Kazemaru Ichirouta tenía un problema, bueno, varios problemas... Su inevitable adolecer lo arrinconada incesantemente a sentir angustia, era un chico tranquilo y de bajo perfil, pero dentro de sí mismo era incapaz de evitar cuestionarse todo, y por sobre todas las cosas...

Juzgarme a mi mismo...

Lo siento, muchas veces suelo referirme a mi mismo en tercera persona, el solo escucharme en mi cabeza a mi mismo hablar sobre mis inseguridades me molesta, siento vergüenza de mi mismo...

Siempre he considerado que más que pesimista, soy realista, no puedo contener el impulso de mirar siempre lo negativo por encima de lo positivo en mi vida, buscándole un sentido a las cosas, pero muchas veces sin plantearme una solución.

Me encuentro caminando hacia la nada, la atenta mirada de Endou me pesa en mis hombros con la potencia de mil gigantes, quiero darme la vuelta, quiero volver a ver su calida sonrisa y confiar en el, confiar en mí mismo y sentir que las cosas estarán bien... Justo como llevo haciendo todo este tiempo.

Ya no es posible, he tomado una decisión y voy a aferrarme a ella me guste o no, de todas maneras, ya no tengo cara como para volver y fingir que nada ha sucedido.

Soy débil, muy débil, no comprendo la soledad como parte de mi, a pesar de que me acompaña siempre, pero no convivo con ella, me atormenta.

Me susurra al oído todas mis verdades.

"Eres débil"

"¿Que demonios haces aquí?"

"Anda, vuelve al club de atletismo, no sirves para el fútbol"

"Nadie te necesita"

"Lento"

"Mediocre"

"Miedoso"

Basta... ¡Basta ya!

Porfavor... Déjame en paz, ya no quiero más; No quiero seguir sintiendo que todo lo que hago es un despropósito, Endou...

Ni siquiera tengo las fuerzas como para darme la vuelta, tengo que volver a casa cuanto antes, el equipo no me necesita, no soy relevante, soy un pésimo defensa y un pésimo jugador en general...

Malditos mil veces alienígenas, solo vinieron a empeorar las cosas...

Caminaba sin un rumbo fijo, mi mirada estaba perdida, quizás en la inmensidad del océano, o en la infinidad del cielo, no lo sé, se de dónde vengo pero no comprendo hacia donde me dirijo.

No avanzo, por el contrario, estoy retrocediendo, huyo como de costumbre a los problemas... ¿Pero como hacerles frente? Si apenas derrotamos a un equipo inmediatamente llega otro mil veces más fuerte a reemplazarlo.

"Vamos Kazemaru, ánimo, tan solo hay que seguir entrenando"

Si tan solo pudiera poner en práctica tu optimismo... Es como si nada te afectara, eres realmente admirable Endou.

Yo por el contrario no puedo si no dar vueltas una y otra vez en el mismo asunto, intento concentrarme en entrenar, pero apenas hay silencio a mi alrededor comienzo a atormentarme, visualizo la derrota antes de siquiera saber qué es lo que haré, sea como fuere acabo teniendo razón... Otra derrota más a nuestro contador y una oportunidad menos de salvar la tierra.

Cuanto envidio tu fortaleza y optimismo, quisiera que las cosas en general no me afectaran tanto como a ti. A diferencia tuya, yo soy débil y... Bueno, pesimista.

—Lo lamento, mi querido Mamoru Endou... Sencillamente no puedo ser tan fuerte como tú...

Me pare en seco, cabizbajo me dolía hasta el cuello, pero ni siquiera tengo el orgullo como para levantar la cabeza y mirar hacia adelante...

—Tu quieres ser más fuerte... ¿No es así?

Esa voz... Se me hacía demasiado familiar... Mi corazón latía con intensidad, un escalofrío recorrió mi espalda acompañado de un sentimiento de angustia incontrolable.

—Envidias a Endou por su fuerza... ¿Quieres ser tan fuerte y capaz como el? Ichirouta Kazemaru...

De una esquina salió quien yo más temía, su figura era imponente y su voz lo era todavía más.

Se acercó, con esa horrible mirada de confianza y prepotencia, quisiera simplemente golpearlo, desquitarme y hacerle saber con mis puños el infierno que me hacía pasar.

Pero ni para eso soy suficientemente fuerte... No tengo coraje alguno, y está claro, estoy paralizado, soy incapaz de moverme o decir nada.

Una horrible sensación de impotencia de apoderó de mí al tanto que lo veía acercarse lentamente, se veía confiado y su mirada lo reflejaba, en el fondo yo estaba muerto de miedo.

Una vez frente a mi, con su mano tocó mi mejilla, me acarició haciéndome sentir un calor bastante desagradable.

—Si vienes conmigo serás capaz de ser tan fuerte como Endou... O incluso más ¿Que dices?

Estaba en shock, era incapaz de contestarle, pero un impulso dentro de mí me orillaba a acceder.

Con la misma mano con la que me acariciaba pudo su índice en mis labios...

—No necesitas contestarme... Ya sé cuál es tu respuesta.

Si... Yo también lo sé...

Lentamente quito su dedo de mi boca, rodeó mi cintura con sus brazos y me besó, calida y lentamente...

El beso no fue muy largo, pero se sintió bastante bien...

—Ven conmigo... Te daré toda la fortaleza que quieras...

Ya no puedo negarme... Lo lamento mucho... Pero es la única manera de ser tan fuerte como tú, Endou...