27
Huh Min Yeon, escritora mundialmente famosa y respetada por todos, con una reputación impecable, pero según relacionados, con un carácter extremadamente difícil.
Kim Taehyung ya sabía a lo que se involucraría cuando en aquella mañana se dirigió hacia su mansión. Él había estado rodeado de lujos desde su nacimiento, y de este modo, esos lujos de aquella señora sobrepasaban límites. La entrada se componía de un gran portón negro, con diseños únicos. La fachada de aquella casa era de revista. Tenía entendido que también había aparecido en el libro de los récords mundiales Guinness entre las mejores escritoras a nivel mundial. Tenía una gran versatilidad para escribir cuentos de niños, libros para adolescente e incluso adultos, con categorías muy variadas que le da su toque único.
Tae fue guiado desde la entrada, pasando por el salón donde se detuvo por unos segundos para analizar un cuadro.
Me suena esa técnica —pensó.
Era un dibujo de un paisaje verde, solo que triste.
Muy triste. Parecido al rechazo.
Siguió a la sirvienta escaleras arriba, pasaron por unos pasillos hasta que ella se detuvo en una puerta. Luego de abrirla, le permitió la entrada.
—Señora, Vante ya llegó —dicho eso, se retiro, cerrando la puerta consigo.
Por el momento podía verla de espalda, su cabello era largo, negro y muy brillante, como si el mantenimiento de este mismo fuera muy constante. Ella se volteó, su rostro era más joven en persona de lo que pensó, sin embargo, si no fuera proque sabe que su rostro es serio, hubiera pensado que estaba enojada.
—¡Hasta que finalmente vienes! —exclama, tomando por sorpresa al peliplata—. No quería ser borde con los demás representantes, pero realmente quería que tú mismo me atendieras.
—Lamento mucho no poder asistirla antes —se disculpó haciendo una pequeña reverencia.
—Lo importante es que ya estás aquí —sonrió—. Vamos, toma asiento, por favor.
Acató su petición, sentándose frente a ella, dejando su mochila a sus pies. Lucía muy alegre para ser alguien con un supuesto comportamiento fuerte, ni siquiera veía algo raro en ella.
—Creo que los otros asistentes me tenían miedo por mi forma de expresar, lo siento si llego a asustarte cuando haga cualquier comentario. Si te incomoda, por favor, déjamelo saber.
No sabía en donde quedaba el mal carácter que decían ella tener. Hasta ahora, a Tae le había parecido una mujer bastante amable y podía ver que era muy cariñosa. Tal vez fue la primera impresión, pero él nunca fallaba en analizar a las personas.
Excepto con Jungkook que fue un caso especial.
Taehyung sacó su cuaderno de dibujos y un lápiz de carbón, empezaría a dibujar tan pronto como tengan una conversación estable.
—¿Cuántos años tienes? Escuché de Bastian que eres muy joven, y que a tu corta edad tienes mucha experiencia en tratar con personas.
La pregunta no era lo que realmente le importaba, sino que haya mencionado el nombre de Levarne. Empezaba a sospechar que tal vez se esté excediendo en ayudarlo en crecer la campaña, porque muchos podrían dudar de que trabaja con sicarios o algo por el estilo.
—Tengo veintitrés años —respondió rápido, teniendo una pregunta en la lengua que no dudó en escupir—. ¿Conoce al señor Levarne?
—¡Por supuesto! Es un viejo amigo de la universidad. Nos conocimos cuando fui a un internado de un semestre en Francia. Él estudiaba mercadeo internacional, con un menor en artes plásticas. No preguntes sobre esa combinación, yo tampoco la entendí —rascó su mejilla derecha, la forma en cómo lo hacia le era familiar.
—El mundo es muy pequeño.
—Claro, quién sabe si te conozco desde mucho antes —rio—. Más que nada, Bastian no me recomendó la campaña para la promoción, sino porque me dijo que el creador podría ayudarme más que un psicólogo. En algunos países catalogan la psicología como un arte, pero yo no puedo verlo como arte, ni siquiera me identifico con eso y me siento presionada a tener que hablar cuando ni siquiera quiero. Entonces me enteré del proyecto SY y pensé: ¿por qué no desahogarme con alguien que conoce del arte de verdad? Me sentiría más cómoda. Siento que no me equivoqué en nada. Tienes un aura tranquila y contagiosa, Kim.
Un sentimiento nostálgico recorrió su pecho, sentía alegría y al mismo tiempo tristeza. Inmediatamente pensó en su abuela. Detestaba tener que abrir otra vez recuerdos dolorosos, que creía haberlos cerrado por completo cuando los sufrió en silencio y nadie se dio cuenta, solo eran él y su sufrimiento.
—¿Has escrito alguna vez para desahogarte? Ya sean poemas, rimas, canciones...
—No he tenido el privilegio —comentó, dejando a un lado el lápiz y libreta—, pero conozco varias personas que sí. Unas no pueden vivir sin escribir, otras solo dedican canciones y muchos de estos lo hacen porque es su único escape de la cruel realidad.
—Es triste, ¿no? —murmuró con una débil sonrisa—. Muchas veces escribimos para nosotros, y yo, por ejemplo, me baso en mis propios hijos para crear mis historias. Esos dos granujas, especialmente el mayor, es tan insoportable que siempre lo comparo con su padre —chasqueó la lengua—. Estando ya en confianza, admito que a veces pienso que me casé con el hombre equivocado. El mío es muy soso y aguafiestas.
Taehyung por poco se ahogaba con su saliva por el cambio drástico. Sabía que algo detrás de aquella amabilidad se escondía. No era maldad, pero era algo que dejaba pensando muchísimo.
—Tranquilo, no estoy hablando mal en sus espaldas, le digo eso todos los días y más cuando me trata como una inútil porque me dan dolores de cabeza.
—¿Dolores de cabeza...?
—Llevo cinco años con un tumor cerebral.
Taehyung se había ido ya de la mansión luego de hablar un poco más, y esa conversación latía una y otra vez, no solo en su mente, sino también en su cuerpo y corazón. Era la primera vez desde la fundación de SY que tenía una confesión tan fuerte. Podía sentir que ella tenía mucho de qué contar, tan siquiera era la primera vez y lo había dejado en un estado pensativo. Definitivamente le gustaría conocerla más.
Cuando llegó a la empresa, la secretaria le informó que fuera al salón de ensayo con urgencia. Empezaba a cansarle aquellas noticias sorpresas, y debido a que no había ni un alma pasilleando, supuso lo peor.
Tomó una bocanada de aire antes de entrar al salón, veía a casi todo el personal de la empresa ahí. Dejó su mochila y el cuadro a un lado del salón para dirigirse al pequeño ser de cabeza rubia. Estando a su lado, le preguntó en susurro:
—¿Qué ocurre?
—El CEO está loco —murmuró, temiendo por si llegaba a escucharlo—. Está paralizando todas las actividades de toda la empresa para que la mayoría del personal esté aquí y dar un discurso como el charlatán que es.
—¿No que le tenías miedo?
—Estoy harto, Taehyung. Renuncié ser profesor sustituto porque necesitaba aclarar mi mente y por eso decidí entrar a la academia Moonlight. Pero esto está pasando del nivel, él quiere explotar a todo el mundo y... A todo esto, ¿en dónde dormiste anoche? ¿Te quedaste en una habitación cápsula? Te avisé que ronco mucho y por eso te di los tapones.
—Jimin, respira, te vas a ahogar, toma aire.
El chico refunfuñó, se notaba que estaba cansado. Jimin solía cuidar con regularidad su imagen a comparación con Tae, y con todo eso, podía notarse las grandes bolsas negras debajo de sus ojos. Su relación con Yoongi, aquella agridulce, no era tampoco de lo mejor. El único momento en donde coincidieron más, aún con roces, fue cuando Tae se desmayó. Supo después de ahí que Yoongi también estaba por desmayarse y Jimin lo socorrió.
Los dos jóvenes pasaron entre la multitud para aproximarse hasta al frente. Lástima que estar ahí había sido lo que no debían hacer.
Él ya estaba hablando de ciertos temas con una voz demandante, podían ver, cuando llegaron, que muchos del personal tenían la cabeza agachada. Lucían temerosos.
Con un cambio de tema, empezó hablando sobre Bang Si-hyuk, quien estuvo contactándose con él de manera persuasiva para poder obtener más información de la empresa e incluso contactándose con empleados. Así que, el CEO, de manera indirecta, dijo:
—No quiero que nadie vuelva a hablar con Bang sobre lo que ocurra en esta empresa. Esto va específicamente para ti, Kim Taehyung. Sé que estás involucrado en todo esto.
—No sé a qué se refiere —expresó la verdad. Todavía no había hecho ninguna gestión para poder llegar a cabo su plan.
—No finjas. No sé si eres un espía que está dispuesto a hundirme o si es por tu estatus social el que me impide seguir.
El semblante de Taehyung cambió drásticamente, conocía sus intenciones más que ninguna persona. Nadie podía sacarlo de ahí, nadie a excepción de él mismo.
—A no ser que seas un pariente de Eun Shi Soo, la única que puede acabar incluso con el mismo presidente. Pero ese no sería tu caso aunque seas de Daegu, sé que hay algo más detrás de ese aspecto de mosca muerta.
—Puede pedirle un intercambio a la galería de artes, y suponiendo su comportamiento, lo ha intentado y no pudo salir satisfecho. Y otro punto —cruzó sus brazos sobre el pecho y alzó su cabeza—, no creo que usted tenga el derecho de mencionar el nombre de mi abuela.
Yoongi y el CEO se pusieron rectos, principalmente el CEO, que en su semblante detonaba la ira acomulada. Jimin giró a ver al de el piel pálida, divagaba en sus acciones a comparación de los demás integrantes, además, se notaba tranquilo, muy relajado para ser él.
—Lástima que ella ya está muerta.
—Y lástima que uno de los herederos esté frente a usted.
Disgustaba con toda su alma tener que hablar de más. No fue criado para ser así, mucho menos para demostrar quién es él y de dónde proviene. No quería subirse al cielo y luego bajar como si nada. No, su abuela lo crió para que se hiciera valer por él mismo, incluso a sus hermanos. Que él mismo creara su propio camino, no que caminara por el camino que otros crearon.
El CEO lo miró con furia, Tae se inmutó, no le intimidaba y eso asustaba a todos los presentes. Incluso querían llamarlo loco por hacer eso. Finalmente, decidió dejar en paz a todos y que continuaran con sus labores. Antes de que él se fuera, Tae le comentó:
—Espero que no vuelva a hablar así de mi familia.
—¿Es una amenaza?
—Tómelo como una recomendación.
Cuando casi todos se fueron, Jungkook y Namjoon parecieron tener la misma pregunta que Jimin, solo que este se había dado cuenta de lo que ocurría con Yoongi.
—¡Ustedes dos me van a explicar qué rayos fue eso!
Como si fueran cómplices, Tae y Yoongi compartieron miradas.
—¿Son cosas de los Daegu boys? —pregunta Jin.
—Es algo más complicado —comenta Yoongi, suspirando con fuerzas.
—¿Tiene algo que ver con la tarjeta negra? —la pregunta de Jungkook le hace vacilar.
—Ellos me hicieron una invitación porque mi abuela era alguien muy importante, no solo a nivel nacional, sino internacional. Los rechacé más de cuatro veces y al final tuve que aceptar por consideracion, no porque realmente quiera.
—Sin mencionar que todos le tenían miedo porque perfectamente podía ser la presidenta de Corea del Sur. Era muy astuta y mantuvo muchos contactos —terminó diciendo Yoongi.
—¿Cuándo planeabas decírmelo? —la voz de Jungkook no se asemejaba ni un poco a dolor, era mera confusión.
—No me lucro de eso, Jungkook. No me gusta decir, aunque sea muy cercano a ti, que mi abuela fue la contable de muchos artistas famosos, era amiga íntima del presidente, casi crió a su esposa, se iba al extranjero con su familia detrás y personas ilustres se interesaban en ella, hasta que se dio cuenta del poder que tenía sobre muchos. También fue filósofa. Una palabra semejante podría ser sicaria, aunque no lo era.
—Igual que tú...
—Mejor cambiemos de tema —propuso Hoseok, sintiendo la repentina tensión—. ¿Creen que Bang quiera apoderarse otra vez de la empresa?
—Espero que sí, todo esto es como una mier...
Yoongi no pudo terminar la oración porque veía que Jimin se estaba alejando cada vez más de él. Era como si no quisiera saber más de él cuando era totalmente lo contrario. Viendo que ya estaba tan cerca de Tae, lo tomó de la mano para acercarlo a él. Sentir su calor contra su cuerpo.
—Chicos, si desean que les demos el salón, solo deben decirlo y nosotros nos encargamos de sacar a todos. Ténganlo en cuenta —comentó Jin en broma.
Taehyung vio los ojos de Yoongi, ambos habían compartido miradas. No sabía qué había sido eso, pero podía saber que ya estaban hartos de aquella lejanía. ¿Quizás planeaban volver o al menos conversar? No lo sabía, tampoco era de su importancia.
Taehyung hizo una pequeña reverencia a sus mayores en modo de despedida, caminó hacia sus pertenencias que recogió y luego a la salida en frente a la puerta, giró para ver a Jungkook. Esperaba una respuesta.
Jungkook no dudó en ir hacia él. Amaba su cercanía y aquella tranquilidad que lo hacía relajarse. Cuando salieron del salón, Jungkook se puso frente a Tae, caminando de espaldas.
—Entonces, ¿tu abuela era de todo?
—Así es. Pero unos años después, cuando mi padre tenía alrededor de quince años, decidió retirarse y enfocarse en la granja. Su esposo, mi difunto abuelo, fue granjero y de ahí mi padre decidió ser granjero como él. Mi abuela nunca había sido granjera, pero con él aprendió a cuidar más de la naturaleza. Una vez me dijo que fue el reto más difícil de toda su vida.
—¡Entonces eres semejante a tus abuelos paternos!
—Muchos me comparan con mi abuela. Yo nunca conocí a esas personas, pero desde pequeño me decían lo mismo —llegaron a una oficina en donde le tendió a la secretaria el cuadro resguardado en una tela blanca para evitar daños a la pintura. Luego de una despedida, caminó hacia el salón de ensayos—. Lástima que no pude conocer a mi abuelo.
Jungkook tenía la necesidad de conocer más a su familia, sin embargo, creía que no tenía tal beneficio cuando él no le hablaba más de su familia, solo eran cosas negativas, y no tenía fotos de ellos.
Le frustraba la cercanía.
Le frustraba no conocer más.
Le frustraba lo lejano que veía todo y lo lento que iba.
Su naturaleza era su forma de ser, una imprudente, una en donde le molestaba las cosas mínimas y absurdas.
El arte de odiar, ese era su significado. Y el verdadero significado de aquello era Jeon Jungkook.
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