23
Habían pasado seis días desde que Taehyung empezó a vivir con Jimin. Dada su idea al principio, en realidad no le desagradaba del todo.
Por momentos pintaba con Jimin, por otros lo dibujaba mientras practicaba sus bailes, en algunos ambos intentaban cocinar y por un descuido, Jimin casi quemaba el sarten porque la hornilla prendió en llamas.
Así que aprendió que, si reunirse con Jimin diariamente era un caos, vivir con él era algo tan anormal que se le hacía divertido.
—Tae, un tal Choi Yunyun está llamando la puerta.
—Choi Yeonjun —corrigió.
Girando hacia el menor que se levantaba del sofá con pequeñas manchas de rosa en su cara, expresó asombro.
—¿Acaso estás haciendo lo que estoy pensando? Ya sabes, cuernos, poliamor...
—No.
Fue tan inmediata su respuesta, con tal seriedad en su rostro, que Jimin pensó mejor en hacer otro tipo de broma porque a Tae no le gustaba esa.
—En fin, los ciervos no cenan solos. Estaré en el baño por si necesitas algo. Puedes dejarlo entrar sin problemas.
—¿Insinúas que puedo molestarte mientras estás en el baño? —tomó el pomo de la puerta, listo para abrirla.
—Oh, vamos, ¿qué puede salir mal mientras yo me baño y tú utilizas el inodoro? Somos amigos del alma, ¿lo olvidas?
Dicho eso último, Taehyung abrió la puerta. Yeonjun lo recibía con una pequeña cajita dorada, pensaba que se trataría de un regalo para él.
—¿Qué haces aquí?
—Vaya recibimiento para alguien que no vez desde hace seis días.
—Ayer te dije esta dirección no para que vinieras de sorpresa porque esta no es mi casa.
—¿Sabes que tuve un atasco en la carretera por más de dos horas en venir hacia aquí y darte esto? —meneó la cajita—. Pero como te estás comportando como un viejo, no te lo voy a dar y me iré por donde mismo vine. Adiós.
Yeonjun se dio la vuelta, caminando a paso lento y mirando de reojo a Taehyung. Este estaba recargado en la puerta mirándolo con una sonrisa divertida.
—Sabías muy bien que me comportaría así contigo y tu plan es hacerte el importante. Buena estrategia, Choi Yeonjun. Puedes pasar.
El mayor pasó por su lado para entrar a la casa. El aroma a canela era tan potente que el mayor tuvo que fruncir su ceño. Yeonjun miró al peliplata esperando una explicación por las cajas, o más bien, por todo.
—¿No me tienes tanta confianza como para decirme qué ocurre en tu vida? —Taehyung no contestó, solo se sentó en el taburete frente al caballete para continuar con su pintura.
—No eres mi pareja como para tener que contarte cada cosa mínima que me pasa.
—Yo podría...
—Choi Yeonjun.
La tensión era palpable entre ellos. Taehyung empezaba a sentirse incómodo porque cada vez que terminaban así, era por una razón en específica que entre ellos sabían. Estados Unidos había sido le país del inició, pero Corea del Sur sería el país del final.
—Si solo viste a eso, entonces puedes irte.
—También a esto —le entregó la cajita—. En realidad, no es un regalo mío, sino de Huh Min Yeon. Es una nueva clienta, quiere que tú personalmente la atiendas.
—No puedo ahora. Si tomo su caso, estaría fallando en mi palabra porque entre la empresa y la galería, no me da el tiempo. Ve tú.
—¿Qué? No, no, no, por supuesto que no. Le diré a Sunno que lo haga.
—¿Me escondes algo?
—Para nada, pero no quiero tomar su caso. Escuché que es una mujer con carácter fuerte, ¿Quién mejor que tú en tratarla? Tienes mucha paciencia.
—Si lo dices por ti, déjame decirte que desesperas. A veces me pregunto si eres o te haces el que no sabe.
—¿Las dos? —río mientras caminaba a la puerta. Antes de abrirla, giró hacia el menor—. Todos te extrañan, Tae.
—Lo sé, desde ayer no dejan de llenar mi teléfono con mensajes.
—En fin, en nombre de la galería Sky Blue, te amamos y estaremos esperando por ti.
Un sabor agrio recorrió por su boca. Nuevamente estaba solo en la sala, escuchando los pasos de Yeonjun irse y el agua de la ducha correr. Estaba seguro de que Jimin escuchó todo y que probablemente le pregunte qué ocurre, porque él no era tonto, él resultaba ser más ingenioso cuando se trataba de relaciones.
Entonces, dejó de pintar porque ya no tenía ganas. En realidad, su mente entraba en un bucle temporal en donde únicamente reconocía que nada estaba bien y que todo terminaría mal. Siempre hacía esquemas mentales de lo que podría pasar en cualquier situación, luego entendió de que eso estaba mal, pero le era imposible no hacerlo porque era algo que siempre tendía a hacer.
Estaba perdido.
—¿Taehyung?
Jimin llamaba por él, preocupado en verlo con ojos tan lejanos viendo su obra sin terminar.
—Amigo, ¿estás bien? ¿Ese patán te hizo algo?
—Estoy bien.
No, no lo estaba.
—¿Quieres hablar?
En muchos años, nadie le había dicho aquella pregunta. Jungkook siempre le instaba a que podía hablar las veces que quiera, que no le molestaba escucharlo porque así anhelaba, pero no lo preguntaba directamente.
Jimin fue el primero.
Y Taehyung negó.
Negó porque, apesar de que son amigos que se conocían desde hace mucho, no debía contar ciertas cosas. Negó porque siempre tenía la costumbre de no hablar cuando las cosas estaban feas y se encontraba perdido. Negó porque no hacía falta que nadie lo escuchara. Y negó porque todavía pensaba que no debía confiar en todo el mundo cuando se trataba de secretos íntimos.
Íntimos secretos en no ser revelados.
—Estoy bien, Jiminie.
—Por amor a Cristóbal Colón que se equivocó de contienente —esasperó—. Escúchame bien, Jeon Jungkook está más que harto de ese comportamiento de que "estoy bien, Jiminie" —imitó su voz—. ¿Sabes por qué? Porque igual que todos nosotros, pensamos que algo ocurrió en Estados Unidos. No es normal que un Sur Coreano, nativo de Daegu, la gente más comprensiva y callada que pueda existir, ni explote. ¿Qué, esperas, llegar al final del túnel para poder explotar? Tú dime, ¿quién rayos es el detonante? ¿Yo, Jungkook, las personas, ese tal Yeonjun?
—Jimin, no es eso, es que yo...
—Ni te inventes una excusa de primer grado, Kim Taehyung. Conozco a esos tipos de gente.
—¿Me estás comparando con Yoongi? —existió un silencio sepulcral—. De que seamos del mismo pueblo no significa que seamos iguales, Jimin.
—No, Tae, no es eso.
—¿Entonces qué? Entiendo de que puede que actúe diferente desde que volví de Estados Unidos, también entiendo de que pueda parecerte extraña mi relación con Yeonjun, pero no tengo que dar explicaciones del porqué ya que solamente somos amigos. Sabes que no me gusta hablar.
—Y cuando lo haces, como ahora, es difícil poder detenerte.
—Ya dilo, ¿a donde quieres llegar con esto?
Sabía que algo extraño ocurría. No tan solo en Jimin, también en Jungkook.
—¿Tienes algo con Choi Yeonjun?
Esa pregunta lo hizo alucinar. No, creyó que había escuchado bastante mal porque parecía ir fuera de su juicio. Solo se preguntaba:
¿Por qué nadie confía en mí?
Esta vez, a quien se le reconocía por ser un pacifista que no le gusta discutir, estaba verdaderamente enojado.
—El hecho de que seamos amigos, no significa que debas meterte en mi vida amorosa, Jimin.
—Tienes razón, pero si mi amigo se ve involucrado, ¿no debería dar la cara? Además, no quiero que te ocurra lo mismo que me pasó.
—Simplemente desconfías de todo el mundo, ese es el problema.
Taehyung se levantó del taburete en dirección al fregadero. Sabiendo que su cara estaba manchada, abrió el grifo y se echó agua. Aquella discusión estaba yéndose de control. Jimin pretendía que podía mandar sobre Tae, pero Tae lo veía que no confiaba en él.
Entonces, ¿en quién confiar si nadie confiaba en él?
—¡Ese no es el problema, sabes que una relación de tres no funciona!
Cansado de que repitiera lo mismo, objetó:
—¿Cuando he dicho que estoy engañando a Jungkook y que estoy saliendo con Yeonjun? Ni siquiera le he dado la importancia a él.
Mentía.
—Algo tuvo que pasar en Estados Unidos, no puedes mentirme en la cara. Tú no eres un mentiroso.
Y con eso, Taehyung decidió salir del departamento. Solo llevaba una chaqueta y un tapa bocas. Jimin tenía la razón en todos los sentidos, él no era un mentiroso, pero viendo el caso, no podía hablar sin que le llevaran la contraria. Su relación con Yeonjun, desde el inicio, estuvo marcada. Siempre había sido cauteloso y siempre había sido muy oculto.
¿Cuál era el problema ahora?
Por otro lado, Jungkook tocó la puerta del departamento de Jimin, y el rubio, con la esperanza de que fuera Tae, abrió la puerta.
—¿Por qué me miras con cara de no ser la persona que esperabas?
—Porque estaba esperando a Taehyung.
—¿Qué pasó?
—Discutimos.
Eso extrañó por completo al tatuado. Sabía que Tae y Jimin no se llevaban para nada porque era totalmente distintos, pero siempre tenían una conexión especial que no podía hacer dudar aquello. Nunca pensó que tendrían que discutir a tal magnitud de Tae irse.
—¿Por qué?
—Primero, no te extrañes, esto ya ha pasado antes. Y siempre soy yo quien mete la pata. Segundo, es un tema entre nosotros dos.
—Lo entiendo, pero tuvo que ser un tema grande y serio para que él se fuera sin decir hacia dónde va.
—Él volverá.
Le decía que volvería. Esperaron dos horas. Kim Taehyung no había vuelto a esas dos horas. Mientras esperaba, se dio cuenta de que había salido por la puerta principal en vez de la puerta de atrás, ya que Jungkook entró por la de atrás para que nadie lo reconociera.
Por instinto propio, el tatuado tomó su chaqueta, volvió a ponerse la mascrailla, gorra, y salió del departamento sin mencionar algo. Se preocupaba por Tae, él nunca había hecho algo igual, a su conocimiento. Varias veces lo había visto serio, justo como el día de la pintura roja, pero él nunca evitaba un asunto.
Había algo más detrás de todo eso.
Cuando Jungkook salió del condominio, pensó en cualquier lugar al que iría Tae. Era una persona que adoraba la soledad por encima de todo, descartó los parques y las calles pobladas, se centró en el único lugar que pensó encontrarlo.
El lago cerca del parque.
Apresuró sus pasos a medida que se acercaba. Deseaba verlo, deseaba saber si estaba bien, deseaba poder estar ahí para él, la mera idea de tener que alejarse de él, calcomía su pecho.
En realidad, no sabía lo que estaba ocurriendo en la vida de Tae. Pensó que le estaba dando la atención suficiente, salvo que se sentía peor cada vez que él le decía que estaba bien cuando le repetía que podía hablar sobre sus pensamientos.
Expresarse.
Para ese entonces, lo había encontrado.
Estaba sentado en el pasto, de lejos solo era una sombra oscura por la noche, y a medida que se acercaba, podía distinguirlo. Sus brazos estaban recostados hacia atrás, inclinando su espalda a esa dirección, sus piernas cruzadas y su mascarilla hacia abajo, inhalando el olor del lago y de la naturaleza.
—Tae.
Lentamente abrió sus ojos, no tenía la determinación suficiente para poder mirarlo. Se sentía mal consigo mismo. No entendía aquel sentimiento, mas sí sabía a qué se debía.
Como el arte que haces y lo odias.
Como el arte que amas y lo entierras.
Como una obra que deseas darle vida, pero no puedes porque está muerta.
Sabía que si lo miraba, no lo haría con buenos ojos. Quería amarlo, lo amaba, solo que no podía permitirse demostrarle cuánto detestaba algunas situaciones. No podía reflejarle aquello que tanto encerraba en su pecho, que justamente ese día decidió salir.
Jungkook se sentó a su lado, cerca de él. Podía sentir su calor, eso lo tranquilizaba. Sabiendo la gravedad del asunto, eso no significó que parte de él tuviera preguntas, si de verdad estaba bien por más que sabía que no.
—Te preocupé, lo siento —fueron las únicas palabras que Tae dijo, no más de ahí.
—Bueno, sí, estaba preocupado. Llegué al apartamento, Jimin esperó que fuera tú, y de ahí me enteré. No voy a obligarte a que me digas qué ocurrió, solo quiero saber si estás bien.
Se encogió de hombros.
Su comportamiento dejaba mucho de qué hablar. Taehyung nunca se comportaba así, era todo lo contrario. Era como si volvieran al inicio, de un Tae recervado, agobiado, angustiado, con una falta de inspiración. En este caso, con falta de confianza de los demás hacía él. Estaba cansado, no de la mejor manera.
Simplemente quería volver a alejarse de cualquier ser humano porque indirectamente lo lastimaba.
Jungkook se atrevió a tocar su mejilla, donde habían indicios de manchas de pintura que anteriormente Tae no pudo sacar. Su piel estaba un poco fría, debió suponer que tendría frío.
—No hace frío —comentó el peliplata sin despegar su mirada del agua, deduciendo sus acciones de reojo.
Sus palabras fueron tan secas, tan pesadas, sin algún sentimiento, que el corazón de Jungkook se apretó. Necesitaba entender qué le ocurría para poder dejar de sentirse así, pero si no hablaba, no iba a obligarlo a que lo hiciera.
Ellos se quedaron ahí por un buen rato, tal vez media hora. Taehyung parecía una estatua, sin moverse, sin tragar tanto, con ojos tan vacíos que era extremadamente preocupante.
No, le asustaba.
Como si estuviera escuchando sus pensamientos, Taehyung giró si cabeza hacia él. Relamía sus labios, como si estuviera buscando las palabras perfectas para dirigirse a él. No las pudo encontrar, fracasando en el acto.
Lo único que sabía, es que se sentía cada vez peor cuando miró a su novio. Era como si hubiera cometido un pecado, que era un pecador, que no era ningún ser puro que mereciera misericordia. Un sentimiento que juró no querer volver a sentirlo porque era parecido a una piedra chocando con el agua. Un nudo se le había formado en la garganta, viéndose obligado a apretar su mandíbula.
—Tae, no estás solo. Me tienes a mi, a los demás.
Ese era el problema. La mayoría de sus amigos eran amigos de su novio. Pero era pésimo eligiendo amigos. Si llegaban, lo aceptaba, si él los buscaba, era un caos.
Él solo estaba cansado, ni siquiera quería hablar, era lo menos que deseaba en ese momento. Sabía, por supuesto que sabía muy bien que todo era su culpa. Que por no hablar, iba a desatar todo fuera de control.
Entonces decidió preguntar:
—¿Confías en mí?
Una pregunta extraña, pensó Jungkook. Una pregunta valorativa cuyo significado era mucho para Tae.
—Por supuesto que sí. No tendría porqué no hacerlo.
La mirada de Tae se suavizó, dirigiendo una de sus manos hacia el rostro de Jungkook. Con sus yemas, acarició el contorno de sus ojos, sus cejas, su nariz, su rostro, sus labios.
Acortó un poco la distancia, bajando sus caricias hacia su cuello, justo a su lunar. Lo tomó de ahí y lo acercó a sí mismo, chocando ambos labios, como si de una manera u otra se necesitaran.
Se extrañaban.
Se buscaban.
Y no les importaba si alguien podría pasta por esa oscuridad, acercarse y verlos. Solo importaban ellos dos.
—Te amo.
Aquellas palabras fueron suficientes para Jungkook atraerlo y sentarlo sobre su regazo y volver a besarlo. Fue un sentimiento extraño, pero conmovedor.
No, fueron unas palabras necesitadas, afectivas, desesperadas. Como que quisiera dejarle saber que arreglaría todo, que solo necesitaba algo de tiempo, pero que iban a salir bien. Que le creyera siempre, que estuviera ahí para él así como siempre estuvo cuando lo necesitaba.
Ese "te amo", no era solo de amor, era de desesperación.
Taehyung lo abrazó por el cuello tan fuerte, que pareciera no querer dejarlo ir. Inhalaba su aroma sutil que reconocía desde hacía un año. Repartía pequeños besos sobre su cuello y hombro.
Jungkook, por su parte, acariciaba su espalda, viendo cómo se crispaba por sus fríos dedos que rápido entraron en calor. Supo entonces que no debía separarse de él. Debía permanecer a su lado, y así lo haría.
—Haré algo al respecto, no dejaré que te separen de mi —comentó el tatuado.
—No —dicho eso, se alejó—. Yo seré quien haga algo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro