14
Jungkook abrió la puerta del estudio, a su lado estaba Taehyung y la apariencia de ambos, daba mucho de qué hablar.
—¿Tuvieron una noche de pasión o qué? —les preguntó Jimin viendo cómo la pareja entraba y a la misma vez caían derrumbados en el piso.
Verdaderamente estaban fatal, tanto física como mentalmente. Taehyung creía que anoche sería ese día en donde daría ese paso especial con Jungkook, pero solo llegaron a tocarse entre ropas con besos y nada más que eso. Después de cenar, continuaron con su pequeño juego en la cama hasta que inesperadamente el jefe de la galería lo llamó avisándole que debía revisar unos documentos.
Cien hojas para verificar.
Y Jungkook lo ayudó por toda la noche hasta la madrugada. Es por eso que ahora tienen unas grandes bolsas debajo de los ojos que no se tomaron la molestia de ocultar.
—¿Cuántas rondas fueron? ¿Cuatro? ¿Cinco?
—Deja tu mente perversa a un lado, Park Jimin —regañó el pelinegro—. Ni siquiera tuvimos una ronda de...
Antes de que pudiera terminar la oración Taehyung se le tiró encima, recostado su cabeza en su fornido abdomen. Jungkook jadeó por el dolor del repentino impacto y aplastó las mejillas de su novio.
—Vas a ver después —advirtió.
—Qué miedo, estoy temblando —fingió manos temblorosas.
Estaba por levantarle la camisa y empezar a hacerle cosquillas si no fuera porque el CEO entró bastante furioso, provocando que Taehyung de inmediato enderezara su cuerpo en el piso con las piernas cruzadas. Su cabeza daba vueltas por tal imprudente acto.
—Así que haciendo el vago como que no tienes trabajo que hacer... —observó de arriba hacia abajo a Jungkook—. Te necesito en el despacho. Ahora.
Automáticamente el tatuado se levantó y recogió su pequeño bolso mientras se dirigía a la salida con la cabeza baja. Nuevamente el CEO giró la cabeza, esta vez dirigiendo su mirada hacia Taehyung.
—Mañana quiero un cuadro hecho por ti. Quiero saber si de verdad tu presencia aquí vale de algo o simplemente es un desperdicio.
—No se preocupe, señor. Mañana mismo tendrá el cuadro.
Jungkook le mandó una mirada de auxilio antes de caminar después del CEO. Por otro lado, Taehyung sacó su cuaderno de dibujos y observó algunos de los bocetos, tenía algunas ideas, pero esas ideas quería llevarlas a otro nivel.
Algo que nadie imaginó ver.
Pero algo que muchos esperaban de él.
—Pobre de ustedes. Te toca desvelarte hoy, TaeTae —su amigo hizo un pequeño puchero. Sabía cuán costoso podría ser la vida de un artista, pero que sus dos amigos que aparte son novios estén en esa situación... No ayudaba.
—No es como si fuera la primera vez que me desvelo —con su lápiz de carbón, empezó a hacer otro boceto—. A todo esto, ¿el viernes es el recital?
—Así es. Y adivina qué —Tae elevó la cabeza, intentando descifrar su adivinanza y negó fallando—. ¡Estoy en primera plana!
Estar en primera plana significaba seis cosas:
Prosperidad, avance y fama.
Maldad, avaricia e hipocresía.
Jimin sabía todo eso. Sabía lo que implicaba ser un bailarín reconocido hasta en la universidad, pero tampoco se dejaba pisotear. Era algo más parecido a un... Pequeño hámster con carácter de una ardilla enojada.
—Felicidades, Jiminie —el mayor sonrió ampliamente, escondiendo sus ojitos por la sonrisa.
Al cabo de unos minutos Jimin se despidió el menor, ya que tenía que ir a la sala de ensayo para poder practicar nuevamente el recital, y por supuesto, su solo. Taehyung acabó quedándose completamente solo en esa sala y no era algo que le disgustaba.
Al contrario. Amaba la soledad, pero también, temía quedarse solo para siempre.
Porque aprendió que, aunque se tuviera él mismo en sus sentidos de pensar, la soledad no siempre llegaba a ser buena. Sientes que necesitas aunque sea la presencia de alguien más para no sentirte solo en un mundo creado por tu propia imaginación. Como también, sientes que necesitas hablar con alguien más en vez de hablar contigo mismo.
Era contradictorio, muchos pensaban que no lo necesitaban, pero esa era la realidad. Necesitas la presencia de alguien más para evitar consumirte.
Entonces Yoongi llegó, abriendo paso al bucle de imaginación que tenía Tae, entrando como un ladrón en una galería de artes.
El de cabellos plateados le dedicó una pequeña antes de volver a lo suyo. Sabía que Yoongi hablaría cuando quería, por lo que entablar una conversación así nada más, no era de agrado para dos personas cuyas palabras eran pocas.
Yoongi se sentó justo al lado de él, observando unas partituras que tenía en sus manos y las dejó a un lado con el ceño levemente fruncido.
—Tae, ¿alguna vez te has enojado hasta el punto de tener que gritar?
Su pregunta lo sacó de su trance, dejando una brocha que utilizaba para difuminar a un lado. Pensando y pensando, era una pregunta difícil de contestar.
—No creo haber llegado a ese nivel de enojo. Una vez mi abuela me dijo: "A veces enojarte no resuelve nada, mucho menos tener que gritarle a alguien porque no puedes obligar hacer cambiar a esa persona o solo por satisfacción propia. Enojarse te amarga, pero también, enojarse es algo normal de sentir."
—La señora Eun siempre fue tan sabia incluso en sus palabras. Pero tiene razón. Muchas veces llegamos a estar en ese límite en donde no podemos aguantar más y al final, explotas como una bomba.
El tic tac de una bomba que no se podía desactivar. Y también, el sonido reconocido con unos números en cuenta regresiva, dando a entender que si no lo paran, pronto estallará. El caos iba a reinar y el tener que calmar, no era una solución fácil.
—Perdón por esta pregunta un poco fuera de lugar pero... ¿Cómo está Jimin?
Yoongi, a comparación de Taehyung, podría ser más expresivo cuando se trataba de seres queridos. Por un lado, está su orgullo, pero por el otro, estaba su afecto. Era un balance con un punto medio entre ambos sentir.
—Lo está sobrellevado —asintió pequeñito. Taehyung se vio obligado a morderse la lengua para no tener que seguir hablando, puesto que era algo que únicamente ellos dos debían resolver, sin terceros ni cuartos.
Y el problema es que ambos son sus amigos. Uno la pasaba mal, mientras que el otro no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien.
—Siento que fui un poco duro con él —dijo el mayor, recostando su cabeza en la pared—. Pero pocos pueden entenderme.
—Yoongi-hyung... No quiero entrometerme en eso, porque es un asunto que únicamente ustedes deberían de solucionar pero, Jimin de verdad está muy arrepentido. Mi intención no es que lo perdones de la noche a la mañana por medio a mi, solo estoy diciendo mi pensar.
—¿Y tu pensar es que vaya y le hable? —arqueó sus cejas, esperando un posible sí de su parte.
—No tan solo por ti, Jimin también debería de hacerlo.
Admitir un error era cosa que muy pocos podían hacer. Jimin lo admitía, pero no con la persona correcta. Yoongi era bastante orgulloso, por lo que pedirle directamente a él que hablara, era un gran error. Ambos deberían de hablar, conversar pacíficamente sobre lo que ocurrió aunque no lleguen a un acuerdo. El causante era Jimin, así que por lógica debía de ser él quien hablara con Yoongi primero. Pero en este caso, pedirle al uno o al otro ir, era algo fuera de su alcance.
—Este tema de amar a alguien apesta. Solo ruego de que tú y Jungkook nunca peleen hasta el punto de una ruptura.
El menor sonrió sin mostrar sus dientes. Decir que no le daba mucha mente a eso, estaría mintiendo.
{...}
Los cuadros yacían sobre el piso, con un aire acondicionado apagado y a sus lados unos grandes cubos que prontamente Jungkook virtió a un pequeño recipiente. Llevaba una mascarilla puesta, ya que el barniz lograba marear por su fuerte olor. Mientras Jungkook trabajaba con el barniz sobre el cuadro, Taehyung estaba sentado frente al caballete, haciendo un pequeño boceto en el lienzo, sin llegar a aplicar tanta fuerza para que las marcas no fueran notorias. Cada cuanto que podía, observaba a Jungkook para ver si lo estaba haciendo bien, sorprendentemente llegaba a parecer un experto por la delicadeza con la que aplicaba el barniz, a los lados correspondientes y sin llegar a embarrar tanto.
—Eres bueno en eso —elogió el menor, devolviendo su mirada al canva.
—Estoy acostumbrado a hacer esto —de su voz, podía intuir alegría—. Cuando era más joven...
—Hablas como si tuvieras treinta años y apenas tienes veinticuatro.
Eso provocó la risa del mayor.
—Cuando era más joven solía pintar y dibujar mucho, tanto así que le pedí a mi madre inscribirme al club de artes cuando estaba en la secundaria. Incluso estando en la universidad me uní al club de artes aunque mi especialidad fuera muy diferente.
—¿Fuiste a la universidad?
—¿Por qué siento que desde antes me catalogabas como un don nadie? —volvió a reír—. Pero lo triste era eso. Estudié comunicación audiovisual en la misma universidad que estabas tú.
—¿Cómo es que nunca te vi? —Taehyung giró un poco su torso, observando las acciones de Jungkook y el cómo dejaba a un lado la brocha.
—Estaba en estudio nocturno aún estando con la banda —respondió—. Además, la universidad es muy grande como para que me la pase todo el tiempo en la facultad de artes —Tae chistó pequeñito, volviendo a su trabajo—. ¿Qué? Es la verdad por más que suene al típico cliché de un chico de una banda cual rol es de baterista que salga con el prodigio del arte.
En otras circunstancias podría causarle mucha gracia, y sin embargo, Taehyung sólo sonrió para después desvanecer esa sonrisa. No era porque se lo tomaba a pecho todo, mucho menos porque le molestaba. No, era todo lo contrario.
Es solo que, una vez llegó a pensar que no merecía estar con él.
No porque los comentarios de los demás hacia él le afectaban, más bien, eran por decisiones que él mismo tomaba y llegaba el tiempo que se arrepentía por más que sabía que tenía una solución.
Él simplemente lo evadió y continuó su camino.
Jungkook se quitó la mascarilla, girando su cabeza hacia la izquierda e inhalando profundamente el aire camuflado con olor a barniz. Entonces su nariz se tapó.
—Siento que me estoy ahogando.
Estuvo decidido a abrir la ventana, de inhalar aire fresco y exhalar el barniz de sus pulmones. Se sentía sofocado y que estaba por ahogarse debido al olor en toda la casa a barniz, y Tae simplemente...
Taehyung simplemente era Taehyung y ya estaba acostumbrado.
—Si abres la ventana, el barniz se va a dañar —mencionó Tae.
—Pero me estoy ahogan-
Y entonces ocurrió.
La cara de Jungkook poco a poco fue frunciéndose, arrugando la nariz y empequeñeciendo sus ojos.
Hasta que estornudó como si se tratara de un elefante.
Taehyung se acercó al cuadro bañado en barniz, observando con cautela el líquido y estando agachado, notó un cabello fijo en el cuadro al igual que un poco de polvo. Apoyó su frente en el piso, pensando que tendría que quitar otra vez el barniz porque ya estaba dañado y no se vería bien después.
Es bastante perfeccionista, tanto que podría preocupar.
—Prometo que lo arreglaré —dijo Jungkook, acercándose hacia el menor y tomándolo de la cintura para levantarlo—. Si no te cubres la nariz, podría ser malo para ti, TaeTae.
—¿Sabes quitar el barniz? —como si fuera un muñeco, se dejó levantar sin tocar el piso, únicamente Jungkook era quien hacía todo el esfuerzo.
—Por supuesto. No me subestimes.
El mayor dejó al de cabellos plateados en el pequeño taburete frente a la silla, antes de soltarlo completamente, besó su cuello con cariño antes de volver al cuadro embarrado del barniz. Taehyung observó con disimulo a Jungkook, este estaba bastante concentrado en la limpieza completa del barniz y sonrió pequeñito cuando las cejas del mayor se fruncieron.
Taehyung retomó su pintura, manchando su ropa y parte de su cuerpo. Hacía trazos con un fino pincel algunos cuerpos y paisajes totalmente opcionales.
Pero del arte, lo opcional acababa siendo lo que le daba su toque.
Tomó el cuadro finalizado entre sus brazos, viendo con más importancia la anatomía y los paisajes, los colores no le importaba tanto, pero a la misma vez, los colores era el reflejo de lo que había dibujado. Con su mirada buscó una brocha difuminadora y en la paleta de colores tomó un poco de blanco para simular nubes, pero no eran cualquier nubes:
Eran nubes mágicas.
La magia de un dibujo, era lo impresionante que podría llegar a ser. La magia de los colores, era lo cautivador que llegaba a sorprender. La magia de su cuadro, era lo hermoso de admirar. Y la magia del arte, era lo perfecto que llegaba a comunicar.
Ese era el arte de Taehyung: uno mágico, impresionante, cautivador, y admirable.
¿Y el de Jungkook...?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro