10. Capítulo 9.
Hi~ Me quede en deuda con un capítulo bien importante porque este es el desarrollo más honesto de Ash, así que acá estamos, estos días deberían andar más ligeros y amigables con las actualizaciones por lo mismo porque me niego a soltar este fic hasta acabarlo, así que mil gracias a quien sigue pendiente.
Espero que les guste.
¿No es impresionante la diferencia que hace una persona?
Porque Ash ya ha estado sentado exactamente en esta misma aula de clases, no obstante, fue apenas tolerable el parloteo estúpido de los demás estudiantes, las mesas gastadas, las cortinas polvorientas y los libros tan anticuados que temió deshacerlos al tocarlos, ya oyó las lecciones sobre Salinger y ya pensó que él debería dar la catedra puesto que sus conocimientos dejaban en desventaja al docente.
Ash ya estuvo acá y fue insípido, soso y aburrido.
Pero ahora...
—¿Por qué estás haciendo la tarea? Ni siquiera es tu clase.
—Tú quisiste que te acompañara. —Eiji lo regaña—. Si voy a estar en una clase lo mínimo es prestarle atención, ¿no crees?
—Aguafiestas. —Chista—. Realmente eres un estirado, onii-chan. —Y usa la última palabra de mofa.
—Deberías hacer la tarea como los demás. —Eiji grita en un murmullo, lo que ¿hola? Es simplemente su tono de voz normal, la mayor parte del tiempo ese tipo carece de sentido—. Ya estás aquí después de todo, ya pasaste lo más difícil, ¿verdad?
—Sí. —Y la menor parte del tiempo hace que él lo pierda—. Supongo.
Porque aunque está sentado en exactamente la misma fila, la misma silla, en el mismo salón de antes el aula se siente distinta a su lado, mucho menos monótona y más iluminada (si es que tiene sentido).
Ash intenta mantenerse absorto en su tarea, sin embargo, no puede apartar la mirada de Eiji, supone que nunca ha tenido chance de vislumbrarlo detenidamente ya que siempre está ocupado gritándole o desafiándolo a reñir, así que lo mira y parte por su mano derecha, esa que sostiene su mentón, esa que aprieta la suya cuando hace caras que nadie más debe ver, es suave, tibia y es tan diminuta que ambas le caben en una sola palma, sigue por su mentón de bordes finos y redondeados por la grasa de bebé que aún no pierde incluso siendo dos años mayor, sus pestañas entintadas que aletean cada vez que cambia de párrafo en la tarea, su nariz de botón, sus cejas espesas, su flequillo que es pelaje de conejo, sus labios perfectos y carnosos, Ash nunca los ha probado y le encantaría, el pensamiento hace que hasta sus orejas ardan y su cara escalde. En resumen Eiji tiene una apariencia normal, fofa, aburrida y simple.
Mentira.
Porque cada trazo de lápiz, cada inclinación de cabeza mientras lee y cada tiritón de sonrisa es como un poema que cala hacia lo más profundo de su ser, no debería sentirse deslumbrado por su némesis ni tampoco debería permitirle ver tanto, a pesar de saberlo no puede controlar el cosquilleo que hay en su estómago cuando sus miradas se cruzan y el resto del mundo se desvanece.
«Él no es tuyo», repite una voz en su cabeza.
Él es de Arthur, solo te lo están prestando.
Debería parar, mientras más se acerca a Eiji más le duele y se sigue acercando, ¿acaso es masoquista? Pero sabe que para cualquiera que esté viendo desde afuera será obvio: está embobado por el nipón.
—¿Qué? —Y Eiji también lo detecta en cierta medida—. ¿Por qué me ves tanto? No te quería prestar atención pero me estás poniendo nervioso, así que... ¿por qué me miras así? —Porque eres hermoso.
—Estás tardando demasiado en leer una sola página, creo que moriré de aburrimiento antes de que acabes el texto completo.
—¿Por qué no pruebas tú leyendo japonés en ese caso? —Chista totalmente indignado, Ash ama ver sus expresiones de enfado porque infla las mejillas y luce realmente gracioso, quiere pellizcarlo—. A ver si te es tan fácil leer en un segundo idioma mientras sigues aprendiéndolo.
—No sé japonés.
—Pues aprende.
—Deberías enseñarme.
—¿Eh?
—Japonés. —¿De dónde salió esto?—. Me gustaría aprenderlo.
—¿Por qué? —Eiji se muestra genuinamente desconcertado—. Te lo estaba diciendo para fastidiarte.
—Porque quiero conocer más de tu mundo. —Y Ash sigue saboteándose de esta forma ¿qué le pasa?
La primera regla de supervivencia que aprendió gracias a Dino fue que no se puede permitir esto, las cosas que componen una vida normal están fuera de su alcance, ya pasó el duelo en su niñez con un gélido casi ensayado, sabe que no puede entablar relaciones íntimas con nadie, ¿por qué? Porque si lo hace eso implicará revelar un pasado que no tiene fuerza para desenterrar, ni a Shorter le permitió cruzar esa línea siempre dejando un espacio vacío que prefería que su amigo rellenara, las cosas que la gente da por sentado como mostrar interés o ser frágil para él son un lujo.
No puede. No debe. Eiji ni siquiera es suyo.
—Quiero saber más de ti. —No debería hacer esto por lo mismo, solo hay un posible final y lo sufrirá.
—Ya veo. —Pero existe algo en la sonrisa tímida de Eiji o en cómo se acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja para disimular sus nervios que lo embelesa y lo vuelve valiente, el riesgo valdrá la pena, lo jura—. Enseñarte japonés me parece justo, tú me ayudaste para mis ensayos, ¿lo recuerdas?
—Cierto. —De repente Ash se siente cohibido—. No puedo dejar que mi onii-chan repruebe y menos con una competencia tan cerca ¿cierto? —Arthur lo mencionó hace tiempo y odia recordarlo por él.
—La tengo, por eso me quedaré a practicar en la tarde, tengo la cancha para mí solito.
—¿Eh? Debes ser el mimado del equipo para que te dejen hacer eso.
—Tengo hasta un apodo. —Dice con orgullo y no se lo esperaba—. Fly boy, me lo puso el entrenador.
—Te queda. —Ríe—. Eres un conejo volador.
—Tch.
—¿Arthur irá a la práctica? —No existe forma natural de preguntarlo—. No es que me interese saber.
—No lo invité. —Eiji clava la mirada en su tarea, Ash odia esa clase de mirada tan descorazonada, ya conoce al causante—. Él tenía muchas cosas que afinar con la pandilla hoy, no quise ser una molestia, no lo iba a poner entre la espada y la pared.
—Eiji.
—Además. —El japonés sonríe—. Todavía lo sigo evitando, no me siento listo.
—Oh. —Ash se cubre la cara con una palma—. Es una pena. —Y aunque dice eso está ocultando una sonrisa.
¿Desde cuándo se convirtió en un monstruo posesivo?
No le molesta que Eiji interactúe con otras personas (dado que eso sería completamente disparatado considerando su relación actual) y sin embargo cuando se trata de Arthur lo jode. Realmente le cuece la sangre saber del maldito porque tiene tanta suerte de tener a Eiji en su vida, ¿qué no daría él por poder...? Aun así, Arthur prefiere romperle el corazón, puede verlo con suma nitidez en el rostro del japonés, en la inmensa tristeza en sus ojos cuando habla de él o lo mira a distancia casi como si fuera inalcanzable. Ash testifica eso. Le duele. Le punza. Lo odia. Ni siquiera le pertenece, Arthur no le está quitando nada, Eiji no lo quiere, él no quiere que lo quiera pero aun así su corazón duele como nunca nada ha dolido cuando lo escucha hablar de otro chico.
¿Por qué será?
Asume que se volvió posesivo porque el tiro le salió por la culata, como ha generado una proximidad física con Eiji que disfruta tanto (por primera vez) no quiere renunciar a eso. Ja. Qué egoísta.
Pero no puede olvidar que es solo un reemplazo temporal de Arthur.
Nada más.
—¿Tenías que seguirme hasta acá?
—No te estoy siguiendo, dio la casualidad de que yo también venía para acá.
—¿Debajo de las canchas? —Eiji alza una ceja, incrédulo—. Nadie más conoce este lugar. —Está bajo las graderías de madera en una zona escondida que permite ver la facultad deportiva a través de los tablones, es un rincón completamente ajeno al resto de la universidad, un oasis silencioso, un Edén.
—¿Nadie?
—Bueno, a Yue que lo traje una vez. —No quiere preguntar—. Pero nadie más lo conoce.
—Ni siquiera Arthur.
—Es mi lugar para pensar. —Chista—. Me gusta tener cierta privacidad a veces ¿sabes?
—Y viniste a pensar en estos momentos. —Ash se burla—. La clase realmente te debió dejar cansado.
—Literatura no es lo mío.
—Ni lo mío. —Ash se acuesta sobre el pasto usando sus brazos de almohada, mira el cielo pero todo lo que ve son tablones de madera y suelas de zapatos—. No sé qué es lo mío.
—¿Cómo terminaste en literatura? —Eiji se recuesta a su lado con la misma facilidad, está muy cerca, tan cerca que puede saborear su respiración al borde de sus labios, tan cerca que si lo quisiera podría contar cada una de sus pestañas y dividirlas en racimos—. No es una crítica, creo que te sienta.
—No es una historia grandiosa.
—Eso me toca decidirlo a mí. —Entonces Ash presiona sus pestañas, se resigna a que Okumura gane.
—Mi hermano escribía poemas, me los solía mandar todo el tiempo cuando estaba en Irak y de niño quería sentir que lo tenía más cerca, nunca pude entender la gracia de la poesía, por supuesto, ¿pero la literatura clásica? Con eso conecté. —Hablar de Griffin siempre es un tema duro y no ayuda saber que sigue vivo cuando ya lo había enterrado—. Fue un salvavidas en Cape Cod.
—¿Cape Cod? ¿Vienes de un pueblo pequeño?
—¿Te sorprende? —Ash esboza una sonrisa felina—. Debiste pensar que era un citadino. —Okumura se limita a asentir, no ha interrumpirlo, le está dando el pie para desahogarse—. No recuerdo mucho, pero sé que mis años más felices fueron con él, de niño te aferras a cosas pequeñas para no volverte loco y los libros fueron lo que me mantuvo esperanzado, ya de adulto entendí que era una estupidez, no porque dos personas lean significa que tienen una conexión especial. —Quienes lo abusaron eran las personas más cultas y estudiadas que alguna vez conoció, después de todo—. No tiene valor.
—Yo creo que sí lo tiene. —Entonces Eiji hace lo que tiende a hacer y acuna un trozo suyo, lo limpia usando las mangas de su suéter aunque las rasgue, lo pule y se lo regresa siendo algo completamente diferente, algo nuevo—. Tiene un valor especial si eso te mantuvo pensando en él, eso significa que los libros no son solo libros para ti ¿cierto? Son Cape Cod y son Griffin.
—En serio eres increíble. —Gruñe tapándose la cara con el antebrazo—. ¿Por qué estoy contándote esto?
—No sé. —Tararea—. Quizás me tienes confianza, la gente dice que la evoco.
—Confianza mis pelotas. —El lince lo patea encima del pasto.
—¡Ash! —El moreno gimotea y como es muy maduro le regresa el golpe con creces—. ¡Patear es mi sello personal!
—¡Pues dos pueden jugar al mismo juego! —Haciéndole honor a su título de depredador se le arroja encima acorralándolo contra el suelo—. Hace tiempo no estábamos en esta situación. —Bromea.
—No la echaba de menos.
—Es cierto, ahora te gusta estar debajo de mí en otras circunstancias. —Ash se inclina para susurrarle al oído, Eiji enrojece diez tonos más antes de taparse por inercia la nuca—. ¿Eh? —Sus jades se clavan hambrientos sobre su cuello, cerca del área escondida—. Te quedó una marca. —Se percata.
—Corrección. —Chista—. Tú me dejaste una marca.
—¿Dónde más querías que pusiera mi boca? —Aunque se lo pregunta con un tono picarón y burlón.
—Nunca me has besado. —Eiji le responde con una seriedad que lo deja congelado—. ¿No te gustan los besos? ¿Es eso?
—N-No es eso. —¿Por qué diablos está tartamudeando?—. Pero besarnos sería, ya sabes. —Eiji alza una ceja invitándolo a seguir—. Gay.
—¿Es en serio?
—Es absolutamente en serio.
—Ash, has tocado mucho más que mis labios.
—Una cosa es ser enemigos con ventaja y otra totalmente distinta es besarte. —Espera que Eiji se lo tome a mal por su feo carácter, que lo pateé o chille y olviden el tema, no obstante, se ríe, es distinta a una carcajada maliciosa de burla, esta es una risilla de aleteo de mariposa inocente, cándida, dulce.
—Cuando te pones así también pareces ser un primerizo. —Le explica extendiendo su mano para así acariciarle el rostro, quema, el toque de Eiji es una llamarada sobre su piel pálida—. Eso me apacigua.
—Y-Ya veo. —Ash no se quita de encima—. Me alegro de que lo sea.
—A mi igual. —Eiji tampoco lo corre.
Se quedan así durante una eternidad demasiado fugaz para su gusto, con él acariciando la mejilla de su némesis y paseándose casualmente por sus labios, cada toque es una corriente eléctrica que aviva un fuego que creía extinto en su interior ¿qué es esto? Solo al presionar su boca con su pulgar y verlo a los ojos comprende que sino lo ha besado es porque no habría vuelta atrás, es una línea que nunca debe cruzar, probablemente Eiji guarde el primer beso para alguien importante, un chico que estudie y sea decente, que tenga buenos modales, sea amable y culto, que no se meta en problemas ni tenga un pasado jodido, alguien como Arthur. Alguien que no es él.
Así que se aleja por el miedo y la duda, si es demasiado codicioso perderá lo poco que tiene, lo poco que ha robado dado que esas caricias, esas miradas y ese amor...no le pertenecen ni le pertenecerán.
—¿Qué sucede? —Eiji lo nota extraño y se preocupa, es por esta clase de cosas que Ash termina tan confundido, porque es gentil y eso lo hace sentir especial cuando no lo es—. ¿Ash?
—Solo estaba pensando.
—¿En qué?
—En que con este acuerdo que tenemos tengas cuidado. —Ríe y se refugia—. Odiaría que terminaras enamorado de mí o algo así, imagina el dilema en donde quedarías.
—Puff. —Eiji ríe y su risa es una daga—. ¿Crees que me enamoraré de ti?
—Es decir, eres un novato en esto, soy el primero.
—Pero tú lo dijiste, es distinto lo físico a lo emocional y comienzo a entenderlo, es mucho más simple de lo que pensé mantenerlo separado. —¿Por qué duele que le digan algo que ya sabe?—. Me habría gustado en otras circunstancias llevarme mejor contigo, siento que podríamos haber sido amigos.
—¿Por qué habría querido ser tu amigo? —Ash se levanta de golpe—. Si estamos en esto es porque ambos quedamos atrapados con el otro en contra de nuestra voluntad, sino fueras tú tendría nuestro acuerdo con otra persona, no tienes que ser tú, no eres especial.
—Oh. —¿Por qué luce tan dolido?—. Tienes razón, eres muy popular. —¿Por qué se está levantando?
—Eiji.
—Ya debería ir a practicar. —Se excusa—. Gracias por dejarme acompañarte a clases.
—Yo te lo pedí. —Eiji le sonríe una última vez.
—Y yo te acompañé.
¿Por qué las cosas se tornaron en esto?
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No puede sacarse a Eiji de la cabeza, ansiaba verlo practicar, más, no tuvo el coraje para acompañarlo luego de decir semejantes estupideces, las cosas serían más sencillas si fueran de esa forma, si fuera capaz de reemplazarlo con cualquier otra persona porque él se siente reemplazable, eso lo aterroriza más allá de lo tolerable, él no quería apegársele, no quería quererlo, no quería necesitarlo, no quería anhelarlo y sobre todo, no quería darse cuenta de sus sentimientos sin corresponder, es más sencillo trazar la línea acá, apuñalarse antes de que lo hieran y huir para que no lo abandonen, es una mierda.
¿Y la peor parte?
Qué ni siquiera lo dejan hacer bien su trabajo porque ahora le gusta ir a la universidad y no se aprecia digno de liderar a la pandilla, ¿cómo explicarles eso?, ¿cómo decirles la verdad? ¡Sencillo! No puede.
Así que junta su porquería y regresa al callejón, el cielo está totalmente oscuro, deben ser las cuatro de la mañana y Downtown está desolado, las farolas apenas alumbran, no hay estrellas y la luna está dándoles la espalda dejándolos en una completa lobreguez, Ash toca el revólver que tiene escondido en el elástico del jeans, Max odiaría verlo en esta situación ¿y Griffin? Vaya decepción que se llevará al enterarse de que es un vago peor que Jim. No. No. No. No es momento de esto, debe concentrarse en el retumbo de las suelas contra el pavimento.
Plic. Plic. Plac.
Viene alguien.
—Shorter. —Reconocería sus pasos a donde fuera.
—Ash. —Su voz es firme. Tosca. Dura.
—No pensé que te vería tan pronto. —Shorter alza el mentón para mostrarle una sonrisa sombría.
—Yo tampoco lo pensé. —Ríe—. Pero acá estoy.
Ambas pandillas permanecen en silencio con los líderes al centro.
—¿Fumas? —Shorter le extiende un papelillo.
—No, gracias. —Ash le da falsa cortesía.
—Acompáñame a fumarme un pito. —Pero el mensaje es claro.
—Más vale que sea de buena calidad. —Y si Ash lo rechaza será rechazar esta posibilidad de amistar.
Ambos permanecen en silencio por un momento, se han alejado de los chicos con la excusa de fumar pero el callejón huele a orines y pueden jurar que algo se murió ahí dentro. Es asqueroso.
Shorter aprieta los ojos antes de darle una calada profunda al pito, sus rasgos no tardan en suavizarse casi como si las cenizas fueran la manifestación de sus dolencias, Ash eleva su cigarro sabiendo que todos los demonios son internos y que quemar las cenizas no acabará con el infierno, lo ha intentado, trató pero las llamas solo se hicieron más grandes. Ríe. La atmósfera está cargada de tensión.
—Shorter. —¿Seguimos siendo amigos?
—Vengo a arreglar las cosas. —El chino le roba las palabras de la boca—. Fui injusto contigo y estuvo mal de mi parte.
—¿Eh? —Ash parpadea con incredulidad—. ¿Fuiste injusto?
—Me descargué contigo, supongo que estaba celoso. —Shorter amortigua una risa con el humo del cigarro mientras deja caer su espalda contra la pared de ladrillos—. Sé que hay muchas brechas entre nosotros, no soy ciego, sé que eres más inteligente, más hábil, más culto y tienes más oportunidades incluso sino las quieres pero en esto es lo único en donde somos iguales, acá somos perros callejeros.
—Lo somos. —Sonríe con tristeza pensando en sus subordinados—. Todos nosotros.
—Y verte desligarte y dejarme con todo fue como decirme "soy demasiado bueno para esto". Sé que no lo hiciste con esa intención y que lo interpreté porque soy inseguro, pero no sé, exploté y cuando los chicos mencionaron a Okumura lo usé de excusa para atacarte.
—Wow. —Ash deja caer el porro de pura sorpresa—. No lo había visto así. —Porque Shorter siempre impresiona tan seguro de sí mismo.
—Pues así pasó.
—Es gracioso.
—¿Qué cosa?
—Es cierto, en nuestra amistad hay brechas y yo también las siento, pero en mi mente tú eres el que lleva la ventaja en todas ellas, no yo. —Ambos comparten una mirada significativa, su relación resulta imprescindible para Ash porque si bien, no puede hablar ni compartir sus traumas, Shorter está cerca del tema, está sentado a las puertas de su mundo esperando con entereza que se las abra—. Perdón.
—Está bien. —Shorter tira la nuca hacia atrás—. Sé que hay brechas como la hermosura o galantería en donde jamás me podrás alcanzar, pero hey, no eres tan feo.
—¡Bastardo! —Ash le da un codazo—. ¡Ya quisieras!
—¡Tú lo dijiste! —Shorter se lo devuelve y ríe—. Hay brechas de belleza que no se pueden negar.
De repente, ambos están riendo.
Ash siente el corazón ligero luego de esa conversación, sabe que no están en las mejores condiciones porque la tuvieron literalmente drogándose y que su situación no ha cambiado, sin embargo, ayuda tener a Shorter de su lado, lo hace sentir menos perdido y reemplazable, su risa perece apenas Eiji vuelve a aparecer en el panorama, es ridículo que el tozudo lo atormente sin siquiera estar presente, pero Ash quiere hacer las cosas bien, ¿por qué? No debería importarle.
Nunca me has besado.
¿Qué quiere con Eiji en realidad?
—También volví porque Arthur fue a hablar conmigo, quería aliarse en tu contra.
—¡Ese hijo de puta! —Chista estampando un puñetazo contra la pared—. Siempre juega sucio, ¿qué le respondiste?
—Por supuesto que lo rechacé, aun estando peleados sé que Arthur no está a tu altura para controlar el centro, Black Sabbath también se negó a unírsele, pero logró convencer al resto. —No le es extraño que Arthur buscara esconder su complejo de inferioridad tras una barrera, debe ser cómodo desafiar para tener una pelea sentado desde su trono, escondido—. Está mala la situación.
—¿Muy mala?
—Como las patas de pollo que cocino.
—Carajo, está asquerosa. —Aunque Shorter frunce el ceño absolutamente ofendido, prosigue.
—Y me han informado que el uso de armas se volvió común, probablemente alguien les facilitó todos los contactos para las ligas mayores. —Sospecha de Yut-Lung—. A menos que nos rebajemos a hacer lo mismo no estaremos a la altura, estamos en desventaja.
—¿Qué busca? Algo debe querer.
—Quiere desafiarte a una pelea cara a cara.
—Ja, no creo que sea una riña limpia, no de su parte. —Porque a diferencia suya, Arthur busca ganar sin importar las consecuencias o los cadáveres que tenga que dejar atrás. Es peligroso.
—¿Vas a aceptar?
—No soy un cobarde, claro que me encontrará si me busca. —Pero Eiji me odiará si lo lastimo porque para él la persona más valiosa es Arthur. No yo.
—¿Pasó algo? —Shorter se pone en alerta—. De repente pusiste una expresión rara, casi como si te doliera respirar.
—No. —Miente—. No pasa nada.
No quiere hacerse cargo.
Porque enfrentarse a esta decisión es un dilema agonizante, sabe que es inevitable el choque, Arthur no se detendrá hasta sentir que lo ha vencido y humillado independiente de las consecuencias y que será peligroso que Downtown caiga en sus manos porque está desquiciado, pero también sabe que si le infringe daño a Arthur será irreparable, no por el rubio per-ce, sino por la sombra de Eiji que se cierne encima, por ese amor que se clava igual que un puñal en su corazón, vaya ironía.
Aunque Arthur lo envidie por "tenerlo todo" para Ash, es él quien lo tiene todo si tiene a Okumura.
Alto. Alto. Alto.
¿Qué son esos pensamientos tan homosexuales y románticos?
—¿Por qué no sale de mi cabeza? —Ash se da un cabezazo contra la pared, frustrado—. Me enferma.
—¿Eh? —Shorter esboza una sonrisa pícara—. ¿Hay alguien en tu mente? —Sus dedos caminan ante su pecho lentamente hasta llegar a su corazón—. O quizás hay alguien acá.
—No. —Se cruza los brazos y chista, está rojo, la cara le quema y las piernas le tiemblan—. No lo hay.
—Está claro que no vas a contarme porque eres Ash Lynx. —Se lo toma como un cumplido, no como una ofensa—. Pero me alegro por ti.
—¿Qué?
—Es raro que muestres interés en otra persona. —Le explica—. Sea quién sea debe ser muy especial.
—Lo es. —Aunque le dijo que lo podía reemplazar—. Mierda.
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¿Cómo se supone que debe entrar a su propio apartamento? No puede llegar y decirle: "Hola Eiji, sé que fui un imbécil pero creo que me gustas y estoy en negación, así que necesito usar el pretexto de que nos ayudamos mutuamente a desahogarnos para sentir que tengo algo de ti, me asustas, nunca pensé que sentiría algo así, pensé que no tenía el derecho, he pasado por cosas muy jodidas gracias a personas muy jodidas, imaginarme una relación me asqueaba, pero contigo... se siente bien, siento que estoy en el lugar correcto a tu lado. Te quiero aunque seas mi enemigo".
—Cómo si fuera a admitirlo. —Brama—. Acá vamos.
Y entra.
Ya es de madrugada cuando regresa, la fina luz del alba se cuela por las cortinas dándole un aspecto de cuento al comedor, Eiji se encuentra sentado en el sillón con la tablet y aunque no quiere hacerse ilusiones, le gusta creer que lo estaba esperando.
—Hola.
—Hola.
Pero el silencio es tan incómodo que hasta le pica el cuerpo, el impulso de evitar la situación lo está matando, no obstante, sus converse yacen clavadas al piso y no quiere dejar las cosas así, qué torcido que así como a Eiji le da miedo arruinar su amistad con Arthur ahora él sienta que camina por encima de cáscaras de huevo para mantener esta tenue chispa de esperanza.
—¿Me estabas esperando? —Se atreve a preguntarle.
—No llegaste a dormir. —Eiji deja la tablet de lado—. Me preocupé.
—Oh. —Ash baja la mirada—. No cualquiera se habría quedado despierto para esperarme. —Y se lo dice deseando que pueda entender el mensaje implícito. Qué sí es especial. Qué es irremplazable.
—Exacto. —Eiji suaviza la mirada—. No cualquiera se habría quedado despierto esperándote. —Ash quiere decir algo, sin embargo, la expresión avergonzada del nipón hace que su mundo simplemente deje de girar para detenerse acá—. Y yo no me habría quedado despierto esperando a cualquiera.
También eres especial.
Ash sonríe y Eiji lo invita a ver televisión en el sofá.
¿Queda mucho desarrollo del AshEiji? Pero potente, el de Ash sobretodo es bien dulce porque este anda enculado desde el prologo y recién ahora se está dando cuenta, así que seguiremos con momentos bien bonitos por un rato, el tema familiar con Griffin y el tema de Eiji y Arthur pasa más adelante a un plano más relevante porque debemos ir cabo a cabo. Vamos con fe.
Muchas gracias por tanto, los quiero caleta.
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