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48 Dulce Karma



"Dulce como la justicia.

El karma es una reina.

El karma lleva a todos mis amigos a la cima.

El karma es el chico en la pantalla

que viene a casa conmigo"

Karma – Taylor Swift



Martes 17 de julio de 1945



Todo tenía un sabor tan dulce. La forma en que lo besa e incluso en cómo lo acaricia. JiMin se sentía en la absoluta gloria. Estaba seguro de tocar el cielo cada vez que tiene la oportunidad de hacer el amor con JungKook en las mañanas. Se siente bien. Hacía mucho que sabe que es correcto y que nadie puede quitárselo.

Rápidamente le invade la excitación cuando su hombre lo acaricia delicadamente y, cuando menos se lo espera, su boca está siendo devorada al tiempo que su hombría es atendida por esa mano fuerte. Todo se vuelve en caos en su interior y sólo se deja llevar por el momento, por el placer de despertar una mañana más a lado de JungKook.

Habían iniciado el juego de seducción previo como ya era costumbre, siempre entre caricias, besos en la piel y palabras dulces que pronto se transforman en algo lascivo. JiMin se ha vuelto demasiado confiado en este tiempo, e incluso hay ocasiones en las que toma la iniciativa del asunto. Pero sin duda le encanta que lo domine y que lo someta con rudeza en la cama. Siente tantas cosas diferentes cada vez que la posición es distinta. Esta vez lo monta de espaldas, pero sólo frota sus nalgas sobre la erección que pronto estará muy profundo en su interior.

JungKook tiene la mejor vista. Ni siquiera el Big Ben se compara con lo que ve en ese momento. Las curvas de JiMin se han vuelto más pronunciadas con el tiempo e incluso jura que el trasero le ha crecido un poco. Lo cual agradece infinitamente.

Sus manos lo sujetan de las caderas y con sus dedos pulgares acaricia la piel en movimientos circulares. Observa detenidamente cómo se mueve, cómo su trasero hace círculos sobre su erección y cómo incluso a veces da saltos lentos que sólo consiguen sacarle gemidos. Esto sin duda es una delicia. Hacer el amor con JiMin le hace justicia a todo el sufrimiento y al tiempo que estuvieron separados, sobre todo cuando lo hacen en las mañanas que parece que están más calientes que nunca.

—Vamos, ángel. No me tortures más.

Le dijo, porque sentía que ya no era suficiente con sólo sentir la piel de sus nalgas privilegiadas. Y para él tampoco lo era. Así que se elevó un poco al tiempo que tomaba la erección con su manito y la alineó a su entrada, pero acariciándose con el glande sólo por unos cuantos segundos que le supieron a gloria.

Ambos gimieron bajito, pero aún más fuerte cuando se sintieron unidos. JiMin bajó lentamente recibiendo el miembro en su interior sin necesidad de preparación. A estas alturas ya estaba tan acostumbrado y el sexo recurrente le había ayudado. Ya no era tímido. Ya no era cohibido. Ahora sólo se dejaba llevar y se mostraba tal cual es sin preocuparle ser demasiado necesitado o desesperado.

Gimió agudo comenzó a moverse lentamente mientras sus manos se apoyaban en la cama. Meneó su cadera en círculos sin premura y con mucho disfrute. Ahora le volvía loco la sensación de ser estirado y llenado por dentro, sobre todo cuando JungKook lo sujeta con fuerza de las caderas. Siente cómo una mano sube y baja por su espalda, cómo se toma el tiempo en sus hoyuelos de venus y luego una nalgada fuerte le hace agitarse.

—No tienes ni idea de lo sexy que te ves—le halagó JungKook—Joder, lo bien que te entra mi polla. ¿Sabes? Fuiste hecho sólo para mí.

—Sólo yo puedo manejarte—le dijo JiMin con una sonrisa dibujada en sus labios—Soy el dueño auténtico de tu polla, querido.

El tono sensual que el rubio empleó fue como un catalizador. De pronto el azabache se sintió ansioso por un buen orgasmo matutino, pero le dio el tiempo de gloria que su hombre necesitaba. Se acostó completamente y pasó sus manos detrás de su nuca para observar el espectáculo que tenía frente suyo mientras su polla era apretada deliciosamente.

Gradualmente JiMin aumentó sus movimientos circulares a saltitos. Subió lo suficiente para que el pene quedara casi fuera suyo, pero al rato se dejó caer de un sentón que le sacó un fuerte gruñido al contrario. De ahí no cortó el ritmo y comenzó a saltar con más avidez, aunque después de un rato sólo movía su trasero de arriba hacia abajo, tal y cómo TaeHyung le dijo que podría llegar a hacer.

JungKook estaba extasiado con lo que veía y ya no inmutó a sus manos de tocar las bonitas caderas del rubio. Le dio fuertes nalgadas para mandar el mensaje claro de que debía moverse con más rapidez. A los pocos segundos el sonido de sus pieles chocando se originó en toda la habitación y se convirtió en su mayor deleite para ambos, sobre todo cuando sus gemidos se combinan y crean una mezcla dulce y adictiva para sus oídos.

Todo se vuelve intenso rápidamente, pero JungKook no parece dejarle todo el trabajo a JiMin, por eso lo detuvo sorpresivamente y procedió a tumbarlo boca abajo sobre la cama. Lo sujetó de las caderas para elevar su trasero y enseguida comenzó a penetrarlo con fuerza.

Hasta estas alturas ya no había nada que los detuviera y sabían cómo hacerlo. Lo entendían a la perfección y lo disfrutaban como nunca en sus vidas.

El choque de sus pieles se volvió intenso ya en un punto sin retorno, hasta que el gemido agudo de JiMin dejó al descubierto que estaba teniendo un fuerte orgasmo y a los segundos JungKook le acompañó, porque nunca podrá evitar que la forma en que su polla es apretada lo lleve hasta la cima del placer.

Se dejó caer sobre el cuerpo de JiMin mientras su respiración trataba de volver a la normalidad. El calor de su cuerpo fue fascinante y eso lo llevó a meter sus manos debajo de él para abrazarlo con fuerza. Después se giró sobre la cama para que quedara encima suyo.

De ahí el tiempo pasó. Se tomaron un descanso y luego se besaron por un largo rato hasta que por fin salieron de la cama para ir a tomar un baño un poco largo y bastante relajante.

Hoy JungKook tenía el día libre para descansar con su hombre y ya habían planeado todo lo que iban a hacer, empezando por lo de hacía un rato. Cuando estuvieron vestidos fueron a la cocina para preparar un desayuno en conjunto y lo llevaron a la parte trasera de la casa donde se asomaba un hermoso jardín lleno de flores que ambos se esmeraban en cuidar.

La tranquilidad se podía respirar puramente y eso les hacía sentirse plenos y felices. Como verdaderos esposos.

Para ellos existía el buen karma, ese que era dulce y que los llevaba a la cima. Por un tiempo pensaron que quizá sus pecados serían cobrados, pero entendieron que ya no tenían más cuentas que pagar, porque ellos estaban bien y no le debían nada a nadie.

Habían colocado una manta sobre el pasto e hicieron de su desayuno un corto día de campo para compartir en la intimidad y disfrutarse como la pareja que son.

El tiempo parecía detenerse en ese momento, sobre todo cuando JungKook mira a JiMin comer las uvas que tanto le gustan. Siente mariposas en su estómago porque es el escenario perfecto; él y su alrededor con colores bonitos que contrastan perfectamente con su belleza andrógina. No puede quitar sus ojos de él y pensar al tiempo que desea estar a su lado el resto de su vida, pero que Dios los bendiga como a cualquier pareja de hombre y mujer. Eso quiere... quiere llamarse su esposo en toda la extensión de la palabra.

—Cásate conmigo, ángel.

Le dijo de pronto y JiMin lo miró con los ojos muy abiertos y con un puchero debido a que tenía una uva a medio comer. Se hizo un silencio que fue acompañado por el sieso de los árboles a su alrededor y el canto de los pajaritos que estaban revoloteando. Observó el rostro de JungKook, pero no encontró ni un ápice de duda en sus ojos. Y se sintió como si estuviese en una película romántica, como si estuviese cumpliendo un sueño preciado; casarse con el verdadero amor de su vida.

— ¿Nos podemos casar? —preguntó después de comer su uva y lo miró con cautela.

—No lo sé... supongo que no—negó con una media sonrisa—Pero podemos hacer algo para que así lo parezca. Estaba pensando en una ceremonia donde digamos nuestros votos y nos confiemos a Dios. TaeHyung y Jin pueden ser nuestros padrinos.

— ¿Un casamiento sin un padre? —inquirió con un deje de melancolía—¿Tendría la misma validez?

JungKook le sonrió con más amplitud y se acercó a él para acariciar su mejilla. Sus ojos color miel brillaban llenos de ilusión e incluso de muchos sentimientos más que en ese momento no podría describir. Era precioso aun con esa expresión preocupada en su rostro y se sintió muy seguro de lo que quería hacer.

—Considero que lo más importante es el juramento que haremos frente a Dios—le dijo para consolarlo—Puede que no sea de la manera tradicional o como de verdad quisiéramos, pero lo haremos a nuestra manera, con nuestras reglas y con nuestro amor.

— ¿Qué hay del acta de matrimonio? —preguntó ya con una expresión más relajada.

—Puedo redactarla si eso quieres. No olvides que, antes de caer rendido ante tus encantos, yo era un sacerdote—le dijo con suficiencia—Sé todo lo que debe llevar y será sólo nuestra. No importa que para el mundo no tenga validez, me basta con que tú me veas como tu esposo. Y yo haré lo mismo.

Sí, tal vez no sería como lo hubiese querido, pero tenía razón cuando dice que lo más importante es el juramento que harán ante Dios y cómo lo cuidarán por el resto de sus vidas. JiMin no tiene dudas, también quiere autoproclamarse esposo de Jeon JungKook. Ante la ley ya lleva su apellido, pero tal vez sólo hace falta que entre ellos sea de manera oficial.

—Sí quiero casarme contigo—respondió con una sonrisa enorme—Quiero estar contigo el resto de mi vida, JungKookie.

—No hay nada más que desee en este mundo, mi ángel.

Se abrazaron con fuerza y con sus ojos ligeramente cristalizados de la emoción. Era imposible no sentir demasiado, tanto, que no les cabía en el pecho. Por fin JiMin sentía que era verdaderamente feliz y que nada le faltaba.

Bueno... deseaba que NamJoon y SoYoon estén aquí con su sobrino.

Lo único que desea es que estén bien.

Fue un largo rato entre besos, risas tontas y promesas de amor que pronto serán votos nupciales ante un altar y ante Dios. La pasaron acostados sobre la manta mientras observaban las nubes del cielo y hablando del restaurante que JungKook quería inaugurar.

Recogieron todo y se encargaron de lavar los trastes sucios mientras continuaban hablando de lo mismo y considerando la posibilidad de adoptar un perro o un gato.

—En realidad yo quiero un perro y un gato—afirmó JiMin con un puchero bastante adorable—Mis padres odiaban a las mascotas y nunca me dejaron tener uno.

—Pero, ángel—JungKook lo miró enternecido—Un perro y un gato no suelen llevarse bien en un mismo entorno. Esto va a ser un campo de batalla.

—No, los míos no—negó y se acercó a él mostrándose adorable—Nosotros los educaremos bien para que no peleen. Serán como hermanos.

— ¿Quieres que tengamos un perro y un gato como nuestros hijos? —sonrió lleno de ternura.

—Pues... quizá—bajó la vista—Ya que no podemos tener hijos y... no podemos adoptar. ¿No crees que sería una buena forma de tener una familia? —inquirió lleno de ilusión.

JungKook también se había planteado el hecho de que no podría tener hijos con JiMin aunque lo quisiera, ni mucho menos adoptar algún niño del orfanato. Estaba más que claro. Pero pensar en que esa podría ser una posibilidad de crear una familia le llenaba el corazón. Tal vez no podrá ver al rubio con un bebé en sus brazos, al menos no en esta vida, pero sí que lo verá cuidando del gato y del perro que lleguen a su casa.

—Después de casarnos podemos visitar refugios de animales para buscar. ¿Te parece? —sonrió y lo rodeó de la cintura.

—Me parece—asintió con una sonrisa.

JiMin colocó las manitos sobre el pecho fuerte de JungKook que, lastimosamente, estaba cubierto con una camisa de botones que le quedaba ligeramente holgada, pero aun así sabía todo lo que se escondía detrás de ella y le hizo sonreír con suficiencia.

Decidieron que saldrían a caminar para pasar el rato en tanto volvía el hambre hacia ellos. Tomaron sus cosas y se besaron antes de salir por la puerta de su casa, aunque nunca llegaron del otro lado.

—JiMin-ah.

Aquella voz hizo que el aludido levantara su mirada hacia quien la había emitido, y enseguida sus ojos se llenaron de lágrimas al no poder creer que él estaba frente suyo. Su segunda reacción fue lanzarse a los brazos de su hermano mayor mientras lloraba como si fuese aquel niño pequeño que siempre se resguardaba con él cada vez que su madre o su padre lo golpeaban. Se sintió como ese JiMin del pasado, tan sensible y tan vulnerable que sólo podía confiar en su único héroe en la vida.

—NamJoon-hyung—dijo con voz acuosa—Bendito sea Dios por traerte hasta aquí.

—Yo también le agradezco a Dios que haya podido encontrarte—le dijo y lo abrazó con fuerza.

La palabras para nada claras de un bebé llamó la atención de JiMin; al abrir los ojos vio a SoYoon con el pequeño SooBin en sus brazos. En cuanto dejó los de su hermano, fue hacia él para cargarlo y también abrazarlo. De igual manera extendió un brazo hacia la mujer para que se uniera.

El momento fue dulce para él y pensaba que por fin todos tenían la justicia que merecían. Después de tanto sufrir en un lugar en el que nunca fueron del todo felices, hoy tenían la oportunidad de estar juntos para iniciar desde cero y libres de las personas que sólo les trajeron malos momentos a su vida.

JiMin por fin se sentía completo.

—Creí que no vendrían nunca—dijo aún con sus ojos llenos de lágrimas—No hubiese soportado jamás verlos de nuevo.

—Tuvimos unos contra tiempos, pero ya estamos aquí y eso es lo único importante—respondió NamJoon.

—Vaya sorpresa que nos han dado—se integró JungKook con una sonrisa—Dios les bendice y sean bienvenidos. Pasen por favor.

NamJoon se acercó al azabache para darle un abrazo que duró unos cuantos segundos y después todos entraron a la casa metiendo el poco equipaje que llevaban.

Tanto SoYoon como su esposo observaron el hogar que desprendía un aura bastante agradable. No fue difícil deducir que JiMin y JungKook estaban viviendo muy felices en esta casa. El mayor ahora tenía la mejor certeza de que hizo lo correcto al dejar que su hermano menor dejara el pueblo de Busan.

—Tomen asiento por favor—les dijo el azabache y los guio a la pequeña estancia—Seguramente vienen hambrientos y cansados. Ya mismo les preparo algo para comer.

—Te lo agradeceríamos mucho de verdad—le dijo NamJoon con una sonrisa.

—No se preocupen más, están en su casa. Lo digo con sinceridad—expresó genuinamente y se retiró para preparar la comida.

JiMin se sentó en el sillón frente a su hermano y SoYoon, aún con SooBin en sus brazos mientras dejaba que jugara con el Cristo que llevaba en su cuello.

—Fue un viaje bastante largo—habló NamJoon para romper el silencio—Es toda una travesía atravesar las fronteras de los países.

—¿Fue complicado? —preguntó el rubio.

—Más que complicado fue cansado—respondió con una media sonrisa—Hace un rato, cuando llegamos a Londres, bastó con mostrar la dirección y decir el nombre de JungKook para que nos trajeran hasta acá. Al parecer todos lo conocen aquí.

—Pues... es similar a una celebridad—respondió JiMin con orgullo—Hizo grandes hazañas en la segunda guerra mundial, por eso aquí lo conocen. Admiran el hecho de que fue un coreano sirviendo a un ejército que no era de su nación y en una lucha que no le correspondía. Y también que salvó a un niño judío en el campo de concentración de Auschwitz.

—Vaya, pero qué impresionante—expresó con asombro.

—Antes era popular entre los hombres del ejército, pero ahora es conocido por las personas en los alrededores—hablaba muy emocionado—Deberías verlo, cuando vamos por la calle se detienen a saludarlo, no sólo porque usa su uniforme, también porque lo conocen, y algunos niños lo ven como su héroe.

Y no mentía. La popularidad de JungKook en ese pueblo de Londres y en otros vecinos había aumentado considerablemente. Muchos querían conocerlo, ya que no habían tenido la oportunidad de encontrarlo en las calles y otros tantos iban al periódico para saludarlo. Y todo eso a JiMin lo llenaba de orgullo. NamJoon podía notarlo en sus ojos brillando como nunca antes en su vida... no, nunca brillaron de tal manera. Definitivamente estaba con la persona correcta.

—Es muy evidente que estás enamorado de él—le dijo SoYoon con una sonrisa pícara—Creo que eres muy afortunado de tenerlo contigo.

—En realidad, yo soy el afortunado—respondió JungKook cuando entró a la estancia con dos charolas de comida—Tener a un hombre como JiMin a mi lado es un privilegio y también un milagro de Dios—dijo, colocó la comida en la mesita y se sentó a su lado—No sabía que lo necesitaba y sin duda cambió mi vida por completo.

Para el hombre y la mujer fue bastante notoria la forma en que ambos se miraban, sobre todo JungKook a JiMin. Lo veía como un diamante, el único en su clase. Y el rubio suspiraba de enamorado, lo cual era demasiado adorable. A SoYoon le hizo retroceder en el tiempo a aquellos ayeres donde estaba recién casada de NamJoon y que desbordaban miel por toda su casa. Ellos eran algo similar, pero por alguna razón percibió que era demasiado intenso, era como un lazo que no se rompería con absolutamente nada, pues sus ojos parecían encontrarse con tal poderío que todo lo que estaba a su alrededor dejaba de existir.

—¡Mami!

Pero SooBin estirando los brazos a su progenitora y llamándola al tiempo les hizo salir de su ensoñación. Para JungKook era lindo ver cómo JiMin cargaba a su sobrino y cómo incluso le demostraba su cariño. No era algo que pudieran tener, pero sin duda guardaría tal escena en su mente por el resto de su vida.

—Es un verdadero alivio saber que se encuentran bien—dijo NamJoon al tiempo que tomaba un vaso de jugo.

—Todo ha sido muy sencillo durante este tiempo y, bueno, haber sido parte del ejército me dio bastantes beneficios—respondió.

—Seguramente Dios está complacido con tus acciones tan bondadosas. No cualquiera se arriesga en una guerra que no le corresponde—habló SoYoon.

—Hice lo que tenía que hacer—aseguró y sonrió—Fue parte de darle una buena vida a JiMin. Una donde no corriera peligro.

El rubio sonrió con timidez y dejó caer su cabeza en el hombro de JungKook. En ese momento las mariposas en su estómago eran incontenibles.

—Sin duda está mejor aquí que en Busan—habló NamJoon y cambió su expresión a una seria—Allá sólo tendría sufrimiento que mis padres le provocaban.

Se hizo un silencio, aunque era algo que ya no dolía, JiMin sentía cosas extrañas cuando se mencionaban a sus padres y eso despertó su curiosidad. Ha pasado tanto tiempo, evidentemente, sin saber absolutamente nada de ellos. No era preocupación, pero tenía la impresión de que allá las cosas no estaban muy bien.

— ¿Cómo la pasaron después de que me fui? —preguntó con voz baja—Ellos y ustedes... ¿qué sucedió?

—Pasaron muchas cosas—habló NamJoon—Naturalmente se volvieron locos e intentaron buscarte, pero fue imposible. ChanYeol volvió a Seúl con la señorita ChaeWon y, bueno, eventualmente no hubo negocios que concretar.

—Seguramente me odian—habló JiMin con una expresión neutral.

—No voy a negarte eso—hizo una mueca—Pero su rencor sólo los envenena más de lo que ya estaban—se tomó una pausa, porque no sabía si era correcto decirlo o no, pero al final pensó que él debía saberlo—Con todo eso, los negocios perdidos y los señalamientos del pueblo, papá no lo soportó y... enfermó... de cáncer.

Fue extraño, porque le cuerpo de JiMin no reaccionó y su mente se quedó en blanco completamente. Tal vez hacía un tiempo habría sentido culpa de saber aquello, pero ahora, por increíble que pareciera, no sentía absolutamente nada. Ni satisfacción. Ni lastima. Y eso le causaba un conflicto. No sabía cómo sentirse, pero tampoco podía obligarse a sentir algo. Después de todo, sabe que cada quien paga sus pecados de formas únicas y variando según lo cometido.

Tal vez SeHun merecía más, pero eso sólo Dios lo decidirá.

La nueva vida que llevaba no le permitía tener espacio para el rencor. Él sólo quería ser feliz a lado del hombre que ama.

—Mamá... comenzó a fumar—retomó NamJoon en vista de que su hermano no respondió—También es un manojo de nervios por las pérdidas de dinero. Supongo que ahora que nos fuimos... debe sentirse peor—sonrió medianamente.

— ¿Y ustedes? —preguntó JiMin sin tener ganas de hablar sobre sus padres—¿Les hicieron algo por culpa mía?

—No, nada de eso—le consoló SoYoon—Estuvimos bien a pesar de que hubo todo un desastre. Y ahora no importa, porque ya estamos aquí—sonrió.

—Aun así siento mucho que les hayan hecho pasar un mal rato...

—No te disculpes, JiMin-ah—lo interrumpió NamJoon—Volvería a salvarte y a perder mi estabilidad. No importa el precio. Me importa que estés bien. Y ahora puedo ver que lo estás, eso sólo quiere decir que valió la pena... absolutamente.

Un suspiro escapó de los labios de JiMin y unas cuantas lágrimas bajaron peligrosamente por sus mejillas, pues las emociones en su interior eran tantas que se volvieron incontenibles. Era curioso cómo funcionaban las cosas a su alrededor. Al principio llegó a creer que tal vez recibiría un fuerte castigo por sus acciones, pero ahora piensa que su sufrimiento fue a causa de terceros y no de Dios. Que si estuviese en pecado, entonces no sería su padre quien esté en una cama enfermo de cáncer. Ya no tenía por qué pensar que todo esto se derrumbaría, pues hasta su hermano huyó sin más y ahora se notaba que se sentía completamente aliviado.

Todo estaba en el lugar que correspondía. Y realmente nunca estuvo solo.

No quiso hablar de la enfermedad de su padre ni nada que se le pareciera. Contrario a eso, NamJoon y SoYoon le hablaron sobre cómo SooBin creció en ese tiempo y lo difícil que fue retirarle la leche maternal. Y otras veces escuchaban las anécdotas de JungKook en la segunda guerra mundial, sobre todo de esos amigos suyos que eran peculiares y todo un caso, pero que ahora eran importantes para ellos, como sus hermanos. Después de todo, tenían los mismos gustos e intereses.

El día se pasó volando entre tantas pláticas sobre lo hermosa que es Londres y sus alrededores, cómo la paz y la tranquilidad reinaban en todo su esplendor. Y que esperaban que aquí encontraran todo lo necesario para jamás volver al lúgubre Busan.

—Sólo tenemos una habitación—informó JungKook al tiempo que se ponía de pie—Ustedes pueden usarla. JiMin y yo dormiremos aquí.

—No me parece correcto—habló NamJoon—Somos nosotros los invasores, así que dormiremos aquí.

—Ningunos invasores—negó—Son la familia de mi novio y eso los hace también la mía—aseguró.

NamJoon llegó a creer que sonaba extraño que JungKook definiera a JiMin como tal, pero ver cómo los ojos de éste brillaban ante esa mención, le hacía desechar ese sentimiento y lo remplazaba con la tranquilidad.

JiMin estaba con el hombre correcto.

—SooBin debe dormir en un lugar cómodo—insistió JungKook—No puedo permitir que duerman en los sillones.

—Estaremos bien aquí—habló SoYoon—Sólo necesitamos unas mantas y dormiremos en el suelo.

—No me parece correcto—se negó JiMin—Mi sobrino está acostumbrado a lo mejor.

—Durante el viaje descubrimos lo que era dormir en el suelo y en un catre—dijo NamJoon con diversión y con las manos en los bolsillos—Esto es mejor en comparación a vivir en Busan. Aunque allá teníamos comodidades, nunca pudimos obtener paz. Ahora es todo lo contrario. Así que con esto es suficiente. Ya hacen demasiado con recibirnos en su casa.

Pero no estaban conformes, aunque después de mucho insistir, JiMin y JungKook terminaron en su habitación preparándose para dormir. Ni su hermano ni SoYoon cedieron y, sin darse cuenta, SooBin se había quedado dormido en el sillón. Nadie fue capaz de siquiera mover un dedo porque no querían despertarlo.

El rubio fue el primero en ir a la cama porque se mantenía pensativo con respecto a su padre. Pensaba que quizá estaba en una especie de shock o algo y que por eso no reaccionaba de ninguna manera. Pasaron unos cuantos minutos hasta que sintió cómo detrás suyo se hundía la cama y enseguida un brazo fuerte lo rodeó de la cintura.

— ¿Todo está bien? —preguntó JungKook cerca de su oído—¿Has estado extraño? ¿Es por tu padre?

—Me conoces tan bien—respondió JiMin después de soltar una risita soplada—Sí es sobre él—agregó.

— ¿Exactamente qué piensas? —insistió manteniendo el mismo tono dulce.

JiMin se giró sobre la cama sin perder la cercanía y sonrió al toparse con el rostro hermoso de su hombre. Lo amaba, sin duda, y no podría ocultarle nada aunque quisiera. Él lo conocía muy bien y descifraba sus emociones la mayor parte del tiempo, aunque acostumbra a preguntar antes de sacar conclusiones precipitadas.

—Es curioso lo que pasa dentro de mí—le dijo con voz baja. Nadie los escucharía desde la estancia, pero JiMin sentía que esto era muy íntimo—No sé cómo sentirme después de saber que ha enfermado... ¿Está mal que no sienta nada? —lo miró con preocupación.

JungKook sonrió enternecido y nuevamente se sintió afortunado de tenerlo como su novio. Era tan maravilloso que hasta se preocupaba por no sentir nada después de saber sobre la enfermedad de SeHun. Definitivamente es un ángel caído del cielo.

—Él no fue un buen padre contigo—le dijo y acarició su mejilla—Así que no tienes por qué sentir compasión. Está bien que no sientas nada incluso, porque eso sólo quiere decir que en tu corazón no hay espacio para el rencor, así no te envenenas con sentimientos negativos e innecesarios.

—Creí que podría estar mal—confesó y suspiró—Cualquiera diría que debo sentir compasión por mi padre.

—Pero él no la tuvo contigo, así que no le debes absolutamente nada—refutó—Es normal y muy sensato que no sientas algo en específico. No te obligues a nada, sólo déjalo fluir.

JiMin asintió y le sonrió para después acercarse a besar sus labios. Sólo se mantuvieron con besos inocentes y un abrazo cariñoso que no llegaría a más. Se acurrucaron debajo de las mantas y cerraron los ojos para poder descansar.

No se dieron cuenta, pero la paz reinó en su alrededor. Ya no tenían por qué pensar tanto las cosas ni mucho menos mortificarse por nada. Estaban juntos y eso lo era todo.

Entendieron que el karma es dulce para algunos. Y amargo para otros.

Para JiMin, el karma es el dulce hombre que está en casa con él.

Bendito karma.


Holiiii

Siento no haber actualizado ayer, pero se complicó un poquis. Ya saben que trabajo todo el día los viernes.

Pero aquí está :)

Vuelvo a actualizar más al rato, espero que antes de las 7 de la noche. jsjsjs. Mi pueblo está de feria y pues quiero salir a ver qué en cuentro jsjsjs.

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm!!!


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