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36

Esa misma noche, Tae le permitió a Jungkook quedarse en esa habitación, así que el mayor durmió en el sofá con algunas colchas y almohadas para que estuviera un poco más cómodo. En toda la noche, Jungkook no pudo cerrar los ojos porque pensaba que no tenía el derecho de dormir en la misma habitación que Tae, no lo merecía, tampoco podía estar ahí.

Cuando Taehyung empezó a sentirse mal, no dudó ni un momento en incorporarse a la cama e intentar calmarse. Su pecho le apretaba a tal punto de faltar le la respiración, su piel le picaba tanto que no paraba de rascarse y su corazón palpitaba a un ritmo anormal. Intentando levantarse de la cama, estuvo por caerse si no fuera porque se sostuvo de la mesita de noche, por otro lado, un vaso de vidrio que estaba en ese mismo lugar se cayó.

Los sentidos de Jungkook se encendieron y giró rápido hacia Tae. Por la poca luz del sol atravesando las gruesas cortinas, pudo ver que Tae estaba frunciendo sus cejas y cerrando los ojos con fuerza. Preocupado, caminó hacia él, viendo los cristales en el suelo y unas pequeñas partículas de sangre.

Efecto déjà vu.

—¿Estás bien?

—Lo siento, te desperté.

—Eso es lo de menos ahora.

Encendiendo las luces, observó mejor la planta del pie del más joven, la sangre no paraba de salir, eso le preocupaba. Fue a buscar al baño dos toallas, que, cuando volvió, envolvió una de las toallas alrededor del pie afectado y otro encima de los cristales.

Taehyung no paraba de sentirse mal, no creyó jamás en su vida sentirse tan mal como lo estaba en ese momento. Rascaba sus brazos en busca del alivio que nunca llegó.

Detestaba sentirse vulnerable.
Detestaba que no pudiera expresarse.

Él era un humano, como todo ser humano, solemos ser vulnerables en los momentos menos indicados; de este modo, odiamos todo aquello relacionado con la vulnerabilidad. Por otro lado, no todos pueden entendernos por más que nos expresemos.

¿Cuál era el sentido de hablar si nadie te entendía?

Jungkook lo agarró de los brazos para que se detuviera porque su piel estaba tan roja que si seguía la sangre no tardaría en salir.

—Detente, por favor...

—Me pica y duele.

—Lo sé, sé que te duele y te pica mucho, pero te vas a lastimar más. ¿Quieres ir a un hospital? —negó.

Debía calmarse, eso lo sabía. Sabía, también, que todo era a causa de sus emociones que no intentaba canalizar. Si nada llegaba a controlarse, sus emociones se verían afectadas y con ello su salud empeoraría. ¿Debía interponer su salud antes de cualquier cosa? Sí, debería, y justamente eso sería algo que jamás haría.

No quería preocupar a Jungkook más de lo que estaba, por lo tanto, lo intentó. Intentó tranquilizar su cuerpo, de no volver a entrar en ansiedad, de querer terminar con todo conflicto lo antes posible. Hasta que se dio cuenta de que aquello se debía a que le dolía.

Le dolía Jungkook. Le dolía tan solo verlo que probablemente esa sea la razón para no calmarse.

—Taehyung, no te ves bien. Incluso estás temblando y sudando frío.

—Estaré bien.

—Sé que estarás bien, pero ¿cuándo estaremos bien?

Era una pregunta de doble sentido, debido a que, mientras no se comprendieran, no volverían a estar bien.

¿Por qué no estar bien cuando algo no salía como queríamos?

¿Qué tan caprichosos debemos ser para no aceptar nuestro destino? ¿Qué tan tacaños debemos ser para no dar de lo que tenemos? ¿Qué tan masoquista somos para querer más de lo que no se debe aceptar?

Estar bien era opcional cuando tenemos un problema que afrontar. Estar mal también era opcional. Entonces, ¿por qué nos obligamos a tener que estar bien cuando no lo estamos?

Porque Kim Taehyung y Jeon Jungkook se dieron cuenta de que nunca sabrían cuándo volverían a estar bien mientras no pudieran comprenderse nuevamente.

Sin embargo, de algo estaban seguros, debían afrontar el momento para volver a comunicarse otra vez.

—Jungkook, prefiero olvidar que perdonar. Es decir, no creo que pueda perdonar lo que hiciste, pero tampoco deseo tenerte rencor porque te aprecio.

—En pocas palabras, ¿me estás diciendo que olvidemos lo que ocurrió?

—No pretendo hacerte caminar por el mismo camino que yo. Es solo que no quiero sentirme obligado a perdonar cuando no es lo que siento, por eso prefiero olvidar.

Quiero caminar a tu lado. Quiero caminar por el mismo camino que vas.

—¿Estás seguro? Podría ser doloroso para ti —negó al instante.

—Más doloroso sería no poder estar contigo —forzó una sonrisa, intentando cambiar el ambiente—. Ahora vamos a limpiar esto y después ya veremos cómo sacar los cristales que tienes en el pie.

Dicho eso, Jungkook limpió el área del piso, verificando que no hubiera más cristales en el suelo y llevó la toalla al baño para dejarla encima del lavamanos. Volviendo con Tae revisó el área afectada, pensando en lo que haría a continuación. Tal vez no sería lo más apropiado quitarle uno a uno los cristales o llevarlo al baño, no lo sabía, tampoco sabía qué debía hacer.

—Jungkook, ¿sabes por qué el arte resulta difícil de amar? —el mayor lo miró a los ojos, esperando a que continuara—. Es porque todos tenemos algo que nos hace odiar, todos tenemos un defecto y el arte no siempre resulta ser perfecto. Por lo tanto, el arte es nuestra representación y nosotros dependemos del arte. Odiamos lo que somos, odiamos lo que creamos, pero su resultado terminará siendo el mismo.

Un resultado igual, un resultado que podría ser perfecto, pero es una representación de lo que el ser humano es: un ser imperfecto y despreciable. Uno, que es avaricioso y que tiene sentimientos.

¿Por qué debemos odiarnos y no solo aceptarnos?

¿Por qué no solo amar el procedimiento, aunque no nos guste el resultado?

Porque es lo que hacemos. Creamos, le damos vida y lo odiamos.

No quedamos satisfechos, siempre queremos más. Y por la avaricia nunca nos llenamos.

Jeon Jungkook era el significado de querer más y ganar más, no perder más. Nunca le gustaba perder, y eso lo llevaba a esforzarse en conseguir algo que anhelaba.

Él no consiguió a Kim Taehyung, Tae lo consiguió a él y acabó enamorándose del resultado.

Y como muy bien fue su inicio, seguiría siendo el mismo al final. ¿Cuál sería el final de todo?

¿Puedo permitirme amar tu arte? —le pregunta Jungkook, tomando con dudas sus manos—. Como ser humano, no a todos nos gusta el arte y no a todos nos encanta lo que creamos, pero si tengo la oportunidad de amar el arte de otros, quiero que sea el tuyo y por siempre tú.

—Estás siendo romántico y no de una manera que en un futuro te gustará —le advierte—. Eres libre de hacer lo que quieras. Si deseas hacerlo, hazlo, no voy a detenerte. En lo único que te detendré es si llega a ser una obsesión. Obsesionarse está mal y más si es por gusto propio porque no eres capaz de pensar en los demás.

Jungkook sonrió. No había sido una sonrisa forzada; de hecho, se podría decir que era la primera sonrisa con cariño que le estaba regalando a Tae en días. Siempre había sido así, Taehyung hablaba y Jungkook no podría hacer otra cosa más que admirarlo. Estando en este punto, no sabía si estaba de su lado o no, simplemente sabía que él no jalaría ni un lado ni otro.

Kim Taehyung siempre fue un ser neutro, preparado para lo que viniera.

Asimismo, la vida nunca lo preparó para que le rompieran el corazón.


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