11
Los movimientos de sus caderas permitían un gran desplazamiento y sensualidad por la sala. Su pie derecho se elevó hasta tocar con una pandereta y su pie izquierdo había formado una especie de arco. El arco que muchos bailarines desean tener. Taehyung grababa aquellos movimientos en su cabeza, Jimin de verdad que tenía un gran talento para el baile, un don inigualable.
—¡Jimin-oppa, cada vez está superándote más! No te esfuerces mucho o acabarás con una pierna lesionada —le advirtió una de las bailarinas.
—Queda menos de una semana, Jennie.
El rubio había terminado la coreografía con doble pirouette, acabando con su pierna derecha estirada hacia atrás mientras que la derecha doblada de forma horizontal, con la mano izquierda hacia arriba haciendo una curvatura mientras que la derecha en su cintura.
—Mírate nada más, estás que te ahogas —el chico rodó los ojos.
—Oh bueno, se supone que tenga zapatillas normales pero hubo un cambio de planes y ahora estoy utilizando las puntas por las que ustedes chillan, y son tan masoquista que siguen y siguen —expuso.
—Si me quejo no gano nada haciéndolo —se defendió Jennie—. Además, para el ballet debes ser masoquista. O amas el dolor y lo soportas, o en pocas palabras te largas.
—¿Duele mucho? —le preguntó Taehyung, interviniendo en la pequeña discusión.
—Créeme, no quieres saber si duele mucho o poco —Jimin comenzó a quitarse las puntas y se sentó frente a Tae. Lo observó de reojo y luego estampó la zapatilla contra el piso, creando un estrepitoso sonido—. Están hechas de cartón, y pegamento con varias capas comprimidas, pero el material últimamente varía, pueden ser distintos como también pueden ser similares. Antes y quizás en la actualidad, muchos pensaban que estaban hechas de madera, pero si fuera de madera, nadie tuviera un pie —soltó una risilla—. El mundo puede llegar a tener pensamientos ridículamente absurdos...
—Si no tienes un buen calentamiento previo, tus pies podrían verse verdaderamente afectados. Por ejemplo, hay varios niveles. El nivel uno es el nivel básico, te preparan para el verdadero sufrimiento. Mientras que en el nivel dos empiezas con las puntas. Aunque a veces llega a ser bastante confuso eso de los niveles... —explicó Jisoo, otra bailarina de fondo que practicaba siempre con Jimin y Jennie—. Por eso, antes de las puntas, necesitas una preparación adecuada. Es increíblemente doloroso estar cinco horas con este aparato maltratador en tus pies.
—¿Quieres probártelas? —instantáneamente Taehyung negó a la propuesta de Jimin.
—¿Cómo voy a utilizar algo que sé que podría afectarme? Lo acaban de mencionar antes.
—Esto me recuerda a cuando duré un mes completo sin romper mis puntas porque la profesora nunca dijo nada... Con razón dolía mucho.
El ballet es una danza compleja y a la misma vez intrigante. Sus movimientos, facciones en el rostro, la fuerza y agilidad, todo llegaba a ser asombroso y a la misma vez doloroso. Con las puntas llegaba a ser igual, muchos pensaban que no es algo tan doloroso y que es mera exageración, o incluso que baila perfectamente cuando es todo lo contrario. Muchas veces los profesores prefieren callar y no decir qué es una punta en realidad, un buen calentamiento o si se debería de romper.
Y muchas de esas veces, los profesores preferían lanzarte al fuego para que tu mismo tropieces y aprendas sin ellos decirte nada.
Jimin giró su cabeza hacia Jisoo con ojos de: "¿te mandaron a un suicidio pero estás viva?" Ella se encogió de hombros en nuestras de un no saber como es que sus pies están en buenas condiciones. Taehyung desvío la mirada hacia su teléfono, no había recibido ningún mensaje o llamada por parte de Jungkook y en cierto punto, llegaba a preocupale.
¿Estará bien? —se preguntaba.
—¿En la sala de grabaciones? —Jimin abrió sus ojos en demasía—. ¿Cómo rayos es que dejas unas zapatillas en un área en donde no tienes permitido entrar? No, espera, MI zapatilla —recalcó con posesivida.
—No es como si fuera una exageración... —excusó Jennie—. Estaba por los pasillos y me encontré con Yoongi —el rubio frunció aún más sus cejas—. Me pidió que le dejara algo en la sala de grabaciones y entonces sin querer dejé tus zapatillas ahí. ¿De qué son, de oro? ¿O son mágicas como las de Barbie?
—¡Claro que no! —rodó los ojos—. Fue un regalo de alguien muy especial, ¡sabía que no debí dejarte eso a ti!
—¿A quién se le ocurre prestar un regalo de alguien especial y más a Jennie que siempre pierde todo? —murmuró Jisoo, sin darse cuenta de que Tae fue el único que la escuchó.
—Como sea... Tae, acompáñame, por favor.
Jimin se quitó la otra zapatilla para después ponerse unas chancletas, y luego salió del aula siendo seguido por Tae. Caminaron por unos extensos pasillos hasta dar a parar en la sala de grabaciones.
Los gritos se escuchaban por todo el pasillo, eran más bien insultos que una conversación pacifista. Taehyung giró un poco su cabeza hacia la izquierda, y por la pequeña ventana del otro salón justo frente a él, pudo ver como el CEO le estaba gritando a sus amigos.
—¡¡Ustedes son unos incompetentes, inútiles y buenos para nada!! ¿¡Quién compraría estas canciones mediocres hechas por gente mediocre?! —espació unos papeles por el aire, eran partituras hechas por ellos mismos.
Decir "molesto" era poco para lo que ellos sentían. No se sentían suficientes por más que daban todo por ellos y por su público. No sentían que estaban haciendo un buen trabajo, y su autoestima rondaba por el piso. No se sentían suficientes de nada porque el dirigente no los aplaudía en nada.
Eran insignificantes para él y ellos lo sabían.
—¡Y tú, Jeon Jungkook, mejor enfócate en tu trabajo que no por nada pagan por ti! Por ti es que te buscan, no por ellos. Así que, si quieres que los demás tengan un futuro, debes esforzarte más.
Taehyung estaba listo para dar un paso hacia delante, entrar a esa sala y decirle que no los insulte, que es poco ético y más si proviene de un CEO bastante reconocido. Por supuesto que estaba listo de hacer eso si no fuera porque lo pensó y pensó hasta que se retractó y quedó quieto apretando su mandíbula.
Ellos no merecían aquel desprecio. Ellos merecían algo mucho más que ser regañados innecesariamente. Pero Kim Taehyung sabía que algo más, aparte de eso, no iba bien. Sobre todo cuando se refirió a Jungkook, algo no iba bien.
Jimin llegó hasta él ya con sus zapatillas en manos, observaba a Taehyung y como este miraba a través de la ventana al CEO y a sus amigos. El menor, sintiendo la presencia del mayor, preguntó:
—¿Por qué todo cae encima de Jungkook?
Jimin quería decirle, quería hablarle de todo, mas se quedó con la boca cerrada sin decir algo. No era algo fácil de explicar, mucho menos cuando era obvio que Taehyung podía comprender cualquier tipo de situación. Pero probablemente esa situación sea de total desagrado incluso para él.
—No creo que sea el más indicado para decirte eso si él no lo hace —comentó después de mucho—. Solo puedo decirte que... Viniste en un momento crítico, Taehyung.
Si era su mejor amigo quien se lo decía, no debía dudar de su palabra. Una pequeña punzada se cruzó por su pecho hasta llegar a la espalda. No llegaba a comprender la situación en general, lo que sí llegaba a entender, es que no debió llegar en ese momento.
O quizás, no debió de llegar nunca.
—No estoy echándote toda la culpa, en realidad, no tienes la culpa de nada, nadie la tiene a excepción del CEO. Pero de verdad, el tema actual es bastante delicado tanto para la banda como para la empresa como tal —recalcó—. Todo recae en Jungkook. Si algo sale mal, incluso si un paso sale mal con nosotros que somos bailarines, cae en Jungkook. Y sé lo que estás pensando, nada de esto es justo.
Sí, eso era lo que estaba pensando. No era justo ni para él ni para nadie. Si no tenían la culpa de nada, no hay porqué regañar.
Entonces, ¿cuál era el sentido de todo eso? ¿Por qué lo hacía? —se preguntaba continuamente en su interior.
Jungkook lucía bastante molesto, y con una mirada perdida, en no saber qué más hacer y estando en un punto de entrar en la locura. Mordía sus labios de tal manera que probablemente si continuaba así, llegaría a sangrar. Sobre todo su semblante, estaba muy serio para lo que realmente es él.
Y pensar que Taehyung era el serio...
—Es mejor que nos vayamos pronto, si el CEO nos ve, probablemente...
Taehyung de reojo observó a su amigo, este de inmediato sabía lo que estaba pensando y negó muchas veces.
—No, negativo, stop —negó también con sus manos—. No trates de retar al CEO, jamás en tu vida lo hagas si no quieres ser despedido a la primera. Créeme, he tenido que presenciar eso y no es muy bonito ver tu currículo dañado.
—O probablente, no sea mi currículo el que vaya a estar dañado.
El rubio quería aclarar algo más sobre el comentario del menor, pero fue interrumpido por la puerta del salón de ensayos. El CEO había salido y de inmediato Jimin hizo una reverencia ante él.
Absurdo para alguien que no lo merece.
Jimin jaló la chaqueta de Tae para que le hiciera una reverencia, él simplemente se quedó ahí, parado, sin hacer ningún movimiento más que verlo directamente a los ojos y sin una pizca de emoción.
Un pequeño escalofrío recorrió la espina dorsal del CEO. Parecía como si estuviera viendo a alguien superior cuando en realidad era una simple mosca. Chasqueó su lengua, observando de arriba hacia abajo a Taehyung para luego darle la espalda e irse con un amargo sabor de boca.
Cuando Jimin sintió que ya se había ido, enderezó su espalda y paró delante de su amigo.
—¡Eso estuvo cerca, Kim Taehyung, muy cerca!
—¿Por qué tendría que hacerle una reverencia a alguien que ni siquiera se lo merece? No vale la pena hacerlo.
—¿Qué te hizo Estados Unidos? —chilló de repente—. ¿Dónde está mi pequeño Taehyung que era cordial y respetuoso?
—Solamente aprendí que a todos no se les puede arrodillar ni alabar. Hacerlo significa que ellos tienen el control sobre ti, y no quiero que controlen lo que soy.
Aclaremos algo: Kim Taehyung siempre ha sido alguien que respeta y que conoce los modales desde que sus padres y abuela se los enseñaron, pero también, Kim Taehyung sabía muy bien a quién debía inclinar su cabeza y a quién no. Solo bastaba con ver a la persona, sus actitudes y comportamientos para determinar cómo debía de actuar. Porque, así como lo tratas a él, así mismo te tratará.
Justamente en ese entonces giró su cabeza hacia la puerta ya abierta. Jungkook lo observaba con sus típicos ojos de cordero y el menor le sonrió con cariño antes de retomar su caminata hacia el salón de baile.
—¡Definitivamente esos gringos te cambiaron!
{...}
Jungkook en ningún momento llegaba a dirigirle la palabra a Taehyung. Pensaba que tal vez esté enojado con él o con alguien más por lo que tuvo que presenciar, o incluso decepcionado aunque era poco probable.
¿Qué ideas tan estúpidas tengo? —se preguntó.
Taehyung tomaba tranquilamente de su batido de frutas mientras que Jungkook degustaba de un café cargado. El menor, notando el comportamiento del tatuado, le preguntó:
—Jungkook, sabes que si tienes algún problema, puedes hablar conmigo. No me molesta que te desahogues.
Ese era el problema. No todo lo podía decir, pero no todo se lo podía callar. Era tanto lo que quería decir que hacerlo le resultaba imposible.
Era tan frustrante...
—Te quiero.
El de cabellos plateados sonrió ampliamente. Jungkook quería evadir el tema, y no había mejor manera que esa.
—Yo también, Jungkookie. Por cierto, ¿cómo está tu madre?
—No es que esté muy bien, pero puede sobrellevarlo. Creo que desde que me dijiste que fuera a verla, siento que está mucho más feliz porque la visito de vez en cuando. Es reconfortante verla sonreír después de mucho —sonrió pequeñito al recordar los besos y cariños que su madre le daba—. Todo esto es gracias a ti, Tae.
—Solo hice lo que creía que estaba bien. Lo demás lo hiciste tú.
Anteriormente, la situación familiar de Jungkook era un caos. Su madre enferma, su padre que no le prestaba la atención necesaria, y luego estaba Jungkook que se alejaba de ellos porque no quería más problemas. Sin embargo, amaba a su madre. Era la primera persona que lo comprendía perfectamente y que le daba la atención que necesitaba, luego estaba Taehyung, quien lo escuchaba y le daba los mejores consejos.
Una situación caótica, a veces merece una recompensa.
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