31
Dos semanas pasaron desde la primera cita de Tae y Jungkook. Después de unos días sin ir a la mansión Jeon-Huh a causa de que Min Yeon estaba en citas médicas, cuando llegó se topó con ella escribiendo sin parar. Parecía estar muy concentrada que hizo el mínimo ruido posible para no distraerla.
—Tranquilo, estoy acostumbrada a no distraerme tan fácil. Ventajas de criar a dos niños.
—Lo siento por interrumpir.
—No te disculpes. Por cierto, debes de conocer a Jeon Jungkook de Empire, ¿no? Trabajan en la misma empresa, después de todo.
—Sí, lo conozco.
Min Yeon le lanzó una mirada fugaz que no supo descifrar a qué se debía. No debía bajar la guardia cuando se trataba de ella, siempre tenía algo que decir en cualquier momento.
—Él es tu musa, es obvio que lo conoces.
—¿A qué se refiere?
—Jungkook es mi hijo, Taehyung. Supongo que para él tener que ser tu musa, tuviste que rogarle mucho. Él no acepta nada a la primera, y mucho menos si fue para una obra. Todos conocen tu famoso cuadro Stay.
Cierto, le rogó tanto que hasta pensó que no podría tener a nadie como musa, y lo más importante, probablemente hubiera fracasado en su último año de universidad.
—Me disculpo en su nombre. Es un poco terco, como ya te has dado cuenta.
Sabiendo que había algo detrás del tema, le preguntó:
—¿A qué se debe la conversación?
—A nada en particular. Solo me parece interesante la relación entre ustedes. Polos opuestos se atraen, polos iguales se rechazan. ¿No crees que es curioso tener una relación así? —por primera vez desde que Tae llegó, levantó la cabeza para verlo. Sus ojos se veían un poco cansados, estos mismos eran muy grandes y brillosos, justo como los de Jungkook.
Le parecía curiosa su relación con Jungkook. No pensó que llegaría a tener una pareja porque no tenía un futuro muy en claro de él siendo pareja de alguien. Pensó que tal vez volvería a Daegu a cuidar de lo que alguna vez fue su hogar, que todavía lo es, y pasar su tiempo de vida ahí, solo, ayudando a su familia, pero sin alguien a su lado sentimentalmente.
—Pienso que el destino aún es incierto para aquellos que son polos diferentes. Se unen, pero ¿qué pasa cuando se cansan?
Min Yeon abrió sus labios con la intención de decir algo. No llegó a hablar. Lo único que sí dijo, fue:
—Pues se cansaron.
Porque nadie era capaz de obligar a otro estar a su lado cuando el cansancio llegaba. Era agotador, doloroso, devastador. El cansancio podría ser un sinónimo de abandono, como también, el cansancio significaba continuar y no rendirse.
¿Por qué llegábamos a tomar la decisión más fácil de abandonar todo cuando nos encontramos cansados?
Ese día debía dar su informe mensual en la galería de artes, que no le agradaba del todo volver ahí, tenía un mal presentimiento y siempre resultaba ser así. Cuando llegó y entregó su informe mensual sobre su proyecto al jefe, este le comentó que le alegraba volver a verlo, también le deseó mucho éxito antes de irse.
Ya en la salida, vio una melena rosada con varios mechones de diferentes colores. Pensó en tener que pasarlo por alto, mas era demasiado evidente y sabía que lo iba a detener.
—Kim Taehyung.
Su llamado detuvo sus pasos, su cuerpo se tensó. Giró un poco su cabeza para mirarlo de reojo, no se veía muy bien.
—Tenemos que hablar, por favor.
—No puedes explicar lo inexplicable, Yeonjun. No lo intentes.
—Entonces déjame llevarte a casa, vas ahí ahora, ¿no? Es muy tarde como para que vayas a la empresa.
—No, gracias. Quiero ir a pie.
El mal presentimiento fue incrementando a medida que caminaba para alejarse con él. Apretaba muy fuerte el manguillo de su bolso, como si de eso dependiera todo.
Yeonjun lo tomó del brazo con brusquedad para llevárselo hacia su auto. Tae intentó forcejear el agarre, siendo un fracaso total porque ya estaba dentro del carro. El miedo empezó a consumir su piel, poniéndolo en alerta ante cualquier acción que Yeonjun ejercía sobre él. Cuando intentó abrir la puerta, forcejeándola, no podía por el seguro automático.
Estaba encerrado.
—Eres muy patético —dice el mayor cuando entra al auto, poniéndose el cinturón y mirando de reojo a Tae—. No tenía la intención de lastimarte, pero no me dejas más opción que hacerlo para que me escuches.
—¿Qué tienes en la cabeza? —murmura aún sin poder creer lo que le estaba pasando. Yeonjun empezó a conducir—. Déjame ir ahora mismo.
—¿Vuelves a vivir con Jeon? —no escuchó respuesta de su parte—. Por supuesto que sí, tu tortura llamada Jun SoMin terminó. Fue un gran escándalo en la galería. A todo esto, ¿nunca te has preguntado por qué tu contrato de un año terminó?
—Yeonjun, basta. ¿Qué rayos quieres de mí?
—Quiero decirte que lo siento, que realmente mi intención no es lastimarte, pero no puedo.
Su garganta picaba, creando un gran nudo por el terror. Más encima, la velocidad en la que iba era para casi perder el control del volante.
—Tienes miedo, lo sé.
Los animales llegaban a sentir el miedo.
La fobia de alguien, otros la utilizaban en su contra.
Igual que un depredador engañando a su presa para comérsela.
—¿Es porque nada sale como quieres que me tratas así? ¿Porque tengo muchos contactos y tú, por tu estúpida avaricia no?
—Cuida tus palabras, Kim —murmura entre dientes.
—No, tú cuida tus palabras. No porque seas mi superior significa que te voy a hacer caso, ni que me trates como basura. ¿Sabes qué? A quienes tratas así, el destino te tratará peor. Luego no te quejes cuando el mundo esté en tu contra.
—Cállate.
Tal vez Yeonjun debía empezar a pedir perdón, de que él estaba mal, que siempre estuvo equivocado. El rostro de Taehyung no tenía comparación con la ira que sentía.
Él nunca se enojaba, todos llegaron a pensar.
Los más peligrosos siempre eran los callados.
—¿Por qué no querías aceptar el caso de Huh Min Yeon?
—¿Te importa eso ahora?
—Me importa porque probablemente tú seas un problema. No, probablemente no es, es que lo eres. Eres un problema más en este mundo, uno personificado en donde, quien esté a tu alrededor, ni siquiera tenga un buen futuro. ¿Tu pecado fue nacer?
—Me incitas al suicidio. No es muy bonito que me lo desees, Taehyung —sonríe con amargura.
—No te considero como amigo. Solo eres un ser insignificante más en este mundo que respira, que maltrata, y que no piensa. ¿Tienes cerebro? Porque incluso los animales piensan más que tú.
En la luz roja, Yeonjun giró un poco su torso para verlo. Parecía ser más un sociópata, uno que intentaba asustar a Taehyung, y otro que se engañaba de la vida.
—Estás siendo muy hablador hoy. ¿Será que estás asustado y no lo quieres admitir? —le pregunta, volviendo su vista a la carretera y emprendiendo la marcha.
—¿Por qué debería de estar asustado de ti? No es como si fuera la primera ni segunda vez que trato con tu conducta de sociópata.
—Lo dice el que fue un antisocial.
—¿Y crees que tienes el derecho de señalarme lo que alguna vez hice mal?
—Me señalas lo que estoy haciendo mal, ¿por qué no puedo contigo? No seas infantil.
Yeonjun quería arruinarlo, Tae lo entendió ahí. Quería hacer de ese momento su peor pesadilla. Y lo bien que sabía que su insomnio sería un caos aún si dormía con Jungkook.
—Todos te usan. Jeon Jungkook también te usará, así como hicieron con mi familia.
Era muy de noche, aproximadamente las ocho cuando el auto se detuvo frente al edificio donde Tae vivía con Jungkook. Su comentario provocó un desconcierto en su ser. Había muchos temas involucrados, y trataba de procesar todo para poder entender lo que estaba pasando.
No podía, simplemente era demasiada información. Más la situación, ni siquiera podía enfocarse en forcejear, gritar o hacer algo para llamar la atención de otros y que lo sacaran de ahí.
Su piel empezaba a picarle.
—¿A qué te refieres?
—¿Piensas que mi familia quedó en bancarrota porque teníamos un mal manejo? Min Yeon, Jungkook, toda su familia son los culpables. No confíes en nadie.
—Entonces... ¿Tu teoría es que confíe en ti después de hacerme esto? —bufa—. Déjame ir, Yeonjun. No quiero estar aquí.
Oh, claro que no quería estar ahí porque se sentía tan sofocado que sus ojos empezaban a nublarse.
Intentó muchas veces abrir la puerta y levantar el pestillo. Nada funcionaba. Y aunque debía mantener la calma para pensar con la cabeza fría, el pánico poco a poco lo invadió. Eso nunca significó una buena señal para alguien que siempre pensaba en soluciones detrás de cualquier problema.
—Si no me abres la puerta, juro por Dios que voy a romper este cristal —comentó con rudeza, todo lo contrario a su naturaleza.
—Inténtalo.
¿Por qué lo decía? Porque sabía que Taehyung no era bueno peleando, que la fuerza era su única debilidad que utilizaría en su contra.
Sin pensarlo, ambos se quitaron el cinturón de seguridad. Taehyung se vio acorralado entre la puerta y el asiento, sin escapatoria alguna, intentando alejar a Yeonjun sobre sí.
—¡Yeonjun, basta!
No lo escuchó.
Nadie lo escuchó.
¿Por qué nadie lo escuchaba?
Cuando Jungkook llegó al edificio de su acogedor hogar por la parte de atrás, en donde casi nadie iba, esperaba ver a Tae justo en el mismo camino que él, porque le había comentado que llegaría más o menos a esa hora. También había comprado comida, tenía planeado bañarse con él, cenar con él, y esperar a que Tae se quedara dormido encima de él para amanecer con el brazo adormecido como siempre.
La vida que siempre soñó.
Sin embargo, solo eran sueños, y dichos sueños llegaban a ser tan inalcanzables como su deseo de ser feliz con la persona que más ama.
Se había apresurado tanto que no se dio cuenta de cuál fue su principal error.
Él creyó.
Él lo traicionó.
Sus besos nunca le pertenecieron como siempre creyó.
Existió él.
Choi Yeonjun estaba besando a Kim Taehyung.
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