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30

Era la última caja que movían de la sala a la habitación. Jungkook se quejaba porque Tae llevaba mucha ropa, era tanta que tenía que compartir con el armario de la habitación de invitados. Ninguno de los dos sabía de dónde había salido tanta ropa, solo sabían que era del más joven.

Hace más de dos semanas tuvieron el visto bueno para que Tae pudiera mudarse con Jungkook. En el caso de existir rumores, Bang Si-hyuk se encargaría en limpiarlos, él todavía no sabía sobre la relación romántica que mantenían, solo tenía conocimiento de que eran amigos íntimos.

Muy íntimos.

Jungkook acarició la cintura de su novio para moverlo con cariño hacia otro lado y poder acceder al gran armario. El de su habitación de por sí era grande, el de la habitación de invitados apenas le llegaba a la mitad, así que dudaba mucho en que toda su ropa pudiera entrar ahí.

—¿Vas a dividir tu ropa por marca, estilo y color? —burló, viendo cómo tomaba las perchas para introducirlas en el armario y dejarlas sostenidas por la agarradera.

—Ya están divididas por marca, por si no lo sabías —de reojo lo observó, le parecía muy gracioso "bromear" con su pareja porque su cara siempre pasaba de felicidad a confusión.

—¿Qué...? —revisó bien la primera hilera de camisas—. ¡Estas son de Gucci! Kim Taehyung, ¿con quién demonios traficas? Aunque seas un posible multimillonario más en este mundo...

—Era un secreto, pero según la cuenta bancaria que mi abuela me creó, son millones de wones. Así que...

Jungkook le hizo una señal para cortar el tema. Su cabeza empezaba a darle vueltas, no creyendo lo posible porque le parecía imposible.

Era normal, te enteras de la noche a la mañana que tu pareja se hacía el mosquito muerto y que en realidad es multimillonario por la herencia de su abuela. La situación era para crear teorías conspiranóicas del cómo eso pudo suceder, principalmente con su abuela. ¿De dónde sacaba tanto dinero?

No quería ni saber, eso lo tenía muy en claro.

—Solo finge que no escuchaste eso, yo también voy a fingir que no lo dije —carcajeó—. La semana que viene finaliza tu receso, ¿no?

—Sí. Sabes lo que eso significa, ¿verdad? —lo atrajo por su cintura, Tae rodeó sus manos por su cuello—. Taehyungie, ¿tendrías hoy una cita conmigo? Puedo llevarte a un restaurante fino.

—Prefiero que me lleves a comer comida callejera —rio sobre sus labios.

—Disculpe, joven, no quiero que su abuela me jale de las piernas mientras duermo por llevarte a comer tteokkbokki que sé que te encantan mucho, o porque nos tomamos un batido en vez de un buen vino. No, vino no, no quiero que después me seduzcas y me toques hasta el espíritu.

—Van varias veces me has dicho esos comentarios raros. ¿Qué hacía cuando bebía?

—Qué no hacías será. La última vez, con el vino, me tocaste el trasero y mientras dormías casi teníamos relaciones. Obviamente no me iba a aprovechar de ti estando en ese estado —besó con ternura sus labios.

En verdad, Taehyung quería negar los hechos, pero le tocaba aceptarlo porque no fue ni una vez, fueron dos veces y en la primera sus amigos fueron testigos. Solo esperaba que no hubiera ningún video de él haciendo el ridículo.

Amaba vivir de esa manera. Su hogar estaba a su lado, un lugar seguro en donde podría hablar de sucesos diarios y Tae no se cansaría. Le gustaba escucharlo y a Jungkook le gustaba sentirse escuchado por él.

Alguien silencioso siempre necesitará a otro que hable hasta por los codos.

Y ese ser silencioso, quería que ese ambiente con ese ser inquieto perdurara para siempre.

Al llegar la noche, salieron con la ropa más informal que pudieron encontrar. Jungkook le insistió varias veces a Tae en que se pusiera una chaqueta más abrigadora porque empezaba a hacer mucho frío. Taehyung, para su gusto, no hacía tanto frío como le había dicho, pero siguió su recomendación. El mayor se vio obligado a cubrir sus tatuajes para no ser reconocido entre muchos, igual que con una mascarilla y gorra, Taehyung estaba cubierto del mismo modo.

Recorriendo las pobladas calles de Seúl, Taehyung tomó de la mano a Jungkook para no perderlo de vista entre tantas personas. Ambos llevaban los anillos de pareja que diariamente usaban desde el momento en que Jungkook le regaló uno, ¿qué mejor que utilizarlos en esa primera cita?

Tae se detuvo en una tienda de conveniencia para comprar un helado, invitó a Jungkook, ganándose un "no" tan grande como la "X" que hizo con sus brazos. Saliendo con su helado en mano, Jungkook le preguntó:

—¿Por qué siempre comes helado en tiempos fríos?

Se siente bien —respondió, suponiendo que no era la respuesta que esperaba, continuó—. Es como cuando haces fuerza porque necesitas desahogarte, eso te hace sentir bien. Mientras que conmigo, es porque me hace tener la mente más clara —bajó un poco su mascarilla para darle una pequeña lamida. Acercó el helado hacia Jungkook, que, viendo su insistencia, no tuvo más opciones que bajar su mascarilla y chuparlo solo un poco, sintiendo la famosa sensibilidad camuflada con frescura sobre sus muelas.

—Solo siento dolor de cabeza —abrió y cerró la boca, intentando apaciguar el frío. Tae solo sonrió.

No lo había notado, Taehyung estaba sonriendo mucho desde el momento en que le dijo que su sonrisa era bonita. Lo era, nunca se cansaría de decirlo las veces que hiciera falta. Con su risa era igual, muchas veces llegaba a ser contagiosa porque venía desde el fondo de su pecho, muy gruesa y muchas veces no llegaba a reír, cuando lo hacía, se sentía como si estuviera escuchando la risa de un niño.

—Es increíble que tengamos nuestra primera cita después de un año —dice Tae.

—Somos artistas, ¿qué se puede esperar? Lo que más me sorprende es que no hayamos tenido una cita virtual, y no cuentan tus salidas a los museos de arte, ni las mías cuando iba al estudio. Aunque sería extraño porque no hubiéramos podido besarnos. ¿Te imaginas eso? Un beso en la cámara y ya supuestamente nos besamos físicamente, como si fuera por telepatía —Taehyung se atragantó con el helado por sus palabras, y mientras tosía, Jungkook carcajeaba dándole palmadas en su espalda.

Emprendieron marcha hacia donde el destino los llevara, cada vez que veían algo que les llamaba la atención, se detenían para ver o comprar, quien compraba más era Jungkook. No sabía por qué seguía comprando tantas cosas probablemente inútiles, solo sabía que lo había comprado cuando recibía el recibo de compra.

Taehyung se detuvo en seco cuando vio una pantalla publicitaria a su lado, alguien estaba presentando la galería de artes donde actualmente trabaja. El representante justamente se detuvo frente al cuadro en blanco y a su lado estaba su cuadro, Stay. Le creaba un nudo extraño en su estómago. Vio a Jungkook, quien por igual estaba admirando su arte.

Su tan y único arte.

—No me has contado mucho sobre tu familia, solo son cosas negativas —comenta Tae inesperadamente, siguiéndole el paso a su pareja.

—Es porque ellos son un poco bipolares, mi mamá es la única con la que tengo más conexión.

—¿Ellos?

Tengo un hermano mayor. Me lleva cuatro años.

"Creo que mis hijos y tú se llevarían bien, excepto con el menor, es todo lo opuesto a ti. El mayor es un poco más calmado y no tan energético. Ustedes están entre el rango de menos veintiocho." —aquellas palabras llegaron a su mente.

Taehyung detuvo sus pasos, esperaba que no sea lo que estaba pensando, porque estaba viendo muchas coincidencias, solo le faltaba aclararlas. Tal vez debió pensar mucho antes de recitar su pregunta, sin embargo, si no lo hacía con Jungkook, debía hacerlo con otra persona. Así que pensó: "¿Por qué no preguntarle a mi pareja?"

¿Eres el hijo menor de Huh Min Yeon? —le preguntó en un susurro para que nadie más lo escuchara.

Jungkook giró hacia él, Tae podía ver sus brillantes ojos aún con la gorra. Como si fuera algo que lo quemara, soltó su mano sin pensarlo mucho.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque ella es mi clienta —lo escuchó respirar muy fuerte, su mascarilla se pegaba a la nariz, y su pecho se apretaba a tal punto que le costaba respirar—. Decían que ella tenía un carácter muy fuerte, que nadie podía tener una conversación con ella sin sentirse incómodo. Pensé que estaban exagerando hasta que me di cuenta de que convivo con alguien con su mismo carácter. No lo sentía de esa manera porque estaba acostumbrado.

—Tae, yo... —el nombrado le interrumpió.

—También porque tienes una buena escritura. La vez que me ayudaste a hacer mi tesis, no tardaste casi nada en terminarla y estaba muy bien escrita. Min Yeon es igual, si hace cualquier cosa, ya sea para ella o para otros, lo hace bien para no quedar mal.

No escuchó algún intento de defensa por su parte. Tae sabía que no iba a poner algún tipo de excusa, lo sabía tan bien como ese silencio que decía mucho.

—Aunque mi cara no lo demuestre, me sorprende mucho que seas su hijo. Solo que no sé por qué no me lo habías dicho antes.

—Tengo mis razones —dice entre dientes. No sonaba dolido, sino que nervioso.

—Lo sé. Siempre hay una razón detrás de cualquier acción.

Si bien las razones existían detrás de cualquier acción, ¿qué tan cierta podría ser una justificación ante una acción? Tal vez no lo sea, tal vez solo decidan aceptar la justificación, pero para muchos, nada es justificable.

Simplemente son acciones. Acciones que perjudican y acciones que benefician. Si bien existe una balanza, la balanza siempre se desviará al más fuerte.

Tae, viendo lo trastornado que estaba, tomó la iniciativa de agarrar su mano para incitarlo a caminar. Podía sentir el aura incómoda de Jungkook, incluso sentía sus pasos más pesados de lo normal. Aun con toda la incomodidad, lograron llegar al río Han.

Fue una larga caminata. Kim Taehyung, después de que salió de la universidad, nunca volvió a caminar ni diez kilómetros.

—Supongo que ya sabes que mi madre tiene un tumor cerebral.

—Lo sé.

—Sabiendo lo explosiva que es ella, también sabes que mi padre es muy protector cuando se trata de su salud.

—Demasiado, diría yo.

—Y que mi hermano es un aguafiestas.

—Con detalles incluidos, me dijo que él es igual que su padre, y que tú eres más parecido a ella.

—No me gusta mucho hablar sobre mi familia.

Taehyung fue a sentarse a unos bancos frente al río, estos quedaban alejados de todos porque estaba en la oscuridad. Jungkook se sentó hacia atrás, cuidando su espalda.

—Inconscientemente, no te lo he dicho porque la mayoría de mis parejas solo me han querido porque saben que mi madre es una de las escritoras más famosas del mundo y que mi padre es un reconocido empresario dentro de su industria. Desde un principio no quería decírtelo porque no quería que tu segunda intención fuera acercarte a mí para contactarte con ella, por eso no tenía fotos familiares en casa —tomando el aire suficiente, giró su cabeza hacia él—. Es como tú con tu abuela, no querías decir quién es tu familia porque no querías lucrarte de eso. En mi caso, es porque no quería que nadie se acercara a mí sabiendo quién es mi familia.

Haciendo una pausa, bajó su mascarilla. El tatuado no sabía qué era ese sentimiento de desesperación que tenía en su interior, como si todo dependía de aquella conversación cuando no era así. Tae entendía, él podía entender.

Pero hace un año me di cuenta de que no debía esconderte cosas porque sabes cómo reaccionar. Tú me apoyas igual que mi madre. Tú siempre confiaste y creíaste en mí.

Cuando Tae llegó a quitarse la mascarilla, ya estaba sonriendo. No pensaba que nada de eso fuera real, mucho menos Jungkook, quien solo pasaba desgracias en todas sus relaciones amorosas. Muchos lo utilizaban, él protegía hasta salir lastimado, y no entendía cuál era la necesidad de hacer eso si no recibía ningún beneficio.

Algo dentro de él se mantenía en alerta ante el mínimo acto de una posible traición.

Taehyung se quitó el gorro que llevaba puesto, y levantando un poco el de su pareja para que fuese más fácil acercarse a él. Besó sus labios en un movimiento rápido. Fue un tacto que no duró ni dos segundos, uno que Jungkook esperó durar más sobre sus labios.

—I-Iré a comprar algo de comer —susurra entre la corta distancia que tenían de sus labios. Todavía se sentía nerviosos cuando se trataba de besar a Tae, era muy oportunista. Aunque supiera que estaba por besarlo, nunca podría imaginar por cuanto tiempo. El tiempo nunca sería suficiente a su lado.

—Jungkookie, no es la primera vez que nos besamos —se burla de su nerviosismo.

Tambaleándose en cada paso que daba, intentó recobrar la compostura. Era la primera vez que tenía el comportamiento de un tonto en un noviazgo. Nadie lo había hecho estar así, mucho menos Jimin. Intentó engañarse de que era porque Tae no quería atarlo a su lado, quería tratarlo como un ser humano, uno que merecía respeto y cariño, y uno que pudiera tener la confianza suficiente de creer en otros.

No todos apoyaban a su pareja.

No todos confiaban en su pareja.

No todos creerían en su pareja.

Entonces, ¿cuál es el propósito de tener a alguien a quien amar a tu lado, de pasar el resto de tu vida con esa persona si no podías respetarla?

Jungkook conocía de aquello, y trataba de hacer todo lo posible para no dar todo de él e ir poco a poco en la relación. Darlo todo significaba una puñalada en la espalda, dar menos significaba desconfianza. Debía establecer una balanza, pero no siempre la balanza se mantiene equilibrada.

Regresando con la comida en su mano derecha y dos botellas de agua en la otra, vio que Taehyung miraba hacia el cielo. Cuando miró hacia arriba, el cielo se iluminó de varios colores a causa de los fuegos artificiales. Volviendo a mirar los ojos de su pareja, lucía perdido en el oscuro cielo que fue adornado de colores y diseños.

Todo aquello que una vez amó, estaba brillando ahí.

Todo lo que una vez llegó a animarlo, le estaba sonriendo.

Y toda desgracia que se avecinaba, le daría todo aquello que no merecía.

Porque, ¿quiénes eran los seres humanos para no sufrir? Los más inocentes sufría, los menos inocentes también. Los culpables, aquellos que no lo merecían, los que daban la vida por otros...

Kim Taehyung merecía sufrir por segunda vez, Jeon Jungkook también.

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