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19

Por muchos años, Jeon Jungkook pensó que su padre, cual persona estricta era, no llegó a demostrar su amor paternal. Su madre siempre estaba ahí para él, lo animaba, le decía que era un gran hijo, le daba muchos besos y cariños, le cantaba canciones, y sobre todo, lo apoyaba en la música cuando nadie más en su familia lo hacía.

Su padre quería que fuera empresario, que siguiera con su empresa, y aunque la manejaba bien, sabía que no era para él.

¿Rebelarse para estar en lo que más le apasionaba?

Jeon Jungkook no lo pensó, solo actuó y no se quejó por un tiempo cuando su padre le dio la espalda. Cuando su madre recayó la primera vez, su padre lo sacó por la oreja de la casa, prohibiéndole entrar y diciéndole que se olvidara de que tenía una familia. La segunda vez, Jungkook sabía que su padre no lo iba a dejar entrar por las buenas, así que recurrió por las malas. La tercera vez su padre se rindió porque su esposa le pidió que por favor, arreglara todo el desastre —llamado por ella "ridículo conflicto familiar entre padre e hijo"—, porque si en dado caso fallecía, juraba que se lo llevaría el mismo día de su muerte.

Asustado estaba, mas no iba a arreglar nada.

Y aquí tenemos a Jeon Jungkook, observando su mesa de producción mientras su cuerpo le pedía salir de esa habitación que anteriormente había preparado para que fuera acústica. Se recostó en la silla con sus manos detrás de su cuello, mirando el techo sin mucho interés y en un estado de cansancio mental. No habían sido las mejores semanas de su vida, y apenas habían pasado dos meses desde que Taehyung vivía con él. Deseaba con toda su alma hacer cosas de parejas como tener su primera cita, relajarse sin preocupaciones, decir tonterías sin ser juzgados, andar por la ciudad agarrados de la mano...

Le estresaba la situación a tal punto de decirle a su manager que parara de decirle lo que debía de hacer. Porque sí, ellos tenían un manager grupal como también uno personal, justamente era el quinto manager de Jungkook porque los otros cuatro renunciaron por su actitud intensa.

¿Qué culpa tenía él? Solo quería respirar y nadie le daba ese espacio.

No se dio cuenta cuando la puerta se abrió y entró Taehyung, y que, por estar tan sumido en sus pensamientos, casi se ahogaba con su propia saliva al hacer un falso intento de gritar porque su pareja le había tocado el hombro desnudo.

—Perdón, no quería asustarte —se disculpó cuando casimente veía el corazón de Jungkook en sus ojos por lo asustado que estaba—. Te mandé un mensaje de que iba a salir, pero...

Revisando su celular, se dio cuenta de que sí le había mandado un mensaje y leyó su contenido. Taehyung sabía que Jungkook tenía una agenda bastante apretada en el sentido de que algunas veces se la pasaba en el pequeño estudio de la casa para crear algunas "demos", es por eso que llegó a la decisión junto con Jungkook de que prefería mandarle un mensaje a tener que intervenir en su momento de motivación.

La realidad es que su motivación estaba por el piso y ese sentimiento de perderse en un agujero negro se hacía cada vez más presente, justo como en su pasado.

—¿Quieres venir conmigo? —le propuso, viendo sus ojos llenos de angustia que vagamente no pudo disimular.

Sin pensarlo dos veces recogió su camisa tirada en el sillón y salió del estudio. Su cabeza dio vueltas y se detuvo un momento, girando hacia Taehyung quien arreglaba los botones superiores de su camisa.

—Creo que somos la pareja más rara —empezó diciendo, ganándose la atención del menor—. No hemos tenido nuestra primera cita y llevamos más de un año siendo novios.

—Si tenemos en cuenta de que solamente nos hemos visto virtualmente casi todo el tiempo... —Taehyung cayó en cuenta con sus propias palabras. Abrió su boca, intentando articular alguna palabra; nada salía.

—¿Ves? —Jungkook retenió su risa.

Como ese día el tatuado no tenía ganas de ponerse parchos para ocultar sus tatuajes, decidió ponerse una chaqueta y guantes, y antes de salir de casa, se puso una mascarilla junto con su novio. Las cosas todavía no se habían calmado como para salir así tal cual sin tener que cubrirse. Es por eso que no salían de casa a no ser que sea necesario. Las compras se hacían en línea, y si Tae tenía que comprar materiales, justo como ahora, era el único en salir.

Y bueno, ahora estaban saliendo los dos.

Taehyung acarició su anillo por un leve segundo, alcanzó a visualizar el semblante tenso de Jungkook, así que como ánimo, le jaló uno de sus dedos, llamando la atención del mayor.

—No siempre es bueno dejar que tu mente te consuma. Te gastas, olvidas quién eres y en dónde estás.

Intentó, de verdad que intentó regalarle una sonrisa, pero todo fue en vano porque solo alcanzó a apretar sus labios.

Tras salir del departamento y del complejo, Jungkook ladeó un poco su cabeza hacia Taehyung. No sabía si era que quería sacarlo de la casa o que de verdad le urgía salir.

—¿A dónde vamos?

—Mis pinceles se están desgastando, necesito comprar otros y más pintura.

Asintió pequeñito.

Normalmente Taehyung se mantenía activo. Ya sea mental o físicamente, estaba haciendo o pensando en algo, incluso si eso significase arreglar la casa o comprar materiales, pero en esto último, antes, tenía un severo problema con su economía.

Antes vivía de comisiones, pedía lo que su arte en realidad costaba, pero a la hora de la verdad, muchos pedían rebajas. Algo inaceptable y que, por más que Taehyung hiciera lo que pudiera para que se ajustara al bolsillo de cada quien, algunas personas a quienes le hacía la comisión, estando todo terminado, decían que no podían pagar esa cantidad de dinero.

¿Valorar el tiempo de una persona cuando te hace algo con mucho esmero, por necesidad y por cariño a lo que hace? Muchos no reconocen el tiempo invertido.

Y aunque no se notara, Tae era un joven de negocios. Le dabas lo que querías, regateabas el precio, pero nunca te ibas con las manos vacías.

Cuando entraron a la tienda de manualidades, Taehyung caminó por los estantes, y por un momento, sus ojos picaron.

El precio de ser un artista, que veía unos colores tan hermosos, era ese mismo precio de ver lo que valía el producto.

—¿Por qué todo está últimamente tan caro? Hasta la gasolina ridículamente sube —comentó Jungkook, que fruncia sus cejas al ver el precio de una brocha gorda.

—¿Lo peor? Ni siquiera es de marca —señaló unas letras cursivas ubicada en el costado, de forma vertical, en la brocha—. No debí comprar a último momento...

Y es que, por culpa del tiempo nulo que tenía, no alcanzaba ni a llegar a dos minutos antes del cierre de las tiendas que deseaba ir. Sí, podía comprar pinceles en línea, sin embargo, su sentido de "tengo que ver para creer", siendo el sinónimo de "tengo que tocar la calidad para hablar y comprar", no le permitía comprar en Internet. Ni siquiera unas simples acuarelas.

Así que, después de buscar por unos minutos, encontró un paquete de brochas a un precio justo y también un par de potes de pintura. Jungkook quiso pagarle, pero Taehyung le decía que no hacía falta, y cuando el mayor sacó su tarjeta, ya era demasiado tarde porque Tae ya había pasado la suya.

Una tarjeta negra.

Fue entonces cuando Jungkook se dijo: "Sus cuadros deben de valer mucho." Y al momento se retractó porque muy pocas veces Taehyung vendía sus cuadros, siendo un veinte por ciento de cien. Así que, se preguntó: "¿De quién saca el dinero y por qué tiene una tarjeta negra?" Y por otro lado, no todo el mundo puede tener una tarjeta negra porque no todo el mundo tiene una cantidad excesiva de dinero ni el privilegio de una invitación para participar en el programa. 

Luego le preguntaría eso a Tae.

Estaban por salir de la tienda hasta que Taehyung se detuvo, miró hacia al lado, y justo en ese momento un sonido estrepitoso se hizo presente. Un chico, bastante joven, parecía entrar en pánico porque varios frascos de acuarelas se había roto cuando colicionaron contra el piso.

Yoohan.

Jungkook fue el primero en acudir a ayudarlo, por si fuera poco, tenía varios rasguños en sus dedos por culpa de los cristales.

—¿Estás bien? —le preguntó el tatuado.

—Sí, sí...

Decía: "Sí, estoy bien", y su semblante demostraba lo contrario. Para empeorar, debía pagar los tantos frascos de acuarelas que había, por sin querer, hecho caer. Estaba entrando en crisis. No solo porque los maravillosos colores se mezclaban unos con los otros, algunos con brillantina y otros más mates, también porque empezaba a sentir una ansiedad abrumadora de querer arreglar el desastre que hizo y salir corriendo.

La multitud había rodeado el área para saber lo que estaba pasando.

Taehyung decidió llevarsea demanda de todo el material perdido de las acuarelas, pagando lo que en un principio Yoohan debía pagar.

—No te preocupes, está bien. Tranquilo —Jungkook trató de calmarlo cuando vio sus manos temblar.

¿Qué ocurre cuando sientes que miles de problemas se te suben encima? Puedes estar concentrado en lo que estás haciendo, pero probablemente lo estés haciendo mal. Puedes que sepas de lo que estés hablando, y a la hora de explicar tu mente crea un círculo negro, cuyo recíproco es pensar y no hablar. Puedes tener miedo de que si haces algo más, vaya a ser peor. Como también, puedes que te quedes quieto, sin saber qué hacer, porque no quieres empeorar las cosas o porque no sabes hacia dónde ir.

Yoohan era lo último mencionado, porque así mismo se sentía.

Taehyung le tocó el hombro cuando se puso de cuclillas frente a él, bajó su mascarilla y le regaló una sonrisa cálida. El propósito de eso era para que viera una cara familiar y también para que se tranquilizara.

Cuando salieron de la tienda, Yoohan tenía sus manos llenas de cortadas y pintura seca. Se sentía mal, bastante mal.

—Al menos fue de acuarela y no de óleo —dijo Jungkook en un intento de animar el ambiente, referiéndose más al precio, porque normalmente las pinturas en óleo solían ser más caras, y esto solo era dependiendo del lugar en donde se compraba y marca.

—Lo siento mucho, Kim-nim. Prometo que le pagaré lo que costó. Lo siento mucho...

—No tienes que preocuparte en pagarme, está bien. Todos tenemos accidentes en la vida.

Eso no hizo que Yoohan se calmara. Hacía todo lo contrario.

Pasaron frente a la cafetería del señor Jung, así que Taehyung le mandó una mirada de indicación a Jungkook y no hizo más que aceptar. Yoohan se sentó en una silla al lado de Jungkook, pero frente a Taehyung, el tatuado podía ver que el chico arrastraba su uñero hacia arriba.

Nervios.
Ansiedad.

Yoohan sentía de todo, menos felicidad.

En ese mismo instante Jungkook recibió una llamada de su madre. Le mandó una mirada de aceptación a su pareja y sin dudar asintió .

—Con permiso.

Al momento llegó el señor Jung, Taehyung pidió un té de manzanilla, Yoohan pidió lo mismo, y para Jungkook le pidió un café cargado.

Mientras esperaban sus pedidos, Yoohan abrió su boca. Quería hablar y decir algo que por mucho tiempo estuvo reteniendo en su pecho. Le dolía. Era más parecido a una aguja atravesándole la vena para querer donar sangre: cansado y doloroso.

Le mareaba.
Se agotaba.
Sufría.

Cuando sus pedidos llegaron, Taehyung contempló por unos segundos las flores de la manzanilla flotar por el té, subió su cabeza, encontrándose con Yoohan llevándose la taza a la boca con manos temblorosas.

—Kim-nim...

—Puedes llamarme Taehyung, no me molesta.

—Taehyung-nim... —relamió sus labios cenizos—. ¿Alguna vez... Alguna vez has pensado que está bien ser egoísta por un momento?

Asintió confiado.

La primera vez que había sido egoísta era cuando quería salir de Daegu para estudiar artes en Seúl. Sus padres temieron de que podría pasarle algo allí, porque claro, se había ido siendo menor de edad, pero su abuela fue la causa principal para que le permitieran irse solo.

La segunda vez que fue egoísta fue cuando decidió ir a trabajar a Estados Unidos, cuando fácilmente podría decidir estar con Jungkook.

—Muchas veces llegamos a ser egoísta, mayormente por nuestro bien, por beneficio propio. Porque si te eliges a ti mismo, tus opiniones sobre las demás, te vas. Mientras que si eliges más las opiniones de los demás, te estancas.

Y... ¿También has sentido la necesidad de querer dejar a alguien porque sabes que no puedes soportarlo más y también porque otros problemas te consumen?

No asintió ni negó.

Yoohan prosiguió.

—Decidí dejar a Jimin —tímidamente dirigió su mirada hacia el peliplata—. Sé que es raro porque ambos se conocen, y justo ahora necesito ser egoísta porque no tengo a nadie más a quien contarle.

Le sorprendía porque Jimin no le había comentado nada al respecto, aun así, dejó que Yoohan se desahogara.

Porque cuando nadie te escucha, sujetas a alguien del brazo para poder hablarle, ya que, si no te sientes escuchado, el agobio y retención de sentimientos será peor.

—Mañana él dejará de dar clases para trabajar en la academia de baile mientras trabaja en la empresa. Y entonces yo... Pensé que era buena idea dejarlo porque ya no me siento cómodo. Me enteré que rompí su relación con un integrante de Empire y... Y...

Sus ojos se nublaron, amenazando en caer aguas saladas que rápidamente apartó de sus ojos con la palma de la mano. Esa retención de sentimientos empezaba a dolerle hasta las entrañas.

Creí que no era correcto estar con alguien cuando ambos nos encontramos perdidos.

Taehyung pensaba que estaba viendo a Jimin y su lado oscuro, porque sí, era como si estuviera hablando con él, mientras que le contaba los miles de problemas que tiene, pero nunca se llegaba a dar cuenta de que debía amarse primero antes de amar a los demás: de encontrarse primero antes de encontrar a los demás.

—Taehyung-nim, perdón por abrumarte con algo tan personal como lo es esto, pero en serio ya no podía más.

—Está bien, Yoohan. Las personas merecen ser escuchadas siempre.

Pero, ¿hasta dónde llegaría ese siempre? Porque si bien la palabra siempre es para toda la eternidad, llega a existir un límite en donde, cuando tienes la necesidad de hablar, todos te dan la espalda; nadie te escucha.

Entonces, ¿el siempre es temporal o el siempre es para toda la eternidad?

Pero Yoohan bufó.

—Me da la impresión de que no permites que nadie te escuche, Taehyung-nim.

Eso dejó en trance al mayor, y recobró la postura para sacar una pequeña libreta y un lápiz que siempre andaba con ellos por si alguna idea le llegaba. Empezó a dibujar en una de las hojas blancas un círculo, haciendo trazos para marcar las facciones del rostro, y cuando ya lo esencial estuvo plasmado en esa cara, borró las líneas.

—¿Por qué piensas eso? —le preguntó.

Porque los más callados son los que más pensamientos tienen, mientras que los más expresivos demuestran sus verdaderos sentimientos, pero se les hace difícil decifrarlos. Y tú eres callado.

Taehyung hizo unas líneas verticales, con un hisopo empezó a difuminar aquellas líneas que daban al rededor de la cabeza. Se detuvo, observó a Yoohan y luego el dibujo.

—¿Y qué se siente cuando por primera vez quieres hablar?

Verdaderamente fatal. Es horrible el sentimiento de querer hablar pero que todos te llamen exagerado o que ni siquiera te den la atención que necesitas.

Taehyung tragó duro. Tan solo pensar en posiblemente querer hablar, no le atemoraba, pero sí le formaba un sentimiento extraño en la garganta. Ese mismo sentimiento con sabor a rechazo y a pena.

Cambiando el dibujo por completo, aquella cabeza acabó siendo el mismo sol, pero no cualquier sol. Uno en donde, mientras transcurra el tiempo, se volverá más grande, como una gigante roja, se tragaba a todo lo que estuviera por su lado y al final explota.

Yoohan estaba pasando por ese camino, solo que decidió hablar antes que explotar.

Pero Kim Taehyung también iba por ese camino cuyo final será catastrófico.

Para acabar con el dibujo, hizo algunas líneas al rededor del sol, que simularían los rayos de este, sin embargo, los disfuminó un poco para que no se vieran muy estables.

—Taehyung-nim... No quiero explotar, es por eso que te cuento esto, porque cuando explote, nadie me escuchará y seré tachado como el malo.

Ese punto era el que Taehyung evitaba por completo. Era su culpa por permitir que todos hablaran pero que él no lo hiciera, porque pensaba que nadie iba a arreglar sus problemas que fácilmente podría resolver solo.

Pero no.

Aún siendo una persona que la soledad fue su único acompañante por muchos años, siempre necesitaba de otros para no perderse en esa temible soledad.

Por otro lado, aún siendo una persona de pocas palabras, esas pocas palabras resultaban ser algo más cuando la explosión se acercaba.

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