8. Capítulo 7.
Hi~ No fue tan pronto como quisiera, pero teníamos que procesar pronto que Griffin sigue vivo para no perder el hilo y volver al tema de los enemies pronto porque también está potente, pero ahora nos quedamos acá como se debe y Ash y Max pueden clarificar las cosas.
Mil gracias por el apoyo.
Griffin está vivo. Su hermano mayor. Su héroe. La única persona que alguna vez veló por su bienestar en ese pueblucho pútrido. La esperanza que lo mantuvo cuerdo en los hogares de acogida. El nombre que repetía cada noche rezando para ser salvado. Por quién lloraba. Reía. A quién amó cuando seguía limpio. Quién sí conoció a Aslan. Su papá. Mamá. Hermano. Amigo. Protector. Cómplice. Lo fue todo.
—¿Me estás tomando el pelo?
Tiene que ser una broma ¿cierto? Porque Ash ha estado buscándolo desde que se enlistó en la guerra sin nunca encontrar un maldito registro suyo y aunque la tristeza lo carcomía día a día igual que haría un parásito al menos lo dejaba fingir que la herida estaba cerrada, podía presionar la tapa de la cajita de pandora que llama pasado y usar el traje de hijo que Max deseaba sin problema, ¿pero esto? Esto lo cambia todo.
—Voy a vomitar. —Ash ni siquiera tuvo la fuerza para sentarse, se desplomó en el piso apenas lo oyó de la boca de su papá. Un nombre. Dos sílabas. Siete letras. Griffin—. Mierda.
—Es esperable que estés en shock. —¿Shock? Su corazón se detuvo y no volvió a latir, diez años vivió con el insoportable peso de la pérdida de su hermano, le es demasiado aterrador pensar lo contrario.
—Me dices esto para jugar conmigo ¿verdad? —La mirada de Max se suaviza cuando aprecia la cruda desesperación sangrando a través de su voz. Por favor dime que es mentira o me desmoronaré.
—Aslan, por favor escúchame.
—No digas el nombre de una persona muerta.
—Aslan.
—¡Ya para!
Escuchar el nombre lo termina de matar, Ash clava sus ojos en su regazo al borde del llanto, era capaz de joder su vida porque Griffin no estaba para verlo y decepcionarse y sin embargo mírenlo, son solo las cinco de la mañana pero él ya está drogado, borracho y moreteado, ja, ese no es el precioso Aslan que su hermano atesora en sus memorias no obstante todas esas cosas valiosas que tuvo alguna vez se las arrebataron y ha tenido que lidiar con las consecuencias, ¿por qué tiene que esforzarse tanto?, ¿por qué debe seguirse torturando cuando el mundo es ruido blanco?, ¿por qué necesita habitar un cuerpo que hicieron inhabitable?, ¿por qué debe arrastrarse sobre vidrio molido para después tener que arreglar cosas que él no lastimó?, ¿por qué debe pasar el resto de su existencia arreglando cosas que él no rompió?
¿Por qué no puede arreglarse? Carajo, la droga realmente ayuda a no pensar en todas esas idioteces.
En el fondo, codicia estar bien y no sabe cómo hacerlo, ninguno de los profesionales que ha conocido ha podido decirle cómo sanar y puede que haya tenido mala suerte, más por eso prefiere no tratarse, teme que si va otra vez y le dicen que es "intratable" suelte la última fibra de cuerda a la que se está aferrando, ¿cómo Griff podrá amar a alguien así?, ¿cómo podrá confiarle su pasado? Su hermano lo amó y eso no lo duda, más, amó una idea o una idealización suya, cuando se entere de la verdad...
Tu hermano no viene porque eres toda una puta, ¿cómo podrías volver a casa?
Qué hilarante que Dino lo siga jodiendo incluso en prisión.
—¿Le contaste? ¿Le contaste algo?
—¿A qué te refieres?
—¿Le contaste acerca de mí?
—No, contarle esas cosas te corresponde a ti y tampoco te tienes que sentir obligado a hacerlo, creo que a él le bastará y sobrará verte. —¿Incluso en este estado tan deplorable? Vaya, Max es realmente ingenuo o quizás le está dando un castigo por ser un mal hijo—. Él me encontró por su cuenta.
—¿Cómo? —Él no tiene coraje para alzar la vista, a duras penas logra arrastrarse al sofá con el adulto.
—Por lo que le entendí estuvo todos esos años pasando de hospital a hospital, quedó muy malherido luego de Irak, durante mucho tiempo fue un soldado desconocido para el sistema, no lo identificaron porque no había nadie que lo hiciera, al parecer tu padre no cooperó con esa tarea, le llevó bastante tomar consciencia y rehabilitarse tanto física como mentalmente, pero sigue en eso, paso a paso.
—Ah. —Entonces estos diez años en donde él ha estado yendo de mal en peor su hermano ha estado trabajando muy duro para sanarse, con mayor razón sentirá repudio y no lo culpará, es decir, aunque tiene más de veinte años no ha hecho una sola cosa con su vida (además de arruinarla un poco más).
—Le comenté que habías escapado de casa y que llegaste a un hogar de acogida. —Pero qué historia más rosada—. Por casualidades de la vida le dije que yo estaba haciendo un reportaje sobre los niños dentro de esas instituciones.
—En vez de prostitución infantil. —Max tose visiblemente incómodo por el tema, ja, es más divertido fingir que es un adolescente normal en vez de... esto—. Por eso nos conocimos, ¿te acuerdas?
—Sí. —Se afloja el cuello de la camisa, están en el mismo sillón tan cerca que sus rodillas se tocan al moverse, más, Ash siente una inmensa pared entre ellos—. Le conté que así te había adoptado.
—Qué lindo, me recogiste como lo harías con un mugroso gato callejero.
—Ash.
—¿Por qué no sabía que estaba vivo?, ¿por qué nunca quiso contactarme? —¿Por qué no me buscó?
—Te quiso contactar, pero tu padre le contó que estabas muerto y como te cambiaste legalmente el apellido cuando te adopté no pudo encontrar a ningún "Aslan Callenreese" en el sistema.
—Ni siquiera me sorprende de él. —Ríe—. Ni siquiera me decepciona a estas alturas. —Qué mentira.
—Me pidió que fuéramos lentamente en esto, él entiende el shock que esto debe ser para ti, así que solo lo verás cuando te sientas listo y así lo desees. —Ash alza la mirada con una sonrisa maquiavélica listo para sacar un puñal e incrustárselo a Max para descargarse, no obstante, se detiene de golpe al notar lo atropellado y demacrado que la noticia también lo dejó y entonces siente pena, mucha pena.
Está matando a Max.
Ash ve lo agotado que está, lo viejito que dice que se siente, lo aquejado que está físicamente, cómo patea su salud porque la salud es cara y su padre prefiere mil veces que solo se concentre en estudiar, en cómo le han empezado a salir canas, cómo ha bajado de peso, cómo luce siempre tristón, escucha lo mal que se trata y al final, Ash es solo una carga, ¿cómo puede amar a Max si solo le da problemas?
—Viejo. —Ash aprieta los puños encima de sus rodillas, está temblando, odia estos instantes en los que se convierte en un niño en vez de un adulto sobreadaptado—. ¿Estás enojado? —El aludido esboza una expresión de corazón roto que atraviesa su rostro como un rayo.
—No. —Su voz se ha suavizado al igual que su mirada—. No estoy enojado, tampoco reaccioné bien.
—No es tu culpa. —Traga duro—. Es lo que provoco en la gente. —Por eso lo maltratan.
—No es cierto. —Max lee perfectamente de dónde viene el comentario—. No es tu responsabilidad...
—Lo siento. —Lo corta—. Perdóname por tratarte tan mal, sé que no es excusa pero estaba enojado.
—Está bien, chico. —Pero no está bien—. Exageré con mi reacción porque me preocupo por ti, oír a Griffin luego de tantos años también me dejó bastante jodido, no procesé las cosas de forma efectiva y me desquité contigo porque la discusión fue escalando, no estuvo bien de mi parte. —De ninguna.
—Viejo. —Ash alza poco a poco la mirada—. ¿Me sigues queriendo?
—¿A qué te refieres?
—¿Me quieres aún como hijo? —Y acá Max le da el peso a las palabras que disparó a base de la rabia como si fueran balas en una ametralladora, entiende lo sensible que es el tema y lo duro que ha sido para Ash confiar en que merece una familia pero bastó una puta discusión para destrozar el progreso de casi una década con la misma facilidad que se tira una torre de naipes—. Puedes ser franco, Max.
—Claro que sí. —Max le revuelve el pelo con el corazón apretado—. Lo que dije no fueron mis reales sentimientos, te lo expliqué, estaba rebalsado.
—No lo digo por eso. —Ash tiembla, al final se terminó incrustando el puñal en las costillas, entiende que si lo saca el desborde de lágrimas no parará—. Removiste la matrícula luego de insistirme tanto.
Max parpadea boquiabierto.
Una. Dos. Tres veces.
—¡¿Fuiste a la universidad?! —¿Cómo diablos esto le sorprende más que la noticia de Griff redivivo?
—Ese no es el punto. —Esboza un puchero y da vueltas la cabeza para esconder la vergüenza, al final se logró calmar—. ¿Ya no quieres que vaya?, ¿por eso pediste el reembolso?
—Es que pensé que nunca irías, te hice caso. —Max parpadea totalmente en shock—. ¿Cómo es que fuiste?
—Eiji. —Se le sale el pensamiento—. El bastardo terco no se callaba.
—Ajá. —Max esboza una sonrisa coqueta que le pone los pelos de punta—. Sabía que Eiji era buena influencia.
—Tch. —Ash cruza los brazos sobre el pecho, amurrado—. No le des tanto crédito, fui para que dejara de molestarme y además... —Los ojos de su padre brillan con un sentimiento que creía extinto desde hace mucho porque lo vio apagarse con el transcurso de los años y la adopción, está esperanzado al escuchar esto, qué alivio verlo así—. Eiji tiene un amigo. —Omitirá el hecho de que es Arthur.
—Un amigo. —Y omitirá el hecho de que Arthur es un pandillero—. Okey, ¿qué hay con ese "amigo"?
—Ese amigo va a la universidad aunque su cerebro esté completamente hueco y no sé, quise quedar a la misma altura por así decirlo, no me gusta sentirme inferior y menos si se trata de Okumura.
—A la misma altura. —Max tararea lleno de dicha—. Suena a que estás compitiendo por su atención.
—¡¿Quién diablos estaría tan desesperado para ansiar la atención de ese bastardo?! —Para enfatizar aún más su desagrado hace una arcada igual que un gato escupiendo una bola de pelos, tan maduro.
—No tienes nada de qué avergonzarte, niño. Es normal querer la atención de alguien que te importa.
—Él no me importa. —Brama—. Lo detesto, me enferma.
—¿Si lo detestas por qué le arreglaste el bolso para mañana incluso sino está en casa?
—Porque siempre se atrasa con las prácticas y el entrenador lo regaña y entonces coloca un puchero.
—¿Y en qué te afecta que coloque un puchero?
—Es asqueroso que un hombre adulto haga un puchero. —Chista—. Aunque son adorables en él, es que estira sus labios como si fuera una trompita, te coloca unos ojos grandes y suplicantes que logran derretir a cualquiera y te bate las pestañitas, ¿cómo alguien podría decirle que no a eso? Además su uniforme le da un plus para la dualidad de su apariencia porque le queda tan bien y...ya. —Se muerde la lengua para no darle más satisfacción a Max—. Acaté el punto, no digas nada.
—Ay, la juventud. —Se queja como si fuera un dinosaurio—. Arreglaré lo de la matrícula y juntos nos vamos a ir encontrando con Griff, tómate tu tiempo para procesar y vivir todo esto, mocoso.
—Ya. —Ash evita su mirada una vez más—. Max.
—¿Sí?
—Gracias por todo.
Te amo, papá.
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Ash se sienta en su "trono" improvisado dentro del húmedo y oscuro sótano del edificio abandonado donde recién negociaron, el rubio no emite sonido alguno, se limita a extender su palma y a masajear su ceño para que los chicos le alcancen un cigarrillo, fue una noche jodidamente larga no solo porque tiene la impresionante habilidad de meterse en peleas de forma innata, sino que saber sobre Griff y escuchar tan vulnerable a su papá lo dejó afectado, intentó componerse y espabilarse, Shorter posee la razón a fin de cuentas, debe dejar sus asuntos personales aparte de los negocios.
—Últimamente ha estado más activo que nunca, jefe. —Es Alex quien se lo dice y no sabe si esto es más un reproche o una felicitación—. Estamos al nivel de Black Sabbath, es impresionante.
—Grandioso. —El humo de los cigarros y el olor a alcohol impregnan el aire y seguramente sus ropas.
Ash baja la mirada hacia su camiseta blanca con algunas manchas de sangre, no mató a nadie aunque tiene un arma, sin embargo, le rompió la nariz a un tarado que trató de emboscarlo bajo la orden de Arthur, Max se pondrá triste si ve esto, piensa y la culpa le muerde el corazón, no sabe si su repentina blandura en relación al adulto se debe porque se sinceró en la charla o por el mero regreso de Griffin.
—Me estorban. —Gruñe para sí mismo y no es lo único—. Los sentimientos me estorban.
—Jefe, su celular está sonando.
—Ah, sí. —Ash desbloquea el teléfono para leer el mensaje entrante.
«¡Gracias por venirme a dejar el bolso a la cancha, como premio prometo cocinarte algo delicioso!».
—Mierda. —Ash se cubre la cara con la palma, la siente roja, caliente, sudorosa y rara, hasta le arden las orejas y no le extrañaría que estuvieran arrojando humo a estas alturas ¿por qué él parece ser el único afectado? No es justo, fue su idea y por ende debería ser el más beneficiado, no una bola rosa.
—Los chicos estuvimos discutiendo y creemos tener un plan para derrotar a Arthur. —Es inusual que tomen iniciativa—. No queremos que la situación se ponga más tensa con los de arriba, Shorter tenía razón, debemos actuar.
—¡Por favor, no nos mate por decirlo! —Kong se cubre la cara como si la mirada de Ash fuera afilada.
—Están diciendo algo razonable, también quiero ocuparme de Arthur.
—Deberíamos atacarlo cuando esté en la universidad.
—¿Qué? —Ash palidece—. No.
—Sí. —Alex intenta retomar el hilo—. Es lo más inteligente, Arthur es un hipócrita que intenta poseer dos vidas en paralelo y necesitamos recordarle que no es así, ¿por qué estamos respetando que vaya a clases como si nada? Deberíamos aprovecharlo, es lo más estratégico, Black Sabbath está dispuesto a ayudar y estoy seguro de que si armamos un gran plan, Chinatown también se unirá, tienen asuntos pendientes con ese tal Yut-Lung, el sujeto resultó ser realmente una patada en las pelotas.
—Ugh. —Ash hace una mueca por lo visceral de la comparación—. Es verdad, Arthur no tiene forma de tener a sus perros guardianes al asecho, está más vulnerable, pero no está solo.
—¿Lo dices por Okumura? —Bones ríe—. El chico no pelea de verdad.
—Lo hace.
—Pues en ese caso usted lo pone en su lugar, jefe. —El mero pensamiento de él volviendo a lastimar a Eiji desata un torbellino desagradable de emociones turbias, no quiere, no quiere herirlo, no luego de verlo llorar por alguien más—. El chico es pertiguista, debería cuidar sus piernas.
—¡No se desvíen del tema principal! —Declara—. Y a Okumura nadie lo tocará.
—¿Por qué? —Los chicos impresionan desconcertados.
—Porque él es mío. —Brama parándose de su trono improvisado con cajas—. Él insultó mi orgullo y no perdonaré a nadie que me arrebate la posibilidad de ponerlo nuevamente en su lugar, lo nuestro ya es personal, por eso, su trasero tiene mi nombre.
—No quiero darle la razón a Shorter, pero Ash... —Alex le toca el hombro—. Tu presa debe ser Arthur.
—¿Por qué?
—Okumura no es un verdadero desafío y no cambiará nada el derrotarlo, solo confía en que nosotros nos haremos cargo de él si llega a molestarnos, no dejaremos que interrumpa tu contienda.
—No necesito que hagan eso por mí.
—Insistimos en hacerlo. —Lo frenan—. A menos que esté metiendo cosas de su vida personal dentro del conflicto.
—No. —Miente—. Para nada.
El resto de la reunión se dedica a delinear estrategias con una frialdad calculada, su cerebro funciona como una máquina que planifica cada movimiento como un ajedrecista en un tablero urbano, tienen que ganar terreno rápido para que olviden el tema de Arthur, mientras más crezca, más segura estará la pandilla, no le importa si se tiene que meter con sujetos aún más peligrosos, es decir, de niño solía negociar con los peces gordos sin chistar, ¿por qué no sube aún más la liga? Pero hacer eso implicaría darle exactamente a Dino lo que quería y convertirse en una especie de heredero.
Ash suspira fumándose el tercer cigarro por inercia, consolándose en que al menos su presencia aún resulta imponente y su reputación ha cambiado convirtiéndolo en una bestia implacable que infunde respeto y temor en Downtown, hace bien su trabajo y mantiene la mierda junta con profesionalismo.
Pero Ash no se queda tranquilo con esto.
Porque Eiji. Eiji. Eiji.
—¿Alguna vez has querido ir a la universidad, Alex? —Por supuesto, el único que es consciente sobre su situación con Max es Shorter, los chicos no tienen idea de nada.
—¿A qué viene esa pregunta? —Ríe con nervio—. De todas maneras los de la universidad tienen ese complejo de superioridad que los hace tan difíciles de tratar, escuché que Yut-Lung también asiste.
—No me sorprende, su familia es acomodada.
—Ellos no son como nosotros. —El "nosotros" no se siente genuino—. Y nosotros somos una familia gracias a nuestras carencias a fin de cuenta y por eso te respetamos tanto. Pese al ambiente de donde vienes has logrado salir adelante y nos has acogido en el proceso, eres distinto como líder, no es que Cain o Shorter sean malos, pero tú nos antepones y eres transparente con nosotros.
—Sí. —La culpa yace incrustada a su pecho—. No creo ser tan así.
—No sea modesto. —Bromean—. Usted nos dio el ejemplo de que podemos sobrevivir incluso sin las herramientas necesarias, estamos muy agradecidos, estamos en deuda con la constante guía que nos ofrece con su protección. —Bones y Kong no demoran en unirse a la charla y en acrecentar la sensación de plomo sobre sus hombros—. Usted es grandioso, jefe.
Ash ríe nerviosamente.
La culpa se lo come.
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Todos tienen un límite.
Ash lo sabe.
Lo sabe porque lo ha visto incontables veces: en su padre que estrellaba botellas de alcohol en contra de la barra o en la nuca de alguien, en Griff que se volvía un ovillo en la esquina del cuarto para llorar en silencio y nunca enfrente de Aslan, en Dino que se colocaba más violento de lo usual y vaciaba su frustración dejando marcas irreparables en su piel, en Max que se absorbe por el trabajo, la pandilla que pelea con más fuerza, Shorter que se droga al rebalsarse, Eiji que solloza con una sonrisa, sí, Ash ha testificado a sus seres amados llegar a un límite, balancearse al borde y caer, más, él nunca parecía llegar al suyo, sin importar cuánto lo maltrataban o denigraban, el aguantaba.
Aguantó. Aguantó. Aguantó.
Porque él es fuerte, inhumano, feroz.
—¿Entonces por qué? —Se pregunta conteniendo el llanto—. ¿Qué pasa?
Ha sido mucho, conoce la respuesta, es decir, no es leve que su hermano resucitara de la muerte, le da rabia sentirse sobrepasado por algo tan patético, no salió bien del sótano luego de la reunión sino que salió con un peso aplastante sobre sus hombros y un cansancio mental que lo envuelve tal como lo haría una densa niebla de humo, ¿fumar le quitaría la sensación? Intenta con todas sus fuerzas no hacerlo más ya que si tiene que conocer a Griffin quiere estar sobrio, pero apenas logra llegar a casa.
—Bienvenido, Ash.
Eiji...
—¿Pasó algo?
—No.
—No te ves convencido con tu propia respuesta.
—Fue un día duro nada más.
—Tú... —Eiji permanece inmóvil en la cocina, al parecer estaba a punto de cocinar la cena—. Te miras fatal.
—Pues tú tampoco eres un maldito Adonis. —Ash dispara y dispara veneno.
Pero Eiji no se defiende de sus ataques ni alza un escudo, de hecho, sin decir otra palabra se encarga de acortar la brecha física entre ellos dos y lo estrecha contra su pecho, Ash trepita, el abrazo resulta reconfortante y contenedor, no es demandante como los toques que acostumbra, ni siquiera lo está tocando en serio al mantener sus dedos flotando por su escapula hasta darle una especie de permiso taciturno y la consideración es tanta que lo rompe. Crash. Es todo. Se hace trizas. Las trizas se muelen y se hacen cenizas. Ash esconde su cabeza dentro del cuello del japonés como si de repente la cálida piel de este chico fuera un refugio contra las tormentas. Respira. Inspira. Se deshace.
Me siento tan seguro a tu lado.
—¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? —No lo está interrogando ni está presionando para que le cuente lo que sucedió, está tratando de ayudarlo sin condiciones, ¿por qué?
—No sé.
—¿Quieres que llame a alguien?
—No sé.
—¿Quieres hacer algo que te distraiga de lo que pasó?
—No sé.
—¿Quieres que me vaya? —Ash alza la mirada, aunque es mucho más alto y fornido que el contrario se siente tan pequeñito bajo sus brazos.
—No. —Musita—. Quiero que te quedes. —Entonces Eiji le sonríe.
Y se queda.
Eiji aprieta su mano y lo guía hacia el sillón para que pueda acurrucarse a su lado y Ash no comprende porqué específicamente le pasa con este chico, más, está tan hambriento de contacto físico, así que permite que Eiji lo envuelva entre sus protectores brazos como si fuera una manta, se deleita con su candidez y cómo su latido de corazón retumba contra su espalda, es una melodía armónica, ja, nunca se había fijado en esta clase de detalles acerca de otra persona, pero con Eiji quiere memorizar hasta el último aleteo de sus pestañas, la gracilidad en sus sonrisas, cada mirada furtiva, gestos tímidos así como los descarados, cada cosa en Eiji produce un efecto mariposa que termina destrozándolo.
Pero no le molesta ser destrozado por Eiji.
No si es de esta manera tan gentil en donde solo son ellos dos en el sillón, sin necesidad de explicarse ni de interrumpir el silencioso consuelo en este vaivén atemporal.
—Mi hermano está vivo. —Entonces le dice, ¿por qué? Ni siquiera le ha contado a Shorter que tiene un hermano y a este sujeto le está mostrando sus debilidades con lujo y detalle, vaya idiota—. Recién me lo dijeron anoche, al parecer estuvo buscándome pero como mi apellido cambió por la adopción.
—No te encontró.
—Exacto.
—¿Puedo hacerte una pregunta estúpida?
—Esa ya es una pregunta estúpida, onii-chan. —Eiji frunce el ceño en busca de paciencia, Ash pronto se siente de mejor humor al ver esa mueca, realmente es adorable molestarlo—. Puedes preguntar.
—¿Estás bien?
—No. —Es honesto por primera vez en su vida—. Esto me deja tan confundido, no tengo cabeza para lidiar con esto, es como si de repente se hubiera abierto un cajón que nunca se debía abrir, mi cabeza está repleta de cosas desagradables, de recuerdos que reaparecen, de personas, de voces, de toques físicos y lo peor es que todo aparece al mismo tiempo en una especie de pelota así que es imposible para mí saber cómo lidiar con esto. Solo quiero que se callen.
—Bien. —Eiji intenta encontrar una respuesta correcta donde no la hay—. Entonces no te preguntaré por ninguna de esas cosas para que se callen un rato.
—No creo que funcione de esa manera.
—Probemos algo. —Ya le da mala espina—. Recuéstate en mi regazo.
—¿Qué? —La cara le quema igual que una tetera—. ¡No! Eso es gay. —Eiji alza una ceja, indignado.
—No seas terco y obedece.
Ash refunfuña entre dientes, más, acomoda su cabeza sobre los muslos del japonés, la cercanía dulce e íntima paraliza el mundo y les da un segundo extra, uno solo para ellos, uno donde no pertenecen a bandos distintos, uno donde solo existen las tiernas manos de Eiji deslizándose por su cabello igual que lo haría con un gato mimoso. Y de repente su cabeza se calla, no porque se haya curado por arte de magia, más, el toque sanador y sagrado que colisiona entre sus palmas es mucho más fuerte que cualquier otra voz, lo ayuda a permanecer ahí, lo hace querer estar ahí.
—¿Cómo supiste que esto ayudaría?
—Hacía esto cuando a mi hermanita le daban crisis. —Incluso es un grandioso hermano mayor, ja.
—¿Y ahora qué hacemos?
—Ahora... —Eiji le sonríe—. Nos quedamos así.
Y Ash se pierde en esa sonrisa.
¿Ash con esto quedó absolutamente perdido por Eiji? Sip, el tema de Griffin es super delicado y que se lo confiara a su "enemigo" dice bastante considerando que ni Shorter sabe de la existencia de Griffin, pero ya iremos asentando estos sentimientos que a Ash no lo dejan indiferente, así que si me tienen fe nos veremos pronto por acá.
Gracias por tanto~
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