
💜Capitulo 10🤍
Eun-Jin
Luego de que se acabara la conferencia, el señor Min se acercó a mi para darme las felicitaciones y decirme que el saldría con el señor Jeon a comer.
Me quedé unos minutos en la sala, para así ayudar a organizar algunas cosas. Mientras desconectaba mi laptop y recogía su cable correspondiente, sentí como alguien posaba sus manos sobre mis ojos, las cuales reconocí al instante.
Como no podría reconocer sus pequeñas manos.
—¿Adivina quién soy? —Cuestiono Jimin con un tono de voz parecido al de un niño pequeño, provocando que una sonrisa se formara en mis labios.
—¿Eres tú, Mochi? —cuestioné en un tono de voz un tanto burlesco, alejé sus manos de mis ojos para darme la vuelta y poder verlo con una sonrisa de labios cerrados.
—¿Estas lista?, Laura está esperando por nosotros.
—Si, ya estoy lista —dije tomando mi laptop para irme.
Tal y como Jimin lo había dicho, Laura estaba sentada en uno de los sillones que había en la sala de espera, se veía muy concentrada en su teléfono.
Jimin y yo nos dimos una mirada de complicidad, así que comenzamos a escabullirnos por detrás de los sillones que estaban detrás de Lau, cuando estábamos justo detrás de ella, habló:
—Sé que están detrás de mí —dijo aún concentrada en su celular.
—¿Como lo supiste? —pregunté sorprendida.
—Son demasiado indiscretos —se burló.
—Pero si no hicimos nada de ruido —se quejó Jimin formando un puchero en sus labios.
—Bueno, aprendan a ser más discretos —respondió Laura con una risita. —¿Ya están listos? —preguntó y asentimos—. Perfecto, el Uber está esperando por nosotros.
Se levantó y comenzó a caminar con nosotros siguiéndola.
15 minutos después...
Luego de que Laura le pagara al Uber nos desmontamos del vehículo, miré hacia el gran letrero del edificio que tenía en frente y mis ojos y boca se abrieron con sorpresa.
"No puede ser", pensé en mis adentros.
—Laura, debe de estar loca —dije en un susurro apenas audible.
—¿Te gusta? —preguntó mientras posaba su brazo sobre mis hombros, yo solo me quedé mirándola—. Lo reservé especialmente para ti.
—¿No crees que es demasiado, Lau? —pregunté con la esperanza de que fuera un chiste, pero para mí desgracia no lo era.
—Nada es demasiado y mucho menos costoso cuando se trata de ti linda.
Empezó a caminar junto a Jimin mientras yo seguía procesando todo.
—¿Qué esperas? Vamos, muero de hambre —dijo Jimin volteando a verme por un momento.
No me quedó más remedio que seguirlos.
—Buenas tardes, señorita, ¿en qué podemos ayudarle? —Le preguntó el personal de la recepción a Laura.
—Buenas tardes, hice una reservación hace unos días.
—¿Me podría decir a nombre de quien, por favor?
—A nombre de Yang Laura.
El chico solo asintió para luego buscar en el ordenador que tenía en frente. Luego de unos minutos, el chico confirmó la reservación.
—Señorita Yang, sígame por favor.
Seguimos al chico y mientras íbamos caminando por el restaurante, pude notar que era muy lujoso y muy bonito.
Luego de atravesar medio restaurante, llegamos hasta un ascensor, el chico le picó al botón que indicaba el tercer piso.
Después de unos momentos el ascensor se detuvo y al salir el chico nos dirigió hacia una mesa que estaba al lado de una ventana.
—Esta es su mesa —indicó—, en unos minutos un camarero vendrá a servirles —dijo despidiéndose con una reverencia.
Nos sentamos y miramos con más detalle el restaurante.
Realmente era hermoso.
Jungkook
Luego de que se acabara la conferencia, pedí que me llevaran a la oficina que era de mi padre.
Estando ahí recorrí cada rincón que aquella oficina pudiera poseer: era grande y su decoración era en tonos oscuros.
Siempre me gustó esta oficina.
Me acerqué al escritorio que era de mi padre, sobre este no había mucho más que un ordenador y un portarretrato.
Decidí tomar el portarretrato, dentro había una foto en la que estábamos mis padres y yo de pequeño.
Mi celular vibró dentro del bolsillo de mi saco así que me apresuré a sacarlo de ahí, notando una llamada perdida al encenderlo.
"¡Agh! que fastidio", pensé en mis adentros.
Mientras veía mi celular alguien abrió la puerta de la oficina y rápidamente volteé encontrándome con el rostro de Jin hyung.
—Hey, te estábamos buscando. —dijo acercándose a mí—. ¿Estas listo? El auto está esperando abajo por nosotros.
—Si, vámonos —respondí dejando el portarretrato justo donde estaba, para luego irme con Jin.
—¿Dónde están NamJoon y Yoongi hyung? —pregunté.
—Ellos están esperando por nosotros.
20 minutos después...
Luego de que el chofer nos llevara al restaurante, le agradecimos y nos bajamos del auto.
Al ingresar al restaurante nos estaba esperando un camarero.
—Buenas tardes, señor Kim —se dirigió a Nam con amabilidad mientras hacia una reverencia. —Hoy seré el encargado de asistirle, permítame dirigirle hacia la mesa que reservó.
El camarero nos dirigió hacia un elevador y estando dentro de este le picó al botón que indicaba el tercer piso. Luego de unos momentos el elevador se abrió y el camarero nos dirigió a la mesa reservada por Namjoon.
De repente, Jin se detuvo mientras miraba a un lugar, me sorprendí así que también me detuve.
—¿Qué sucede hyung? —cuestioné.
—¿Esa de ahí no es tu secretaria? —dijo provocando que dirigiera mi mirada hacia donde estaba mirando.
Era Park Eun-Jin...
—Si, es ella —respondí un tanto sorprendido.
Estaba tan concentrado mirando hacia donde estaba ella, que ni siquiera me di cuenta de que Nam me estaba hablando.
—Jungkook... ¡Jeon Jungkook! —habló cerca de mi oído sobresaltándome.
—Oye... ¿Por qué me gritas al oído?
—¿En qué estabas pensando? Tengo más de cinco minutos tratando de hablar contigo.
—¿Que no te diste cuenta?
—¿De qué? —preguntó Nam.
—Quedó en Jung-shock al ver a su secretaria aquí —le respondió Yoongi. Nam y Jin formaron una "O" con sus labios, mirándose entre ellos.
—Eso lo explica todo —dijo Jin mientras miraba a Nam y a Yoongi Hyun con pícardia.
—¿Que explica? —pregunté confundido.
—Eso no importa —respondió Yoongi—. Se me ha ocurrido una gran idea.
El y Jin se miraron cómplices.
"¿Que estarán pensando?".
—Ya no tienes que decir nada, Yoon —contestó Jin de una manera divertida. —Yo me encargaré.
Los tres comenzaron a caminar y no me quedó más remedio que seguirlos, hasta que de pronto noté que nos estábamos dirigiendo hacia la mesa en la que estaba sentada Eun-Jin junto a dos personas más.
"Que no sea lo que estoy pensando, por favor"
Desgraciadamente ya era muy tarde.
—Hola, señorita Laura —saludó Jin, haciendo que la señorita Eun-Jin y sus acompañantes se levantaran de su asiento.
Eun-Jin al verme bajó la mirada de inmediato, haciendo que cualquier contacto visual que hubiera entre nosotros fuera cortado.
Más sin embargo, yo no quitaba mi mirada de ella.
La chica que la acompañaba hizo una reverencia. —Señor Kim ¿Qué hace aquí?
—Con mis amigos planeamos comer aquí después de la conferencia —respondió Jin con una sonrisa.
—¿Necesita algo, señor?
Jin asintió. —¿Me preguntaba si estaban dispuestos a que compartiéramos mesa con ustedes?
En eso, vi como el chico dirigió su mirada hacia la señorita Park, se acercó a su oído y le susurró algo que hizo que Eun-Jin reaccionara al instante y se quedara mirándolo sorprendida.
"¿Que le habrá dicho?"
El chico le sonrió mientras levantaba una ceja y después nos miró.
—Sería un placer —dijo haciendo una reverencia.
—Perfecto —exclamó Jin con una sonrisa—. ¿Les parece si vamos a un lugar más privado?
Laura y el chico asintieron, Eun-Jin aún permanecía con la mirada baja.
¿Será que la pongo nerviosa?
Con los chicos comenzamos a caminar en dirección hacia donde era nuestra mesa privada.
Decidí darme la vuelta, para ver si Eun-Jin y sus amigos nos venían siguiendo, efectivamente era así a excepción de que Eun-Jin venia hablando con sus amigos, o más bien, parecía discutir con ellos.
Eun-Jin
No podía creer lo que estaba pasando en ese momento.
No quería ser descortés, por lo que desgraciadamente no me quedó más opción que ir con ellos.
—¿Realmente tenemos que hacer esto? —cuestioné insegura, logrando que los dos se miraran para luego echarse a reír de una manera silenciosa—. No es gracioso.
—Tú lo haces ver gracioso —se burló Jimin.
—No sé qué es lo que te pasa, normalmente no eres así Eun.
Laura tenía razón, yo no soy así, ¿qué me pasaba?
Mientras seguíamos a nuestros jefes, noté que nos estábamos dirigiendo hacia un ascensor. Esperamos unos minutos a que este abriera sus puertas, cosa que no tardó mucho en hacer.
El señor Kim Seokjin se hizo a un lado y nos permitió pasar primero, después ellos se subieron. Noté al señor Jeon dirigirse hacia mí parándose a mi lado izquierdo, provocando así que yo me quedara en la esquina.
No tenía escapatoria...
Espera... ¿Por qué pienso en escapar?
¿Qué te está pasando Park Eun-Jin?
Luego de unos minutos, el ascensor abrió sus puertas nuevamente, permitiendo que los jefes que estaban delante de nosotros pudieran salir.
—Señorita Eun-Jin. —me llamó mi jefe, lo miré y él hizo un ademan con su cabeza indicándome que saliera primero.
Negué inmediatamente. —Salga usted primero, señor.
El señor Jeon se me quedó mirando por unos segundos, provocando que yo bajara mi cabeza levemente.
¿Porque su mirada era tan intensa?
Luego de unos segundos, el señor Jeon salió del ascensor, lo cual me permitió poder respirar con más tranquilidad.
—Eun, ¿Te sientes bien? —preguntó Jimin.
—Si, estoy bien —respondí.
Jimin asintió y salimos del ascensor, notando enseguida que estábamos en una sala privada.
—Tomen asiento. —nos indicó el señor Kim NamJoon.
Los tres obedecimos y nos sentamos. Vi que el señor Jeon se sentó en medio, por lo que yo me senté en la esquina de la mesa, junto a Jimin.
Un camarero entró a la sala, hizo una reverencia junto a un saludo y nos entregó los menús a cada uno de nosotros, después se fue, diciendo que regresaría después para tomarnos la orden.
Al mirar la carta, mis ojos se deleitaron al visualizar la cantidad de platillos que había, se veían deliciosos.
Pero así como mis ojos disfrutaban ver toda la comida que había, también se sorprendieron al ver cuanto costaba cada platillo.
"Dios mío... ¿Como puede ser posible que un trozo de carne asada cueste dos mil dólares?"
—No se preocupen por el precio. —escuché la voz del señor Jeon y lo miré.
El se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia mi dirección, lo cual hizo que mis nervios salieran a flote.
—Yo me encargaré de pagar la cuenta —se detuvo y jaló la silla frente a mi para sentarse—. Así que pidan lo que quieran —concluyó sin dejar de mirarme.
Maldición.
Mis nervios comenzaron a traicionarme, por lo que mi hipo se hizo presente. Volví a dirigir mi vista hacia el menú tratando de tranquilizar mis nervios...
Algo qué claramente no conseguí.
Escuché como mis amigos y mis jefes comenzaban a decirle al camarero que platillo querían, a excepción de mí y el señor Jeon.
Miré una última vez el menú y decidí pedir.
—Me gustaría pedir el platillo número diez, por favor.
—Perfecto, ¿le gustaría con vegetales?
—Si, todos menos la cebolla —pedí con cierta timidez, el camarero asintió escribiendo en la pequeña libreta que tenía en sus manos.
—¿No le gusta la cebolla, señorita Park?
—Es alérgica a la cebolla, señor Jeon —respondió Jimin posando su brazo sobre mi espalda dándome leves masajes.
Jimin, Laura y yo teníamos el don de que con solo mirarnos a los ojos ya sabíamos lo que estábamos pensando, diría que es cosa de mejores amigos.
Así que con solo mirar a Jimin pude saber que me preguntaba:
¿Qué te pasa?
Yo simplemente volví a bajar la mirada, Jimin suspiró levemente y siguió masajeando mi espalda.
—Entiendo —respondió en un pequeño susurro audible solo para mí.
Levanté nuevamente la mirada para mirar al señor Jeon, dándome cuenta que su mirada aún permanecía estática sobre mí.
"¿Por qué su mirada tiene que ser tan intensa?"
—Yo pediré el platillo once y una botella de vino, por favor —dijo.
—Perfecto, en unos minutos sus platillos serán servidos.
El camarero hizo una reverencia y se fue.
Mientras nos traían nuestra comida, el señor Seokjin y el señor Namjoon comenzaron a contarnos anécdotas de las travesuras que hacían cuando eran pequeños, incluyendo al señor min y al señor Jeon; eran muy graciosas, sin duda eran unos niños traviesos.
El ambiente se volvió cada vez más agradable, no sabía que mis jefes fueran tan graciosos.
—Oigan, ¿recuerdan cuando hicimos un desastre en la cocina de la casa de Jungkook? —preguntó el señor Seokjin.
—Es algo que será inolvidable.
—¿Y qué fue lo que hicieron señor? —cuestionó Laura.
—Un día, nuestros padres se reunieron en la casa de Kookie para hablar sobre negocios —comenzó a contar el señor Namjoon.
—Nosotros teníamos hambre —prosiguió el señor Min—, pero no queríamos comer lo que la chef estaba haciendo y no teníamos permitido entrar a la cocina porque éramos unos niños entre doce y siete años.
—¿Pues adivinen qué? —continuó el señor Namjoon, haciendo que estuviéramos atentos a lo que él iba a decir—. Pues al señor Seokjin se le ocurrió la increíble idea de que el cocinaría unas galletas para nosotros.
—¿Por qué no se lo pidieron a la chef? —indago Jimin.
—Porque nuestros padres le dieron la orden de que no podíamos comer dulces —respondió el señor Min.
En eso trajeron nuestra comida asi que hicieron una pausa mientras los meseros acomodaban todo en nuestra mesa, después de hacerlo se retiraron con una reverencia, así que empezamos a comer mientras continuaban con su anécdota.
—Bueno, el caso es que esperamos a que la chef terminara de cocinar, para luego nosotros ingresar a la cocina —contó el señor Jon.
—Nos pusimos manos a la obra, harina por aquí, huevos por allá, el chocolate embarrado por todo nuestro cuerpo y rostro y por supuesto, las carcajadas no podían faltar. —El señor Jin tenía una sonrisa mientras contaba la historia.
—Volvimos la cocina patas arriba, estaba vuelta un desastre. —siguió el señor Namjoon.
—¿Qué tal supieron las galletas? —me atreví a preguntar mientras tomaba de mi vaso con agua.
—Estaban horribles. —contestó el señor Jeon, provocando que se escucharan fuertes carcajadas por partes de todos menos del señor Jin, quien estaba cruzado de brazos mientras miraba fulminante al señor Jeon.
—No es gracioso. —le reclamó formando un pequeño puchero en sus labios—. Era la primera vez que cocinaba.
—¿Y luego que sucedió? —preguntó Jimin.
—Nuestros padres se enteraron de lo que habíamos hecho, nos dieron una tremenda regañada y luego nos hicieron limpiar todo, hasta el techo.
—¿Y por qué el techo? —pregunté curiosa.
—Porque al señorito kukencio se le ocurrió tirar la harina al techo, lo que provocó que todos termináramos como fantasmas por la harina en nuestros cuerpos. —respondió el señor Min lo que provocó que yo comenzara a reír disimuladamente por el apodo.
No superaré jamás ese apodo...
Kukencio.
Jungkook
Mientras más miraba a Eun-Jin, no podía evitar dejar de pensar...
¿Eun-Jin aun estará viva?
Sabía que era algo loco, pero por mi mente no podía dejar de pasar esta pregunta, eran demasiadas coincidencias en un solo día, en una sola persona.
Eun-Jin era alérgica a las cebollas.
No podía precipitarme a pensar cosas que quizás solo eran producto de mi imaginación.
O tal vez no.
—KUKENCIO!! —escuché como gritaron mi antiguo apodo, provocando que saliera de mis pensamientos.
—¿Que paso hyung?
—Ven lo que les dije, siempre tiene sus ataques de Jung-shock —comentó Jin divertido por la situación.
—¿En qué tanto pensabas kukencio? —preguntó Yoongi hyung.
—No me llames por ese apodo, hyung —me quejé bajando mi cabeza levemente sintiendo mi rostro arder.
Dirigí mi vista hacia el frente, mis ojos captando como la señorita Park estaba tapando su boca y cerraba sus ojos para no demostrar que se estaba riendo.
¿Se estaba riendo de mi apodo?
¡Dios, que vergüenza!
El tiempo transcurrió entre risas y anécdotas, de vez en cuando me avergonzaban a mi o alguno de mis hyungs, pero aun así pasé un rato agradable. Cuando lo creí correcto pedí la cuenta.
—Aquí tiene la cuenta, señor.
El camarero me entregó una pequeña carpeta negra el cual contenía el monto de lo que habíamos consumido. Saqué mi cartera de bolsillo, para así tomar mi tarjeta y así ingresarla dentro de la carpeta, se la volví a entregar al camarero, quien hizo una reverencia para luego irse.
—Creo que ya es momento de irnos —expresó Jin mientras miraba su reloj de pulsera.
—Si, pienso lo mismo —concordó Nam mientras se levantaba de su asiento, provocando que todos copiáramos su acción. —Fue un gusto haber comido con ustedes.
—El gusto fue nuestro, señor —respondió Eun-Jin haciendo una reverencia.
El camarero ingresó nuevamente a la sala.
—Aquí tiene su tarjeta, señor —dijo entregándome la tarjeta.
Guarde mi tarjeta en mi cartera, tomé un poco de efectivo que tenía y se la entregué. —Mire, aquí tiene esto de propina.
—Muchas gracias, señor, esperamos volverlo a verlo por aquí —hizo una pequeña reverencia. —Que tengan una linda tarde.
—Bien, ya es momento de irnos —exclamó Jin.
Dicho y hecho, salimos del restaurante y esperamos a que nuestros choferes pasaran a buscarnos.
Mientras esperábamos, me fue inevitable no pensar...
¿Será la señorita Park la Eun-Jin que era mi mejor amiga?
Me detuve a mirarla un poco, estaba hablando con sus amigos, se veía muy sonriente a lado de ellos, la verdad es que no tenía mucha diferencia: es alegre, tímida, optimista y muy inteligente.
¿Por qué sentía esas ganas de conocerla más?
Movido por mis impulsos, decidí acercarme a ella.
—Discúlpenme por interrumpirles.
—¿N-Necesita algo... señor? —respondió Eun-Jin volteando a verme.
Asentí. —Necesito que me acompañes a la oficina.
—Está bien, señor —aceptó para después mirar a sus amigos.
—Ve, te estaré esperando en casa —escuché que le dijo su amigo acercándose a ella para darle un beso en la frente.
"¿Será su novio?", pensé al ver aquello.
Después de que se despidió de sus amigos, se dirigió hacia mí.
—Cuando guste nos podemos ir, señor.
Asentí y me acerqué a mis amigos para decirles que ya me iba.
—Está bien, cualquier cosa me escribes —dijo Nam.
—Yo me iré a casa, estoy muy cansado —dijo Yoongi mientras soltaba un bostezo haciéndonos reír.
—Tu algún día te casaras con tu cama hyung —dije provocando que Jin y Nam hyung se rieran más fuerte. —Bueno, ya me voy —me despedí nuevamente para luego dirigirme hacia el auto.
Le abrí la puerta a la señorita Park, ella me miró por unos segundos antes de ingresar y yo imité su acción.
—¿A dónde los llevo, señor? —preguntó el chofer.
—A la empresa, por favor.
El hombre asintió y puso en marcha el auto. El transcurso de camino fue en total silencio, ninguno de los dos emitía un ruido.
Aproveché el silencio para ir formulando las preguntas que le haría, necesitaba saber más de ella para quitarme todas las dudas que tenía.
No había mucho tráfico, lo cual hizo que llegáramos más rápido a la empresa. Al estacionarse el auto en el estacionamiento subterráneo de la empresa, nos bajamos y nos dirigimos al ascensor.
Cuando el ascensor abrió sus puertas le indiqué con mi mano a la señorita Park para que ingresara primero, lo cual hizo sin protesta.
Presioné el ultimo botón del elevador e inmediatamente comenzó a subir, luego de unos minutos se detuvo y salimos.
Comenzamos a caminar en dirección a mi oficina, abrí la puerta y le indiqué que pasara primero, pero...
No contaba con llevarme semejante sorpresa.
"No, otra vez no"
—¡Kookie!
CONTINUARA!!
Hola, los saluda su querida escritora.
Luego de un largo tiempo, les traigo un nuevo capítulo de esta historia.
Espero que la estén disfrutando tanto como yo al escribirla.
Sin más que decir, nos seguiremos leyendo.
Att: Lady_Winter_Color.
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