35
Recostándose sobre el espaldar, tomó las pastillas que Jungkook le había comprado, no estaba en disposición de discutir porque sabía que él perdería por más fuerte que fuera.
Jungkook entendió que tampoco era el momento para tener que hablar sobre lo sucedido, solo que sí estuvo dispuesto a hablar sobre su salud.
—¿Desde cuando no tienes pastillas?
—Cuatro días.
—Entonces, ¿por qué no fuiste al médico? Podrías haber recogido los medicamentos.
—Porque significaba ir a tu departamento a buscar mi plan médico, no quería eso.
En pocas palabras, significaba: "no quería verte".
Por más que le dolía su respuesta, debía aceptarla. Si fuera en un caso contrario, también estaría igual, no podía llevarle la contraria porque significaba perder cualquier oportunidad de arreglar algo.
Aunque el momento para hablar no era ese.
Taehyung se mantenía inmóvil en su lugar. No lo miraba, tampoco miraba algún otro punto que no fueran sus manos. No parpadeaba hasta que sentía sus ojos arder. Era como si estuviera en su mundo, no de una buena manera.
—Eres un masoquista y terco.
Aquello hizo traerlo en la realidad, una en donde Tae parecía querer desquitarse con él, y otra en donde veía que se contenía porque no quería ser un insensible. No otra vez.
—Te dije que no puedo estar con alguien que no confía en mí ni en mis capacidades. Si quieres escucharlo otra vez, no quiero volver a estar contigo porque me lastimas.
Lastimar, corromper y doler, era todo aquello que todos deberíamos de mantener en un límite.
¿Por qué lastimar? Porque sienten satisfacción, les es imposible no hacerlo, también porque deben y porque les divierte.
¿Por qué corromper? La corteza de las personas llegan a romperse cuando se crea un vínculo, ya sea de miedo, ansiedad, felicidad o pánico. Cualquier vínculo afectivo siempre tendrá como significado romper la barrera.
¿Y doler? El dolor nunca llegará a ser superficial. El dolor es lo que más se asemeja al ser humano: a ellos le duele, a eso le temen.
Por más que el límite significaba algo positivo, también era negativo. Positivo porque cuando sabías que algo era dañino, debías parar justo ahí. Negativo, porque no siempre eres capaz de conocer qué tanto puedes hacer por no superas tus límites.
—Fui un imbécil —murmura el tatuado.
—Fuiste no, lo eres.
—No quiero perderte, Taehyung...
Finalmente, decidió mirarlo. Los ojos de Jungkook brillaban más de lo normal. El sentimiento de no dejarlo ir, de persistir, de no rendirse con él seguía a flote en su pecho, pero debía.
Debía hacerlo.
Así que, tragándose el ardor de su garganta, dijo:
—Es muy tarde. Ya me perdiste, Jungkook.
Escuchó a Jungkook sorber su nariz y limpiar las lágrimas que escapaban de sus ojos. Mientras más limpiaba, más lágrimas salían, hasta que se rindió.
Taehyung quería limpiarle las lágrimas, decirle que realmente quería estar con él porque nadie le había hecho sentir miles de cosas al mismo instante. Con Jungkook aprendió y conoció el verdadero mundo, no quería dejar atrás todo aquello que amó y anheló.
—Lo siento, lo siento, lo siento.
Lo sentía porque el error fue de él.
Se sentía culpable porque confiaba en él, pero tenía inseguridades en su propio ser.
—Sé que con disculparme no basta, lo sé. Juro que te demostraré que lo siento.
—¿Te sientes capaz para poder aguantar?
—Podré ser capaz. Si es por ti, seré capaz de hacerlo. Quiero hacerlo.
Jungkook tenía un sentido de voluntad que Taehyung una vez perdió. Era persistente, muy terco, y no se rendía con facilidad. Tenía una alarma mental que le decía: "odias perder, y como odias perder no debes perder nada ni a nadie".
Probablemente sea eso lo único que lo salve.
Taehyung observó sus ojos, veía la determinación, sus ganas de arreglar todo. No se lo dejaría tan fácil, estaba cansado de que muchos lo utilizaran para al final volver con el ciclo de aceptación. Jungkook tampoco merecía obtener todo fácil, no lo dejaría por más que deseara limpiarle las lágrimas y besarle las mejillas.
Quería y quería, pero no podía.
Debía mantenerse firme.
Sobre todo, debía mantener su posición porque no podía volver al mismo lugar que fue lastimado. No podía dejar crear un círculo vicioso en donde el lastimar, pedir perdón y aceptar sean los protagonistas en esa relación.
Simplemente no podía dejar que nada continuase igual.
Sintiendo acalambrar su pierna derecha, la inclinó hacia su pecho para calmar el calambre. Empezaba a padecer de estos por una extraña razón, su cuerpo tenía cambios drásticos desde hacía una semana. Le preocupaba.
—¿Tienes hambre? —le negó—. Sé que tienes hambre.
De su mochila buscó algo de comer. Casi siempre llevaba aunque sea una fruta, y viendo la manzana muy bien conservada que tenía, se la entregó. Tae dudó por unos instantes porque sería la primera comida en dos días. Tomaba agua para hacer espacio en el estómago. Ya estaba acostumbrado a una vida en la que fue alimentado incluso cuando no tenía hambre, sin embargo, también estaba acostumbrado a no comer.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —le preguntó al dar un pequeño mordisco a la fruta.
—Cuando estaba frente al hotel, Levarne me dijo que estabas aquí —detuvo su masticar, mirándolo con las cejas fruncidas—. ¿Qué...?
Algo andaba mal. Sabía que no se debía del todo por él, Jungkook tenía mucho que ver, lo presentía por más loco que fuera la idea. La pregunta era, ¿por qué todo se basa en ellos?
—Solo me parece extraño. Aunque no lo dudo.
—¿Por?
Jungkook por un momento dejó de respirar. Creía que no debía haber hecho esa pregunta porque sentía la corriente eléctrica recorrer por su espalda, tan así que se puso más derecho como una tabla.
Taehyung no comentó, solo pensó que el destino los estaba uniendo y del mismo modo alejándonos. Detestaba eso.
Dejando la mitad de la manzana a un lado a causa de las ganas de vomitar, observó sus dedos para matar el tiempo y calmar las náuseas. Extrañaba pintar, extrañaba dibujar, extrañaba dibujarlo.
Pero, como el mismo arte era su amor a este, no deseaba dañarlo. No deseaba tener que desquitarse y expresar sus lamentos, marcarlos en un lienzo y guardarlos. No. No quería retener lo que podían sus manos crear. Tampoco quería retenerlo a él, a su musa. Si su musa decidía dejarlo, estaba bien con eso, solo que era él quien quería dejarlo.
Odiaba admitirlo, pero no quería.
—Es mejor que me vaya —dice el mayor luego de cerrar su mochila—. Antes del amanecer te traeré los medicamentos y el plan médico.
Para el momento en que Jungkook tomó le pomo de la puerta, Taehyung solo pensó en tres segundos, sintiéndose como si pensara por una hora. Cerrando sus ojos tan fuerte como pudo, soltó el aire retenido en sus pulmones.
—Quédate.
Quedarse era siempre una opción. No importa el momento, las circunstancias, las personas lo veían como una opción irreparable a los hechos. Kim Taehyung no creía que eso fuera un error, solo no quería arrepentirse de sus errores.
De ese en particular.
Jungkook mantuvo su postura estática cuando lo escuchó. No se giró ni mucho menos opinó al respecto. Solo respiró entrecortadamente, porque no creía ser capaz de poder aguantar ese sofocamiento en su pecho.
—Sé que no debería de pedirte esto porque puede que me arrepienta, pero más me arrepentiré si no lo hago.
Sintió la necesidad de tener que hablar por primera vez en su vida, de tener que reparar todo aquello que se había roto. Vio la necesidad, sin embargo, ¿por qué debía él arreglar los errores de otros? ¿Por qué empezaba a sentirse culpable de que específicamente sea Jungkook el que deba reparar todo?
Jungkook de verdad se sintió peor. Sorbiendo su nariz, giró para encararlo. Con un nudo en la garganta, le preguntó:
—¿Por qué haces esto? —murmura, sintiendo sus ojos arder más que antes—. No lo hagas Tae, por favor, no lo hagas. Detente.
—No quiero pensar que puedo perder a alguien a quien he amado. No otra vez.
Otra vez, porque cuando Tae perdió a su abuela, pensó que debía aguantarse las lágrimas del sufrimiento de por vida. También, porque no quería abandonar todo aquello que había construido con Jungkook.
¿Por qué era tan difícil dejar ir a alguien?
—Soy yo quien debe rogarte, no tú a mí. Por favor, para. No sigas con esto, te lo ruego.
Jungkook se arrodilló frente a él, muy cerca de sus rodillas. Deseaba que Tae dejara de sentirse así, de actuar de esa manera.
Tae no era el problema, nunca lo fue.
—No tienes que lastimarte tanto por mí... —continúa diciendo.
—Solo dime por qué no me creíste.
Veía sus ojos brillosos, sabía que las ganas de llorar le eran más que tener que hablar, pero debía hacerlo, debía sacar todo en cara ahora o si no, ya no había vuelta atrás.
Si así de fácil fueran las cosas, Jungkook no se lo pensaría ni diez veces para tener que hablar, solo que no podía porque no creía verse capaz de dejar salir la excusa más barata y creíble.
—Sé que ya no confías fácilmente en otros por situaciones en el pasado que te obligaron a hacerlo. ¿No te he dado los motivos suficientes para confiar en mí, para creerme?
—Sí, lo has hecho.
—Tan solo quiero una respuesta...
—Es porque tenía miedo a que te alejaras de mí, tanto que sin darme cuenta yo fui quien te alejó.
Ambos se quedaron en un silencio sepulcral. Taehyung parecía querer casi huir de esa situación si no fuera por su sentido de superar las cosas, debía parar todo ahí, y si no lo hacía, nunca tendría la oportunidad de hacerlo. Algo en su pecho lo hacía sentirse como un animal indefenso en plena caza. ¿Miedo? Sí, tenía tanto miedo de volver a su vida pasada que sin darse cuenta la culpa lo abrazaba.
—¿Qué ocurrió ese día? —susurró, parecido a un susurro de dolor, como si no deseara saber qué había ocurrido.
Taehyung mordió sus labios, que muy bien Jungkook conocía aquella acción; estaba pensando en algo, algo muy serio. Tal vez en cómo empezar a hablar sin tener que sufrir en el intento. Muy bien sabía que no sería fácil, y muy bien sabía lo reservado que era.
¿Cuándo fue el momento en que Kim Taehyung llegó a pensar en huir?
No, él ya no quería ser así, él ya no quería pretender que no estaba huyendo cuando eso era lo que más hacía.
—Llevo un tiempo discutiendo con Yeonjun. Creí que habíamos llegado en buenos términos cuando... —instantáneamente mordió su lengua, no quería hablar de más, y lo estaba haciendo sin darse cuenta.
—Por favor, solo dilo.
Le bastó solo un segundo analizar sus intenciones detrás de esa mirada melancólica. No debía ocultarle más cosas, eso era lo que veía en la mirada de Jungkook: quería sinceridad.
—Hace unos meses se me confesó. Me dijo que le gustaba, yo lo rechacé porque estaba contigo y también porque no quería —hizo una pausa para tragar duro, le estaba costando mucho hablar—. Todo iba bien hasta que recientemente me di cuenta, por él mismo, que yo iba a ser el supervisor y no un ayudante. Entendí que fui uno más a quien usó para poder llegar a la cima. Otra vez fui usado.
Tal vez Jungkook se sintió incluso peor cuando Tae dijo aquella última frase. Tal vez no supo diferenciar quién era peor, si Yeonjun por usar a Tae o Jungkook por no creerle.
¿La realidad? Que nadie en este mundo es un santo, nadie es bueno, y nadie puede llegar a ser malo por sus motivos. ¿Se debe perdonar esos motivos? Socialmente, todo es considerado entre bondad y maldad por los hechos, por la conducta, pero no tienen en cuenta de que el ambiente es quien construye una conducta.
—Luego, intentó volver a acercarse a mí cuando tuve que irme de emergencia a la galería, que justamente el señor Levarne había roto alianzas con la galería. Antes conocía su comportamiento, pero esa fue la primera vez que me di cuenta de su verdadera personalidad. Incluso llegó a intentar chantajearme sobre decirle a los internautas sobre nuestra relación, lo cual ni siquiera me importó. Esa fue la primera vez en años que sentí la ira y que pisotearon mi arte como una basura.
Porque Kim Taehyung aceptaba todo, pero no aceptaba que escupieran sobre su arte ni a los que quería. De ellos se basaba, de ellos sus manos hacían magia, y de ellos nacía la inspiración.
El autor protegía su arte.
Una simple persona los despreciaba.
Un simple ser lo empujaba.
Y un simple ser humano, solo quería hacer arte para transmitir sus sentimientos que corrompidos estaban.
Jungkook no pensó en ningún momento que Taehyung tendría una carga tan grande sobre sus hombros. Ahora entendía cuando, hace un año, le había dicho que la vida le hizo ser así, de la vida, se refería a las personas que componían ese mundo cruel, uno en donde, por más que escapes de la realidad, la realidad siempre estará para hacerte reaccionar de que no debes escapar.
¿Quiénes escapan de la realidad? Aquellos que no encuentran paz y necesitan el alivio.
—El viernes, la última vez que nos vimos, Yeonjun me llevó a la fuerza con él a su auto, forcejeaba para no entrar hasta que fue demasiado tarde. Cuando se acercó a mí, desde tu ángulo se veía como si fuera un beso directo, la realidad es que ni siquiera me besó, lo impedí.
El menor sorbió su nariz. Deseaba no tener que seguir con aquello que tanto le hacía daño. Quería poder sentirse tranquilo nuevamente, tener una relación estable y no tener que preocuparse por problemas mayores.
Odiaba eso.
Odiaba tener que sentirse usado.
Odiaba que nadie pudiera creerle.
Odiaba que todos pensaran que no sería capaz.
Sobre todo, odiaba tener que hablar lo que se veía. ¿Qué más pruebas que esas?
—De casualidad, ¿tienes algo que ver con Yeonjun?
—¿Qué? —pregunta atónito el mayor—. ¿A qué te refieres?
—La última vez, me dijo que tú me usarías así como hicieron con su familia.
Jungkook estaba tan desconcertado, que ni siquiera estaba entendiendo el hilo del asunto. Llegó a pensar que todo era una tela de araña, la abuela de Tae parecía ser el inicio y Yeonjun el final. ¿Cuál era la conexión entre ellos? ¿Qué buscaba Yeonjun en realidad?
—Tú tampoco sabes...
Con una servilleta que estaba en una caja, limpió la mucosidad que bajaba de su nariz. Su corazón empezó a latir rápido, parecido a síntomas de taquicardia. Sus manos comenzaron a temblar involuntariamente, estresando más al pobre joven que ni siquiera sabía cómo calmarse.
Jungkook no lo pensó en tener que tocar sus manos y acariciarlas, le preocupaba su condición actual, también le preocupaba su apariencia, pues notaba que no había dormido absolutamente nada.
—No busco que me perdones, no quiero que lo hagas tan fácil. Quiero ganármelo, que tú mismo seas el juez de mis acciones y que decidas si merezco volver a estar a tu lado.
—No planeaba perdonarte de igual modo —comentó como si fuera lo más obvio—. Solo te advierto que no doy terceras oportunidades. Me fallas una vez más, y no pienses volver a mí porque no me vas a encontrar. Yo tampoco volveré a ti.
Quedarse y no dejarlo, ¿por qué Kim Taehyung debía elegir entre lo que más amaba y su propio ser? Porque cuando lastimas a alguien hasta hacerlo dudar sobre si lo está haciendo bien, aquella persona duda de sí mismo, creándole un conflicto interno en el que llega incluso a odiarse y despreciarse.
Tae no quería llegar a ese punto, no quería odiarse, quería amarse y también amar. Quería que existiera una balanza en su amor propio y el amor que le daba a los demás.
Es por eso que existen dos oportunidades:
La primera, para que aprendas a no volver a cometer el mismo error.
La segunda, porque de los errores aprendes a tener que amarte.
Las terceras oportunidades no existían, solo era masoquismo para volver al mismo ciclo sin fin en el que te lastiman, perdonas y aceptas, pero nunca olvidas.
Kim Taehyung daba dos oportunidades para que arreglara sus errores y poder olvidar, no perdonar.
¿Perdonaba a Jeon Jungkook por lastimarlo?
O más bien:
¿Qué tanta culpa y resentimiento podía sentir una persona para poder ser capaz de perdonar y seguir adelante con su vida?
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