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17

Era viernes por la tarde. Jungkook caminaba de un lado a otro con sus baquetas, las dejaba encima de la mesa, se perdía por los pasillos y luego corrió hacia la sala para tomar sus baquetas que había olvidado. Taehyung se percató del despiste, también se percató de una pequeña cajita azul oscuro situado encima de la mesa. El menor estaba terminando uno de sus dibujos para el lunes dejarlo en la galería de artes y posiblemente venderlo.

Viendo cómo otra vez Jungkook corría, le preguntó:

—¿Estás bien?

Deteniendo sus pasos y rascando su nariz, asintió. Se notaba muy nervioso, pero lo dejó pasar.

Después de aquella vez en donde Jungkook le ocultó muchas cosas, pensaba que no debía dudar de él porque le contraría si algo raro estaba pasando. Al menos, quería pensar y creer en eso.

¿Taehyung se imaginaba una vida fuera de Jungkook? Lo pensaba mucho, pensaba que posiblemente viviría el resto de su vida solo, con más mascotas, teniendo como siempre su amigo el arte que una vez llegó a detestar, y temía en si ese recíproco volvía a ocurrir, porque gracias a a Jungkook había vuelto a amar su arte. Solo por volverse su musa, solo por indirectamente hacerle entender de que las personas no eran iguales.

Si bien pensaba en eso, no quería esa vida por más que se la ofrecieran con bandeja y diamantes. No la quería porque quería vivir el momento actual y no pensar en posibles situaciones en donde llegara ese momento tal vez lejano como cercano en tener que dejar a Jungkook.

Una pequeña punzada se instaló en su pecho. No sabía a qué se debía, si era porque estaba pensando mucho en eso o por otra cosa.

Decidió hacerle caso omiso.

Minutos después, decidieron vestirse para ir en dirección al teatro cercano. Jungkook creía que Taehyung estaba bastante concentrado en su delineado en el párpado como para darse de que guardó la pequeña cajita en los bolsillos de su chaqueta, y él se había dado cuenta.

Quería tanto preguntarle qué ocultaba hasta que el mayor sacó un labial rojo.

—¿Debería ponerme esto? ¿Y si mejor me pongo labial negro?

—¿Quieres llamar la atención o pasar por discreto? Si quieres llamar la atención, mejor ve con tacones.

—¡Taehyung!

—En mi mesa de noche hay un bálsamo —señaló con una sonrisa divertida—. Además, ¿no vas a llevar mascarilla? —Jungkook se detuvo en seco.

—Cierto...

Justo como mencionó anteriormente, su bálsamo estaba ahí. Jungkook rodó de este y cuando vio mejor el empaque soltó un pequeño grito.

—¡Taehyungie! —el tatuado chilló. Aún con el delineador en la mano y pestañeando varias veces, giró hacia su novio—. ¡No sabía que tenías mi colección!

—¿Tu colección?

—Sí, mira.

El bálsamo era de una figura animada con una batería. No era un conejito, pero parecía uno, aunque no sabía muy bien cómo identificarla sin crear una especia extraña.

—Este es mi personaje, aquí está la batería.

—No sabía que era tu colección —mostró asombro.

—¿Cómo que no? Ahí dice mi nombre y el nombre del grupo —señaló unas letras extremadamente pequeñas.

Parecían a esas letras pequeñas de un anuncio en donde, si no prestaba atención, te estafaban de la peor manera.

—Lo compré en Estados Unidos porque me gustaba mucho el dibujo —explicó—. La cajera me preguntó si era un fanático de la banda y respondí que no.

—¡Pero Tae...!

—No sabía que era de Empire y que era tu personaje, si fuera así, hubiera dicho que soy el fanático número uno.

—Creo que si mi madre te escucha decir eso, probablemente tengan una pequeña discusión porque ella también dice que es la fanática número uno —soltó una risilla.

—No lo creo así. Quizás y hagamos pancartas para animarlos.

Ambos rieron, más Jungkook porque su madre era alguien bastante inquieta y con muchos ánimos, por lo que sería la primera en arrastrar a Taehyung y gritar por el nombre de su hijo.

—Por cierto, estuve pensando en recrear la canción en instrumentos... No, creo que mejor clásica... Espera, ¿y si la hago en jazz? Te gusta mucho el jazz —pensó en alto mientras aplicaba el bálsamo sobre sus labios.

—Me gusta más la original—comentó el menor al empezar el delineado en su otro ojo—. En la original fue cuando nos confesamos.

Cuando Taehyung terminó su delineado, giró y Jungkook estaba muy cerca de él con sus labios brillosos y levemente rojos. Con una risilla, se acercó a él y plantó un pequeño beso sobre sus labios. Taehyung se alejó de él, y cuando relamió sus labios dijo:

Cereza.

—Como tu belleza.

Sintiéndose un poco avergonzado agachó su cabeza y golpeó suavecito su hombro.

Cada vez que podía, Jungkook le recordaba siempre lo hermoso que era, su belleza, sus cualidades, su inteligencia...

Todo de él era hermoso, pero más que eso, desde el principio le pareció interesante su personalidad.

Poco tiempo después ya estaban en el teatro en donde sería el recital; ambos llevaban mascarilla más el maquillaje, por lo que era difícil identificarlos. Taehyung, antes de llegar, decidió comprar tres ramos de flores, uno para Jimin y las otras dos para Jennie y Jisoo. Sus asientos no estaban tan alejados de la tarima, pero ni tan cerca, era un punto medio.

Jungkook, por su parte, estaba bastante emocionado. Era una mezcla de sentimientos entre estar con Taehyung y estar en ese recital, no sabía perfectamente cómo describirlo, pero le gustaba esa sensación.

Luego de varios minutos en donde el fondo era puro silencio, las luces poco a poco fueron apagándose, y antes de que la luz fuera escasa, Taehyung giró su cabeza hacia atrás.

Si lo pensaba mejor y sacara aún más su lado asocial e introvertido, la ansiedad le ganaría y no podría estar rodeado de tanta gente como lo estaba ese teatro.

Sí, amaba mucho los teatros, y sí, deseaba muchas veces asistir a uno hasta que se le dio la oportunidad de asistir cuando estaba en Estados Unidos. En ese momento, estaba tan emocionado que llamó a Jungkook en videollamada a las once de la noche hora coreana. Jungkook para ese entonces dormía tranquilamente luego de una jornada de doce horas sin dormir, pero viendo la emoción de Tae, se quedó con él hasta que la función terminase.

Kim Taehyung, al principio, había pasado por una etapa de ansiedad por la muchedumbre, pero luego, al salir por primera vez a algo que le gustaba, dejaba de tener tanta ansiedad. Eso Jungkook no lo sabía, no lo sabía porque Taehyung pensaba que no era tan importante de decir.

El telón se abrió, junto a ello, unos pasos apresurados se escucharon. La canción había empezado, siendo al principio calmada, con graves altibajos, sin llegar a ser estrepitoso. Luego, la tarima se oscureció y solamente estaba iluminada el medio de la tarima, y no fue hasta que apareció Jimin con sus zapatillas sin puntas y vestido con un leotardo negro, llevando por encima una chaqueta cerrada roja con flecos dorados, con sus piernas siendo cubiertas por unas mallas blancas. Caminaba apresuradamente hacia la otra parte iluminada, por cada paso que daba, el foco caminaba a la misma par y lo enfocaba a él también.

En el medio de la tarima se situaba a una pequeña cajita dorada que en su contenido yacía unas puntas color negras.

Ahora bien, ¿el mundo pensaba que el baile tenía género, el baile les hacía pensar al mundo que tenía género o es que las mismas personas se dejan influenciar de otras en que el baile tiene género?

Todas las respuestas son correctas, aún así, hay bailes que sí tienen género, pero eso no significa que un hombre no pueda bailar el género de una mujer, o que una mujer no pueda bailar al género de un hombre.

Solo es eso: un baile que en un principio se hizo al género de una persona, pero eso no limita a que otra persona de distinto género lo baile.

Con el ballet había un problema similar. ¿La diferencia? Dicen que por estar rodeado de puras chicas te hace más afeminados. ¿La realidad? El ballet es una danza suave y complicada, implica disciplina y motivación, por lo tanto, un chico estar rodeado de chicas como si fuera un harem, no significa que empiece a afeminizarse.

Jimin lo entendió desde el momento en el que a los diez años empezó a tomar clases de ballet, y aún con sus veinticinco años, se dio cuenta de que todos mantienen aún esa ideología y mentalidad machista, en donde si eres hombres, no puede shacer movimientos suaves y delicados porque es de mujer. Era gay, lo admitía a puro pulmón, le gustaba los chicos desde los catorce años, aún viviendo en un país donde la homosexualidad es lo más tachado. Cuando llegaba el momento en donde lo admitían y al mismo tiempo decía que bailaba ballet, muchos lo tachaban y le decían que el ballet lo había vuelto así.

No, el ballet no lo había vuelto así. Igualmente, si decía que desde antes le atraían los chicos, específicamente uno, igual culpaba al baile.

Se preguntaba día y noche:

"Si un baile puede llegar a hacerme sentir libre, que podría desahogarme como el buen arte que es, ¿por qué también me hace sentir cansado de todos? Amo lo que soy, me arrepiento de lo que fui. Temo de lo que seré, pero tengo fe en que podré sobrevivir. Entonces, ¿por qué en el baile llego a sentirme igual de confuso, pero bien? Sobre todo, ¿por qué le echan toda la culpa a algo que me gusta y que no es el culpable, tampoco porque nadie lo es?"

Era terrible que las personas llegaran a pensar así. Era aún más terrible que pensaran que un hombre no podía ponerse las tan famosas puntas.

Park Jimin quería entrar al ballet no porque le llamaba la atención, no, le llamaba exactamente la atención esas puntas. Se veían hermosas, brillantes, relucientes, impecables, tan perfectas que quería intentarlo.

¿La realidad del asunto? Las puntas son todo lo contrario, él podía dar su testimonio por más que le costó cuatro años pararse en puntas.

Supo entonces, que para ser bailarín de ballet, no solo hacía falta motivación, sino también una muy buena mentalidad y capacidad física, porque teniendo en cuenta de que el pie de una mujer no era igual al pie de un hombre, él quería intentarlo pese a que muchos lo llamaran afeminado.

Le pareció ridículo. Rió y por ahí mismo continuó con su vida.

Pero entonces, cuando por primera vez en su vida se colocó las puntas, lo "bonito y perfecto" había desaparecido. Solo era dolor. Solo eran lágrimas que secar. Solo eran sangrados. Solo era sudor. Solo eran curitas y algodón.

Esa era la realidad de las puntas: unas preciosas zapatillas que llegaban a costarte un pie.

No iba a rendirse, iba a trabajar muy duro para conseguir sus objetivos, sus metas, sus sueños. Aunque llegó a tropezarse una vez, terminó por ser un gran artista, tanto encima del escenario como en un lienzo.

Park Jimin tomó entre sus manos las puntas, dio varias vueltas sobre su propio eje y de un momento a otro que Taehyung tuvo que recordar en su mente para ubicarse, Jimin ya tenía las puntas puestas.

Jungkook admiraba bastante a Jimin, no porque en un pasado fue su pareja y tenía que soportar sus anteriores cambios de viejo cascarrabias, sino porque él sí luchaba mucho por lo que amaba: amaba el arte, amaba sus pinturas, sus dibujos, pero más que todo eso, amaba su baile.

Nadie, ni el mismo presidente de Corea del Sur, podía hacerlo cambiar por su amor al baile.

Hasta entonces, con cuatro actos diferentes, dos cambios de vestuarios, muchos saltos por el aire y música que llegaba a ser como una montaña rusa por calmada y grave que era, la función acabó.

Como al final fue...

¿Y qué fue del final? Uno en donde de una flor nacían miles. De una gota de lluvia revivían. Donde de un valle reían. Y de un camino compartían.

¿Lo triste del caso? Como al final fue, todo era una ilusión.

Taehyung lo entendido al final. Entendió que todo ese espectáculo había sido una ilusión creada por un chico. ¿Qué deseaba en realidad? Deseaba salir de su hogar y bailar con los vecinos, de hablar con las personas. ¿Por qué no lo hacía? No podía salir de su habitación porque sus padres se lo prohibieron. ¿Y por qué se lo prohibieron?

Es triste saber que muchos intenten controlar tu persona cuando no eres el problema —dijo Jungkook, aplaudiendo cuando los bailarines habían hecho una reverencia frente al público antes de que bajaran el telón.

—Más que eso, es triste cuando lo hacen porque piensan que están protegiendo sin pensar en lo que podrían causar.

Taehyung y Jungkook habían tenido algo similar en su infancia. Los padres de Taehyung no lo dejaban salir a cualquier sitio si no era para la escuela o para hacer algunas deligencias por ellos, lo hacían por protección. Igual para los padres de Jungkook, era similar solo que Jungkook tenía un poco más de libertad.

Kim Taehyung tenía esa libertad, la tocaba, la acariciaba, pero no quería conocer más allá de esa libertad. Y no fue hasta sus veintidós años que se dio ese privilegio de salir.

Muchos llamarán los padres de Taehyung exagerados, otros llamarán los padres de Jungkook despreocupados por su hijo. Sin embargo, ¿estaba mal prestarle atención a lo que sus hijos hacían? Hacia dónde van, con quién van, en dónde están, a qué hora sale de la escuela, cuánto tiempo les toma volver, si están bien o si les pasó algo.

Hay padres despreocupados, que no le importa mucho en donde estén sus hijos o lo que hacen con su vida, pero en este caso, los padres de Kim Taehyung y Jeon Jungkook siempre se preocuparon por su vida y salud.

Taehyung, junto a su novio, fueron hacia los camerinos. Algunos bailarines iban de un lado a otro con mucha prisa y luego, vieron una melena rubia correr hacia un par de chicas.

—¡Jennie, Jisoo, lo hicimos! —gritó con euforia.

Habían logrado lo que por mucho desearon: Jimin deseó un solo, Jisoo deseó interpretar a un personaje principal, Jennie deseó interpretar al villano no tan villano.

Jimin giró hacia atrás, encontrándose con sus tan queridos amigos. Primero, sus ojos se llenaron de lágrimas sin derramar aún, y segundo, caminó hacia ellos y los abrazó por el cuello.

Park Jimin estaba verdaderamente feliz.

—Jimin-ah, la obra estuvo estupenda —dijo Taehyung palmeando su espalda.

Muchas gracias por venir.

Sus padres no habían ido, no porque estuvieran alejados de precisamente ese lugar en Seúl, sino porque no querían. Jimin había vivido por muchos años en su propio rincón, lejos de su familia porque en pocas palabras, ellos lo echaron de casa sin siquiera darle una explicación.

"Mamá, papá, soy gay. Me gustan los chicos."

No hablaba de eso porque no le gustaba, pero lo primero que ellos hicieron fue decir que no bromee con eso, al ver que Jimin no estaba bromeando, le echaron la culpa al ballet, luego cambiaron de opinión y le echaron la culpa a Jungkook.

¿Qué pasó después? Jeon Jungkook tomó la demanda del asunto y así de rápido que habló, así de rápido fue echado de casa.

¿Lo peor del asunto? Que Jimin había quemado la cocina justo ese día, así que no sabía si la ira de ver todo quemado se reflejó en su declaración o es que de por sí todo iba a salir así. Pero desde mucho antes de enojaban con él, aún si respiraba, se enojaban.

Por eso estaba agradecido con ellos, estaba agradecido de que al menos alguien fuera a verlo bailar.

—Por cierto, les trajimos esto —Taehyung primero le entregó un hermoso ramo de flores a Jimin, este, quien antes tenía sus ojos llenos de lágrimas, ahora empezó a llorar sin control alguno.

—Oye, vinimos aquí para apoyarte, no para que llores como un bebé —le dijo Jungkook en modo burlesco.

—Lo siento —murmuró sorbiendo su nariz—. Es solo que estoy muy feliz de que estén aquí.

En su pasado temía de muchas cosas, por ejemplo, temía en nunca volver a hablar con Jungkook, llevaba conociéndolo desde hace diez años, y lo apreciaba mucho como para tener que dejarlo ir fácilmente.

Él se rindió. Kim Taehyung le devolvió la confianza.

El peliplata también les entregó las otras dos flores restantes a Jennie y Jisoo, las chicas se quedaron mirando las flores sorprendidas y luego sonrieron ampliamente hacia Tae.

—Muchas gracias, son preciosas —sinceró Jennie, observando unos tulipanes violetas.

—Jennie... ¿No estarás pensando...?

La nombrada pateó el trasero de Jisoo antes de que terminara de hablar.

—Te dije que soy papa casada, Jisoo babo.

Jisoo rechistó entre sus dientes.

Jungkook compartió miradas con Taehyung, verificando si ambos estaban pensando en lo mismo, así que el menor asintió.

—Jiminie, estábamos pensando en...

Tuvo que morderse la lengua y girar hacia Taehyung para que no descubrieran su identidad por más mascarilla y maquillaje que llevara. Un señor, no tan mayor de edad, interrumpió la charla, ganándose la atención de Jimin.

—Eres Park Jimin, ¿no es así? —le preguntó. Taehyung analizó de pies a cabeza. Jimin buscó disimuladamente una pequeña ayuda con Taehyung al compartir miradas, pero este solo le asintió disimuladamente.

—Sí, soy yo.

—Mi nombre es Wang Feng Xiu, gerente de la academia de baile Moonlight Academy —empezó a repartir pequeñas tarjetas con su nombre, dirección de la academia y número—. Me preguntaba si tienes un poco de tiempo para hablar de algo que me gustaría discutir con usted. Su baile fue precioso.

Y al parecer, el boletín de suerte para Park Jimin había llegado.

Taehyung y Jungkook decidieron despedirse de Jimin porque lo más probable es que no tenga tiempo para salir con ellos y festejar el éxito del recital, ya lo festejarían después.

Jungkook se detuvo en seco cuando observó la avenida. El frío empezaba a calar por su piel, y, aunque no se viera tanto, Taehyung podía admirar un leve sonrojo por su tabique y las orejas.

—Deberíamos tomar algo caliente —propuso Tae.

El mayor asintió. Tomó de la mano a su pareja, sintiendo el calor en estas y rápidamente apaciguando el frío sobre la extremidad.

Tan caliente...

Terminaron llegando a una tienda de convivencia, entonces, cuando Jungkook estaba en busca de la máquina de café, su vista viajó hacia el menor que se alejaba de él, caminando hacia la parte más atrás de la tienda. Taehyung se agachó en uno de los estantes, tomando entre sus manos un litro en cristal de vino.

Este es muy bueno.

—¿Cuánto de alcohol tiene? —cuando se levantó le mostró el litro, justamente en la parte de atrás donde decía la etiqueta—. Trece punto quince... Esto es muy alto en alcohol, Tae.

—Pero... Sabe muy bien.

En ese momento, le preocupaba bastante saber con quién o cuánto regulaba tomar alcohol. Desde la última vez en donde solamente le dio un shot de soju, tenía miedo en dejar que Taehyung tomara alcohol, al menos, no con tanta gente al rededor que no era de confianza.

Decidido, caminó hacia la cajera.

—¿Cuántas veces tomabas alcohol en Estados Unidos?

—No muchas. No soy tan amante al alcohol, y si es con vinos, no todos puedo tomarlos porque hay algunos que son muy amargos, dulces o secos.

—¿Punto medio? —asintió con seguridad.

La cajera les regaló una amplia sonrisa antes de escanear el código del vino, luego, le pidió a Jungkook su identificación.

Cuando sacó su identificación y estuvo por mostrársela, Taehyung lo detuvo a medio camino.

Los tres chocaron miradas, y Jungkook, entendiendo lo que pasaba, con nerviosismo retrajo hacia sí su identificación. Miró con dudas y manos sudorosas la identificación, luego, Taehyung tuvo una idea. Tomó la identificación de su pareja, cubrió su foto al igual que nombre y se la mostró a la cajera.

Solo le suplicaba al cielo que la cajera no pidiera foto ni que se bajara la mascarilla.

La cajera le sonrió pequeñito y procedió con el pago. Jungkook suspiró aliviado de que la cajera no se diera cuenta de tal acción y al final, pagó con su tarjeta negra. Antes de ambos salir, Taehyung tomó dos vasos desechables que eran gratis.

—Dios mío, sentí el corazón latir en mi garganta. No sé que hubiera pasado si tú no estabas ahí.

—Primero te hubiera pedido tu autógrafo, una foto. Luego todo el mundo se da cuenta, me veo involucrado... En resumen, posiblemente no nos libramos de eso.

Justo al lado de la pareja se encontraba un pequeño parque al igual que una grama muy verde y bajita. Como ya era de noche, decidieron sentarse en esa grama. Taehyung tomó la botella de vino entre sus manos, quitando el papel de aluminio y luego intentando sacar el corcho.

—¿Eres tan delicado que necesitas un sacacorchos? —se burló el mayor.

Lo intentó por segunda y tercera vez, jalando con fuerzas, creyendo que de verdad lo estaba sacando cuando solamente se había movido un milímetro. Rendido, le dio la botella a Jungkook.

—Adelante usted, señor fuerte.

Con una risa y sin tanto esfuerzo, Jungkook jaló para su costado el corcho, logrando sacarlo completamente y que un sonido de explosión seco saliese.

Taehyung le sirvió un poco del vino al vaso de Jungkook y este hizo lo mismo con el menor. Como si estuviese sediento desde hace unas horas, Taehyung bebió de un solo trago todo el vino de su vaso.

—Creí que sabías tomar vino.

—Sé tomarlo. De hecho, gracias a mi abuela aprendí a identificar la edad del vino y su calidad —Jungkook le sirvió un poco más, esta vez meneó el líquido por el vaso antes de tomar un pequeño sorbo—. Era una señora mayor con pequeñas arrugas, pero era bastante fina.

—¿Quieres decir que eres la copia de ella? —lo preguntaba de broma, pero al ver que Tae asintió, su rostro se volvió serio.

—¿Qué? No tienes que poner esa cara de arrepentimiento. Estoy bien, ya no me afecta tanto. Aunque... —de reojo lo miró. Veía específicamente sus labios carmesí gracias al vino tinto—. Ella probablemente te diera un manotazo por agarrar un vaso de vino de esa manera.

Jungkook pestañeó atónito. Miró su mano derecha, en su opinión, no le importaba tanto sostener una copa o un vaso a la manera que le gustara. Su madre también era estricta en los temas de modales, pero él solo lo hacía para satisfacerla y evitar que lo regañara más, fuera de eso, Jungkook hacía lo que quería y a su comodidad.

Con Taehyung era distinto. Su abuela le enseñaba y de ella aprendía. Al final le gustaba hasta que terminó por conservarla.

Jungkook sacó del bolsillo de la chaqueta una pequeña cajita azul oscuro, Taehyung se dio cuenta de que era la misma cajita que vio en la mañana. Ambos dejaron de tomar el vino y entonces, con nerviosismo, Jungkook tocó la mano derecha del menor.

¿Sería muy apresurado si te diera este pequeño regalo?

El corazón de Taehyung empezó a latir rápido, no por el hecho de lo que estaría por recibir, sino porque es Jungkook quien le estaba haciendo ese regalo. Tae observó los ojos del mayor, devolviendo su mirada hacia la cajita que segundos después abrió.

—Al principio me parecía demasiado cursi porque son anillos de pareja. Pero luego pensé que sería bonito compartir alguna prenda contigo.

El anillo consistía de plata, con una pequeña piedra de diamante. Lucía bastante costoso a plena vista, y no es porque Jungkook es materialista, más bien es porque si puede hacer aunque sea un pequeño regalo, lo hace con mucho amor y cariño.

¿Me estás comprometiendo, Jeon Jungkook?

Abrió su boca, sin embargo, ninguna palabra fue articulada.

—Solo bromeo —comentó Tae.

Igualmente, no podremos casarnos en dado caso.

Cuando vives en una sociedad en donde no puedas contraer matrimonio con la persona que más amas, no puedes hacer más que: ocultarte en las sombras, aceptar abiertamente tu situación sentimental, aceptar o mentir y callar.

Jungkook no iba a ilusionarse, porque cuando vives en un país en donde rechazan el amor homosexual, no eres capaz de recibir los mismos beneficios que una persona heterosexual podría tener.

Taehyung extendió su mano hacia al frente, observando el resplandor del anillo contra la luz artificial del farol.

—No pareces tan feliz...

Jungkook tenía miedo de que no le gustara o que quizás se apresuró demasiado, porque como siempre, no podía descifrar ni siquiera la mirada de Taehyung. Era difícil. Incomprensible. Confuso.

—Me encanta mucho —sonrió—. Se supone que este sería tu regalo para cuando viniera. No podía hacerlo antes por la falta de tiempo, pero mi idea era hacerlo aquí.

Al final, ambos ya estaban en la misma sincronía solo que no lo sabían. Ambos tenían mismos pensamientos, mismas ideas, salvo que uno es más temeroso mientras que el otro es más arriesgado.

¿Quién era el temeroso y quién era el arriesgado?

Jeon Jungkook se dio cuenta entonces que no debía tener miedo de sus acciones.

{...}

Taehyung tambaleaba de un lado a otro, y cuando Jungkook estaba por sostenerlo, lo había alejado.

Puedo solo.

Arrastraba la lengua como un borracho en serie. Su boina la llevaba en su mano y entonces, cuando presionó el botón del ascensor y entró, Jungkook llegó corriendo hacia él.

Se juró que nunca iba a darle ni una gota de alcohol a Taehyung porque ya sabía lo que se venía. Nunca pensó que la misma historia volvería a repetirse, pero con un vino.

Cuando Jungkook abrió la puerta del apartamento y dejó que Taehyung entrara primero, este lanzó su bolso hacia quien sabe donde por igual que su mascarilla. Con dificultad fue quitándose su chaqueta, tirándola hacia un sofá. Jungkook lo observó boquiabierto cuando a medio caminar en el pasillo también fue quitándose la camisa, quedando con el torso desnudo.

"Dios, ¿qué hice?" —Se preguntaba una y otra vez.

Taehyung casi se caía de boca cuando también se quitó los pantalones. Empezaba a quejarse del calor, rascaba sus brazos a cada segundo por la picazón y por si fuera poco, su piel enrojecía.

—¡Me dijiste que el vino no te hacía efecto!

—Corrección —giró hacia él, señalándolo con su dedo—: Dije que no soy tan amante del alcohol, no que el vino no me hacía efecto.

Ahogado con sus propias palabras mal interpretadas, Jungkook caminó hacia la espalda de Taehyung que continuaba caminando hacia la habitación. Despojó por último su pantalón, quedando únicamente con la ropa interior.

¿Vas a bañarte conmigo?

Creyó haber escuchado mal, que sus oídos estaban fallándole, porque el verdadero Kim Taehyung nunca diría eso.

Los efectos del alcohol ocasionaban cambios drásticos en una persona. La pregunta que muchos se hacían era: ¿Debemos echarle siempre la culpa al alcohol o al consumidor?

Entra tú primero, utilizaré el del pasillo —comentó, evadiendo por completo la mirada del menor.

Taehyung no le tomó mucha importancia, aún así, preferiría bañarse con Jungkook.

El mayor caminó hacia el baño del pasillo, cuando se encerró, tocó su pecho que latía con locura. No era que nunca haya visto a su novio desnudo, porque fue por sin querer.

En una de sus videollamadas, Tae había dejado su teléfono sostenido de un pote para poder ver mejor a Jungkook, solamente veía su torso. Pero en un descuido buscando su ropa interior que había dejado encima de su cama y que no la encontraba, el teléfono se deslizó y acabó en forma vertical, logrando observar a Tae como su madre lo trajo al mundo. Jungkook no quería aceptarlo porque sentía que sería muy pervertido de su parte hacerlo, pero de verdad era bastante guapo.

Alejando sus pensamientos se dio una ducha rápida y cuando salió, dirigiéndose a la habitación, dejó la toalla a un lado para buscar su ropa interior. Pero cuando estaba en el proceso de ponérsela, un pequeño vapor salió del baño.

—Oh...

Sabía que el alcohol no abandonaría el cuerpo de Taehyung hasta después de dormirse. Lo que quiere decir...

—Es muy grande. Creo que está a la misma par que el mío. ¿Lo medimos?

Que todavía está bajo los efectos del alcohol.

Jungkook, por un momento se quedó estático porque si bajaba un poco la mirada, podía ver que la única prenda que Tae llevaba era una camisa extremadamente grande, que probablemente sea una de sus camisas oversize. Le dio la espalda, y entonces, una mano caliente tocó su trasero, justo en su mejilla derecha, poniendo nervioso al mayor.

—Jungkookie, ¿me estás evadiendo?

—N-no...

Era igual que la primera vez que vio a Tae emborracharse. Él resultaba ser muy extrovertido y atrevido, cuando su verdadera personalidad era todo lo contrario. Ponía el cuerpo de Jungkook bastante sumiso y nervioso, provocando que sus acciones sean más torpes y se sienta confundido.

Terminó por subirse el bóxer, no tomando mucho en cuenta a Taehyung. Miró sobre su hombro al menor, este empezó a gatear sobre la cama hasta que flaqueó y se dejó caer.

Al parecer habían sido demasiados cambios drásticos que no pudo soportarlo tanto.

Jungkook se acostó a su lado, y cuando Tae sintió el calor de su pareja, de inmediato se acurrucó en su pecho.

Kookie, te amo mucho. Mucho, mucho, mucho.

Y cayó en el sueño sobre los brazos de su amado.

Taehyung conocía los efectos que el alcohol provocaba en él, no le gustaba la cerveza, pero sí le interesaba bastante el sabor del soju, sake o vino. Pero sus padres una vez le dijeron:

"Puedes tomar, pero debes de tener cuidado con quién tomas y en dónde."

Así que por eso tomaba cerca de Jungkook, porque se sentía seguro y porque sabía que él lo iba a proteger al igual que ayudar. Porque contrario a él, Jungkook es más tolerante al alcohol.

Jungkook veía a Taehyung dormir con tanta tranquilidad que en los últimos días pensó que verlo así sería imposible. Se alegraba de tenerlo a su lado, se alegraba de que fuera su pareja y amigo, se alegraba de tantas cosas que por eso y por muchas cosas más pensó en un final.

No me dejes.

Mi norte ya está hecho.
Camino por ese norte hasta llegar a mi sur, y quiero vivir en un sur contigo donde podamos conocernos más y conocer el mundo.
También, quiero un sur donde podamos vivir juntos.

No me dejes, por favor.

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