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21

Si algo tenía claro Jungkook desde que estuvo en la secundaria, es que para él el amor sería algo pasajero.

Conoció a muchas chicas, anduvo con algunas de ellas, pero algo dentro de él le decía que no iban a durar mucho. Con Jimin fue igual, y cuando se dio cuenta de que algo iba mal en la relación, decidía alejarse.

Kim Taehyung llegó a provocarle algo en su corazón que desde que veía su rostro, volvía a sonreír como un tonto.

Era el amor, no lo podían juzgar.

Pero luego recapacitaba y se preguntaba qué le pasaba porque nunca le había ocurrido algo parecido, ni siquiera se esmeraba tanto por levantarse mucho antes que Tae y prepararle el desayuno cuando él era una persona que amaba la cama. Antes decía que no le gustaba lo cursi, y aquí tenemos a Jeon Jungkook arreglando las mangas de la camisa de su novio. Había escuchado desde antes que su compañero de trabajo, Yeonjun, iría a recogerlo porque tendrían que pasar por varios lugares más ya que había una inauguración en un parque de varias obras. La de Taehyung también.

Aunque su relación fuera muy honesta, Jungkook veía a Yeonjun no como amenaza, sino como alguien que le daba malas vibras.

"Es tu mente. Cálmate, no seas tóxico, solo debes cuidarlo, protegerlo y serle honesto, eso es todo."

Y también se decía:

"Si debo de ser honesto, ¿puedo también decirle que ese tal Choi Yeonjun no me cae bien?"

Porque si podía ser literal cuando veía la oportunidad, lo sería, solo que su lado funcional le decía que era una pésima idea y que abandonara la misión.

Con un debate mental, se fue a trabajar.

Mientras, Taehyung veía su portafolio que mostraría a algunos invitados de la inauguración de otro proyecto que un compañero tenía a cargo gracias a su campaña. Decidió llevar uno de sus viejos portafolios de cuando estaba en la universidad, porque sentía que los de ahora no tenían tantos dibujos que llamaran la atención. Cuando se removió del asiento, hizo una pequeña mueca de dolor. Desde el momento que empezó a tener relaciones sexuales con Jungkook, al día siguiente siempre se levantaba con dolores musculares, y justamente en la mañana fue un no parar hasta que se cansaron.

—¿Tengo que hablar? —le preguntó al pelirosa.

—Habla si quieres, pero creo que eso sería lo justo.

—Sí, pero me gustaría que ellos mismos entendieran mi arte, cuando vea que cada uno llegó a su propia conclusión, entonces les daré el lujo de explicar.

—¿Cómo hiciste con "Stay"? —asintió, segundos más tardes dejó de mirar su portafolio para mirarlo con rostro interrogativo—. Antes que digas cualquier cosa, tu obra fue la que llamó la atención en gran parte de New York, ¿cómo no iba a enterarme? Además, tu musa también llamó la atención y según tengo entendido, varias compañías trataron de localizarlo pero no pudieron.

—¿Qué a Jungkook qué?

—¿No lo sabías? —mirando de reojo su expresión, se dio cuenta que habló de más—. Igualmente no llegaron a localizarlo, así que técnicamente tu novio no sabe de nada.

—¿Y por qué no intentaron preguntarme si tanto querían localizarlo?

—Soy pintor, no productor de música que trabaja para esas empresas. No sé el porqué no te preguntaron.

Poco a poco Taehyung veía su futuro muy, demasiado lejano. No sabía qué ocurría, pero sentía que los problemas no iban a llegar en ese momento, que estaba bastante lejos de poder sentir un dolor tan desgarrador que lo haría renunciar a todo.

Renunciar a todo...

¿Iba también a renunciar su amor?

Acabaron llegando al parque donde sería la inauguración el primer que se dio cuenta de que habían llegado fue Sunno, uno de los asistentes y parte del proyecto SY.

—¡Tae-ssi!

El chico corrió hacia ellos, inclinando su torso ya en frente. Tae imitó su acción.

—Quiero presentarte a unos inversionistas, ¿puedes?

No faltó decir mucho para que Tae siguiera a Sunno, quien se paró delante de dos hombres y una mujer ya mayores.

—Él es el famoso Kim Taehyung, alías Vante —presentó.

El nombrado hizo una pequeña reverencia hacia ellos.

—Mucho gusto.

—¡Es un placer tener al maravilloso Vante frente a nosotros! —comentó un señor que estaba a su lado—. Tus obras son una maravilla. Mi favorita es "Eclipse".

Le resultaba gracioso que de todas sus obras eligiera Eclipse, más que nada, porque Jungkook veía esa obra y pensaba que era un pato con huevos de oro, cuando era una persona recogiendo unos vasos de oro.

Una obra abstracta.

Abstracta...

Un sentimiento a desconformidad se situó en su pecho. Con disimulo, viajó su mirada hacia Yeonjun que tomaba de un vaso mirando hacia un punto sin interés. Así que, para que no estuviera tan solitario, Tae lo jaló del brazo y lo llevó a la conversación.

—¿Tae?

—Estamos en una inauguración, tú también eres parte y eres el supervisor.

Yeonjun le sonrió. Lo abrazó por los hombros en modo de agradecimiento.

Se suponía que la estrella ahí debía ser Kim Taehyung, lo era, pero Taehyung no quería ser una estrella solo. No quería que todas las preguntas cayeran a él ni tampoco quería que nadie se quedara sin recibir una mínima atención. Por lo tanto, junto con una pequeña ayuda, decidió hacer unas dinámicas para que el ambiente fuera más relajado y pudieran divertirse hablando sobre obras.

Una obra de arte, como el arte de hablar y ser escuchado.

Cuando Taehyung llegó a la empresa ese mismo día, se despidió de Yeonjun y se adentró a esta. Últimamente los dolores de cabeza se hacían frecuentes, sabía el porqué, y también sabía que debía controlar sus emociones. Pero nunca imaginó que sería tan difícil controlar lo que sentía y dejarlos a un lado porque sabía que le haría mal.

Solo es el estrés, pensó.

Cuando subió al piso correspondiente, el olocauto era exactamente igual a cuando se cortó la palma de la mano izquierda con unos cristales el año pasado. Por un lado, sus amigos estaban entrando a un salón, y no fue hasta que Yoongi asomó su cabeza haciéndole una señal para que fuera, Tae acató su orden.

—¿Qué pasa? —preguntó el menor cuando entró y cerró la puerta.

—Estamos haciendo un complot contra el CEO —respondió Jin, caminando de un lado a otro.

—Saben que no va a funcionar, ¿verdad?

—¡Se los dije! —Namjoon exasperó con fuerza—. Les dije que había que pensar en otra manera más sutil para echar al CEO. ¡Pero ellos simplemente son como...!

—¿Cómo qué, Kim Namjoon?

Taehyung no sabía si preocuparse por el comportamiento que tenía Jin sobre Nam, o porque sabía que esa idea contra el CEO no iba a acabar de la mejor manera.

Con toda y discusión, Tae decidió no tomarle mucha importancia a aquella conversación bastante tensa en sus dos mayores. No sabía si llamar suerte o desgracia el momento en donde la luz se apagó y todos se quedaron paralizados. Sin embargo, el primero en hablar fue Hoseok con una voz temblorosa.

—Esto es igual a lo que pasó en la tienda, Namjoon. ¿Y si es el fantasma de la opera?

—¿Lo dices porque te da miedo que sea feo o porque podría secuestrarte si está obsesionado contigo como hizo con su amada? —preguntó Tae, como Hoseok sabía que estaba detrás, giró horrorizado.

—Chicos, no se muevan por lo que más quieran —comentó Jimin.

Lo que nadie notó, únicamente Yoongi y Tae, fue el reflejo de una persona detrás de la puerta moverse. Pero, cuando pestañearon, el pasillo también estaba oscuro. Jimin encendió la luz de su teléfono para iluminar el lugar. Caminó hacia el interruptor el cual encendió y apagó innumerables veces. Por si fuera poco, también intentó abrir la puerta y nada.

No abría.

Estaban encerrados.

—Chicos...

—No me digas que estamos encerrados porque tengo claustrofobia y me va a dar un ataque de pánico.

—Hoseok, tranquilo, de seguro si gritamos o llamamos a alguien nos van a ayudar —le dijo Jin—. Hay que mantener un balance en nuestras emociones que solo son temporales.

—No quiero alarmar, pero no hay señal y acaban de mandar una alerta de apagón regional.

—¿¡Un apagón regional en todo Seúl, en la capital?! —exclamó Nam sin poderlo creer.

—Lo gracioso es que ni siquiera estamos en marzo para hacer ese bonito gesto simbólico en ayudar al planeta —bufó Yoongi.

Si pensaron que quedarse quietos iba a ser una obligación, se convirtió en una opción. Empezando con Hoseok, que empezaba a sufrir esos ataques de ansiedad por querer salir de esa habitación, que, para sus desgracias, el oxígeno se estaba volviendo escaso. Taehyung empezó a moverse más cerca a la batería que Jungkook solía tocar. La mejor decisión que tomó fue quedarse quieto en ese lugar, estando sentado bajo uno de los platillos.

Podían escuchar los pasilleos en el pasillo, eso ponía más nervioso a Hoseok porque ni siquiera podían escucharlos.

—Si nos quedamos aquí, nos vamos a asfixiar —dijo Nam, que al parecer estaba entrando en pánico porque todo salía de sus manos en hacer algo.

Taehyung buscó su libreta de dibujos en su mochila, también sacó un lápiz de carbón. Empezó a escribir algo que todos no lograron entender hasta que lo empujó por debajo de la rejilla de la puerta.

Porque, vamos, es obvio que casi nadie lo vería ya que todo está oscuro. Pero si alguien caminaba encima del papel, se darían cuenta de que hay algo ahí.

Sin embargo, al menor le desesperaba que al pasar los minutos nadie viera el papel o caminara encima de este. Más le desesperaba ver a Hoseok caminar de un lado a otro con perfecta ansiedad causada de la fobia.

Tae inclinó su cabeza hacia atrás, chocando con el bombo. Alejó la camisa de su cuerpo porque la respiración le era cada vez más escasa.

Y no fue que de un momento a otro los chicos cayeron derrumbados al piso, con la respiración entrecortada, fatigados. Jimin se deslizó por la pared, y Yoongi viendo su comportamiento, le preguntó:

—¿Estás bien?

—Vaya, Yoongi. Primera pregunta absurda que haces. ¿No ves que todos están igual? —tosió.

—No hables tanto, perderás el aire más fácil.

Pero nadie de ellos estaba peor que Taehyung. Temblaba porque pensaba que estaba perdiendo el conocimiento. Estaba mareado, muy mareado. Ni siquiera se había dado cuenta cuando Hoseok empezó a gritar y tirar de la puerta porque para ese entonces, si no hacían nada, iban a morir por la asfixia.

—Hoseok, no te muevas tanto... —insistió Jin.

—¿¡Quieren morir por la falta de oxígeno?! Porque yo no voy a permitir morir de una manera tan estúpida como es esta.

Y finalmente, escucharon un golpe sordo.

—¿Quién fue? —preguntó Namjoon.

—¿Tae? ¿Sigues vivo? —llamó Jimin con un tono burlón, porque como muchas veces, el menor llegaba a replicarle tal broma.

Solo que nada de eso había sido una broma.

—¡Taehyung! —gritó Yoongi su nombre cuando lo vio inconsciente en el suelo.

Nadie podía creer lo que estaba ocurriendo. Nadie podía creer tampoco la gran negligencia que tenían sobre ellos: sus preciadas joyas, como lo son Empire y sus bailarines. Y su preciado y único artista: Kim Taehyung.

Porque si nadie los ayudaba, la asfixia reinaría y Kim Taehyung se iría para siempre.

Para siempre...

El siempre era infinito. Y el infinito se volvía inexistente.

Jimin dirigió su linterna hacia Tae. Yoongi tocó sus mejillas y su pulso, quedando estático al momento.

—¿Yoongi?

—Su pulso está débil. Si no lo sacamos a tiempo...

Ni siquiera hizo falta para Jimin soltar el teléfono y correr hacia la puerta para empujarla como podía. Hoseok observó la acción del rubio, así que no dudó en ayudarlo.

Desesperación.

Jimin estaba desesperado en abrir la única salida que tenían. Kim Taehyung era su mejor amigo, el único que le daba los mejores consejos y el único que era su modelo a seguir.

Su único sustento.

Cuando el rubio sintió sus ojos picar, el ardor de su garganta y el dolor de sus extremidades por lo tanto que empujaban la puerta, supo que todo estaba acabado.

Pero había un salvador.

—¿¡Chicos?!

El cerebro de Jimin se iluminó. No todo estaba perdido si existía Jeon Jungkook.

—¡No hay mucho oxígeno!

Como las paredes eran insonorizadas, la puerta también, salvo que se podía escuchar tan solo un poco, no mucho, el ruido de adentro y afuera. Por lo que tenían que pegarse a la puerta para poder hablar y escuchar.

—¡Aléjense de la puerta!

Tras lo dicho, Jimin y Hoseok se alejaron. Se escuchó un ruido lejano, como si estuvieran rompiendo algo. El ruido cesó, después la puerta se abrió después que Jungkook se apoyará de esta para empujarla.

—Primero saca a Tae de aquí —señaló el rubio donde estaba Yoongi.

El pálido sostenía al menor entre sus brazos, todavía seguía sin reaccionar y su respiración se volvía cortada.

Jungkook no lo pensó mucho en tomar a Tae en sus brazos. Ni siquiera se movía.

Es como si estuviera muerto.

Aquella palabra solo retorció su estómago, creándole un terrible nudo que escalaba su garganta. Porque, si Kim Taehyung desaparecía, su vida se volvería aún más un caos de lo que ya estaba.

¿Pensaba que posiblemente esté teniendo un apego emocional a su novio? No lo pensaba, mas Taehyung, antes, empezaba a sospecharlo.

Corrió por los oscuros pasillos apenas iluminados por el equipo del staff buscando a más personas para sacarlas del edificio. Cuando llegó a la enfermería, dejó a su novio en la camilla. La doctora llegó con pasos rápidos para examinar el rostro del joven y su pulso.

No sabía cómo ni cuándo Tae empezó a recibir atención respiratoria, también, ella decidió inyectarle un medicamento para disminuirle los sarpullidos.

Sabía que Taehyung tenía urticaria colinérgica, lo había visto tomar medicamentos cuando sentía su cuerpo extraño o cuando estaba en ese estado límite en el que su cuerpo le enviaba señales para ser atendido. Nunca en su vida pensó tener que verlo con tantas ronchas porque él siempre se cuidaba bien, y con ojeras tan negras.

Simplemente no era Kim Taehyung.

—Esto debería bastar por ahora. Solo hay que esperar a que despierte.

—¿Estará bien? —preguntó el tatuado, todavía sintiendo un nudo en la garganta.

—Está estable, no tienes que preocuparte.

Con el paso de los minutos, la luz todavía no había vuelto. Y si no fuera porque la doctora tenía un ventilador portátil, no sabría qué pasaría con el calor corporal de su pareja.

No se había despegado de él ni por un segundo. De vez en cuando, disimuladamente, rozaba sus dedos con los de Tae, anhelando su despertar.

Por primera vez que lo veía tan débil, lo detestaba.

Y por primera vez que sentía que lo perdía, lo odiaba.

Ese sentir devastador que alguna vez Kim Taehyung sintió cuando perdió a su abuela, Jeon Jungkook lo estaba viviendo de una manera superficial, sin llegar a ser tan trágica.

De pronto lo vio removerse de la camilla, parecía incómodo. Poco a poco Tae se inclinó en vertical, pero de pronto cerró muy fuerte sus ojos mientras tocaba su cabeza.

—¿Tae?

Preocupado era poco, estaba terriblemente preocupado.

Jungkook llamó a la doctora que estaba en el otro extremo de la sala que únicamente los separaban por unas cortinas. La doctora llegó inmediatamente y examinó la cabeza de Tae, hasta que levantó un mechón de su cabello, dejando ver su frente y un claro moretón.

—¿Cómo apareció esto? —le preguntó.

—Me desmayé —contestó con la voz más ronca de lo normal.

Colocó un ungüento sobre la parte lastimada, masajeando circular ente para drenar la sangre del moretón. Lo que nadie sabía ahí, es que Jeon Jungkook estaba teniendo un ataque de ansiedad.

No, se notaba el ataque de ansiedad.

—¿Ese golpe no podría traerle consecuencias? —preguntó.

—¿A qué tipo de consecuencias te refieres?

—No lo sé... ¿Algún daño que podría afectarle en el cerebro con el paso del tiempo?

Taehyung juró que escuchó mal por lo adormilado que se sentía, ni siquiera sentía que estaba vivo o que estaba muerto, simplemente sabía que estaba ahí pero que no captaba lo que ocurría a su alrededor. Así que cuando Jungkook comentó lo que dijo, pensó que de verdad escuchó mal.

—Jungkook... ¿Por qué eres tan trágico? —la doctora solo sonrió—. Él estará bien. No le pasará nada en el futuro.

—Pero, ¿y si se hace un estudio cerebral?

Tras ese segundo comentario, Taehyung se quitó los ganchos que tenía por su nariz que le transportaba oxígeno. Creía que eso lo estaba mareando más y que no podía escuchar muy bien lo que estaban hablando.

Un error, porque de verdad estaban hablando de eso.

—Jungkook, tranquilo. No me pasará nada —vagamente intentó calmarlo.

No iba a mentir, sentía que de verdad estaba muerto porque la boca le pesaba y creía estar ahí y a la misma vez no. Trató con todas sus fuerzas atender más a Jungkook que sí estaba entrando en ansiedad, por lo que tocó su cabello negro, dándole masajes.

—¿Ves? Hasta el afectado está más tranquilo que tú.

Escuchando que la puerta se abría, la doctora giró, encontrándose cara a cara con el CEO.

—Por favor, si tiene algo que decirle, mejor que sea en otro momento. Taehyung acaba de despertarse después de un desmayo, y le duele la cabeza.

—Me sorprende bastante que sepas que quiero hablar con él.

Por lo poco bien que veía, Tae pudo observar detenidamente el semblante del CEO. Estaba serio, pero relajado, como si estuviera planeando algo que lo haría ganar millones. ¿Quería Taehyung escuchar lo que él quería decirle?

La paciencia siempre fue su fuerte, pero esperar a recuperarse para poder escuchar, nunca lo fue.

—Está bien, puede decirme todo lo que usted quiera.

—Pero Taehyung...

—Chico inteligente —sonrió con amargura, para después decir—: Sé que vives con Jeon Jungkook, así que te pido amablemente que abandones su hogar. No quiero que él ni nadie de Empire se vea embarrado por rumores simples que puede convertirse en algo grande.

En ese entonces, ambos jóvenes sentían que el azúcar se le estaba bajando. No sabían qué decir, cómo reaccionar, pero lo único que sabían, es que probablemente su relación se vea perjudicada.

—No volverás a trabajar hasta nuevo aviso. Te daré dos días para que te marches del departamento de Jungkook, y si no lo haces, me veré con la obligación de tener que hacerlo por ti. No puedes decirme que no lo haga porque tengo el derecho suficiente, y lo sabes.

Claro, el presentimiento de Tae nunca se equivocaba. Él ganaba, Tae perdía. Él era el arbitro, Tae solo era un jugador con una falta injusta. Él conocía, Tae lo sabía.

—Y te recomiendo que le digas a la galería de artes que no irás por lo menos una semana. Ve al médico.

Dicho eso, se marchó para más nunca volver.

Y en esa habitación, la ansiedad de Jeon Jungkook solo aumentaba cada vez más y más, llegando a ser insoportable.

Mientras que Kim Taehyung... Él estaba en ese estado de necesitar ser escuchado, de querer hablar con alguien porque llegó a pensar que no podría aguantar con tantas emociones en menos de un mes.

Lo llegó a pensar.

Él ya no habló más. Simplemente decidió aguantar y guardar.

Porque bajo aquel perfil de chico fuerte, existía una bomba de tiempo que tal vez explotaría pronto como tal vez nunca.

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