11. Capítulo 10.
Hi~ Volví luego de un buen tiempo, muchas gracias a las personas que me pidieron mantener con vida esta historia y que estuvieron pendientes, de todo corazoncito espero seguirlas y por eso también la actualizó antes de fin de año y al comienzo idelamente.
Como saben, las cosas entre Ash y Eiji se van volviendo poco a poco más tensas y serias, pero hoy nos vamos con Eiji, espero que les guste.
Eiji vive una vida escrita por alguien más.
O algunas veces, así se siente.
Espectador. Impotente. Una carga.
Esos días son especialmente duros y vienen sin razón cómo una ola reventándole la espalda, dándole un latigazo y arrastrándolo al fondo del mar recordándole que sin importar los hilos de fotografías o momentos que cuelgue alrededor de la herida estas siguen abiertas, sí, lo sabe.
No es que Eiji evite cicatrizarlas, es que cada vez que intenta limpiarlas se acaban infectando más sin importar lo duro que talle, el alcohol que use o lo dispuesto que esté a recibir ayuda, supone que un trauma irreparable quedó estacado ahí en lo más profundo de su corazón, le dejó secuelas ser blanco de las constantes críticas de su familia sin nunca llegar a ser suficiente y le dejó secuelas aún peores el pasar al rol de cuidador, cuando diagnosticaron a su padre empeoró y descubrió la clase de porquería que realmente era, cualquier hijo normal se habría entristecido y preocupado por semejante noticia.
Pero Eiji. Eiji. Eiji.
«¿Qué será de mí?» fue lo primero que pensó.
Porque le dio terror tener que llenar los inmensos zapatos de su padre y le dio pena, la desesperanza de sufrir por un papá que no fue y nunca sabrá cómo podría ser gracias a su muerte inminente fueron demasiado para un niño todavía, no quiso dar problemas y se volvió maleable como si fuera plastilina en las manos de su madre, se hizo cargo de su hermana, renunció al deporte, vino a América, lo dejó todo atrás sin quejarse para no ser una carga y cada vez que lo llaman finge que las cosas están...bien.
No lo están, casi nunca lo están.
Acá es donde Arthur le daba ese lugar seguro.
Pero las cosas últimamente se han complicado hasta con Arthur, así qué ¿dónde está su zona segura?
—Oye.
Acá.
—¿Pasa algo? No es que me importe, pero estás poniendo una cara extraña.
Acá es dónde descanso.
—No pasa nada, Ash.
¿Por qué con él?
—¿Estás seguro?
No sé.
—Sí.
Pero es con él.
—Como digas. —Y aunque Ash no impresiona convencido decide acurrucarse en el sillón a su lado.
Eiji no dice nada, no obstante, la presencia del lince resulta aterradoramente reconfortante ¿por qué él? No deja de cuestionarse, le gustaría decir que es meramente empatía, que si se ha apegado es al haber visto cambios en su actitud con Max y que eso en cierto nivel lo sanó, más eso sería subestimar el cariño legítimo que le tomó a Ash, a su gusto horroroso con los libros, a su actitud aniñada, a cómo hace pucheros cuando algo no le agrada aunque finge ser un desalmado, a su ferocidad depredadora y al gatito abandonado que esconde debajo, él que puede disparar un arma sin chistar, él que lastimó de manera irreparable a Arthur y a sus amigos, él que tiene fama de drogadicto, él que lloriquea solo con escuchar el nombre de su hermano y se hace pequeño y entonces realmente necesita un abrazo.
No tiene idea de por qué se aferró de esa forma a Ash, sin embargo, siente que si lo suelta no quedará nada que lo sostenga y caerá.
¿Está mal querer usarlo de reemplazo?
—No es un reemplazo. —Balbucea para sí mismo tan despacio que Ash ni se inmuta, no existe nadie que pueda usar el lugar que Arthur usa en su corazón, son personas totalmente distintas, resulta tan extraño que siendo obvio el rubio no lo entiende—. Ash...
—Mhm. —Están hombro con hombro en el sofá—. ¿Qué pasa?
—¿Por qué estamos viendo una película juntos? —Dijiste que no nos involucraríamos de otra forma.
—Porque yo tenía ganas de verla. —Bufa, lo mantiene simple—. Además, solías pasar tu tiempo libre con ese idiota ¿no?
—Todavía lo paso con él, lo evito, no lo ignoro.
—De cualquier manera dije que me podías usar, considéralo como parte del paquete. —Otra vez, de nuevo está diciendo esa clase de cosas con una expresión sumamente dolorosa—. Por eso.
—Ah. —Eiji se acaricia la nuca, incómodo, decepcionado ¿qué esperaba que sucediera?—. Entiendo.
—Además... —Pero entonces Ash se encoge como si fuera un niño y sus orejas se ponen rojas, de un rojo tan fuerte que resulta imposible ignorarlo, es el rojo entre las lágrimas de una carta de amor, es el rojo en las rosas cuyas espinas se marchitan, es el rojo en el pecho de un pájaro sin alas—. Te estoy devolviendo el favor, tú me consolaste cuando pasó lo de Griffin. —Su nombre es apenas perceptible.
—No hice gran cosa. —Un susurro.
—Si lo hiciste. —Una promesa—. Me escuchaste.
—Solo te escuché.
—Hiciste más que la mayoría. —Un secreto—. Hiciste más de lo que quienes deberían ser mi red de apoyo hicieron, aunque claro, no fue su culpa, yo no les permito estar ahí.
—¿Por qué me lo confiaste a mí?
—No sé. —Ash se encoge de hombros—. Supongo que con el tiempo me he puesto blando, eso pasa cuando te rodeas de viejos sentimentalones.
—¿Eh? —Eiji eleva una ceja, jugando—. Incluso el pequeño y duro lince no pudo soportar estar solo.
—Tal vez. —Sin embargo, Ash le regresa una expresión seria—. Pero ya sabes lo que dicen. —Poco a poco se inclina hacia el extremo contrario del sofá acorralando al japonés—. Un lince y un conejo no pueden ser amigos.
—¿Por qué no?
—El conejo saldría herido, tarde o temprano resentiría las garras del depredador. —Eiji no se permite intimidar, inclinándose hacia el contrario, manteniéndose firme.
—¿Estás seguro de que el lince no se está protegiendo a sí mismo? —Sus jades se mantienen pétreos e indiferentes, se mantienen clavados al rostro de Eiji como si quisiera beber de él—. De todas formas ¿por qué me dices esto ahora? Es la primera vez que pones el tema tan explícitamente.
—¿Podemos no pensar? No tengo ganas.
—¿Qué quieres hacer entonces?
—Tú sabes lo que quiero hacer. —Acá va de nuevo—. ¿Puedo?
Pero es tan fácil caer.
Así que lo deja, abre las piernas para que Ash se acomode al medio, se aferra a su espalda y se derrite bajo el candor de su boca, sus roces son llamaradas de fuego que se expanden desde su cadera hasta lo más profundo de sus entrañas, es una corriente eléctrica, un rayo, un huracán, una explosión entre cosmos y cualquier otro desastre natural, su mente se inunda por el placer al que sus manos lo guían.
—Ash. —Pecaminoso. Prohibido. Obsceno.
—Shh. —Musita en su oreja—. Relájate y dime si quieres parar.
Pero Eiji no quiere parar.
Más, quiere caer aún más hondo con él.
Se cuestiona si esos toques se sentirían tan bien si fuera otra persona y ríe frente a la idea, hundiendo con desesperación sus uñas en su fornida espalda, memorizando cada hueso, músculo, herida y línea de vida que tiene escrita y por la que no ha tenido el coraje para preguntar, ¿con qué derecho? Se lo ha dejado más que claro, aun sabiendo que probablemente esto no signifique más que una descarga para su némesis Eiji decide entregarse, desliza sus yemas en el rostro sonrojado de Ash, se ahoga en el brillo que desprenden sus ojos verdes cuando le levanta el chaleco para quitárselo, navega por las durezas de sus manos apretándolas y lo atesora, sí, puede que para Ash esta sea una manera efectiva de distraerse, una simple pelota antiestrés, ¿pero para Eiji?
—Lo siento por no ser él.
Tal vez no esté enamorado de Ash, más, sin duda este momento es especial.
Íntimo. Único. Imposible.
Es un eclipse entre el sol y la luna, se lo hace saber bajando la intensidad de los toques, paseando la mano sobre el cuerpo del lince, sintiéndolo temblar, viendo cómo abre la boca dado que adora fingir como si lo supiera todo cuando ninguno sabe nada, Eiji se queda ahí dibujando un cosmos atiborrado de estrellas sobre sus heridas, provocando que esa piel pálida y pulcra como el mármol se erice entre el tacto firme aunque delicado, procura ser protector, tierno, dulce, procura ser todas esas cosas que Ash refiere no merecer y se las da en bandeja de plata, lo ve cerrar los ojos y hundirse en la sensación.
Es majestuoso tener a un hombre tan hermoso retorciéndose por él.
—E-Eiji, maldición.
Se pregunta por qué lo hará, es obvio que Ash lo usa, que eso es una excusa para no esconderse tras algo peor como las drogas o las pandillas, no obstante, Eiji es un adulto hecho y derecho que debería saber qué es lo correcto. Esto no terminará bien.
¿Entonces por qué...?
Aunque no encuentra la respuesta entre los jadeos del contrario no se detiene, es extraño, se siente tan vulnerable como poderoso al entregarse y tocarlo, está descubriendo partes de sí mismo que no habían tenido chance de salir a la luz y eso le asusta, sin embargo, entrelazarse a Ash en este lenguaje silencioso, en este momento que solo existe para ellos dos, eso le da seguridad, poco a poco se tocan más descaradamente, bajan hacia cintura, cadera y muslos, los susurros sin sentido perecen, el único eco que importa son sus nombres fusionados en la misma melodía profana. Más. Quiere que él deje una marca imborrable en su piel, una prueba de que esto fue real, de que él fue real.
Ash desabrocha su pantalón y lo toca con una familiaridad que estremece su mundo entero, lo hace con una lentitud tortuosa y sin nunca quitarle la mirada de los labios, entonces Eiji vislumbra el deseo que tiene de besarlo.
—¿Por qué no lo haces? —Le gana la curiosidad—. ¿Por qué no me besas? Hemos ido más lejos que eso, Ash.
—Porque eso es demasiado íntimo. —Respuestas tontas a preguntas aún más tontas.
—Íntimo. —Repite decepcionado—. ¿Y esto qué es? —Hace hincapié en cómo está tocando su muslo derecho por debajo de su pantalón—. ¿Haces esto con todo el mundo? —Un rayo de dolor atraviesa el rostro del lince y así comprende que la ha jodido, ¿a qué se deberá esa expresión?
—Besar es distinto. —Dice con suma tristeza.
—¿Por qué es distinto?
—Porque si te beso habré perdido. —Eiji ladea la cabeza sin entender a qué se refiere—. Si te beso es porque se volvió algo personal y entonces me dolerá.
—Ash.
—Tal vez tenías razón. —El rubio lo recuesta en el sofá—. Tal vez el lince es el cobarde y mantiene a raya al conejo porque sabe que saldrá herido si se acerca, aunque incluso sino ha empezado la guerra él ya la perdió, no tuvo chance del inicio y tal vez, esto es todo lo que puede tener.
—¿Acaso esto es una guerra?
—No lo sé. —Ash aprieta su mano quitándole el resto del pantalón—. Pero esto es todo lo que puedo tener.
—¿Esto es todo lo que quieres tener? —Eiji no sabe cómo reaccionar, más, el corazón le duele como si los toques de Ash fueran navajas.
—¿Importa? —Ríe—. Esto es todo lo que podemos tener.
—Ash.
—Seamos realistas, entre él y yo siempre lo elegirás a él, así que al menos...
Eiji asiente y se aferra con aun más fuerza a sus caricias.
Ambos se ahogan.
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No debería ser tan difícil estar con él.
Pero lo es.
Eiji no puede despegarle la vista a Arthur mientras intenta resolver sus propios sentimientos, todavía puede sentir el resquemor de los labios de Ash en su piel junto a la puñalada en su corazón, ¿qué se supone que está haciendo con su vida? Incluso sin tener una respuesta exacta sabe que está viviendo mal, como si a todos los seres humanos al nacer les hubieran entregado un manual con instrucciones detalladas de sus emociones y su alma y a él se le hubiera perdido, no cree estar enamorado o quizás no tiene idea de qué es el amor, más, cada gesto de Arthur, cada palabra, cada mirada muda es como una chispa que amenaza con encender un polvorín de secretos.
—Al menos disimula. —Para su suerte (¿buena o mala?) Yut-Lung está ahí, haciendo de cable a tierra.
—Perdón. —Se disculpa por inercia—. ¿De qué están hablando? —Y tiene suerte de estar escondido al fondo de la reunión, donde todas las sombras son iguales y puede pretender encajar, casi como si vistiera encima un traje de carne.
—De la contienda que tendrá con Ash.
—¿Qué? —Eiji parpadea. Una. Dos. Tres veces. Abre la boca—. Estás bromeando.
—No, no bromeo.
—¿Por qué no he escuchado nada acerca de eso? —Su voz se rompe con una incredulidad sangrante, no es que Arthur esté en obligación de comentarle sus planes, mucho menos si lo ha estado evitando y aun así, se siente herido al escucharlo de la boca de Yut-Lung—. ¿Por qué no sabía?
—¿Dónde has estado este último tiempo? —El chino se acerca para golpearle la frente en un ademán de encender sus neuronas igual que un motor oxidado de auto—. Arthur desafió a Ash a una riña de un solo hombre hace días.
—No me había enterado. —Nunca me entero de nada.
—¿Y de cuál bando estarás? —La pregunta lo indigna al punto de que le hierven las orejas y le aprieta la mandíbula—. Sé que eres el "mejor amigo" de Arthur. —Las comillas en el aire le resultan bastante innecesarias—. Pero lo has estado evitando este tiempo, no es que el tema me interese, más, preciso conocer todos los factores para saber a quién debo apoyar y lo quieras o no, tú eres clave entre ellos dos, señor evitador.
—No lo estoy evitando.
—Por favor.
—¡Es verdad! —Grita en voz baja, no llamará la atención—. No lo he hecho.
—Lo has hecho. —Es cortante—. Justo en el periodo donde él impresiona estar saliendo con alguien más, pero qué coincidencia.
—Eso no tiene nada que ver.
—¡Por favor, Okumura! —Ríe, golpeándolo aún más fuerte en la frente, hundiendo sus garras al igual que lo haría un ave de rapiña en un cadáver—. Lo tiene todo que ver, no soy tonto.
—¿Cómo se relaciona? —Eiji es terco y se mantiene impermeable, no sabe si es porque aún no confía en Yut-Lung o porque está lamiendo sus propias heridas—. Explícame, por favor.
—Mira, no fingiré que entiendo tu situación porque nunca he tenido un amor unilateral. —Yut-Lung lo dice con tal petulancia que Eiji rueda los ojos—. Pero hasta un ciego podría ver lo valioso que debe ser Arthur para ti, estés enamorado o no debe asustarte que te reemplace o que la brecha se vuelva demasiado dolorosa, ya sabes, que tú lo quieras mucho más de lo que él te quiera, es esperable para los mortales como tú que eso les de miedo.
—Él no me reemplazaría, lo sé. —Se pone defensivo. Recio. Protector.
—Y aun sabiéndolo puede darte miedo.
—Eso no... —Eiji se abraza a sí mismo—. Eso puede tener un poco de sentido. —Y se abre porque ni siquiera tiene a una persona de confianza para desahogarse sobre esto—. Aun no entiendo cómo se llama lo que siento, pero sé que no me gusta, odio estarme portando tan raro y ni siquiera explicarle.
—¿Has pensado en explicarle? —Yut-Lung se suaviza y de repente, el ambiente cambia entre los dos.
—Sí. —Y ninguno está prestando atención a la reunión—. Pero me da miedo que eso ponga las cosas aún más raras, ¿qué pasa si me malentiende y cree que todo lo que he hecho es por interés? O peor, ¿qué pasa si realmente estoy enamorado de él y eso le da asco?
—Arthur no se ve muy heterosexual, perdona que lo diga.
—No sentiría asco porque soy un chico. —Le explica—. Sino porque soy yo. —Y poco a poco lo acepta abriendo la herida—. Él ha tenido una vida difícil, no quiero complicársela aún más, te prometo que intento volver a ser el apoyo que siempre he sido sin embargo siento que algo se quebró en mí y ya no puedo seguir fingiendo que todo sigue igual.
—Eiji.
—No sé por qué te estoy contando esto, no es como si fuera a cambiar algo. —Ríe volviendo a centrar su atención en Arthur, sintiendo y ocultando cuidadosamente los turbios remolinos que lo consumen hasta los huesos—. Pero quería contárselo a alguien y ese alguien acabaste siendo tú.
—Tienes razón, no puedo cambiar nada. —Yut-Lung lo abraza por la espalda, el toque es forzado, es evidente la falta de experiencia que tiene este chico consolando a otras personas—. Tampoco sé qué debería decir en una situación así, lo lamento.
—Está bien. —Ríe—. En serio.
—Pero de todas formas. —Yut-Lung no ha acabado—. Me alegra que me hayas contado.
—¿Eh? —Eiji quiere despegar su cara para mirarlo y no obstante, el sutil sonrojo coloreando la punta de sus oídos da cuenta de su sinceridad—. Me alegra haberte contado en ese caso. —Por ende, elige acurrucarse y absorber el momento—. Espero que podamos ser amigos.
—No te pases de la raya, qué asco.
—Los mejores amigos.
—¡Ni muerto!
Pero aunque dice eso, Yut-Lung no hace nada para alejarlo.
Eiji logra mantenerse firme el resto de la reunión en su papel de confidente y aliado, comprendiendo a lo que Arthur quiere llegar con esta riña y quedando en una encrucijada aún más grande porque a pesar de que odie admitirlo Yut-Lung estaba en lo correcto, es evidente que seguirá con su rol, no es capaz de traicionar a Arthur pese a sus propias emociones incómodas devorándole los huesos al igual que los gusanos en un cadáver, pero aun así. Ash. Dios. Ash es tan complicado de explicar. No tendría que importarle si sale herido.
Pero. Pero. Pero.
El conejo saldría herido, tarde o temprano resentiría las garras del depredador.
Pero Ash le importa y Eiji odia eso.
—¿Por qué tienes que llegar tan lejos? —Así que hace lo único que puede hacer para no levantar las sospechas de sus aliados y toma un foco preventivo—. Es peligroso, no pelees uno a uno contra él.
—Sé que es peligroso enfrentarlo de esta forma. —Arthur suspira, Eiji lo abordó mientras trataba de encender un cigarro a las afueras del almacén—. ¿Pero qué otra opción me queda? Por fin me están tomando en cuenta como si fuera un igual, no solo otras pandillas, sino los mandos mayores, la gente que siempre Lynx supo tener enredada en la punta de sus dedos y por eso la vida se le facilitaba, yo quiero tener esa clase de conexiones, necesito ganar terreno.
—Estás hablando como un simple pandillero.
—Es lo que soy ¿verdad? —Arthur prende el cigarro girando una vez la rueda del encendedor, Eiji se mantiene clavado, enfrente, vislumbrando cómo las chispas se alzan furiosas para extinguirse con la misma intensidad, se cuestiona si así será su supuesto enamoramiento y si esa es la naturaleza acerca del amor para soltar una sonrisa cenicienta—. Un simple pandillero.
—Sabes que eso es mentira.
—¿Por qué voy a la universidad contigo? Ni siquiera eres capaz de verme en el campus a esas alturas.
—Eso es porque... —Los ojos de Arthur se clavan como dagas afiladas en su garganta, Eiji no sostiene el contacto visual, no puede—. He estado muy estresado. —Excusas, excusas, excusas y más excusas.
—Estresado. —Arthur se oculta tras la cortina de humo—. Pronto tienes una competencia, ¿no? Casi lo había olvidado.
—La tengo. —Eiji aprieta sus palmas contra su suéter, se limpia el sudor y esconde su corazón herido.
—¿Por fin me estás haciendo caso, te estás manteniendo al margen de las cosas que podrían hacerte daño? —No lo deja responder—. ¿Te estás manteniendo lejos de mí?
—Tú no me haces daño.
—Y aun así... —Arthur le da una profunda calada al papelillo—. Te estás manteniendo al margen.
—Sí. —Lo suelta, ambos yacen inmersos dentro de una espesa cortina de tabaco, el resqueme de un perfume familiar perece bajo las cenizas que chocan contra la poza de mugre y se pierden en aquella noche sin estrellas—. Me estoy manteniendo al margen, lo notaste.
—¿Cómo podría no haberlo hecho? —Ríe para tapar el dolor—. ¿Me vas a contar lo que pasa contigo o voy a tener que seguir adivinando?
—Es complicado.
—Desde que Ash empezó a fijarse más en ti las cosas han estado "complicadas". —El papelillo se cae contra el piso—. Por eso debo deshacerme de él pronto.
—Tú no haces las cosas así.
—Tal vez ese era el problema. —Lo confronta—. Qué no he sido lo suficientemente Ash Lynx.
—Ash tampoco hace las cosas de esa manera.
—¿En serio? —Arthur le sonríe, más, es una sonrisa de pura pena—. Pues lo siento por no poder ser lo suficientemente Ash Lynx para ti.
—Arthur.
—Esta es una guerra de poder, puedes quedarte atrás sino te gusta. —El rubio pasa al lado dejándole el alma helada—. No sería la primera vez que lo haces.
—¿Realmente quieres dejar las cosas así? —La desesperación se rompe, se tuerce y se enrolla en su voz—. Por favor, hablemos, somos amigos.
—No sé si lo que tenemos se puede seguir llamando amistad, creo que necesitamos distancia.
—Pero.
—Perdón.
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Ibe no está cuando regresa al apartamento, de hecho no hay nadie más que Ash y eso empeora toda la situación mental, su imagen debe ser precaria, lo entiende, a fin de cuentas Eiji ha intentado cargar con mucho y seguir adelante como si se tratara de un caballo de carrera, arrastrando las patas incluso si están heridas en la pista porque una vez pare sabe que lo reemplazarán y no puede permitirse eso si vive una vida escrita por y para alguien más.
Ash no está del mejor humor, no es necesario que le diga algo para anticiparlo, aunque no lo admitan se conocen a la perfección y tal vez sea por eso mismo que el ceño del rubio se suaviza, casi como si entendiera que acaba de pasar por un momento sumamente duro y regresa lamiéndose sus heridas, heridas que él mismo ocasionó y que ahora lo aquejan, no dicen ninguna palabra, no tiene ganas de darle una explicación, los ojos de Ash brillan con la realización y entonces pasa, con una ternura que resulta impropia para el depredador se acerca, envolviéndolo entre sus brazos, sintiendo el latido de su corazón intensificarse hasta ser errático, acurrucándolo, protegiéndolo y fingiendo que le importa porque a esto ambos están jugando.
¿Esta será la naturaleza de usarse mutuamente?
—Lo siento, fui un idiota esta mañana. —Entonces le dice como si fuera su pareja, no debe de olvidar que no lo es—. No quise causarte un mal rato, me desesperé.
—¿Por qué quieres tanto tocarme? —No es lo que quería preguntar, más, lo pregunta.
—Porque... —Y aunque Ash es recio de hablar sobre sí mismo, no lo suelta, no lo aleja—. Te dije que el viejo me adoptó en circunstancias feas ¿verdad?
—Sí.
—Entremedio hubieron personas malas y en un punto el contacto físico se sintió mal. —Eiji no sabe qué decir así que no dice nada—. Contigo no es así, por eso insisto, puede ser egoísta pero conservo la vaga esperanza de poder mejorar con esta clase de cosas.
—Ya veo.
Eiji esconde su cara contra el pecho del lince, ¿no es irónico que el hombre por quien debería sentirse amenazado le da más seguridad que sus propios amigos? No quiere pensarlo, permite que el mundo se caiga a pedazos y que el tiempo se paralice mientras recuerda la pregunta de Yut-Lung, no debería ser fuente de vacilación, su hogar es Arthur, siempre lo ha sido, siempre lo será ¿entonces por qué...?
—¿Pasó algo mientras estabas afuera?
—Creo que lo arruiné.
¿Entonces por qué?
—Creo que lo arruiné y no lo puedo arreglar.
¿Por qué Ash...?
¿Las cosas están tomando un peso evidentemente distinto para estos dos? Yep, se va a notar especialmente en los siguientes capítulos y nos iremos enfocando otra vez en el pov de ash ants de volver a eiji.
Así que mil gracias por el apoyo y el cariño.
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