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Prólogo



Jueves 9 de marzo de 1944



Desde hacía un tiempo, JiMin pensaba que algo no andaba bien con él. Es decir, su hermano NamJoon quedó flechado de su esposa desde el primer momento en que la vio, pero él, cuando conoció a su prometida, no sintió absolutamente nada... bueno... rechazo sí, pero no es algo que diría en voz alta. No. Jamás. Su padre se pondría furioso, además sería descortés.

Todos le dicen que sólo es cuestión de tiempo para que desarrolle sentimientos por aquella chica, porque linda sí es, pero simplemente no le atrae en lo absoluto. Ninguna chica de su clase le ha gustado ni mucho menos llamado la atención y eso que es bastante popular. Basta con sólo pararse en algún lugar para que muchas señoritas se acerquen a él para poder conversar, pero es demasiado tímido como para entablar extensas conversaciones y a veces se siente muy patético por eso. Incluso su padre lo regaña y le pide que sea más "hombre", pero sin faltarle al respeto a las señoritas.

Pero... simplemente no le nace.

En estas últimas semanas ha tenido que pensar demasiado en eso y, aunque quiera, no le abandona la incertidumbre de lo que pasará con su vida después de haber aceptado su futuro. Tiene miedo de equivocarse, además no comparte en lo absoluto los ideales de su familia, siente que es demasiado y extremistas, y está seguro de que su cuñada piensa lo mismo. Ella más que nadie lo sabe.

—JiMin-ah—le llamó SeHun; su padre—Exijo que te concentres en lo que estamos haciendo—demandó con toda autoridad—Has pasado toda la mañana divagando en algún lugar menos aquí. ¿Qué pasa?

El aludido lo miró un poco desorientado; su atención se fijó en su traje pulcro y bien planchado, además de muy costoso. Park SeHun siempre lucía bien, tenía que. Era el hombre más rico de todo Busan, sino es que también de Corea, gracias a que su padre encontró oro en una expedición muy afortunada. Y por ende, heredó toda la millonada y los muchos negocios que construyó en base a eso; exportación de alimentos y demás cosas que se le parezcan. Tenía campos donde se cultivaba trigo, arroz, frijol y muchos tipos de verduras. Además de que tenía muchos establos con ganado y vacas produciendo leche en grandes cantidades. Los Park han sabido cómo aprovechar el mucho oro que poseen y eso los tiene en la cima de la jerarquía del pueblo y del país. Ha habido más familias que descubrieron oro, pero no con la misma suerte que los Park. En Busan eran considerados reyes y una familia muy respetada. No cualquiera tendría la suerte de ser sus cercanos. Por esa razón, muchas señoritas de sociedad, incluso quienes no lo eran, anhelaban acercarse a Park JiMin, y también porque es el único hijo soltero de la familia. Casarse con él sería una bendición, pero para el chico sería una maldición.

—Lo siento, padre—respondió un poco avergonzado e hizo una reverencia—No dormí bien por la noche.

—Requiero de compromiso, JiMin-ah—dijo y se acercó a él para tomarlo de un hombro—Poseemos un imperio en todo Busan y se podría decir que somos dueños de Corea—expresó con mucho orgullo y arrogancia—Tú y tu hermano serán dueños de todo esto. Serán hombres poderosos a los que muchos les temerán, así que debes ser comprometido y aprender todo el negocio. ¿De acuerdo? Ya no pienses en tonterías y céntrate en lo que estamos haciendo.

—Así será, padre—asintió con la mirada hacia abajo.

Ese peso en sus hombros lo sofocaba y lo hacía sentir muy pequeño ante su padre. Lo único que heredó de él son sus rasgos privilegiados; cabello rubio y ondulado. Ojos color miel y piel clara. A simple vista JiMin flechaba a muchas señoritas, sobre todo por sus labios que siempre se mantenían rojos. Él era una tentación para esas jovencitas hormonales, pero JiMin no caía ni por equivocación. No sentía nada y comenzaba a preocuparle, sobre todo porque temía contárselo a su padre.

—Perfecto—sonrió orgulloso—Ahora vamos, que tenemos que revisar la producción de leche. Y más tarde debemos ir a la iglesia para conocer al nuevo sacerdote.

Tal vez eso último le gustaba a JiMin; pasar tiempo en la iglesia y hablando con Dios lograba calmar a los pensamientos invasivos y juzgadores que tenía en sus adentros. Era una especie de terapia que calmaba a su alma y mirar la imagen de Jesús le daba la esperanza de todo.

Esta vida no era la que quería. No deseaba liderar el gran imperio de los Park y arraigarse a una vida muy monótona y de negocios constantes. Tenía otros intereses, mismos que no podría externar porque podrían tacharlo de "debilucho". Incluso a veces se culpaba, porque recolectar flores y tejer eran cosas de mujeres, no de hombres, pero por alguna extraña razón le gustaba y era algo que se guardaba para sí mismo. Ni siquiera se atrevería a contárselo a su madre, porque está seguro de que le daría un infarto de la decepción.

Nadie aceptaría que fuese un "rarito".

Caminaron por el gran camino que los conducía hacia los establos. Muchas personas pasaban a su alrededor y los saludaban con efusividad exagerada. A cualquiera le encantaría quedar bien con el señor Park, pero para su mala suerte él sólo era amable y muy selectivo con su círculo. Jamás se mezclaría con gente del proletariado. Ningún burgués hacía eso.

Teniendo tanto dinero como él, no podías confiar en nadie, sólo en tu familia.

— ¿A qué hora iremos a la iglesia, padre? —preguntó JiMin con cierto interés.

—A las seis en punto—respondió y lo miró por encima del hombro.

—Muy bien—asintió complacido.

Sólo tenía que soportarlo un par de horas, más tarde podrá relajarse.

A SeHun le complacía que JiMin fuese católico y entregado a su religión. Su familia no sólo era rica, también era católica y muy tradicionalista. Acudían todos los domingos a misa y oraban todos los días al iniciar el día. No eran cosas que a JiMin le molestaran, pero a veces creía que era demasiado, sobre todo cuando sentía que le imponían lo que es bueno y lo que es malo o cuando le exigen hacer algo con la justificación de que Dios así lo demandó. Como sea, no puede oponerse. Nunca ha podido.

Mientras caminaban se escuchó un poco de alboroto entre la gente, todos mirando hacia una sola dirección y hacia un hombre que les causaba mucha curiosidad. SeHun detuvo su andar y JiMin casi choca con su espalda debido a eso. Ambos alzaron la vista hacia el otro lado donde el padre Min caminaba con un hombre a su lado, uno que usaba una túnica negra como él y llevaba las manos en su espalda mientras observaba con curiosidad sus alrededores y saludaba a la gente con una sonrisa amable.

—Oh, me parece que es el nuevo sacerdote de la parroquia—anunció SeHun con asombro—Luce bastante joven. Seguramente viene directo del seminario.

JiMin miró con curiosidad hacia aquel hombre de cabellera oscura y de ojos redondos. Caminaba con cierto porte y elegancia mientras mostraba una sonrisa suave a las personas que lo saludaban. En ese momento tuvo los mismos pensamientos que cualquier señorita tenía mientras deambulaba por ahí.

"Es muy atractivo"

¿Estaría mal decir eso en voz alta?

Quizá sí. No podía reconocer la belleza de un hombre debido a que él es uno. Sólo era correcto que las mujeres tuviesen ese tipo de pensamientos, pero por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en eso ni mucho menos podía dejar de mirarlo.

—Vamos, JiMin-ah. Lo conoceremos más tarde—dijo SeHun y continuó caminando.

Pero el aludido se quedó parado por varios segundos mirando hacia el mismo lugar. Nunca se imaginó que sería pillado por su centro de atención, ni mucho menos que le sonriera de esa forma.

Y por primera vez en su vida sintió una especie de corriente eléctrica que abarcó todo su cuerpo. Fue inevitable, algo que ninguna otra chica le provocó.

Fue extraño y... satisfactorio.

— ¡Park JiMin! ¡Ven aquí! —le llamó su padre.

Sólo así pudo volver a la realidad.

—Ya voy, papá—respondió aún un poco desorientado.

No sabía por qué y no quiso pensar demasiado en eso, pero el nuevo sacerdote le provocaba mucha curiosidad y, extrañamente, ya tenía más prisa por ir a la iglesia en la tarde.

Sostuvo su boina con una mano para que no se le escapara con el aire y corrió hacia donde estaba su padre. 



Hola, soy yo de nuevo jajaja

Okayyyy!!!! Por fin!!!

Sólo en verdad espero que nuestro amigo naranja no se ponga sensible. 

Y también espero que hayan leído el apartado de ACLARACIONES Y ADVERTENCIAS ya que es muy importante.

Empezamos con el nuevo fic que desde hacía mucho se los prometí. Como mencioné, es una idea que tengo desde hacía dos años. Fue de las primeras que tuve y que no quise publicar por temor a cómo podían recibirla. Muchas de ustedes me alentaron a hacerlo, así que sí estamos aquí es gracias a ustedes. 

En verdad espero que les guste tanto como a mí. 

Debo advertir que sí tiene mucho darma y quizá será un poco doloroso. Sobre todo porque la historia se desarrolla en la segunda guerra mundial. 

Como se pudieorn dar cuenta, usaré fechas exactas para que sea más fácil para ustedes imaginar y para que no nos perdamos en el proceso. 

SI TIENE FINAL FELIZ, mis queridas hermanas, pero para llegar a eso es un largo proceso. 

Así que espero que sean pacientes y comprensivas. 

Si quieren esperar al final, ya saben que pueden hacerlo. Con gusto la historia estará esperándolas. 

Es larga, cabe resltar, así que intentaré ir lo más rápido posible. Cuando empiece el drama haré un capítulo diario para que no mueran en la espera. 

Así que nos estamos leyendo. 

Espero que les guste. No se olviden de votar y comentar.

Las tkm!!!

PD: Si puedo, al rato les subo otro cap :)



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