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Inspirada en la serie titulada 'House M.D.'
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YoonGi dejó escapar un suspiro y abrió la puerta de la oficina perteneciente al jefe del departamento de oncología. No se molestó en pedir autorización para ingresar, dado a que jamás lo hacía porque no le resultaba necesario en absoluto.
Se limitó a caminar hacia el interior del lugar con lentitud y utilizando de apoyo el bastón que sujetaba con su mano derecha, mientras que mantenía la mirada puesta en el hombre que se encontraba posado detrás del escritorio, guardando diversos objetos en una caja de color marrón.
—Lo siento, JungKook. —Tras unos cuantos incómodos segundos de silencio, YoonGi decidió hablar en voz baja. Por su parte, el nombrado detuvo su accionar y alzó la vista, para así poder posarla sobre el contrario—. Sé que tu hermana no tenía malas intenciones, entiendo que ella quería ayudar. —Rascó su nuca nervioso, algo sumamente extraño en él—. Lamento haber reaccionado así. Nunca debí faltarle el respeto, tampoco tendría que haberle gritado.
JungKook negó con la cabeza.
—No tienes que disculparte —le aseguró el castaño, mientras retomaba su tarea anterior—. Creo que ella no tendría que haber dado por sentado ciertas cosas, y también debo admitir que no me pareció correcto que se entrometiera en la relación que tenemos —dijo con tranquilidad—. Es decir, hasta para mí es difícil entender qué nos une, así que ella no podría haber hecho nada. —El menor terminó de guardar las pertenencias restantes, mientras que el pelinegro escuchaba con atención—. Debí hablar con ella mucho antes.
—Entonces…—YoonGi notó cómo JungKook cerraba a caja de cartón, antes de levantar su maletín del suelo y posarlo sobre el escritorio—. ¿Estamos bien? —le cuestionó con una inseguridad que intentó ocultar, ya que no podía permitir que nadie más pudiera percibir que él solía sentirse muy inseguro también—. Quiero decir, sé que tú no…—guardó silencio y se maldijo a sí mismo por no poder ordenar sus pensamientos. Él no era así, pero el mocoso lo hacía perder la cordura—. Sé que fue difícil, pero ¿realmente planeas renunciar por esto? —dijo entonces—. Tú…
—No estamos bien, YoonGi-hyung. —El menor lo había interrumpido sin dudarlo. Por otro lado, el nombrado no pudo pasar por alto el tono serio y enfadado que estaba presente en la voz del contrario, por lo que sintió que una molesta sensación comenzaba a invadir su cuerpo.
—¿De qué hablas?
—TaeYeon no es la razón por la que estoy renunciando —le aseguró el castaño—. No quise decírtelo antes porque…—JungKook mordió su labio inferior y guardó silencio, mientras sentía que un nudo se formaba en su garganta— porque yo…—mencionó y soltó un suspiro, claramente molesto y exasperado—. No pude decirte nada porque intentaba protegerte, tal como lo hago siempre —dijo el menor antes de sonreír con amargura—. Y ahora, puedo entender que eso siempre ha sido un problema.
—Pero es posible que puedas estar mejor sin mí —soltó el pelinegro sin notarlo, arrepintiéndose al instante. YoonGi sabía que tendría que haber organizado sus pensamientos antes de hablar, no podía decir lo primero que pasaba por su mente.
Tras escuchar sus palabras, el castaño soltó una risa irónica y comenzó a caminar con enojo por la oficina, para finalmente quedar posado ante el cuerpo del mayor, quien lucía bastante consternado y no parecía seguro de cómo proseguir.
—Eres un idiota —le dijo JungKook—. ¿Tú crees que yo voy a estar mejor sin ti? Qué iluso. —El mayor quiso responder dicha pregunta, pero no pudo hacerlo—. Demonios, hyung. No tienes ni la más mínima idea de por qué estás obligándome a dejarte ir. —Negó con la cabeza repetidas veces y el nombrado frunció su ceño—. Simplemente permites que yo me aleje porque necesitas sentirte miserable.
—No seas estúpido, Jeon —habló YoonGi rápidamente, intentando recobrar la compostura que había perdido varios minutos atrás—. ¿Esto te gusta? ¿Le haces esto a tus pacientes también? —le preguntó con sarcasmo—. Parece que adoras hacer que las personas sientan culpa.
JungKook lo miró con incredulidad, dado que —al parecer— no esperaba que la jodida y asquerosa personalidad de YoonGi saliera a relucir en un momento así; pero lo había hecho, y el menor sabía que no tendría por qué estar sorprendido en verdad.
—Tú no te agradas, pero admiras a tu propia persona. Eso es todo lo que tienes, y te aferras a lo mismo —comenzó a hablar con seriedad, bajo la atenta mirada de YoonGi—. Le temes tanto al hecho de cambiar tu manera de ser, porque te aterra perder lo que te hace especial —dijo JungKook y volvió a suspirar—. Pero ser miserable no te hace mejor que nadie, YoonGi —le afirmó entonces—. Lamento informarte que, si te mantienes así, solamente seguirás siendo un hombre miserable.
El menor se apartó de YoonGi y lo miró con notable desaprobación, para luego aproximarse nuevamente a su escritorio. En dicho momento, la mirada de JungKook se perdió en algún punto del suelo de la oficina.
—Tú desparramas miseria sobre la gente porque no puedes sentir nada más —le dijo JungKook en un suave susurro, aunque sabiendo que YoonGi podría escucharlo—. Manipulas a las personas porque no eres capaz de soportar ni manejar una verdadera relación. —El menor sentía cómo un fuerte dolor se iba acentuando en su pecho—. Lo peor es que yo lo he permitido y soportado…por muchos años —escupió las palabras y cerró sus ojos unos momentos, para después continuar—. Los juegos, las borracheras, los ataques de ira, las llamadas por teléfono a media noche…
Desde su posición, YoonGi tuvo oportunidad de escuchar perfectamente cómo la voz del castaño se ahogaba, mientras también notaba cómo JungKook apartaba algunas lágrimas de su rostro con brusquedad y le incómodo saber que él era el causante de aquel llanto. Había hecho llorar al menor, quien era una persona que casi nunca se permitía derramar una sola lágrima.
—Pero se acabó —le afirmó el chico—. Si hay algo que he aprendido en estos años a tu lado, es que debo ocuparme de mí mismo y no esperar nada de ti. —El contrario no se atrevió a replicar, ya que no estaba en condiciones de hacerlo—. No puedes ofrecerme nada más que decepción tras decepción, Min —susurró dolido—. Y si bien no siento que pueda estar mejor sin ti, me es posible entender que sí merezco algo mejor que lo que tú puedes brindarme.
JungKook dejó escapar un suspiro, para después colocarse su abrigo de color oscuro. Bajo la mirada de YoonGi, tomó la caja y su maletín también. Y sintiéndose jodidamente dolido, comenzó a caminar hacia la salida de la habitación.
—No sé qué era lo que teníamos. —El menor detuvo su andar de repente—. Jamás pude entender si fuimos amantes, amigos, compañeros, conocidos —le aseguró al contrario, quien se hallaba en la misma posición de antes, por lo que ahora le daba la espalda—. Joder, ni siquiera puedo afirmar que fuimos realmente algo…
El menor sonrió de lado e inhaló profundamente, intentando contener las lágrimas que estaban a punto de caer y empapar su rostro de nuevo. Sabiendo que no iba a poder resistir más, decidió que ya no debía permanecer en el lugar por más tiempo, así que optó por hablar una ultima vez;
—Pero ten presente que, a partir de ahora, no existe absolutamente nada entre tú y yo. Se acabó, Min —le aseguró JungKook en un susurro, para finalmente retomar su camino y abandonar el lugar, dejando a YoonGi atrás.
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