52 Droga Eterna (FINAL)
"Oh, señor, sálvame.
Mi droga es mi bebé,
la estaré usando por
el resto de mi vida"
Lunes 27 agosto de 1945
No había tenido tiempo suficiente para confeccionar dos trajes de boda para hombre, pero lo hizo. Ahora sólo estaba ajustando los detalles mínimos mientras JiMin se probaba el suyo y se miraba en el espejo.
SoYoon sonrió al ver que le quedaba perfecto y que lo hacía lucir más hermoso de lo que ya era.
Esa era la palabra que encontró que describía perfectamente al rubio; hermoso. Lo era en toda la extensión de la palabra.
Claro que era atractivo y apuesto como cualquier hombre, sobre todo cuando usaba esos trajes elegantes en los eventos importantes, pero la realidad es que nunca fue un hombre común. Era uno bastante especial.
En menos de una semana sería el día de su boda con JungKook, y no sólo ellos estaban emocionados. Todos esperaban este día con ansias, porque eran la prueba viviente de que el amor triunfa sin importar las adversidades o el gusto por el género. No cabía ni la menor duda de que JiMin y JungKook estaban hechos el uno para el otro y que nacieron para casarse frente a un altar, no importando que será de manera simbólica.
SoYoon también miró el resultado y sonrió complacida. Sólo debía ajustar unos cuantos centímetros a la cintura para que se viera perfecto. El traje de JiMin era diferente a lo que se conocía en un hombre; primeramente era blanco. Un pantalón de pinza que no era tan holgado y que se adecuaba perfectamente a su cintura pequeña. El saco no le llegaba más allá de la misma y su camisa era una de encaje con un fondo debajo para no dejar nada al descubierto, o JungKook haría una escena de celos.
A JiMin le encantaba, de hecho aportó la mayoría de todo cuando SoYoon comenzó a diseñarlo y confeccionarlo. Durante ese corto periodo aprendió eso con ella y su técnica de costura había mejorado mucho. Por fin era libre de hacer todo lo que quería sin la necesidad de esconderse de nadie ni de preocuparse por que lo regañaran por hacer cosas que no eran de hombres. Ahora, dentro de su situación, eso ya no importaba.
— ¿Qué te parece? —preguntó SoYoon con una sonrisa en los labios—Es justo como lo imaginaste ¿no?
—Es mejor de lo que imaginé—respondió JiMin con una sonrisa llena de suficiencia— ¿Crees que a JungKook le guste? —preguntó con timidez.
—Yo considero que se volverá completamente loco—sonrió ella—De cualquier forma, no importa qué uses o cómo te veas, él te ama con todo su corazón.
Era verdad. JiMin lo sabía y por eso no podía evitar sentirse el hombre más afortunado del mundo. Pero también tenía nervios. A veces sentía que esto era un sueño y que pronto despertaría en su casa, encerrado en su cuarto y viviendo la misma pesadilla con sus padres. Y era bueno abrir los ojos cada mañana sintiendo el cuerpo desnudo de su hombre detrás suyo. Era un placer hacer el amor y luego bañarse juntos mientras no dejaban los besos de lado.
Siempre quiso enamorarse así, pero nunca imaginó que lo haría de un hombre, uno que fue sacerdote en su momento, pero ahora ya no piensa en bajo qué circunstancias se conocieron, sólo en lo que sintieron y en cómo lucharon contra todo y todos para salirse con la suya.
— ¿Tú crees que estaremos juntos para siempre? —preguntó JiMin con ilusión sin dejar de mirarse al espejo.
—Si fueron capaces de llegar hasta acá, entonces estoy segura de que sí—se acercó a él y lo miró a través del espejo—Dios los bendijo y ahora está con ustedes.
JiMin sintió mucha emoción en su corazón y sonrió al tiempo que sus ojos brillaban con unas cuantas lágrimas traviesas. Se casaba en unos días y ahora se probaba su traje de boda. Más tarde escribirá sus votos y saldrá con JungKook a comprar lo poco que les hace falta.
Se quitó el traje y se lo devolvió a SoYoon para que lo terminara. Después de eso salió de la habitación y su prometido fue el siguiente en entrar para probarse su traje, no sin antes besarlo, porque si no lo hacía sentía que su día no estaba completo. Fue a donde su sobrino jugaba con sus juguetes y se sentó a su lado, mientras que NamJoon pasaba por su lado despidiéndose y disculpándose porque iba tarde para su trabajo.
Actualmente había ascendido de puesto gracias a que de verdad era hábil con los negocios y le pagaban muy bien por eso. Mientras que SoYoon también ganaba dinero con sus confecciones y diseños que vendía en algunas tiendas de ropa en el centro de Londres.
Pensar en eso le hizo sentir bien porque todo estaba en su lugar y su corazón estaba tranquilo.
Ahora sólo faltaba lo más importante.
—Crecerás mejor y más feliz, bebé—le dijo a su sobrino—No vivirás todo lo que a tu padre y a mí nos tocó.
El pequeño sólo lo miró y sonrió para después jugar con sus cochecitos de madera.
Sábado 01 de septiembre de 1945
Miraba por la ventana hacia donde ya se encontraba JungKook con su traje de bodas. Se sentía nervioso y aún tenía miedo de que esto no fuese verdad.
El jardín estaba decorado con flores blancas y amarillas. Sólo había pocas sillas y en ellas las únicas personas de confianza. Nunca imaginó una boda grande y pensaba ahora que esto era perfecto, era mejor de lo que pudo esperar, pues el amor de su vida es el que está en el altar.
Hoy era su boda y también el cumpleaños de JungKook.
Por eso eligieron este día.
Sintió pasos detrás suyo y volteó de pura inercia; NamJoon venía caminando con un bonito ramo de margaritas en una mano, la otra oculta en su espalda y usando un traje gris con sombrero que lo hacía lucir más atractivo que otros días. Sería él quien lo entregará en el altar y quien le otorgaba la bendición para ser feliz el resto de su vida.
—JungKook hizo esto para ti—dijo y le entregó el ramo de margaritas, pero la mano que llevaba oculta en su espalda sacó al descubierto una corona hecha con las mismas flores—Tal vez no llevas un velo, pero usarás esto que también lo hizo para ti.
JiMin recibió el ramo con ilusión y muchos recuerdos vinieron a su mente. Sintió emoción cuando su hermano colocó la corona sobre sus rulos dorados y le sonrió con lágrimas en sus ojos. Esto era todo lo que quería y que le hacía feliz.
—Espero que seas muy feliz, JiMin-ah—le dijo NamJoon con voz tenue—Y que Dios siempre te proteja a donde quiera que vayas con tu futuro esposo. Deseo de todo corazón que nunca más nadie intente hacerles daño y que puedan disfrutar libremente de su amor. Se lo merecen después de todo.
El rubio lo abrazó con cariño y sonrió mientras más lágrimas se deslizaban por su mejilla.
—Si no nos hubieses ayudado, no estaríamos aquí—le dijo—Y te lo voy a agradecer eternamente. Espero que en otra vida seas mi hermano también.
NamJoon estuvo de acuerdo con eso, porque no habría nada más que quisiera que proteger a JiMin siempre, incluso en otras vidas donde les toque encontrarse.
Lo incitó a que lo tomara del brazo y después salieron para de una vez por todas darle fin a un capítulo importante y darle inicio a otro. JiMin se sintió nervioso porque nunca se imaginó que sería él quien caminaría por el sendero que lo conduce al altar. Siempre se visualizó ahí esperando, pero sólo porque eso era lo que la costumbre dictaba, no porque de verdad lo quisiera. Y ahora que iba de ese lado lo entendía todo; ese era su lugar, era lo que quería hacer sin saberlo, pero ahora era una certeza, estaba completamente seguro.
En todo momento miró los ojos de JungKook, pero cuando lo tuvo enfrente el sentimiento fue mucho más fuerte. Él lo era todo y su atención se quedó completamente en su persona y en como lucía; SoYoon diseñó el traje perfecto para él en color negro, con un pantalón de pinza ligeramente holgado, una camisa negra que tenía una pajarita blanca y el saco que le llegaba a la mitad de los muslos como si fuese una gabardina. Su cabello peinado hacia un lado con un pequeño mechón que le cae en la frente. Es el novio más guapo que han visto sus ojos.
—Queridos hermanos. Estamos reunidos hoy en este lugar para unir en sagrado matrimonio a esta pareja que, sin duda, han dado todo de sí para poder estar juntos—decía YoonGi con una sonrisa—Hoy para mí es un honor otorgarles la bendición de Dios y ser testigo de cómo consagran su amor de manera simbólica. Quizá allá afuera en el mundo no tiene la validez que ustedes desean, pero eso no es lo importante, porque mientras ustedes le den el significado que esto requiere, entonces no habrá palabra de ninguna persona que pueda ni invalidar ni destruir su amor.
Las manos de los novios estaban sujetas con fuerza mientras miraban a YoonGi (su sacerdote). Tal vez no había nadie mejor que él para casarlos, ya que fue el primero en ser testigo de lo que pasaba con ellos.
Él era el indicado.
YoonGi continuó la ceremonia de manera tradicional, los mismos discursos y agregando palabras de su propia boca como buenos deseos para los futuros esposos. Después pasaron a los objetos simbólicos.
SoYoon y NamJoon les colocaron el lazo que los mantendría unidos de por vida. Jin y TaeHyung les entregaron las arras que no permitirán que algún día les falte el dinero y que, contrario a eso, se duplique para que tengan una buena vida. Y HoSeok, a lado de YoonGi, les entregaron sus anillos de boda de oro puro para que sea la prueba de que su matrimonio está bendecido por Dios y que sea para toda la vida.
—Es hora de decir sus votos, hijos—avisó YoonGi—JungKook, empieza tú.
Se suponía que habían escrito sus votos unos días atrás, pero el aludido optó sólo seguir a su corazón para decir todo lo que sentía mientras miraba a su futuro esposo directamente a los ojos.
—Planee una vida en base a una decisión bastante precipitada—comenzó y vaciló un poco—Nunca ninguna mujer parecía ser suficiente. Nunca ninguna señorita logró captar toda mi atención, y me convencí de que, quizá, se debía a que mi camino iba hacia otro lado, pero yo creí que tenía que ver con lo religioso. Y posiblemente así lo era, pero ese mismo caminó me llevó a otro que era desconocido y que a la vez me causaba un poco de miedo. Cuando vi tus ojos por primera vez mi corazón se sacudió violentamente, pero mi rostro no lo reflejó. Intenté mantenerme sereno y traté de convencerme con que sólo había sido algo sin importancia, algo que no volvería a pasarme, pero cuando te tuve frente a mí y volviste a mirarme con esos ojos color miel, supe que no era normal y que no sería algo de una vez... me aterré... sentí miedo, pero más miedo me daba que no estuvieras cerca para poder mirarte, para poder cuidar tus pasos. Después sólo... mi corazón comenzó a latir por ti y me enamoré irremediablemente de todo lo que eres. Y aunque incluso derramamos sangre para poder llegar hasta aquí, no hay nada por lo cual deba arrepentirme, al contrario... yo volvería a elegir ese camino sólo sí estás esperándome al final para continuar por otro, uno que nos lleve hacia la vida eterna y que nos haga encontrarnos en la siguiente...—sonrió y besó la mano del rubio con mucho cariño—Te amo, mi ángel, y todo este sentimiento no cabe dentro de mí, por eso te lo demuestro todos los días y también por eso hoy te tomo como mi esposo, haciéndote la promesa de que nunca en la vida volveré a separarme de ti. Ahora los momentos buenos y malos los viviremos juntos, porque estoy convencido de que estamos hechos el uno para el otro.
JiMin suspiró enamorado sin dejar de ver la noche profunda en los ojos ajenos y luego bajó la vista por esas palabras tan lindas y perfectamente ejecutadas que le habían provocado un fuerte sonrojo. De pronto sintió que lo que escribió para él no alcanzaría para quedar a la par de lo que le dijo, pero optó por seguir sus mismos pasos y a los latidos de su corazón.
—Durante un tiempo me pregunté por qué ninguna mujer parecía atraerme como a cualquier hombre—comenzó y luego alzó la vista aún con sus mejillas sonrojadas—No encontraba respuestas en ningún lado por más que las buscaba... hasta que un día apareciste caminando por el pueblo, robando alientos sin que te dieras cuenta, incluyendo el mío. Aunque fue de manera involuntaria... yo te vi... y sentí lo que ninguna mujer había provocado en mí... sólo bastó una mirada y una sonrisa para que yo encontrara la respuesta a todas esas preguntas en mi interior, aunque no lo supe en ese momento, sólo hasta que besé tus labios por primera vez—dijo y volvió a sonrojarse—Tampoco existe en mí el arrepentimiento, sólo quizá de no haber actuado en el momento para estar contigo, pero al menos ahora sé que cada gota de sangre derramada y las lágrimas que corrieron desde mis ojos hasta el suelo de mi habitación fueron el precio justo que pagué encantado, porque ahora estoy aquí contigo y llevas un anillo en tu dedo izquierdo con mis iniciales. Así como yo llevo el tuyo. Y eso no significa que nos pertenezcamos, más bien es porque nos conocemos realmente y porque es verdad que Dios nos hizo el uno para el otro. Dios nos destinó como almas gemelas y tuvimos que librar muchas batallas para defender insaciablemente lo que es nuestro, lo que nos correspondía por derecho y decreto—sonrió también y llevó una de sus manos para acariciar la mejilla de su hombre—También te hago la promesa inquebrantable de que permaneceré a tu lado sin importar absolutamente nada, ya sea bueno o malo. Estaré en cada paso hasta que nos toque separarnos para encontrarnos en nuestra siguiente vida, porque estoy completamente seguro de que será así. Y te amaré incluso cuando no lo hagas tú mismo. Seré todo para ti... para toda la vida.
Una lágrima rodó por la mejilla de JungKook y sostuvo la mano de JiMin que tocaba su mejilla. La mantuvo ahí y sonrió completamente feliz y enamorado de ese hombre que con tan sólo mirarlo rebaba más de un suspiro.
—Dios me concede el poder de brindarles la bendición eterna para su matrimonio y les deseo de todo corazón que sean felices el resto de sus vidas—dijo YoonGi con una sonrisa contenta—Dios, esta pareja viene frente tuyo para hacer las promesas de amor más sinceras que hayas escuchado. Te pedimos todos los presentes por ellos, para que sepan manejar esto con sabiduría y para que puedan encontrarse en sus siguientes vidas... amén.
—Amén—dijeron todos.
—Decreto que, lo que hoy ha unido Dios aquí, no lo separe jamás el hombre—dijo alzando sus manos al cielo—Por el poder que me confiere yo los declaro esposos y que tengan una vida llena de amor—suspiró y los miró con picardía—Ya pueden besarse.
Sin perder ni un segundo más, JungKook tomó a JiMin de la cintura para pegarlo a su cuerpo y besó sus labios tan delicadamente que los hizo suspirar a ambos. Se escucharon gritos y aplausos de sus invitados que compartían su emoción y al mismo tiempo también les deseaban lo mejor.
—Son bastante lindos, ¿no lo crees? —le dijo NamJoon a su esposa.
—Ya lo creo que sí—respondió ella—Aunque... me preguntaba qué vamos a decirle a nuestro hijo cuando nos pregunte por qué sus tíos son dos hombres y son pareja.
NamJoon suspiró y miró a su hermano cómo era abrazado con mucha fuerza por su ahora esposo. Y lo entendió todo.
—Simplemente le diremos que son dos personas que se aman y que son felices así—respondió NamJoon sin dejar de mirarlos—Que no importa que sean hombres... si el amor es puro y sincero entonces no debe tener condición, ni genero ni nada... eso es lo único que cuenta.
SoYoon sonrió y miró a su pequeño bebé que estaba parado cerca del atar viendo a sus tíos abrazarse mientras aplaudía con sus manitos como hacían todos los demás. Su inocencia aún no lo hacía entender a grandes rasgos la situación, así que él lo veía como algo completamente normal. La mujer vio que para él sólo eran dos personas amándose, así que no debía darle tantas explicaciones. Su hijo no tenía malicia y se encargará de que continúe siendo así cuando se convierta en alguien capaz de razonar por su cuenta.
—Joder, son tan adorables—decía TaeHyung con una sonrisa— ¿Por qué tú nunca me hablas así? —miró a Jin.
— ¿Disculpa? —inquirió ofendido—Tú nunca me hablas bonito.
—Y cuando te digo que tienes una polla gorda y sabrosa ¿qué es? —lo miró molesto.
—Eso no es hablar bonito, puto—negó y se puso las manos en la cintura—Eso es halagar mi dotación, además es tu obligación hacerlo. Es lo menos que puedes hacer después de que te la meto varias veces al día.
— ¡Ja! ¡Pero ese es tu deber! —lo empujó—Mínimo dime que me amas—lloriqueó falsamente.
— ¿De qué otra forma puedo decirte que te amo? —lo empujó también—Te la meto duro y con eso deberías conformarte.
—¿Ese es tu lenguaje del amor, puto? —lo miró ofendido.
—Por supuesto que sí, cabrón—se cruzó de brazos completamente engreído.
TaeHyung chasqueó la boca y le dio la espalda a Jin como si fuese un niño pequeño. Pero de pronto sintió cómo lo envolvía de la cintura y su aliento chocando contra su oído.
—Nadie te va a amar como yo, puto—le susurró en el oído—Sabes que eres el hombre mi vida y que eres lo mejor que me ha pasado. ¿De qué otro modo te lo demuestro?
TaeHyung giró el rostro y lo miró traviesamente.
—Casémonos también—dijo sin más—Aprovechemos que tenemos tres padrecitos a nuestra disposición.
—Bien—aceptó sin pensarlo demasiado—Tú y yo nos vamos a casar... ¡Oye tú! ¡¿Cómo te llamas?! —gritó.
—YoonGi—susurró TaeHyung.
—Ah, sí. YoonGi—manoteó—Quiero que me cases con mi cariñito—pidió completamente decidido.
— ¿Estás seguro? —preguntó el hombre con una mirada nerviosa. El tono de Jin lo desconcertó un poco.
— ¡Pero claro! —respondió efusivamente—Sólo míralo—lo tomó de la cintura—Sería un idiota si no me caso con él.
YoonGi asintió con la misma expresión desconcertada sin saber qué pensar. Si se lo pedían así definitivamente no podía negarse.
—Así son ellos—le dijo JungKook negando con la cabeza—Si de pronto se ponen a hablar de cómo intimar con un hombre, no te sorprendas. Para ellos es normal.
YoonGi no dijo nada y sólo los miró cómo se besaban y jugueteaban tontamente, como si nada más existiera a su alrededor.
— ¿Invitamos a nuestros suegros? —inquirió Jin socarrón.
—Pero por supuesto—se rio TaeHyung—Hay que enviarles una invitación para que continúen pudriéndose en su mierda. Se lo merecen por malditos.
—¡Ja! Ya quiero ver sus caras—se rio también—Deben de saber que su hijito será mío para toda la vida.
Fue inevitable que TaeHyung se sonrojara y asintiera con una sonrisa enamorada. Jin le provocaba todo eso y mucho.
—Joder, ya me excité—masculló el castaño.
— ¿Se te para si te hablo bonito? —inquirió coqueto.
—En mi mente ya estoy en cuatro para ti—sonrió del mismo modo.
—Mierda.
— ¡Hey! Por el amor de Dios—les habló JungKook—Dejen las porquerías por una vez en su vida y compórtense. ¡Es mi boda!
—Tsk... cállate, padrecito—lo miró Jin de mala forma—No vamos a hacer nada indecoroso. Tenemos un pequeño presente.
Pero aun así no se detuvo de meter su lengua muy en el fondo de la boca de TaeHyung, porque vaya que le provocaba mucho con esa sonrisa coqueta.
—Jodida mierda—masculló JungKook.
Sintió una manito con la suya y fue suficiente para desviar su atención al ángel de ojos color miel que le sonreía hermosamente. No había nada que arruinara este día, ni siquiera las locuras del par de chiflados. Además las personas más importantes estaban ahí con ellos acompañándolos y compartían la misma emoción por su matrimonio.
Todos se sentaron en una mesa bajo un pequeño techado que JungKook se encargó de construir para esta ocasión especial, y también para tener un lugar al aire donde pueda pasar el tiempo con su ahora esposo. La comida la preparó él mismo con un poco de ayuda de su cuñada. De pronto todos reían por las cosas que Jin o TaeHyung llegaban a soltar y al final brindaron por el amor y por la paz, por un mundo que en algún futuro sea capaz de aceptar el amor sin importar lo diverso que pueda ser.
Cuando el sol comenzó a descender encendieron lámparas de fuego alrededor de ellos y todos tomaron asiento para ver cómo los recién casados bailaban su vals nupcial.
La música fue tranquila y con mucho toque romántico; suave para sus oídos y para poder escuchar los latidos de sus corazones que ahora se habían consagrado como uno solo en la vida. JungKook sostenía a JiMin de la cintura con una mano para tenerlo lo más pegado posible y la otra estaba con la suya. Lo tenía recostado en su pecho mientras bailaban tranquilamente sintiendo cada acorde de esa canción y sintiendo un poco de brisa en sus rostros. Con los ojos cerrados y entregándose completamente a lo que sentían.
Al mismo tiempo, como si estuviesen conectados, se miraron y buscaron sus labios para besarse al ritmo de la música. Ambos descubrieron un sabor distinto al de todos los días, tal vez era la certeza de que ahora estaban unidos por una fuerza más significativa y poderosa, o simplemente era que se amaban demasiado, pero encontraron que ese sabor era adictivo, era todo lo que querían probar todos los días.
Sus labios eran como una droga, no importaba si le pedían a Dios que los salvara, de cualquier forma no funcionaría. Y era seguro que la estarían usando por el resto de sus vidas.
—Te amo—le dijo JiMin sin haber despegado sus labios lo suficiente.
—También te amo—respondió y volvió a besarlo.
Lunes 03 de septiembre de 1945
La primera y la última vez que JiMin visitó Francia se quedó con ganas de más y, por esa simple razón, Normandía fue la elección de JungKook para pasar su luna de miel.
Estaban muy conscientes de que quizá no podrían disfrutar como cualquier pareja, pero aun así harían de este viaje algo muy especial.
TaeHyung había visitado Normandía un par de ocasiones cuando fue un francés coreano que quedó atrapado en tierras francesas, y les recomendó un pequeño hotel, uno ligeramente lujoso que estaba cerca de la playa. Y ese sería su destino.
El día de la boda bebieron de más y, aunque intentaron hacer el amor, el efecto del alcohol terminó por consumirlos. Al día siguiente partieron a su viaje hacia las tierras de Normandía y llegaron casi un día después. Ahora estaban en su habitación de hotel que tenía una vista agradable hacia el mar, misma que JiMin disfrutaba desde la ventana.
Le gustaba el sonido de las olas y la ligera brisa en su rostro, sobre todo cuando unas manos en sus caderas interrumpieron sus pensamientos.
— ¿Vamos a la playa? —preguntó el rubio al tiempo que ladeaba su cuello para darle acceso a los labios de JungKook.
—Más tarde—respondió él—Debemos tener nuestra noche de bodas.
—Lo hicimos en el barco—dijo con una risita.
—Pero quiero que lo hagamos aquí y ahora otra vez.
No fue complicado dejarse llevar ni mucho menos arrastrar por los brazos de JungKook que lo sostuvieron hasta que estuvieron cerca de la cama. Se giró para mirarlo por cortos segundos antes de lanzarse a sus labios y besarlos con mucha intensidad.
La ventana se había quedado abierta y eso estaba bien. Sus respiraciones agitadas se combinaban con el ruido de las olas y de algunas aves que pasaban volando por ahí.
Las prendas comenzaron a caer en el suelo sin darse mucho tiempo con sus labios separados, pues una vez que se despojaban de algo, volvían a atraerse para meter sus lenguas y jugar un poco. Por varios segundos se quedaron de pie y únicamente en ropa interior, con sus cuerpos pegándose y frotándose entre sí. Sus erecciones estaban más que despiertas y listas para ser atendidas, pero el tiempo era demasiado, prácticamente era eterno, era sólo de ellos y no había prisa por consumar su matrimonio tan rápidamente.
JungKook acarició las nalgas del rubio con mucha necesidad y sobre todo amor. Amaba su cuerpo y la forma tan única que poseía; sus caderas y la curva pecaminosa que posee su cintura. Sus manos pequeñas y sus cachetes regordetes que siempre puede besar por las mañanas. Sus piernas, sus pies pequeños, sus ojos amielados y esos labios que desde hacía mucho le hicieron caer en la tentación. Todo, absolutamente todo era perfecto en él. Era único. Estaba seguro de que no existía nadie como él y que ni un millón de tiempos podría haber alguien igual. Y si ese fuese el caso, sería él mismo en otra vida.
Le hacía sentir engreído y con mucho orgullo. Sólo él podía tocar su piel desnuda y cargarlo para que enrollara los pies alrededor de sus caderas. Se sentó con él en el borde de la cama, aun manteniendo ese beso amoroso y lleno de pasión que cada vez más desataba el fuego en su interior. Sus lenguas se juntaron y saborearon todo lo que encontraban a su paso, mientras que sus manos no se inmutaban en lo absoluto.
JiMin comenzó a balancear sus caderas lentamente, pero casi al instante se movió más rápido, y el llamado tácito fue escuchado. Una de las manos de JungKook se coló dentro de su ropa interior y apretó su nalga con deseo, pero cuando la línea peligrosa entre una y otra fue rozada ya no pudo evitarlo; gimió agudo y un poco alto, no importando que a lado podrían escucharlos. No quería ser cuidadoso, mucho menos cuando tenía muchas ganas de gritar su nombre una y otra vez. Y no se inmutaría, aun cuando lo hiciera tenue y sólo entre ellos.
Gradualmente el dedo que lo acariciaba llegó un poco más lejos y sintió cómo su esfínter era acariciado, pero cuando pensó que podría disfrutar de esos dígitos largos, fue sorprendido de nuevo al ser cargado y luego acostado sobre la cama matrimonial.
Volvieron a besarse, JungKook metiéndose entre las piernas del rubio y colando una mano dentro su ropa interior para acariciar su intimidad húmeda y erecta. Dejó sus labios para escuchar los pequeños gemidos agudos y tenues que dejaba escapar sólo para él, y disfrutó mucho de la vista que le brindaba su rostro excitado.
Observó por largos minutos mientras lo acariciaba y jugaba con la punta, pasando su dedo pulgar una y otra vez, así hasta que sus miradas se encontraron y coincidieron con el mismo pensamiento.
JungKook fue el encargado de quitarle la ropa interior y luego hizo lo mismo con la suya. Volvió a tomarse su tiempo para observar esa perfecta desnudez, esa manzana que era prohibida y que desde hacía mucho tiempo mordió. Amó la vista, su belleza. Sus ojos brillosos por el placer y la forma en que mordía su labio inferior.
Era un ángel, pero también podría ser un demonio si se lo proponía.
Descendió para besarlo y para frotarse con él. La calidez de su cuerpo era tanta que sentía que traspasaba su piel. Podía sentirlo e incluso escuchar a los latidos de su corazón que gritan arduamente su nombre.
Gradualmente el beso disminuía su velocidad e intensidad, así hasta que fueron tan lentos que casi no se percibían. Pero sus manos no se quedaban quietas, al menos una de ellas buscó la intimidad de nuevo para masturbarlo un poco. Pasó su pulgar por el glande al mismo ritmo que lo besaba y en algún punto se volvió como una tortura. Lo escuchó gemir aun cuando el sonido se ahogaba con el beso, pero le excitaba en igual magnitud, sobre todo cuando apretaba sus párpados de esa manera porque era evidente que el placer era incontenible.
Los besos en sus labios cambiaron por su barbilla y luego por su cuello. Se deslizó lentamente y más de una marca apareció en el proceso. Sentía cómo de pronto se ponía un poco rígido, pero gradualmente se relajaba. Cada beso sobre su piel era como una droga que conseguía ponerlo lo más mansito posible. Pero cuando llegó a línea que dividía su intimidad de la cordura, sintió que todo su ser temblaba. Pronto sus muslos fueron besados, con marcas que también aparecieron casi al instante y apretó las mantas con sus manos echas puños cuando un aliento chocó contra su miembro erecto.
Un fuerte escalofrío le recorrió todo el cuerpo cuando la lengua de JungKook pasó por su glande que estaba manchado de líquido pre seminal y ahogó un fuerte gemido cuando su miembro fue completamente engullido.
El azabache comenzó a hacerle un oral con mucho esmero, aunque tomándose su tiempo para saborearlo, para meter esa polla hasta el fondo donde tocaba a su garganta. JiMin mantenía los ojos cerrados mientras luchaba por no correrse tan rápido, mientras que JungKook disfrutaba del sabor y de los gemidos que dejaba salir de sus bonitos labios abultados. Sin embrago, el objetivo no era hacerlo venir con esas acciones, por eso no demoró mucho en soltar la erección para bajar a lamer los testículos. Así que lo escuchó gemir con fuerza, por eso pasó su lengua más de una ocasión. Aunque esta misma se encargó de bajar hasta que cruzó la línea hacia lo prohibido, esa que cruzó ya muchas veces sin importarle que fuese un pecado mortal. Si se iba a quemar en el infierno, podría hacerlo ahora mismo con el cuerpo caliente de JiMin.
Se acomodó en la cama y con sus manos separó las nalgas, después acarició con la punta de la lengua. Su esfínter estaba palpitando y tenía un color ligeramente rojo. Sabía que tenía piel sensible, sobre todo en esa zona, pero le encantaba que ni bajo esa situación quería detenerse. Ahora estaban tan acostumbrados a hacer el amor que se volvió una necesidad que su cuerpo pedía.
—Jung... Kook—jadeó—Por favor... hazlo.
Le gustaba su lengua dentro y eso fue lo que recibió; con una embestida JungKook lo complació y lo consintió más de lo que debería, por el simple hecho de que amaba sus gemidos, sobre todo cuando decía su nombre completo, fuerte y claro. Lo era todo. Una fantasía que cumplía casi todos los días y algo especial hoy porque estaban haciendo el amor como los recién casados que eran.
Podían percibir más intensidad en el momento, en cada caricia y en cada gemido, o en los gruñidos que JungKook dejaba escapar cada vez que percibía más del sabor de JiMin. Sabía que no debía prepararlo tanto porque estaba suave, pero aun así se tomó su tiempo metiendo y sacando su lengua. Cuando escuchó que sus gemidos se volvían constantes y más agudos, comenzó a disminuir la velocidad hasta que se redujo completamente a nada. Besó sus muslos por última vez y luego se encontró besándolo para que se probara a sí mismo.
Sabe que lo disfruta por la forma en que lo rodea con los brazos por el cuello y en cómo incluso enrolla sus piernas en sus caderas. Sabe que lo quiere dentro ya mismo, por eso alinea su miembro sin necesidad de tomarlo y comienza a penetrarlo lentamente; está tan apretado como siempre, tan cálido y tan húmedo que lo hace respirar pesado. Recibe su punta y la saca sólo por placer, aunque más tarde continúa enfundándose hasta que por fin queda completamente unido a él.
Siente su propia respiración pesada y conecta su frente con la contraria mientras lo ve a sus ojos bonitos.
—Te amo, ángel.
Le dice en un susurro y comienza a embestirlo con lentitud, con amor y con deseo. Es delicado y sensual con sus movimientos pélvicos. No se inmuta en mirarlo ni mucho menos en besarlo. Siente cómo acaricia su espalda ancha y escucha que sus gemidos son amortiguados por el beso. Sus labios sincronizan perfectamente con el ritmo de las caderas del mayor, así hasta que empiezan a subir la velocidad. Es ahí que JiMin abandona el beso para echar la cabeza hacia atrás y deja escapar los gemidos que ya no puede contener. JungKook lo observa mientras entra y sale de sus cavidades estrechas y húmedas. Disfruta de lo excitante de sus gestos, sobre todo de cómo muerde su labio inferior
Después de varios segundos sus miradas conectan y con eso es suficiente para estocarlo con avidez. Se escucha el sonido de sus pieles y el delicioso crujir de la cama matrimonial que compartirán gustosos durante su luna de miel.
Dejan de lado todo lo demás, incluso ignoran completamente que puede haber más huéspedes. Lo único que les interesa es llegar al orgasmo y hacer el amor con cariño, que sea significativo.
Entran a ese punto sin retorno donde JungKook golpea con fuerza su pelvis contra las nalgas del rubio. Besa su barbilla y jadea necesitado de liberarse, pero espera pacientemente hasta que JiMin es el primero en sucumbir ante su orgasmo y el placer después de que algo en su interior fue tocado más de una ocasión. Cuando sus paredes se contrajeron el orgasmo del azabache llegó, y con él un fuerte gruñido que le hizo sonreír.
Segundos después lo único que se escuchaba en la habitación era sus respiraciones agitadas y entre ellos percibían el latido de sus corazones, además del sonido de las olas afuera de su habitación.
Se entregaron por completo, incluso en ese beso post sexo que se dieron antes de que sus cuerpos dejaran de estar unidos.
Se quedaron un rato en la cama mientras miraban sus manos entrelazadas donde justamente estaban sus anillos de compromiso y los de bodas. Combinaban perfecto. Creían que sus manos encajaban como ningunas otras en el mundo y las entrelazaron con cariño.
Cuando lo creyeron correcto por fin se levantaron de la cama y tomaron un corto baño antes de salir rumbo a la playa.
Para cuando estaban afuera el sol comenzaba a descender, justamente lo que JiMin deseaba en ese día; ver la puesta de sol a lado de su esposo. Buscaron un lugar donde pudieran tener la privacidad suficiente para no inmutarse con sus muestras de cariño, sobre todo porque necesitaban de este momento completamente a solas.
Se sentaron en la arena para apreciar cómo se escondía el sol en el horizonte hasta que no quedó ni un rayo de luz y las estrellas aparecieron.
JiMin miró la noche que estaba encima de él, pero después fue en busca de la única que le gustaba y que le robaba el aliento; la que estaba en los orbes de su esposo.
Le sonrió cuando consiguió llamar su atención y lo besó dulcemente en los labios.
—Tú y yo vamos a estar juntos para toda la vida—le dijo con voz tenue, porque sólo le interesaba que él lo escuchara—Te hago el juramento eterno de que me quedaré contigo y me encargaré de que sea igual, si es que existen, en nuestras siguientes vidas.
JungKook sonrió y lo tomó de una mejilla para acariciarlo con cariño antes de decirle:
—Mi alma no será nada sin ti si en otra vida no coincidimos. Y sé que Dios nos concederá la oportunidad, no sólo de encontrarnos de nuevo, también de ser más libres para amarnos—le besó fugazmente y luego agregó—También te buscaré insaciable, porque no deseo mirar a nadie que no seas tú. Para mí no existe mujer alguna que pueda superarte, porque tú siendo hombre te robaste todo mi corazón... todo lo que soy.
Las palabras sobraron cuando sus labios volvieron a juntarse, esta vez de manera más apasionada. Terminaron por recostarse sobre la arena, JiMin encima de él, besándose con amor y con el cielo estrellado como su manto cálido y protector.
Una estrella fugaz pasó por ahí y con eso se selló el destino que les correspondía en las siguientes vidas.
Dios será generoso.
En una época donde la religión pesaba más que la razón, un par de hombres se miraron a los ojos con anhelo; uno era sacerdote y el otro uno que estaba en busca de respuestas que pensó que nunca iba a encontrar. No puedes culparlos de que sus corazones hayan latido involuntariamente. Tampoco puedes culparlos de morder la fruta prohibida. No puedes culparlos cuando ellos se aman, se amaron y se amarán de verdad. Porque no existe amor más puro como el que surge inesperadamente y que se mantiene fuerte en los momentos más que complicados. Ese que resiste el tiempo, la distancia y una guerra que parecía no tener fin. En ellos mismos encontraron una droga que usarán por el resto de sus vidas.
Oh, Dios, no los salves.
No los culpes.
Ellos se aman y a nadie dañan.
Concédeles felicidad
para toda la eternidad.
Sé generoso con su amor
y dales un camino de fulgor.
Que tengan muchas vidas,
pero no a escondidas.
Y que vayan libres por el mundo,
con el éxito rotundo.
Amén.
F I N
EL FINAL!!!!!!
No me iba a dormir hasta publicarlo jajaja
Me tardo más en esto, sobre todo si hay votos nupciales. Intento que sean diferentes a cada historia que escribo y que se sientan lo más sinceros posbibles. Espero haberlo logrado.
Hermanas, tengo sueño y debo madrugar en unas horas. Sólo debo decirles que esto no ha terminado :)
Falta el epílogo y un apartado llamado "¿Qué pasó después?"
Además de tres extras :)
Intentaré publicarlo mañana antes de las 3. Es que tengo una fiestuki y no quiero dejarlas esperando hasta en la noche que vuelva a casa :)
Así que nos leemos :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
GRACIAS POR EL APOYO Y POR LA PACIENCIA!!!!
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