2. Capítulo 1.
Hi~ Primero que nada, muchas gracias por el apoyo que le dieron a esta pequeña idea, realmente me quedo corta para expresar lo bonito que es tenerlos por estos lares y siempre tan receptivos a las tonterías que saco. Segundo lugar, el feedback que me dieron me dio la cuerda suficiente para encaminar de verdad esta trama, así que vamos con el primer capítulo hoy viendo qué tal, si tenemos exito probablemente le pongamos un día fijo para actualizar y así.
Pero por mientras, espero que les guste.
Ash agarra a Eiji del brazo y lo mete a su pieza, no le da chance de gritar, le cubre la boca con una de sus manos mientras le saca provecho a la brecha corporal acorralándolo contra el muro, le entremete las piernas para inmovilizarlo, Eiji trepida a causa de la sorpresa e intenta protestar pero lo único que se escucha es un jadeo contenido bajo su palma, su aliento se siente húmedo y la sensación le resulta ensordecedora, por alguna razón tener a Eiji atrapado entre la pared y su pecho genera un cosquilleo delicioso en su vientre, debe ser la sensación de poder, se dice a sí mismo.
Sí.
No tiene nada que ver con la manera tan desafiante que Eiji tiene para mirarlo haciéndolo sentir que es lo único importante en su mundo ni con lo exquisito que se sienten sus cuerpos estrujados con el otro, ni tampoco tiene que ver por cómo sus dedos se deslizan entre esos carnosos labios, apretando su boca, abriéndola, inquiriendo si será suficiente humillación para su enemigo, ya deberías liberarlo.
—¿No vas a gritar cuando te suelte? —Eiji niega con sumisión, más sus ojos arden con una terquedad que sería divertida romper—. Bien, entonces te soltaré.
Ash le quita la mano de la boca, expectante.
Eiji lo ve con esos grandes ojitos de conejo degollado cuando...
—¡Ibe-san! ¡Max! —Bastardo mentiroso.
—¡Oye!
—¡Ibe-san! ¡Auxilio!
—¡Tú! —Ash lo encierra un poco más, no vuelve a taparle la boca, sin embargo, utiliza sus dos brazos para acorralarlo como si se tratara de una presa—. Dijiste que no gritarías, pequeña mierda traidora.
—Tengo derecho de pedir auxilio si lo primero que sucede luego de mudarme es que me secuestran.
—No te estoy secuestrando.
—¿Y qué es esto?
—Es una charla amistosa. —Okumura alza una ceja, ofendido—. Además ¿quién en su sano juicio te querría secuestrar? Qué asco.
—Hey. —Eiji lo mata con la mirada—. Tú eres el que me arrastró a su cuarto sin razón aparente, ¿qué quieres? Tengo muchas cosas que desempacar.
Ash no alcanza a articular una respuesta cuando se percata de lo que está vistiendo Okumura, ¿acaso es una táctica para distraerlo? Porque nadie en su sano juicio vestiría tantas capas de ropa en verano, además, los pantalones caqui bien podrían haber salido del clóset de Max o de algún otro anciano y el estampado de su suéter ¿qué es eso? No aprecia si está viendo una caricatura infantil o un símbolo satánico, la camisa tampoco juega a su favor, no se viste como alguien de su edad, es decir, su calzado son mocasines, no sabe si parece sacado de una iglesia, de un asilo o de un jardín de críos, es extraño.
—¿Tienes una doble vida o algo así? —Entonces debe poner el tema porque Okumura resulta haber notado su mirada persistente sobre su ropa—. No te ves así cuando estás con tu pandilla, sueles usar esa ropa ridícula de jock, la que sigue siendo más aceptable que esto, por cierto, ¿intentas que el tal Ibe-san crea que eres un buen chico o algo así?
—Soy un buen chico. —Le responde totalmente ofendido dándole una patada al suelo ¿es un conejo o algo así?
—¿Entonces por qué el cambio de estilo?
—Porque salgo con los chicos luego de mis prácticas deportivas, no tendría sentido cambiarme si no vamos a hacer nada que lo amerite, además, cuando me da frío Arthur me presta sus chaquetas.
—Ah, eso explica el estilo de delincuente que sueles llevar.
—Irónico que lo digas tú.
—¿Eso qué quiere decir?
—No sé. —El japonés se encoge de hombros con falsa ingenuidad—. Pero tu reputación como el jefe pandillero más peligroso de Nueva York no te da los mejores antecedentes posibles.
—Touché. —Sonríe inclinándose aún más, quedando tan cerca que puede saborear el aliento de este idiota entre sus propios labios, dulce, hay un resqueme sumamente dulce en el aire, Ash se cuestiona a qué sabrá realmente probarlos y desecha automáticamente el pensamiento—. Iré al grano contigo.
—Estoy esperando una explicación. —Eiji es terco. Desafiante. Irracional. Se eleva en la punta de sus pies tratando de hacerle frente, cuando lo único que obtiene es que sus rostros queden a milímetros.
—¿Realmente se están mudando por necesidad económica? Es decir, entiendo que la cosa está difícil pero me parece demasiado conveniente.
—¿A qué te refieres?
—A qué literalmente luego de que Arthur me declarara la guerra el enemigo se viene a vivir conmigo.
—No te mataré mientras duermes si eso estás insinuando. —Bufa—. Además yo no sabía que tú eras el hijo de Max. —El título lo remece de sobremanera y ese idiota impresiona captarlo—. Lo eres, ¿no es así?
—No es tu problema si lo soy o no, vivo acá, ese es el punto.
—Entonces seremos roomies, grandioso.
—Mientras no te metas en mi territorio estaremos bien, quédate al margen y no confundas las cosas, hasta dónde yo sé tú sigues siendo de la pandilla enemiga y te trataré como tal.
—No esperaba otra cosa. —Eiji ríe—. Después de todo eres quién lastimó a Arthur y no lo traicionaría llevándome bien con el enemigo, de hecho, ni siquiera le contaré esto.
—Se nota que le tienes confianza.
Ash lo toma de los hombros para estamparlo contra la pared, realmente le fastidia que aluda a Arthur en estas circunstancias, al principio creyó que era una cuestión de narcisismo, que su ego salía herido cada vez que escogían a su copia por encima reavivando el trauma de abandono que Jim plantó igual que una semilla, que Griffin regó cuando se fue y así se fue regando por todos los hombres que tanto daño le hicieron hasta que llegó Max, el palo que intenta enderezar al árbol chueco cuando sus raíces están demasiado profundas, pero más tarde vislumbró que no era así, que el tema con Eiji iba mucho más allá del ego o del orgullo.
—¿Me vas a soltar de una vez? —Eiji lo confronta intentando liberarse en vano, aunque es deportista la brecha de fuerza también resulta evidente y de hecho, se siente hasta pequeñito entre sus palmas.
—Haz lo que quieras. —Ash lo deja ir—. Me da igual.
—Lo mismo digo.
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Pero Ash no puede concentrarse con Eiji viviendo en la misma casa.
¿Por qué?
Simple, es un hijo de puta.
A esas alturas cree que lo cabrea adrede mezclando sus hediondas ropas de deportista en la lavadora con sus impecables prendas, que cocina la comida más apestosa cuando Ash está en casa, que suelta porquería de sus libros sin siquiera haberlos leído, que habla en japonés con ese tal Ibe-san como si fueran colegialas con su idioma secreto, que se gana a Max con esa fachada de niño bueno y la mejor parte es tener que escuchar (por accidente) sus largas llamadas con su pandilla, ugh, sin duda le está declarando la guerra fría, no puede perder, no en su propia casa.
—¿Ash? —Pero no puede dejar que Eiji le coma la cabeza cuando tiene otras cosas de las que precisa preocuparse—. ¿Ocurre algo? —Está tirado con Shorter en un callejón de mala muerte—. Te ves ido.
—No. —El lince arroja la cabeza para atrás, el pavimento se siente frío, probablemente le impregnará los jeans y Max otra vez se enfadará con él, pero todo lo que hace termina decepcionando a su padre así que ¿cuál es el sentido?—. ¿Por qué lo preguntas?
—Te ves distraído. —Shorter estira sus zapatillas, las botellas de alcohol no demoran en caerse sobre las pozas de mugre, el ambiente es deprimente—. ¿Te preocupa Arthur? ¿Es eso?
—¿Por qué me preocuparía alguien tan patético? —Chista—. ¿Crees que me ganará cuando ya pateé su trasero?
—Creo que estás demasiado reactivo a él. —Su mejor amigo es perspicaz—. A Okumura quizás. —A pesar de todo lo que se ha dicho la mera mención le pone los pelos de punta porque sí, está reactivo.
—No sé de qué hablas. —Prefiere mentir en su lugar—. Préstame un papelillo en vez de hablar cosas sin sentido.
—¿Seguro? No quiero que tengas problemas con Max.
—El viejo me la debe.
—Bien. —Accede—. Este es un cargamento nuevo y refinado.
Shorter le extiende un papelillo y una pequeña bolsa, la droga es de un nuevo provisor, como buenos dealers tienen que probarla antes ¿cierto? Deben asegurarse de que su producto sea de calidad y a esto se redujo su vida, es gracioso, Dino estaba malditamente obsesionado con tratarlo como si fuera un aristócrata o hubiera nacido en la realeza por su apariencia y al final acabó tal como la "puta" (en palabras de Jim) que lo dio a luz, de tal palo tal astilla ¿no? Y asume que por más papeles de adopción que hayan de por medio nunca heredará las cosas buenas de Max. Él es un Callenreese. Está podrido.
Por eso Griffin te dejó.
Pero como hasta Ash tiene sus límites y necesita olvidar arma un papelillo, se lo coloca sobre la boca, gira la rueda del encendedor y se entrega a los dulces brazos de la disociación.
—¿Qué es esta porquería barata? —Ash tose de inmediato—. Tiene un sabor asqueroso, no es de la calidad que acostumbramos.
—Es lo que nos dieron. —Shorter le quita el cigarro para fumarlo—. Es lo que vamos a negociar, aún tenemos deudas que saldar con The Fly.
—¿Realmente esto es todo lo que podemos hacer? ¿Ser dealers de cuarta?
—También somos matones a pedido, que no se te olvide. —Intenta darle humor, no funciona, ¿cómo podría funcionar?
—Eso es muy triste.
—Esta es la realidad. —Shorter se fuma el cigarro hasta la mitad de una sola calada—. La gente como nosotros hace lo que puede para sobrevivir, ¿postular a becas o esas cosas? Nunca se las dan a quien realmente las necesita, no tienes idea de lo insistente que fui para que le dieran algo a Sing, él incluso tiene mejores predictores que Nadia y yo, ¿crees que le dieron algo? El mocoso ni siquiera está yendo a la escuela, pero así es la vida para los del fondo de la cadena alimenticia.
—Shorter. —Lo siento.
—Aunque claro, las cosas podrían ser diferentes si eres afortunado. —De pronto no le gusta el rumbo de la conversación—. Las personas que nacen pobres mueren pobres aquí, pero existen excepciones.
—¿Hay algo que me quieras decir? —Ash se pone defensivo—. Bro?
—Solo pienso que Max es un buen sujeto y genuinamente parece preocupado de darte herramientas y no sé, eres la persona más inteligente que conozco, eres tan inteligente que llegas a dar miedo con tus deducciones, imagínate lo que podrías hacer si estudiaras una carrera, serías imparable y tu papá debe pensar lo mismo, es decir, hasta te matriculó en una carrera incluso sino asistes a clase, ¿cierto?
—Yo nunca se lo pedí.
—Ese no es el punto, Ash.
—Shorter. —Su tono se torna mucho más serio—. Somos amigos ¿no es así?
—Sí.
—Yo no me meto en lo que no me incumbe y lo único que pido es lo mismo. —No sigas más, le dice.
Shorter sabe que así son las cosas con Ash y que será mucho peor insistir, a veces se siente impotente de ver a su amigo dirigirse directamente hacia la autodestrucción, sin embargo, no puede forzarlo a tomar el camino que ante sus ojos es correcto sin siquiera entender por todo lo que ha pasado, quizás no tenga todo el contexto, pero sabe que la reticencia hacia Max es por algo al igual que sus distintos comportamientos como la forma en que tiembla al hablar de deportes, el asco que manifiesta frente a los hombres mayores, cómo a veces aparece y reaparece lastimado o hace bromas que no parecen bromas. Lo único que Shorter puede hacer es estar ahí para él, lo entiende, pero eso no significa que no sea duro verlo caminar directamente hacia su tumba.
El sentimiento de Ash es similar, más prefiere mitigarlo porque no se puede hacer cargo ¿dónde? No tiene un espacio seguro para desahogarse y las terapias que recibió de niño lo dejaron aún más roto.
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Al menos el día se acaba, en serio quiere morirse un rato en su cama.
—¿Qué diablos? —Y es el colmo que no pueda hacer ni siquiera eso ¿hasta cuándo la vida lo continúa pateando?—. No, no permitiré esto.
—¿Qué cosa no permitirás, Ash? —Eiji finge inocencia mientras acomoda sus cosas en su habitación.
No. No. No.
Eso es cruzar una línea que no permitirá, si bien, Eiji no metió muchas cosas a su cuarto casi como si supiera que no es bienvenido Ash no tiene ganas de tener que reprimirse en su intimidad, le comentó a Max que no estaba dispuesto a compartir su espacio por esto, necesita un lugar en donde quedarse en la mierda un rato, revolcarse ahí, hacerla real para luego salir, así que definitivamente no aceptará que este metiche esté construyendo una madriguera con sus sábanas.
—Ve desarmando tu nido de conejo, te largas a tu pieza.
—No tengo un cuarto.
—Lo compartes con tu tutor, ahí estarás bien.
—¿Pero qué hay de Max? —Lo toma por sorpresa el comentario.
—¿A qué te refieres? El viejo no se ha quejado desde que llegaron. —Ni es como que pudiera hacerlo en voz alta tampoco—. Fue su idea pasarles la pieza.
—Sí pero... Max ha estado durmiendo en el sillón desde que llegamos y eso no está bien. —De pronto Eiji cambia de actitud y Ash no sabe cómo responder a eso—. No me agrada compartir cuarto contigo ni mucho menos interrumpir tu intimidad, sé que no me quieres acá, pero no cabemos nosotros tres en la otra habitación y Max se ve tan cansado, es tu papá.
—Bien, entonces tú duerme en el sofá. —Eiji abre los ojos, pasmado—. ¿No eres tan buen chico? Te puedes sacrificar en ese caso.
—Tú realmente eres un terrible anfitrión. —Ash no se esperaba que en serio tomara una frazada, se parara y se dirigiera al comedor—. ¿Sabes qué? Probablemente ronques de todas formas, iré al sofá.
—¡Okumura! —Lo intenta detener—. No dejaré que insultes mi hospitalidad, yo dormiré en el sillón.
—Ya es muy tarde. —Eiji tira la frazada—. Me acomodé.
—¡Bien! —Ash se arroja antes que el japonés—. Entonces supongo que los dos dormiremos acá hoy.
Ash no sabe cómo diablos ambos terminaron apachurrados en un sofá demasiado diminuto para dos hombres adultos, están de espaldas, Ash mirando hacia el respaldo de felpa y Eiji dando la cara hacia el comedor, de repente se siente ridículo por no estar durmiendo en su habitación ¿cómo acabó así?
—¿A tu novio no le molestará que duermas con otro hombre? —Shorter tiene razón, Ash es un genio pero cuando se trata de Eiji Okumura su cerebro simplemente se apaga.
—¿Puedes dejar de molestarme con Arthur? —Siente una patada en su espinilla, ¿así él quiere jugar?
—¿Acaso estoy diciendo alguna mentira?
—Es heterosexual ¿sabes?
—Ajá.
—Solo para que sepas la heterosexualidad existe. —Eiji se da vueltas y Ash siente el impulso de hacer lo mismo, quedan frente a frente en el sofá, es pequeño, es tan pequeño que resulta imposible evitar tocarse, Ash clava las uñas en las fundas del cojín, Eiji hace lo mismo—. Por si acaso.
—Nadie es completamente heterosexual. —Declara—. Así que no des nada por sentado, menos con Arthur.
—¿Nadie? —Eiji esboza una sonrisa pícara—. ¿Ni siquiera tú?
—¿Eh?
—Dijiste que nadie era completamente heterosexual. —Sus mejillas ebullen como si se tratara de un desastre natural, una explosión volcánica o un géiser que despierta, de repente, se vuelve demasiado consciente de la cercanía que tienen y de cómo la calidez de Eiji lo envuelve como una manta—. ¿Me lo puedes confirmar?
El ambiente lo deja totalmente atontado con una taquicardia que le llega hasta la garganta, el cuerpo cosquilleando y la respiración entrecortada, se dice que la sensación irrefrenable asentándose sobre sus entrañas es ya que finalmente puede encarar a Okumura nada más, pero mientras más vislumbra su sonrisa coqueta de doble sentido más nervios le entran. Al final, hace lo que cualquier genio haría.
Lo patea del sillón.
—¡Ah! —A Eiji le toma tiempo entender que lo han tirado—. ¿Acaso eres homofóbico o algo así para golpearme de esa manera?
—¡No! ¡No! —Se defiende exaltado—. Tengo muchos amigos gays.
—¿Cómo cuáles?
—Shorter. —Eiji levanta una ceja, expectante—. Y Shorter, no está fuera del closet aún pero es obvio.
Ninguno sabe qué más decir, Eiji se hace un ovillo contra el sillón, apoya la espalda a la orilla mientras atrae sus piernas contra su pecho, luce tan indefenso.
—De todas formas... —Ash no soporta el silencio—. ¿Por qué te importa lo que pase con el viejo? Ni siquiera eres amigo de Max, lo entendería de tu tutor pero ¿a ti qué te importa? —¡Bravo! Vaya tacto que tiene para decir las cosas, con razón Shorter no le deja hablarle a los niños.
—Me importa. —Pero Eiji acuna su duda—. Por eso te dije algo, me importa.
—¿Por qué?
—Porque Max es un papá.
—Pero no es tu papá.
—Lo sé. —Eiji se encoge aún más sobre sí mismo y Ash tiene la sensación de que ha tocado una fibra que no le correspondía tocar—. Pero es un papá, hace lo mejor que puede, seguramente se equivocó mucho en cosas que a ti te dolían, dijo cosas que te dejaron cicatrices y esas cicatrices nunca cerraron porque no existió una reparación, probablemente no entiende ni la mitad de las cosas que te ocurren aun si se las explicas con calma y por eso puede llegar a ser invalidante, pero es un papá...
—Okumura.
—Y los papás hacen lo que mejor pueden aunque tarden en intentarlo, no todos, por supuesto, pero tu papá tiene esa clase de mirada que da cuenta de tanto amor y si tú no aprendes a valorarla ahora te arrepentirás, puedo garantizártelo, por eso no pude dejar que él siguiera durmiendo en el sofá, le mentí y le dije que tú te ofreciste a compartir cuarto conmigo, estuvo mal, perdón.
Ash queda boquiabierto por el tremendo cambio, es evidente que el tema de la paternidad lo lastima y quiere preguntarle por lo mismo.
—No hay rencores. —Pero no lo hace—. No en esto.
¿Con qué derecho? Ni siquiera se caen bien.
Pero Okumura...
—Yo dormiré en el sillón, tú puedes dormir en tu cuarto. —Aunque le mintió al viejo lo hizo para que él quedara como un hijo considerado, no fue con mala intención.
—No. —Así que al menos puede hacer esto—. Yo me quedaré acá, tú puedes usar mi cama por esta noche.
—Pero...
—Arthur dijo que tenías una competencia importante cerca ¿no? —Los ojos del nipón relumbran, le cuesta creer que haya pesquisado en semejante banalidad—. Mañana veremos bien lo de las piezas.
—Bueno. —Eiji no se hace de rogar—. Buenas noches, Ash.
Ash-u.
Qué lindo suena. Alto. ¿Lindo? ¿Okumura? ¡No!
—¿Qué diablos? —El lince se pregunta a sí mismo acomodándose un cojín sobre la cara—. Algo debe estar muy mal conmigo.
Sabe que efectivamente algo está muy mal con él ya que el resto de la noche sigue pensando en Eiji.
Que no se note que Ash le trae unas tremendas ganas a Eiji aunque ni siquiera sea consciente de eso pero irá saliendo poco a poco con la convivencia, debo decir que me hace absolutamente feliz escribir estas cosas tontas, más luego de andar sacando tanta cosa en la línea del canon o inspiradas en el canon, no, necesitaba una trama estupida para vivir.
Así que de verdad gracias por el cariño, se les quiere caleta.
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