenerse frente al chico, aunque manteniendo unos metros de distancia—. Yo también lo estoy, ya que me voy a ir una hora antes hoy, ¿y tienes idea de por qué?
Pudo ver cómo TaeYong negaba con la cabeza confundido, por lo que sonrió y dejó el expediente sobre la mesa que estaba cerca.
—Porque, aunque suene irreal, me disculpé con mi jefe —explicó el mayor—. ¿Tú alguna vez lo hiciste? —preguntó entonces, pero no permitió que el chico le respondiera—. Creo que él aceptó mis disculpas porque quiere afianzar su comportamiento, SeokJin es alguien particular —se dijo a sí mismo—. Y además, quiere que yo me disculpe con muchas personas —continuó explicando—. Tú eres una de esas personas, por cierto. Pero no planeo disculparme con nadie más, ya he tenido suficiente con una persona por hoy.
YoonGi retomó su caminata, pero —tras haber dado cinco pasos pequeños— volvió a detenerse y miró atentamente al joven.
—¿Qué preferirías? —TaeYong lo miró con confusión, dado a que no comprendía el rumbo de la conversación—. ¿Un doctor que sostiene tu mano, mientras estás muriendo poco a poco? ¿O un doctor que te ignora cuando te encuentras mejorando notablemente? —le cuestionó—. Aunque...supongo que te jodería muchísimo tener un doctor que, mientras mueres, te ignora.
TaeYong le dedicó una mirada incrédula al doctor que estaba frente a él, para después fruncir su ceño y suspirar sonoramente.
—Me retiro —dijo el chico e intentó caminar hacia la salida, pero la voz del médico lo obligó a detener su paso de forma abrupta.
—No estarás creyendo que va a salir solo, ¿verdad?
El joven posó nuevamente su vista en YoonGi y abrió su boca sorprendido, mientras que el doctor colocaba gran parte de su peso sobre su bastón y le devolvía la mirada.
—¿Estamos hablando de algo más grande que un cesto de pan o qué? —volvió a hablar—. De hecho, podría llegar a salir por cuenta propia, para un objeto pequeño eso no sería un problema en absoluto —dijo YoonGi—. Estará envuelto en un suave paquete y listo, podrás deshacerte de la molestia. —TaeYong quiso interrumpir al contrario, pero el mayor no se lo permitió—. Y médicamente, es aquí donde comenzará la diversión.
—¿Cómo es que pu...?
—Llevas más de media hora en el consultorio, pero no optaste por sentarte en ningún momento; eso me da indicios de la ubicación —explicó él—. No me dijiste qué es, lo que me permite suponer que es algo humillante. —Sonrió con burla—. Algo realmente humillante, tomando en cuenta el hecho de que tienes una caricatura mal hecha tatuada en tu brazo, pero te atreves a usar una remera; lo cual, por supuesto, me indica que tienes una gran tolerancia a la humillación —dijo entonces—. E imagino que no son hemorroides.
TaeYong mordió su labio inferior y se movió nervioso en su lugar, negándose a hablar y el mayor suspiró ante la estúpida actitud del joven.
—Aunque luzco joven, dejando de lado el bastón que cargo conmigo, llevo más de quince años siendo médico —le dijo YoonGi al chico—. Te garantizo que no lograrás sorprenderme, porque...
—Es un reproductor de mp3.
Al escuchar aquello, el médico dejó de hablar al instante y el consultorio se sumió en un silencio demasiado incómodo para el joven TaeYong, quien quería desaparecer. Pero luego de unos largos minutos, YoonGi rascó su nuca y miró a su paciente de forma indescifrable.
—De acuerdo. Lograste sorprenderme —admitió entonces y volvió a rascar su nuca—. ¿Y es por el tamaño? —preguntó el médico—. ¿Por la forma? ¿O por la calidad de sonido y vibración?
TaeYong soltó un bufido.
—Doctor Min, ¿qué vamos a hacer?
—¿Qué vamos a hacer? Pues, yo voy a esperar —dijo con tranquilidad, examinando la hora en el reloj que estaba en su muñeca.
—¿Qué esperará?
—A que sean las tres en punto, para informarle al joven y egocéntrico doctor Park JiMin que tiene un paciente —respondió con desinterés—. Seguro amará ayudarte con tu problema musical.
YoonGi se sentó en una de las sillas, para después mirar otra vez al chico, quien lucía realmente confundido por la situación que estaba viviendo.
—Verás, Kim, el chico quiere ocupar mi puesto en un futuro. Y pienso que debe ganárselo, ¿no crees? Por supuesto. —TaeYong notó a la perfección el sarcasmo en la voz del mayor, pero no pudo hacer otra cosa que asentir y seguir esperando para ser atendido.
Cuarta Consulta:
Niña Coreana.
YoonGi abrió la puerta del consultorio e ingresó al mismo. En cuanto puso un pie dentro de la habitación, una mujer —la cual se encontraba sentada en la camilla— comenzó a hablarle en otro idioma, por lo que el médico frunció su ceño.
Miró a la mujer, aparentaba unos cincuenta años y lucía bastante mal. YoonGi cerró la puerta a sus espaldas, mientras seguía escuchando a la paciente, sin poder entenderle correctamente, debido a que hablaba muy rápido.
—Tiene problemas menstruales. Está muy mal. —Al escuchar una voz hablando en un idioma que él sí comprendía a la perfección, se percató de un pequeño detalle; la mujer no estaba sola.
Junto a la camilla, se encontraba posada una pequeña niña que no debía sobrepasar los catorce años de edad, desde el punto de vista de YoonGi.
—El dolor la mantiene en cama todo el día, la está pasando muy mal. —La chica hablaba a la par que la mujer, evidentemente traduciendo lo que ella decía. YoonGi supuso que se trataba de una madre y su hija—. Además, está súper deprimida.
Al escuchar lo último mencionado, YoonGi dejó de lado a la paciente, para así mirar a la menor con curiosidad y algo de burla.
—¿Ella dijo "súper deprimida"? —le preguntó con ironía y la chica se movió incómoda. Por su parte, la mayor de los presentes en el cuarto comenzó a hablar nuevamente.
—Ella escuchó que la píldora anticonceptiva la va a hacer sentir mejor —tradujo lo dicho por su madre, causando que el pelinegro volviera a mirarla con atención.
—¿Tu madre quiere píldoras anticonceptivas para su síndrome premenstrual?
—Eso creo...
—Bien. —YoonGi examinó con la mirada a la mujer mayor—. Juzgando por el color de la nariz de tu madre y los pañuelos convenientemente alojados en sus mangas —señaló lo que mencionaba y la niña posó su vista en dichas zonas—, diría que su problema se acerca más a un IR que a un SPM.
—¿Un IR? —repitió la menor confundida, mientras que volvía a mirar al médico—. ¿Qué es eso?
—Infección respiratoria —respondió él, pero la niña parecía seguir sin comprender—. Un resfriado —dijo como si fuera lo más obvio para cualquiera.
—Eso no puede ser —aseguró la chica—. No lo creo.
—También creo que tiene un problema de NC.
—¿Y eso qué es?
—Niña coreana.
—¿Disculpe? ¿Qué es lo que quiere decir?
—Quiero decir que gracias por tu ayuda, estúpida niña coreana con descendencia china —dijo YoonGi entonces con un tono brusco y molesto, por lo que la chica lo miró de forma incrédula—. Si quieres la píldora, lo único que tienes que hacer es ir a cualquier centro público de la ciudad y pedirla.
Luego de haber dicho eso, el médico pudo ver cómo la más joven dirigía su vista al suelo y comenzaba a rascar su nuca, sin siquiera intentar replicar de alguna manera. De repente, lucía más que nerviosa e incómoda.
—¿Cuál era tu plan exactamente? —preguntó el pelinegro, mientras la menor seguía sin dirigirle la mirada—. ¿Cambiar las píldoras anticonceptivas por descongestionantes sin receta, para luego esperar a que el resfriado de tu madre durara otros seis meses más?
—No...—susurró no muy segura de lo que decía, mientras veía al mayor escribir algo en un papel—. ¿Esto es para su resfriado? —le cuestionó al contrario, cuando YoonGi terminó de escribir la receta y se la otorgó.
—No, es para tus ovarios —dijo con burla—. Supongo que nunca sufriste un infarto. ¿Alguna vez tuviste algún coágulo?
—Yo...no. Nunca.
—Súper —mencionó con sarcasmo, para después formular rápidamente otra receta y dársela a la niña, quien notó que ahora el médico sí le había otorgado la medicación para su madre—. En unos meses, tú necesitarás más pastillas, así que tomarás un autobús o el metro y visitarás un hospital público. No esperes a que tu madre tenga otro resfriado.
Quinta Consulta:
¿Habla Mandarín?
YoonGi se abrió paso en el consultorio número uno y pudo escuchar una aguda voz hablando rápidamente, en un idioma que no era el nativo del país, por lo que soltó un bufido antes de cerrar la puerta y darse vuelta.
—Maldición. ¿Qué hacen de nuevo aquí? —preguntó con notable molestia, en cuanto vio a una conocida niña posada junto a una mujer, la cual nuevamente se encontraba sentada en la camilla.
La mujer seguía diciendo cosas que ni su propia hija parecía comprender, por lo que YoonGi se acercó lentamente hasta estar posado frente a ellas.
—Mi madre está tomando los descongestionantes, pero no ha mejorado en absoluto. —La niña en verdad intentaba traducir lo que la mujer decía, pero le resultaba difícil—. Y también...—YoonGi vio cómo la pelinegra fruncía su ceño, aparentemente debido a lo que su madre estaba diciendo—. Ella dice que...
—¿Qué? —preguntó al notar que la menor no planeaba seguir hablando. En ese momento, de forma sorpresiva, la mayor sujetó la mano del médico y la colocó sobre sus pechos, causando que YoonGi la mirara confundido.
—Ella dice que sus pechos son más grandes.
El médico frunció su ceño y tocó con cuidado con pechos de la mujer, quien seguía luciendo igual de enferma o peor que la última vez que la había visto.
—Oh, Jesús —mencionó YoonGi, mientras quitaba su mano del pecho de la mayor y negaba con su cabeza—. ¿Cómo demonios te equivocaste de esa forma? —le habló ahora a la menor—. Vienen en cajas redondas, no se parecen a los descongestionantes. No puedes confundirte así.
La niña lo miró confundida, pero no tardó mucho en comprender a qué se refería el médico, por lo que abrió su boca y soltó un quejido, llevando sus dos manos a su cabeza.
—Dios mío —dijo ella, soltando un grito ahogado y mirando al mayor—. Es que el cajero las puso en la misma bolsa, así que yo pensé que era su medicamento...
YoonGi bufó más que exasperado y molesto, llevando una de sus manos a su rostro. Entonces, la mujer comenzó a hablar otra vez, cuestionándole a su hija acerca de lo que sucedía.
La niña miró a su madre no muy convencida y vio de reojo al pelinegro, para luego responderle algo a la mujer, en un tono bajo y nervioso. Al escucharla, inmediatamente el médico la señaló con su dedo de forma acusadora.
—No, no, niña —la frenó YoonGi y miró molesto, causando que la menor se sobresaltara—. Tú fuiste la persona que le dio las píldoras equivocadas, no yo.
—¿U-usted habla mandarín? —preguntó la menor con aún más nerviosismo que antes, mirando al contrario.
—Bueno, yo...—habló el médico y encogió sus hombros—. Puedo contar hasta diez, preguntar por el baño, cosas así —explicó sin darle demasiada importancia—. Y también, puedo decir...
YoonGi guardó silencio y apartó su vista de la menor. Segundos después, decidió aproximarse a la mujer que seguía en la camilla, mostrándose muy confundida por la situación.
El médico le sonrió de lado antes de hablar;
—Su hija está embazada.
En cuanto YoonGi terminó de decir eso, la mujer miró a su hija aterrada y comenzó a gritarle un sin fin de cosas. Ella se había enfurecido en menos de dos segundos, olvidando su mala condición de salud.
—¡No estoy embarazada! —le gritó la menor a YoonGi, quien le sonrió con burla—. ¡Ni siquiera lo hemos hecho aún!
—Eso te pasa cuando intentas joder a un adulto como yo, niña —le aseguró el médico.
La chica quiso responderle, pero no pudo hacerlo porque su madre la había sujetado del brazo, mientras seguía gritándole en mandarín.
—Bueno, chicas. Ahora mismo, yo me iré y las dejaré solas —mencionó el médico, mientras que se dirigía a la puerta del consultorio, escuchando cómo la mayor y la niña discutían—. Puedo notar que tienen mucho de que hablar, suerte con eso.
Sexta Consulta:
Madre Idiota.
—Él dice que le duele la garganta. —YoonGi ni siquiera había terminado de ingresar al consultorio, cuando la mujer de cabello castaño ya estaba diciéndole eso.
El médico bufó y cerró la puerta, para después voltearse y encontrarse con que un niño también estaba presente en la habitación, moviéndose nervioso al lado de su madre.
—Bueno, señora —habló el profesional—. Por la forma y el tono con el que me lo dice, parece ser que usted no le cree al niño.
—No, no le creo —afirmó ella.
—Genial. —YoonGi cerró el informe que había tomado segundos antes, con su mano libre del bastón—. Eso es suficiente para mí.
—¿A dónde va, doctor? —preguntó la mujer al ver que el contrario estaba a punto de abandonar la habitación.
—Las madres saben mejor que nadie determinadas cosas, no me necesita aquí —le explicó brevemente, mientras abría la puerta—. Llévate una paleta cuando te vayas —le dijo al pequeño.
—Oiga, no. No se vaya —pidió la mujer—. Escúcheme, creo que está fingiendo para no ir a la escuela.
—¿Cómo supo que soy un oficial escolar? —preguntó YoonGi con notable ironía en su voz y detuvo su paso.
—Le dije que eligiera entre ir a la escuela —le comentó la joven— o ir al doctor.
—Claro, perfecto —YoonGi volvió a hablar de forma molesta y sarcástica—. Él la hace perder su preciado tiempo, así que usted decide desperdiciar el mío también —bufó irritado—. Qué amable de su parte, señora.
El médico volvió a cerrar la puerta y retrocedió sin ánimos, para después acercarse al niño que se hallaba posado a unos metros y seguía sin emitir sonido alguno.
—No puedo examinarlo si está ahí abajo —dijo YoonGi, notando que el niño seguía parado sobre el suelo—. Es muy pequeño para mí y no pienso agacharme, por lo que le recomiendo que lo suba a la camilla.
La mujer asintió y tomó en sus brazos al menor, para luego sentarlo sobre la camilla. Tras hacerlo, se alejó un poco y el médico se posó frente al niño, tomando su pequeña linterna en el proceso.
—Mi vida es un horror interminable —susurró molesto, mientras encendía el objeto y lo acercaba a la boca del niño—. Anda, abre —le ordenó al menor, quien obedeció rápidamente.
—¿Se ve como si le doliera en verdad? —preguntó la castaña segundos después, mientras veía cómo YoonGi apagaba la luz y se alejaba de su hijo.
—No —respondió de forma seca y se aproximó a uno de los estantes con dificultad, dejando su bastón atrás para poder tomar algo de dicho lugar.
—¿Qué es eso, doctor? —preguntó la mujer incrédula.
El niño vio aterrorizado la enorme jeringa que YoonGi tenía en sus manos y bajó por su cuenta de la camilla, para así correr y esconderse detrás de las piernas de su madre.
—Una jeringa —respondió YoonGi tranquilamente—. Estoy con usted. Haré que su hijo le tenga un gran temor al consultorio del doctor, así ya no intentará evitar ir a la escuela.
El pelinegro comenzó a acercarse a ambos, causando que madre e hijo retrocedieran a la par. La mujer intentaba cubrir a su hijo, mientras miraba con nervios al médico.
—No creo q-que eso sea necesario —aseguró ella.
—Es solución salina —dijo YoonGi y miró de reojo al niño, para luego posar su vista en la mujer—. Duele demasiado cuando es inyectada en el músculo, en el brazo o en la nalga.
—C-creo que él aprendió su lección.
—Ah, no lo sé. Vamos a investigarlo para estar seguros. —YoonGi miró al niño, quien ahora estaba temblando—. Pequeño Jae, ¿tu mamá es una verdadera idiota?
La madre del nombrado abrió su boca incrédula. Por otro lado, el niño asintió repetidas veces, provocando que el médico sonriera y mirara con burla a la mujer.
—¿Qué le parece? Su hijo ya dice la verdad.
Séptima Consulta:
Obra Teatral.
—El señor Kim me obsequió dos entradas para una obra, parece ser que está agradecido porque salvé su vida —mencionó YoonGi, mientras caminaba junto al oncólogo—. Son entradas costosas además —dijo entonces y abrió la puerta del consultorio número uno, para después ingresar al mismo—. Disculpa, tuve que ir al baño —le dijo al joven de cabello rubio, el cual estaba sentado sobre la camilla.
—Yo...no sabía que tenías un paciente. —JungKook se quedó posado en el marco de la puerta, intercalando su mirada entre el médico y el rubio.
—Es un consultorio —dijo con sarcasmo el mayor—. ¿Qué creías que iba a estar haciendo?
—Lo que te dedicas a hacer usualmente; ocultarte de SeokJin —le respondió de forma irónica y el paciente soltó una risa baja.
—Sería estúpido hacerlo aquí, ya que hay un paciente —habló sarcásticamente una vez más—. ¿Has estado bebiendo más? —le preguntó al rubio.
—Eh, no. Yo no —respondió el joven.
—Vas a orinar constantemente, por lo que veo aquí—le comentó al chico, quien asintió—. ¿La obra te interesa? —se dirigió al hombre que se hallaba en la entrada.
—Claro —le respondió el menor—. ¿Quieres que pase por ti?
—Yo no voy a ir —aseguró YoonGi.
—Dijiste que son dos boletos —habló JungKook confundido—. ¿Qué se supone que...?
—¿Pensaste que era una cita? —le preguntó con un tono divertido en su voz, interrumpiendo al castaño y haciéndolo fruncir el ceño—. ¿Algún otro síntoma? —volvió a dirigirse al paciente.
—Me duele el estómago —dijo el joven—. La espada y músculos también. —Él señaló cada uno de los puntos mencionados—. Me siento mareado y tengo problemas de concentración en la escuela a veces —le explicó, mientras que YoonGi terminaba de anotar unas cosas en el informe.
—Yo...—El doctor Jeon se movió nervioso en su lugar—. Debo irme ya.
—¿Quieres los boletos o no? —preguntó el pelinegro.
—¿Por qué no quieres ir conmigo? —cuestionó JungKook con un tono particular en su voz entonces, notando cómo el paciente los miraba a ambos confundidos.
—Es una obra, ya te dije —habló YoonGi, mirando al castaño—. Uno asiste a una obra cuando esperas la persona que va contigo te desnude —dijo como si fuera lo más obvio, causando que JungKook abriera sus ojos más de lo normal y que el rubio frunciera su ceño—. ¿No lo sabías? —le preguntó al paciente, quien negó con la cabeza—. Genial, acabas de aprender algo nuevo —aseguró divertido.
—Pero, hyung...—el otro médico volvió a llamar la atención del pelinegro—, hasta donde yo sé, tú y yo tenemos una relación, la cual no es precisamente abierta. Además, por supuesto, eres un maldito posesivo al igual que yo —afirmó con seriedad y burla—. Y si realmente no quieres venir a la obra, ¿por qué me estás dando las entradas entonces? —le cuestionó.
—Además de mí, ¿hay alguien a quien quieras desnudar?
—Por supuesto que no.
—¿Estás seguro de eso?
—Bueno. —El castaño pareció meditarlo—. SeokJin no está nada mal —dijo desinteresado, causando que YoonGi entrecerrara sus ojos—. Además, él se me declaró cuando tú y yo habíamos terminado por un tiempo.
—Hijo de puta, lo mataré.
—Tengo cosas que hacer, YoonGi-hyung. —El oncólogo lo miró de manera exasperada y el nombrado negó con su cabeza—. ¿Vas a querer que te desnude a ti o permitirás que SeokJin tome tu lugar?
—Pasa por mí a las ocho —dijo rápidamente el pelinegro con amargura, causando que tanto JungKook como el mismo paciente lo miraran con diversión.
—De acuerdo. —El castaño le sonrió y tomó los boletos que YoonGi le estaba ofreciendo—. Y por cierto, tu culo es el único que quiero follar y mi corazón es solamente tuyo, así que no tienes de qué preocuparte —le aseguró JungKook con picardía, para después darse vuelta y abandonar de forma tranquila el consultorio.
—Ya lo sabía —susurró YoonGi para sí mismo y posó su mirada en el paciente—. ¿Hay fiebre? —le preguntó entonces, mientras añadía más anotaciones al informe que estaba entre sus manos.
—No —respondió el rubio.
—¿Algo en tu orina que no sea orina?
—No, nada.
—Bien —le dijo antes de dejar de escribir. Rascó su nuca y frunció el ceño, debido a qué no tenía una idea precisa de lo que podría estar padeciendo el joven—. Necesitaré una muestra de orina —mencionó y abrió uno de los cajones, del cual sacó un frasco para la muestra.
—¡No! —el chico habló con la voz alta, causado que el médico lo mirara con atención y confusión como consecuencia de su extraña reacción.
—La última no fue una pregunta —habló el mayor, para luego cerrar el cajón nuevamente y darle el frasco al chico, quien dudó un poco antes de sujetarlo—. Podría ser diabetes.
—Es que yo...—se movió nervioso, esquivando la mirada del médico— no puedo orinar en público.
—Tenemos baños.
—Yo no puedo...orinar en baños públicos.
YoonGi entrecerró sus ojos, mirando con atención y desconfianza al paciente, quien rápidamente se mostró incómodo por la acción del médico.
—¿Y dónde puedes orinar?
—En mi casa —respondió con nerviosismo—. Yo vivo a unos pocos kilómetros de aquí...
Última Consulta:
Embarazado.
—¿Son los resultados del examen de orina?
—Sí —respondió el mayor, mientras seguía revisando de forma detallada los resultados que estaban entre sus manos.
—¿Y qué? —preguntó él y trató de ver lo que YoonGi se encontraba leyendo, pero no logró hacerlo porque el médico no estaba dispuesto a permitírselo.
—Te pediré una muestra de sangre.
—¿Y eso por qué? —preguntó de forma nerviosa.
—Para ver si no me respondes que no puedes sangrar en público —dijo con sarcasmo antes de cerrar la carpeta que contenía los resultados, para después mirar al joven seriamente—. La orina que me entregaste no era tuya.
—¿Por qué traería la orina de otra persona?
—La razón más común es porque las personas ingieren esteroides —mencionó el médico.
—Pero yo no soy atleta, yo...
—La segunda más común —YoonGi continuó hablando, sin que le importara interrumpir al chico— es porque muchos consumen drogas.
—No es verdad —dijo molesto.
—Y la tercera razón es porque tú estás asegurado, pero tu amigo, "el tímido", no tiene la misma suerte. —En cuanto dijo eso, YoonGi notó rápidamente cómo el joven dejaba de intentar replicar—. Por lo que tu amigo describe una lista de síntomas que más tarde tú le repites al doctor —continuó—, lo cual es en verdad estúpido. ¿Por qué? Bueno, por si no lo sabías con anterioridad, nos encontramos en una clínica gratuita y no es necesario hacer algo estúpido como esto.
El rubio estaba por responderle al contrario, pero —en ese instante— la puerta del consultorio se abrió de par en par y SeokJin ingresó al lugar rápidamente, para luego posar su vista en el médico.
—Te necesito ahora, YoonGi —le habló con seriedad—. Es un caso urgente —mencionó SeokJin antes de voltearse y dejar otra vez el consultorio de forma rápida.
—Muy bien. —El médico se levantó de su asiento y miró al joven—. Mi trabajo aquí terminó. No tengo más que hacer, por lo que me retiraré —aseguró YoonGi y comenzó a caminar hacia la salida.
—Oiga, pero...—El rubio se movió incómodo y bajó de la camilla, acercándose al mayor—. Doctor Min, ¿estoy bien? —le preguntó preocupado—. ¿Es diabetes?
—No, no es diabetes. —YoonGi abrió la puerta del consultorio y decidió mirar al paciente nuevamente—. Estás embarazado —mencionó con ironía. Entonces, sonrió de lado y abandonó el consultorio.
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